Lunes, 09/10/2023 (aclaro que parte de las fotos que aquí se incluyen fueron tomadas por Mati, Pili y Marusela):
Cascais
Hubo quien madrugó para darse un chapuzón en la piscina (Marusela). Desayunamos y nos fuimos hacia el centro de Cascais, porque habíamos reservado una visita guiada. El punto de encuentro era la acera de la estación de tren. Como llegamos con anticipación, nos acercamos a una playa cercana (a la que luego iríamos con la guía) y estuvimos curioseando en las tiendas de la calle peatonal que se abría allí mismo.
Curiosa casa casi junto a la estación
La playita se llama Praia da Rainha. Está localizada en el centro de la villa, con acceso directo desde una de las calles principales (Rua Frederico de Arouca). Es un pequeño arenal recogido, encajado entre acantilados con viviendas. Como luego nos dijo la guía, debe su nombre a la reina Dª Amélia, que iba a bañarse allí en las estadías veraniegas de la familia real en Cascais. También cuentan que salvó a un hombre de morir ahogado, aunque parece ser que lo único que hizo fue dar la voz de alarma para que acudieran a auxiliarle.
Nos encontramos con la guía y nos explicó un poco sobre la historia de la villa. Se trata de una de las ciudades más turísticas de Portugal, situada al oeste de Lisboa. Es conocida por las playas de la zona y su concurrido puerto deportivo. Pero antiguamente era tan solo una villa de pescadores, como nos recuerda un letrero junto a la playa.
Iniciamos la andadura por las calles empedradas de su centro histórico, para encontrar lujosas mansiones, una imponente fortaleza y museos fascinantes.
Como vemos por la fotografía superior, el casco antiguo presenta el típico aspecto portugués de los pueblos tradicionales, lleno de tiendas y restaurantes. Sabíamos que la temporada turística va de Semana Santa a octubre, pero no esperábamos encontrar a esa altura semejante cantidad de extranjeros. El clima es adecuado para pasar tiempo en la playa desde mediados de mayo hasta finales de septiembre, pero la temperatura del agua siempre es baja. Pero como ya señalamos, Cascais es algo más que playas bonitas y un clima fantástico para las vacaciones. Aunque tenemos que nombrar algunas, como la Praia da Ribeira de Cascais y la Praia da Duquesa, al este de la Praia da Rainha.
Seguimos caminando por la parte antigua y así llegamos a la parte posterior del Hotel Bahía, situado en primera línea de playa y muy cerca de la Praça 5 de Outubro. Es una zona muy turística que se caracteriza por la presencia de múltiples bares y pubs británicos (en uno de ellos habíamos cenado nosotras la noche anterior).
En esta plaza, destaca la escultura de D. Pedro I el Cruel, cuya historia nos contó la guía y que nosotras ya conocíamos (nos la habían contado en Lisboa en la entrada de la Catedral, en donde el príncipe contraía matrimonio con Constanza Manuel de Villena a pesar de haberse enamorado perdidamente de una de sus damas, Inés de Castro, de la casa gallega de los Castro, emparentada con los reyes de Castilla. El rey, Alfonso IV, después de la muerte de Constanza, temiendo la posible influencia de la corte castellana por la relación entre su hijo e Inés, con quien vivía en el Palacio de Albuquerque y con la que había tenido cuatro hijos, ordenó a tres de sus hombres más fieles que la asesinaran. Cuando Pedro sucedió a su padre, reveló un casamiento secreto con Inés y se encargó de ajusticiar a sus asesinos, además de dar la orden de desenterrarla, vestirla con sus mejores ropas, sentarla en el trono a su lado y obligar a toda la corte a besarle la mano... por eso se dice que "reinó después de muerta")
En el vídeo podemos apreciar también ese edificio con campanarios, una antigua iglesia, que fue en su momento los Antigos Paços do Concelho. Sobre el dintel de la puerta principal se puede leer la fecha de 1821, que señala el final de las obras de acondicionamiento del local donde funcionó la Cámara Municipal hasta la década de 1930, cuando pasó a otro edificio emblemático de la plaza: el Palácio dos Condes da Guarda, que también se ve en el vídeo.
