martes, 12 de abril de 2022

Cataluña: Un día en el Monasterio de Montserrat, 7 de abril, 2022 (María, con la compañía de Joan) - Parte única

Jueves, 7/04/2022  


Monasterio de Montserrat (Cataluña)


La excursión de este día fue al Monasterio de Montserrat, en el que yo nunca había estado a pesar de haber vivido un año en Barcelona mientras estudiaba en la Universidad Autónoma.


  

El Monasterio de Santa María de Montserrat (en catalán, Monestir de Santa Maria de Montserrat) es una abadía benedictina situada en la montaña de Montserrat, perteneciente a la comarca del Bages, en la provincia de Barcelona. Está situado a 720 m sobre el nivel del mar. Forma parte del municipio de Monistrol de Montserrat. Se puede acceder fácilmente por carretera, pero también hay una línea de tren cremallera de la compañía de ferrocarriles de la Generalitat de Cataluña que parte de Monistrol, así como un teleférico que tiene su inicio unos km antes.

La historia de Montserrat es fascinante. Comenzó en el año 880 cuando un pequeño grupo de niños pastores vio una luz brillante descendiendo desde el cielo en las montañas. En ese momento, los niños escucharon ángeles cantando y la música llenó sus corazones de alegría. Los niños corrieron a casa para contar la experiencia a sus padres. Estos se mostraron escépticos, pero siguieron a los niños hasta el lugar en donde había tenido lugar la experiencia. Durante todo un mes, los mayores también fueron testigos de esos mismos hechos y concluyeron que eran una señal de Dios.

Un vicario local acudió al lugar y tuvo idéntica experiencia. Las mismas visiones se desarrollaron en una cueva de la montaña. Entonces, los ancianos religiosos de la comunidad exploraron la cueva y encontraron una imagen de la Virgen María. Desde entonces, la cueva se convirtió en un lugar de peregrinaje. 

Hoy, el lugar de las visiones ha sido señalado como una Gruta Santa en las montañas. Se puede caminar hasta allí (cosa que no hicimos) y ver de primera mano el lugar de los hechos. Esta Gruta es visitada por peregrinos y curiosos de todo el mundo.

Escultura en el mirador del Santuario

Esa es la leyenda. Pero el origen del monasterio es incierto. Alrededor de 1011, un monje procedente del Monasterio de Santa María de Ripoll llegó a la montaña para encargarse del Monasterio de Santa Cecilia. El cenobio quedó entonces bajo las órdenes del abad Oliba de Ripoll. Santa Cecilia no aceptó esta situación, por lo que el abad decidió fundar el Monasterio de Santa María en el lugar donde se encontraba una antigua ermita del mismo nombre que se veneraba por haber aparecido allí la imagen de la Virgen en el año 880, como ya dijimos (1025). A partir de 1082, Santa María pasó a tener abad propio.

El Monasterio pronto se convirtió en Santuario. Entre los siglos XII y XIII se construyó la iglesia románica y de esa época procede la talla de la Virgen que se venera actualmente. A finales del siglo XII, el abad regente solicitó que se pudiera ampliar el número de monjes a 12, mínimo requerido para que se considerara abadía. Durante el siglo XIII, Montserrat luchó por conseguir su independencia del Monasterio de Ripoll, la cual no llegó hasta el 10 de marzo de 1410 concedida por el Papa Benedicto XIII. En 1476 se construyó el Claustro gótico. 

Los riscos de piedra tras los edificios del Monasterio

El siglo XIX fue especialmente trágico para Montserrat. A primeros de siglo fue incendiado dos veces por las tropas napoleónicas y se perdieron muchos de sus tesoros. En 1835, la abadía sufrió la exclaustración a causa de la desamortización de Mendizábal, pero en 1844 se restableció la vida en el Monasterio. Este tuvo que ser entonces completamente restaurado, porque apenas quedaban en pie los muros de las paredes. El 11 de septiembre de 1881, coincidiendo con la fiesta regional de Cataluña, la Diada, el papa León XIII proclamó a la Virgen de Montserrat como patrona de la Comunidad, marcando el 27 de abril como fecha de conmemoración propia.

Vistas desde el mirador

Durante la guerra civil española el Monasterio volvió a cerrarse y pasó a depender de la Generalitat de Cataluña, presidida por Lluís Companys. Entre hermanos y sacerdotes, un total de 23 religiosos de la abadía fueron martirizados durante los tres años que duró la persecución religiosa. En 1940, tras el final de la contienda, recibió la visita de Heinrich Himmler, líder de las SS nazis. En los últimos años de la dictadura franquista, el Monasterio se convirtió en un símbolo catalanista y se produjeron numerosos actos en contra del régimen, como el encierro en 1970 de 300 intelectuales que reivindicaban los derechos humanos en relación con el proceso de Burgos. 

