Jueves, 7/04/2022
La excursión de este día fue al Monasterio de Montserrat, en el que yo nunca había estado a pesar de haber vivido un año en Barcelona mientras estudiaba en la Universidad Autónoma.
El Monasterio de Santa María de Montserrat (en catalán, Monestir de Santa Maria de Montserrat) es una abadía benedictina situada en la montaña de Montserrat, perteneciente a la comarca del Bages, en la provincia de Barcelona. Está situado a 720 m sobre el nivel del mar. Forma parte del municipio de Monistrol de Montserrat. Se puede acceder fácilmente por carretera, pero también hay una línea de tren cremallera de la compañía de ferrocarriles de la Generalitat de Cataluña que parte de Monistrol, así como un teleférico que tiene su inicio unos km antes.
La historia de Montserrat es fascinante. Comenzó en el año 880 cuando un pequeño grupo de niños pastores vio una luz brillante descendiendo desde el cielo en las montañas. En ese momento, los niños escucharon ángeles cantando y la música llenó sus corazones de alegría. Los niños corrieron a casa para contar la experiencia a sus padres. Estos se mostraron escépticos, pero siguieron a los niños hasta el lugar en donde había tenido lugar la experiencia. Durante todo un mes, los mayores también fueron testigos de esos mismos hechos y concluyeron que eran una señal de Dios.
Un vicario local acudió al lugar y tuvo idéntica experiencia. Las mismas visiones se desarrollaron en una cueva de la montaña. Entonces, los ancianos religiosos de la comunidad exploraron la cueva y encontraron una imagen de la Virgen María. Desde entonces, la cueva se convirtió en un lugar de peregrinaje.
Hoy, el lugar de las visiones ha sido señalado como una Gruta Santa en las montañas. Se puede caminar hasta allí (cosa que no hicimos) y ver de primera mano el lugar de los hechos. Esta Gruta es visitada por peregrinos y curiosos de todo el mundo.
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Escultura en el mirador del Santuario |
Esa es la leyenda. Pero el origen del monasterio es incierto. Alrededor de 1011, un monje procedente del Monasterio de Santa María de Ripoll llegó a la montaña para encargarse del Monasterio de Santa Cecilia. El cenobio quedó entonces bajo las órdenes del abad Oliba de Ripoll. Santa Cecilia no aceptó esta situación, por lo que el abad decidió fundar el Monasterio de Santa María en el lugar donde se encontraba una antigua ermita del mismo nombre que se veneraba por haber aparecido allí la imagen de la Virgen en el año 880, como ya dijimos (1025). A partir de 1082, Santa María pasó a tener abad propio.
El Monasterio pronto se convirtió en Santuario. Entre los siglos XII y XIII se construyó la iglesia románica y de esa época procede la talla de la Virgen que se venera actualmente. A finales del siglo XII, el abad regente solicitó que se pudiera ampliar el número de monjes a 12, mínimo requerido para que se considerara abadía. Durante el siglo XIII, Montserrat luchó por conseguir su independencia del Monasterio de Ripoll, la cual no llegó hasta el 10 de marzo de 1410 concedida por el Papa Benedicto XIII. En 1476 se construyó el Claustro gótico.
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Los riscos de piedra tras los edificios del Monasterio |
El siglo XIX fue especialmente trágico para Montserrat. A primeros de siglo fue incendiado dos veces por las tropas napoleónicas y se perdieron muchos de sus tesoros. En 1835, la abadía sufrió la exclaustración a causa de la desamortización de Mendizábal, pero en 1844 se restableció la vida en el Monasterio. Este tuvo que ser entonces completamente restaurado, porque apenas quedaban en pie los muros de las paredes. El 11 de septiembre de 1881, coincidiendo con la fiesta regional de Cataluña, la Diada, el papa León XIII proclamó a la Virgen de Montserrat como patrona de la Comunidad, marcando el 27 de abril como fecha de conmemoración propia.
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Vistas desde el mirador |
Durante la guerra civil española el Monasterio volvió a cerrarse y pasó a depender de la Generalitat de Cataluña, presidida por Lluís Companys. Entre hermanos y sacerdotes, un total de 23 religiosos de la abadía fueron martirizados durante los tres años que duró la persecución religiosa. En 1940, tras el final de la contienda, recibió la visita de Heinrich Himmler, líder de las SS nazis. En los últimos años de la dictadura franquista, el Monasterio se convirtió en un símbolo catalanista y se produjeron numerosos actos en contra del régimen, como el encierro en 1970 de 300 intelectuales que reivindicaban los derechos humanos en relación con el proceso de Burgos.