La fachada de los Antigos Paços recuerda la arquitectura pombalina del siglo XVIII. Está dividida en tres cuerpos por pilastras, dos de las cuales, en los extremos, rematan en pináculos. En el piso bajo y en la parte central, vemos la entrada, con un arco curvo, mientras que en los laterales vemos ventanas de forma recta, si bien la superior sobre la entrada presenta una moldura decorada. En lo alto se conservan los dos campanarios, porque tenían la importante misión de dar avisos a los habitantes de la ciudad. Bajo ellos, aparece el escudo con las armas de Portugal y un reloj donado en 1876.
En cuanto a la actual Cámara Municipal, en 1918, era propiedad de un abogado. El piso superior funcionaba entonces como el Casino Riviera Palace. En el inferior ya se habían instalado, de forma gratuita, parte de las oficinas del ayuntamiento. Entre 1920 y 1925, el edificio pasa a ser propiedad de la Sociedade Comercial de Cascais y es ocupado por varios establecimientos comerciales. En 1930, se compra el Palacio por 380 000 escudos.
En la fachada están representados los cuatro evangelistas, además de Santo António, S. Joao de Brito, S. Paulo, S. Pedro, S. Jerónimo, S. Marçal y S. Sebastiao.
En la actualidad, además del Concello, incluye el Museu da Vila, donde se puede recorrer la historia de Cascais desde el Neolítico hasta principios del siglo XX.
La plaza se abre al mar en la conocida Praia da Ribeira, en la que parece ser que se baña diariamente el presidente de la República, Marcelo Nuno Duarte Rebelo de Sousa.
Continuamos el tour por la Avenida Dom Carlos I, en la que se alzan fantásticas mansiones (también una marisquería que luego quisimos probar, pero que estaba cerrada)
Nos detuvimos junto a la estatua de D. Carlos I, desde donde se obtiene una vista impresionante de la bahía de Cascais.
El bello edificio que cierra la Praia da Ribeira por su lado este pertenece a la Marina y en él se celebran distintos eventos públicos.
Y ¿qué tiene que ver el rey D. Carlos I con Cascais? Fue el penúltimo rey del país vecino. Su asesinato y el de su heredero dos años más tarde supuso la caída de la Monarquía y la proclamación de la República. Entre otros apodos se le conocía como el Oceanógrafo, por su pasión por esta ciencia. La estatua lo representa mirando al Atlántico. Fue un hombre inteligente, pero también propenso a la extravagancia, de decisiones políticas erráticas, despilfarros y amoríos extramaritales que trajeron como consecuencia el grave debilitamiento de la posición política de Portugal en Europa.
Junto a la estatua se alzan el Forte de Nossa Senhora da Luz de Cascais y el Club Naval.
Sobre la Fortaleza, la guía nos explicó que data del siglo XVIII. Formaba parte de un cordón de artillería costera que defendía la zona de posibles desembarques. No visitamos el interior, porque la guía dijo que, en la actualidad, tiene poco interés, ya que las vistas panorámicas que se divisan desde él son parecidas a las que acabábamos de ver junto a la estatua de D. Carlos I. Y solo alberga un pequeño Museo de Artillería al aire libre.
Nos acercamos entonces a la Marina de Cascais para tomar un café y descansar un rato antes de continuar la visita. Se trata de un moderno lugar repleto de restaurantes y de lujosas tiendas de moda. Aquí se celebran también diferentes exposiciones temporales. En cualquier caso, es una excelente zona para pasear y contemplar los yates y barcos de recreo. Tanto nos gustó que volveríamos para cenar.
Diez minutos y ya estábamos de nuevo en marcha. Cruzamos la carretera para detenernos en el Palácio dos Condes de Castro Guimaraes.
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Se ven las escaleras por las que descendían a su playa privada |
Este bello edificio, originalmente conocido como Torre de San Sebastián, hoy convertido en museo, incluye una interesante colección de arte, opulentas piezas de mobiliario de estilo indo-portugués, vestigios arqueológicos prehistóricos y una biblioteca en la que destacan un manuscrito iluminado de 1505 y ediciones del siglo XVII con preciosas encuadernaciones. Fue diseñado por Luigi Magnini en 1897 por orden de Jorge O'Neill, un aristócrata portugués de lejana ascendencia irlandesa. Está situado en el Parque Marechal Carmona, en donde hay también una pequeña capilla, preciosos paneles de azulejos y un pequeño zoo.