A finales del siglo XX y principios del XXI, el Monasterio atravesó un período de crisis interna, con la destitución de dos de sus abades en un intervalo de apenas 11 años. Se habló de la existencia de enfrentamientos internos entre los monjes, motivados sobre todo por comportamientos autoritarios y por conductas homosexuales (incluso la posible existencia de un lobby gay). Por las mismas fechas trascendieron diversos casos de abuso sexual a menores cometidos por religiosos desde los años 60, de entre los que sobresalen los cometidos por el monje Andreu Soler (fallecido en 2008), calificado como "depredador sexual" y que habría actuado con total impunidad dentro de la institución durante casi tres décadas. 

Ábside de la iglesia. Caminando hacia el Monasterio

El conjunto del Monasterio está formado por dos bloques de edificios con funciones distintas: por un lado, la basílica con las dependencias monacales, y, por otro, los edificios destinados a atender a peregrinos y visitantes, con diversos restaurantes, tiendas y una zona de alojamiento.

Imagen del abad Oliba, fundador del Monasterio

Detalle de uno de los edificios

La vida en el Monasterio se rige por las normas de la orden a la que pertenece, la Orden Benedictina. 

En cuanto a la actual basílica, se comenzó a construir en el siglo XVI, pero ya hemos dicho que tuvo que ser totalmente reconstruida en el siglo XIX, primero después de la Guerra de la Independencia y luego, tras la desamortización. La fachada inicial era del año 1901, en estilo neoplateresco. 



Tras la Guerra Civil se construyó una nueva fachada decorada con relieves escultóricos. 


Para llegar a la iglesia tenemos que pasar por un atrio donde se encuentran los sepulcros de Juan II de Ribagorza y de Bernat II de Vilamarí (siglo XVI), así como varias esculturas. Del atrio pasamos a la plaza que antecede a la iglesia (llamada del Abad Argerich).  



Nos dieron hora para pasar a visitar a la Virgen y, mientras esperábamos, decidimos entrar en la iglesia, aunque tuvimos que aguardar, porque estaban en plena audición. Uno de los puntos de interés de la visita al Monasterio de Montserrat es escuchar las interpretaciones de los cantos gregorianos y la música interpretada por el coro de niños de la Basílica. Las presentaciones son gratis y se pueden escuchar en la Basílica todos los días (con algunas excepciones) a las 13:00 h. Este coro de niños es conocido mundialmente y ha grabado más de 100 álbumes con su música.

 Escuchar aquí una muestra:  

Entramos en la iglesia que, sinceramente, no me gustó mucho, quizá por la terrible oscuridad en la que está inmersa, ya que en sus muros no hay vidrieras que dejen pasar la luz. 

Es de una sola nave, con 68.32 m de largo, 21.50 m de ancho y 33.33 m de alto. En la cabecera está situado el altar mayor, decorado con esmaltes que representan diversas escenas bíblicas. Sobre el altar se halla un cimborrio de forma octogonal con unos pequeños ventanucos que apenas permiten la entrada de claridad. Justo encima del altar mayor se sitúa el camarín de la Virgen, al que se accede por otra puerta saliendo de nuevo a la plaza.

Actualmente, por causa de la COVID-19, no se puede abrazar la imagen de la Moreneta, que está aislada por un cristal. El trono de la Virgen es de plata repujada. Sobre la talla se sitúan unos ángeles que sostienen la corona, el cetro y el lirio de la Virgen, cubiertos por un baldaquino.

La imagen de la Virgen está tallada en madera y presenta la particularidad de que su piel es completamente negra. Es del siglo XII, de estilo románico.


La salida del camarín se realiza por el Camino del Ave María, donde es habitual realizar ofrendas en forma de velas y cirios. Aquí destaca la estatua del Ángel de la Anunciación, de Apel.les Fenosa, así como una mayólica cerámica representando a la Virgen, obra de Joan Guivernau. 


  

  


Me costó conseguir que la maquinita me cambiara los billetes en monedas para comprar las velas... ¡qué manía de prescindir del hombre!

Salimos de nuevo a la gran plaza que da acceso a los edificios del Monasterio. Había cantidad de centros escolares que habían ido a visitar el monumento... de ahí el ruido y las voces juveniles. 


Y ya iba siendo hora de regresar. De hecho, era tarde y temíamos no encontrar en dónde comer. Pero, afortunadamente, paramos en un restaurante familiar de carretera en donde el menú era casero casero y disfrutamos de una velada muy agradable. 

