Arusha
Unos meses antes ni siquiera sabía que existía una ciudad con ese nombre y mucho menos en dónde estaba situada. La oportunidad de hacer un voluntariado en Machumba, un pequeño pueblecito cerca de esta ciudad, me permitió descubrirla y saber que está situada en el norte de Tanzania. Para mí era una desconocida, pero para todos aquellos interesados en los safaris fotográficos no cabe duda de que Arusha es famosa por su localización, que le permite actuar como punto de partida para numerosas y fantásticas excursiones por la región. Se encuentra cerca del parque nacional Serengeti, la zona de conservación de Ngorongoro, el parque nacional del lago Manyara, la garganta de Olduvai, el parque nacional de Tarangire, el monte Kilimanjaro y el parque nacional del monte Meru, a cuyos pies se sitúa. Por todo ello, es el principal centro turístico del país, siendo su aeropuerto el segundo más importante después de Dar-Es-Salam. Es una ciudad multicultural, con una población mayoritariamente tanzana de orígenes mixtos, bantú, árabes e indios, además de pequeñas minorías blancas europeas y americanas. El cristianismo, el judaísmo, el Islam y el hinduismo conviven armoniosamente.
A pesar de haber vivido durante seis años en Casablanca, Marruecos, hasta que llegué a Arusha no puedo decir que conociese África. El reino alauita está muy occidentalizado y no tiene nada que ver con esta otra parte del continente. Aquí uno se encuentra con la llamada "África Negra" y descubre unas formas de vida y cultura que nos son completamente ajenas a los europeos. Ajenas, sí, pero ¡fascinantes!
Estuve en varias ocasiones en Arusha, a una media hora de Machumba en dalla dalla (pequeños autobuses que continuamente enlazan los pueblos de la región). Son tan pequeños que apenas te puedes mover en su interior sin dar con la cabeza en el techo. Normalmente tienen 3 o 4 filas de asientos para tres o cuatro personas en un lateral y en el otro un par de asientos individuales, con lo cual el pasillo es estrechísimo y cuesta dirigirse hacia la parte posterior, sobre todo porque suele haber un asiento plegable en el medio que además está casi siempre ocupado, lo que implica que haya que levantarse una y otra vez en las múltiples paradas que hacen. Estos autobuses tienen una especie de "revisor" que se dedica a la caza de viajeros en las zonas de mercado, al borde de las carreteras, y no se ponen en marcha hasta que no están llenos. Y después, cuando ya están en circulación, va prestando atención a la gente que está en las cunetas para dar la orden de parada al conductor y tratar de convencer a los peatones de que suban y ocupen los lugares que quedaron vacíos en la parada anterior. Es una sensación agobiante, a tope de gente en un espacio muy reducido, sin aire acondicionado y con un calor tremendo. Pero resultan, cuando menos, curiosos, además de muy baratos.
El interés de Arusha es limitado. Es una ciudad de edificios bajos, llena de agencias de viaje y, en general, nada barata. De todas formas se pueden encontrar hoteles y restaurantes con precios aptos para todos los bolsillos. La mejor manera de conocerla es paseando aunque es difícil librarse de los vendedores ambulantes. Destacamos el mercado central, un conjunto de calles en las que se vende de todo, desde artesanía a pescado, frutas y verduras, y el tribunal internacional de las Naciones Unidas. En el mercado hay que regatear para conseguir un precio justo y mostrarse decidida a irse para que el vendedor rebaje la cantidad que pide inicialmente. Esa forma de ser, esa vida de apariencia caótica es, en realidad, el verdadero encanto de la ciudad, el encanto de África.
En el centro de Arusha se halla una torre con un reloj que sirve de referencia a todo el mundo para moverse por la ciudad. Como peculiaridad, el reloj marca el punto intermedio del camino entre la Ciudad del Cabo y El Cairo.
Llegué al aeropuerto de Arusha procedente de Zanzíbar. Y la primera sorpresa fue la manera de recoger el equipaje: nada de cintas transportadoras. Un empleado nos indicó que nos fuéramos hacia la verja que separa el aeropuerto del exterior (en el que esperaban los taxistas con letreros con los nombres de sus clientes) y después él trajo en una especie de gran carretilla las maletas que cada uno iba recogiendo como podía en el medio del barullo que se formó. A mí me estaba esperando un amigo de Moisés, el chico con el que yo había contactado desde España para lanzarme a esta aventura. Muy agradable y con un español más que correcto, me explicó que Moisés había ido al hospital porque no se encontraba bien, pero que lo recogeríamos en el camino, cosa que hicimos. Era la primera vez que nos encontrábamos... Y estos vídeos muestran mi primera toma de contacto con la ciudad:
Pensé en una ciudad llena de vida, música y colorido. Y me llamó la atención la limpieza del suelo (en mercados de este estilo en Marruecos la suciedad es el pan nuestro de cada día).
Seis días después de mi llegada al orfanato en Machumba, volví a Arusha con Isaac, el director del orfanato, y Luca y Eva, las chicas alemanas que también estaban allí trabajando como voluntarias. Nos movimos por las calles del mercado central para comprar cosas para el orfanato, libros, cuadernos, zapatos, sábanas, comida...
No volví a Arusha hasta el 11 de marzo y en esa ocasión lo hice con Julie y Jasmina, dos chicas danesas que venían al orfanato por las mañanas. Íbamos también a hacer compras así que nos movimos de nuevo por el mercado central y acabamos comiendo en Pizza Hut, jajajajaja.
Bueno, sí que había recorrido Arusha en coche el día 7 antes de partir para el safari en Tarangire y Ngorongoro. Además, al volver, el guía llevó primero al chico alemán que se nos había unido para la visita al cráter y nos hizo un recorrido muy interesante por la zona en la que solía vivir la gente con recursos (aunque parece ser que, ya absorbida por el crecimiento de la ciudad, no resulta tan atractiva y se están mudando a zonas residenciales más a las afueras).
Solo me resta añadir que para volver desde Arusha siempre cogimos un taxi ya que íbamos cargadas con las compras. También hay que regatear y es importante fijar el precio antes de subir porque, si pueden, te hacen precio de "mzungu" (extranjero).