A finales del siglo XX y principios del XXI, el Monasterio atravesó un período de crisis interna, con la destitución de dos de sus abades en un intervalo de apenas 11 años. Se habló de la existencia de enfrentamientos internos entre los monjes, motivados sobre todo por comportamientos autoritarios y por conductas homosexuales (incluso la posible existencia de un lobby gay). Por las mismas fechas trascendieron diversos casos de abuso sexual a menores cometidos por religiosos desde los años 60, de entre los que sobresalen los cometidos por el monje Andreu Soler (fallecido en 2008), calificado como "depredador sexual" y que habría actuado con total impunidad dentro de la institución durante casi tres décadas.
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Ábside de la iglesia. Caminando hacia el Monasterio |
El conjunto del Monasterio está formado por dos bloques de edificios con funciones distintas: por un lado, la basílica con las dependencias monacales, y, por otro, los edificios destinados a atender a peregrinos y visitantes, con diversos restaurantes, tiendas y una zona de alojamiento.
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Imagen del abad Oliba, fundador del Monasterio |
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Detalle de uno de los edificios |
La vida en el Monasterio se rige por las normas de la orden a la que pertenece, la Orden Benedictina.
En cuanto a la actual basílica, se comenzó a construir en el siglo XVI, pero ya hemos dicho que tuvo que ser totalmente reconstruida en el siglo XIX, primero después de la Guerra de la Independencia y luego, tras la desamortización. La fachada inicial era del año 1901, en estilo neoplateresco.
Tras la Guerra Civil se construyó una nueva fachada decorada con relieves escultóricos.
Para llegar a la iglesia tenemos que pasar por un atrio donde se encuentran los sepulcros de Juan II de Ribagorza y de Bernat II de Vilamarí (siglo XVI), así como varias esculturas. Del atrio pasamos a la plaza que antecede a la iglesia (llamada del Abad Argerich).
Nos dieron hora para pasar a visitar a la Virgen y, mientras esperábamos, decidimos entrar en la iglesia, aunque tuvimos que aguardar, porque estaban en plena audición. Uno de los puntos de interés de la visita al Monasterio de Montserrat es escuchar las interpretaciones de los cantos gregorianos y la música interpretada por el coro de niños de la Basílica. Las presentaciones son gratis y se pueden escuchar en la Basílica todos los días (con algunas excepciones) a las 13:00 h. Este coro de niños es conocido mundialmente y ha grabado más de 100 álbumes con su música.
Entramos en la iglesia que, sinceramente, no me gustó mucho, quizá por la terrible oscuridad en la que está inmersa, ya que en sus muros no hay vidrieras que dejen pasar la luz.
Es de una sola nave, con 68.32 m de largo, 21.50 m de ancho y 33.33 m de alto. En la cabecera está situado el altar mayor, decorado con esmaltes que representan diversas escenas bíblicas. Sobre el altar se halla un cimborrio de forma octogonal con unos pequeños ventanucos que apenas permiten la entrada de claridad. Justo encima del altar mayor se sitúa el camarín de la Virgen, al que se accede por otra puerta saliendo de nuevo a la plaza.
Actualmente, por causa de la COVID-19, no se puede abrazar la imagen de la Moreneta, que está aislada por un cristal. El trono de la Virgen es de plata repujada. Sobre la talla se sitúan unos ángeles que sostienen la corona, el cetro y el lirio de la Virgen, cubiertos por un baldaquino.
La imagen de la Virgen está tallada en madera y presenta la particularidad de que su piel es completamente negra. Es del siglo XII, de estilo románico.
La salida del camarín se realiza por el Camino del Ave María, donde es habitual realizar ofrendas en forma de velas y cirios. Aquí destaca la estatua del Ángel de la Anunciación, de Apel.les Fenosa, así como una mayólica cerámica representando a la Virgen, obra de Joan Guivernau.

Me costó conseguir que la maquinita me cambiara los billetes en monedas para comprar las velas... ¡qué manía de prescindir del hombre!
Salimos de nuevo a la gran plaza que da acceso a los edificios del Monasterio. Había cantidad de centros escolares que habían ido a visitar el monumento... de ahí el ruido y las voces juveniles.
Y ya iba siendo hora de regresar. De hecho, era tarde y temíamos no encontrar en dónde comer. Pero, afortunadamente, paramos en un restaurante familiar de carretera en donde el menú era casero casero y disfrutamos de una velada muy agradable.
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Vistas desde la carretera iniciando el descenso desde el Monasterio. Al fondo, las montañas nevadas por la reciente ola de frío |
Solo nos queda destacar que, además de peregrinos y turistas atraídos por el santuario, la historia y el arte que encierra, este rincón de la montaña es también muy visitado por excursionistas, senderistas y escaladores. La curiosa morfología de las rocas, producto de milenios de erosión por el agua y el viento, han llevado a bautizar con divertidos nombres muchos de estos picos: cavall Bernat, con 200 m de pared vertical, la trompa del elefante, el gigante encantado, las agujas, la palomera o Sant Jeroni (el punto más alto con 1236 m). Desde arriba las vistas son maravillosas, como si fuésemos águilas perdiceras o halcones peregrinos que sobrevuelan el macizo de Montserrat.