Vistas desde la carretera iniciando el descenso desde el Monasterio. Al fondo, las montañas nevadas por la reciente ola de frío

Solo nos queda destacar que, además de peregrinos y turistas atraídos por el santuario, la historia y el arte que encierra, este rincón de la montaña es también muy visitado por excursionistas, senderistas y escaladores. La curiosa morfología de las rocas, producto de milenios de erosión por el agua y el viento, han llevado a bautizar con divertidos nombres muchos de estos picos: cavall Bernat, con 200 m de pared vertical, la trompa del elefante, el gigante encantado, las agujas, la palomera o Sant Jeroni (el punto más alto con 1236 m). Desde arriba las vistas son maravillosas, como si fuésemos águilas perdiceras o halcones peregrinos que sobrevuelan el macizo de Montserrat. 


lunes, 11 de abril de 2022

Francia: Un día en Collioure, 5 de abril, 2022 (María, con la compañía de Joan) - Parte única

 Martes, 5/04/2022  


Collioure (Francia)


Estaba en Badalona visitando a mi amigo Joan y habíamos pensado ir hasta Cadaqués a pasar el día. Lo cierto es que tanto él como yo ya conocíamos ese lindo pueblecito de la Costa Brava, así que, no sé cómo, a Joan se le ocurrió que podíamos ir hasta Collioure, en donde ninguno de los dos habíamos estado. Y dicho y hecho.


Collioure se encuentra, como se ve en el mapa, en el extremo sudeste de Francia, a tan solo 26 km de la frontera española. Las aguas del Mediterráneo bañan las orillas de la apacible cala que sirve de abrigo al pequeño puerto, con clima excepcional y sol radiante.

Pertenece a la histórica comarca del Rosellón y fue célebre desde la época de los Reyes de Mallorca. A principios del siglo XX, Henri Matisse y André Derain pasaron un tiempo en esta localidad atraídos por la luz de su puerto pesquero y el colorido de sus casas que plasmaron en sus lienzos. 


En esta localidad también falleció el poeta Antonio Machado en el exilio y está enterrado en su antiguo cementerio. 

 


Cuando llegamos, era sobre la una del mediodía y, aunque para nosotros era temprano, decidimos comer, ya que en Francia la gente almuerza a esas horas y temíamos que luego no nos sirvieran. Desde el parking próximo a la estación, en donde dejamos el coche, bajamos hasta el centro y enseguida nos encontramos con unas agradables terracitas de pequeños restaurantes que nos estaban invitando a quedarnos allí. 

Lingüinis con gambas para Joan y una ensalada toscana para mí

Los camareros, en contra de mis prejuicios hacia los franceses, encantadores, con sentido del humor e intentos de expresarse en español. ¡Y yo que quería practicar mi francés!...

Vista desde mi mesa en el restaurante

Compartimos profiteroles de postre... ¡Un monumento!

Tras la comida, decidimos dar una vuelta por el pueblo. Había un tren turístico al que pedimos información, pero solo te llevaba en un trayecto sin paradas y te devolvía al mismo sitio. Así que seguimos por nuestra cuenta. 

La sensación que produce pasear por Collioure es magnífica... es de esos pueblos que encierran un encanto especial. De hecho, está considerado como la joya del departamento de Perpiñán. 

Nos dirigimos hacia la zona conocida como "Barrio de los Pescadores", situado junto a la pequeña playa que conforma uno de los laterales de la ensenada de Collioure. Terrazas en donde gente de distintas partes de Europa (turistas de la tercera edad en su mayoría) tomaban su café al solcito y charlaban sin que en ningún momento trascendiera la conversación de ninguna mesa... ¡Qué paz!

Antes de llegar al puerto vemos la Torre de su Castillo Real, así como la gran fortificación que habla de la defensa ejercida en tiempos pasados. 



Collioure tiene una larga trayectoria a lo largo de la historia. Su especial situación costera ya llevó a los fenicios a convertir el pueblo en uno de sus lugares de asentamiento en la costa mediterránea. Por aquí también pasaron los romanos y los visigodos. Y en el año 981, los condes del Rosellón y los Reyes de Mallorca empezaron a construir la fortificación. A finales del siglo XIII, Collioure se convirtió en residencia de verano de estos últimos y durante dicho siglo fue puerto de inicio de diversas cruzadas hacia Tierra Santa, pasando por él los templarios, los monjes cistercienses y los dominicos. 

Siglos después, en 1642, los catalanes de esta zona del norte de los Pirineos sufrieron la ocupación de las tropas francesas y, en ese período, Vauban, el famoso ingeniero militar de Luis XIV, construyó las fortificaciones que ahora se pueden ver durante la visita a la zona.

Paseo por el Barrio de los Pescadores

El Castillo Real se puede visitar y su interior es como una pequeña ciudad. Nosotros no lo hicimos, porque preferimos caminar aprovechando el buen tiempo. 

Al final del paseo se alza la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, en obras.


Una pena que no pudiéramos disfrutar de ese hermoso edificio religioso de estilo gótico meridional construido en la segunda mitad del siglo XVII, tras la destrucción de la iglesia de Sainte Marie ordenada por Vauban. Es uno de los iconos de Collioure, situado entre la playa de Boramar (que vemos en el vídeo) y la de Saint Vincent. Destaca la cúpula de su campanario de principios del siglo XIX, el torreón Le Clocher. Su forma recuerda la de un faro y es que esa fue su misión en un principio hasta que se cubrió de ladrillo para, posteriormente, construirse la iglesia anexa.

Desde aquí, un camino lleva a la capilla de San Vicente separando la tranquila bahía del mar abierto en donde las olas baten más. 


Es un pequeño islote en donde se cree que San Vicente sufrió martirio en el año 303. La capilla fue construida en 1701 en honor de San Vicens para guardar sus reliquias, ya que se le considera el patrono de los pescadores y los viticultores.

Aquí nos encontramos con dos de los estudiantes que deambulaban por el pueblo y les preguntamos de dónde eran: de un instituto del Prat de Llobregat. Venían de visitar una casa en la que se acogía a mujeres embarazadas durante el exilio posterior a la guerra civil, así como una fosa común. No tenían ni idea de la tumba de Machado, aunque más tarde nos encontramos allí a todo el grupo con su profesora. De hecho, una de las estudiantes fue la que se ofreció a hacernos la foto junto a la tumba que está más arriba.

Vista de la iglesia desde la capilla

Desde la Capilla de San Vicente parte un malecón de piedra que lleva hasta el pequeño faro de Collioure, desde el que se puede disfrutar de una de las mejores vistas del pueblo, de todo el conjunto, en realidad.

Volvimos sobre nuestros pasos, ahora para caminar por las estrechas y empinadas callejas de la villa llenas de encanto... casitas de colores, buganvillas, pequeñas tiendas... 


 
 



 
 

Teníamos sed y nos sentamos en la terracita de una pequeña cafetería en el camino hacia el antiguo cementerio de Collioure. Allí entablamos conversación con una inglesa que todos los años pasa una larga temporada con su marido y su perro en esta zona, que le parece especialmente bonita y tranquila. ¡Le doy toda la razón!

Además de las casas del barrio de pescadores, destacan las viviendas unifamiliares que se esconden entre jardines:


Llegamos luego al cementerio. Los alumnos del Instituto del Prat de LLobregat leían poemas frente a la tumba de Antonio Machado. El gran poeta de la Generación del 98 murió en Collioure poco después de su llegada huyendo del franquismo que perseguía las ideas republicanas. Cuando llegó a la ciudad, el 27 de enero de 1939, ya estaba gravemente enfermo (muere el 22 de febrero de ese mismo año), por lo que no pudo disfrutar de la ansiada libertad que le había llevado hasta la pequeña localidad francesa.

En su lápida se puede leer:

"Y cuando llegue el día del último viaje, 

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, 

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar". 

Pero no todos los exiliados republicanos en este pueblecito del sur de Francia tuvieron la misma suerte que el poeta. Un mes después de la muerte de Machado, el Castillo Real de Collioure se convirtió en un campamento disciplinario para republicanos de la guerra civil española. 

Nos hubiera gustado seguir paseando por este pueblo o hacerlo en el que le sigue, que casi está pegado a él: Port Vendres, que nos pareció igual de encantador cuando lo atravesamos para dirigirnos al Fort Saint-Elme (Fuerte de San Telmo, que se ve en la cima de una colina en el vídeo). Se trata de una pequeña localidad organizada en torno a su puerto deportivo, con un agradable paseo a su alrededor lleno de tiendecitas y terrazas de bares y restaurantes. Pero la tarde iba cayendo y había que pensar en volver...

El Fuerte de San Telmo fue construido por Carlos I para defender la zona de la amenaza francesa en el siglo XVI. Hoy en día es un museo sobre el emperador y la historia de Collioure, con muestras de armas y armaduras. Tiene forma de estrella de 6 puntas y desde allí se tienen unas espectaculares vistas de toda la zona...

Vistas desde el Fuerte de San Telmo

Exterior del Fuerte de San Telmo