El edificio emplea varios estilos arquitectónicos, como el neorromanticismo, el neogótico, el neomanuelino y el neomorisco. No sé si parece un castillo medieval o uno de los típicos de los cuentos de hadas. La característica más llamativa es la Torre, cuya base se alza sobre la pequeña cala privada.
Al otro lado, sobre el mar, encontramos otro bello edificio: la Casa Museo de Santa Marta. Tras ella, la Torre de Santa Marta y el Farol Museo de Santa Marta.
Esta casa, también ordenada construir por Jorge O'Neill, en 1902, es un proyecto de Raúl Lino, uno de los arquitectos portugueses más famosos del siglo XX. Refleja una tendencia arquitectónica más típica del Mediterráneo. Da especial importancia a la luz y presenta una clara influencia árabe, con arcos de herradura y azulejos como elementos decorativos. En esta casa se han hospedado diversas personalidades, como la Gran Duquesa Carlota de Luxemburgo y su familia, los Condes de Barcelona, el rey Humberto II de Italia y los Duques de Windsor, entre otros. El espacio, que ofrece visitas guiadas, acoge regularmente conferencias, presentaciones de libros, talleres diversos, exposiciones temporales y cursos independientes.
Seguimos la Avenida Rei Humberto II de Italia, contemplando edificios lujosos como el Hotel Vila Galé Cascais y el Grande Real Villa Italia Hotel y Spa. Así llegamos a la famosa Boca do Inferno.
Se trata de una formación única de acantilados y arcos marinos, al noroeste de Cascais. Son acantilados de piedra caliza muy erosionados, que son golpeados constantemente por la fuerza del Océano Atlántico. Originalmente, era una cueva marina que se derrumbó, dejando una sima y un arco marino.
Aquí hay un mirador, un excelente restaurante de mariscos y el Mercadinho Boca de Inferno, un mercado de artesanía en el que pasamos bastante tiempo una vez que nos despedimos de la guía.
Hacía mucho calor y estábamos cansadas para hacer la caminata de vuelta, así que, siguiendo las instrucciones de la guía, cogimos un autobús para volver al centro, a la Plaza de D. Pedro I. Allí está también la Oficina de Turismo, en donde nos indicaron otra zona de restaurantes no tan turística como la de la noche anterior y más popular.
Y de postre, un heladito de la famosa heladería Santini, que nos había indicado la guía. ¡Había cola! La verdad, exquisitos.
Nos habían anulado una visita guiada a Sintra por la tarde, por eso nos tomamos la comida con calma. Por eso, cuando llegamos al Convento dos Capuchos para verlo, estaban a punto de cerrar. Pero nos aconsejaron visitar la Capela de Nossa Senhora da Peninha, que estaba muy cerca. Y mereció la pena.
Nos costó encontrar el desvío, pero lo logramos. Está situada en una elevación de la Serra de Sintra, a 488 m de altitud. Fue construida por el fervor popular como respuesta a una supuesta aparición de la Virgen a una pastora.
El conjunto resulta extraño. Está formado por los restos de la ermita de San Saturnino y por un enigmático palacete romántico-revivalista que mandó construir, en 1918, António Augusto Carvalho Monteiro, propietario de la famosa Quinta da Regaleira.
Vista de la Praia do Guincho desde lo alto
Curiosa ventana abierta en las ruinas
Hay una leyenda en torno a este santuario. Se cuenta que, en el reinado de D. Joao III, una pastora muda y muy pobre, natural de Almoinhas Velhas, que tenía la costumbre de llevar a sus ovejas a pastar en esta zona, perdió uno de sus animales. Entonces vio a una señora que se acercaba con la oveja desaparecida. Como era muda, le dio las gracias como bien pudo. La señora le pidió pan, pero la muchacha le dijo que no tenía, pues era muy pobre. La mujer le dijo que, cuando volviese a casa, llamase a su madre y le pidiese pan. Pero la pastora intentó explicarle que, como era muda, no podría llamar a su madre y que, además, la familia no tenía dinero para comprar el alimento. Sin embargo, aceptó.
Al llegar a su casa, llamó a su madre y, sorprendentemente, su voz se hizo oír. Entonces le contó a su madre lo que le había pasado y juntas se pusieron a buscar el pan por la casa, encontrando un arca llena de él, con el que se podría alimentar a toda la aldea. Como agradecimiento, todo el pueblo subió al monte y vieron la imagen de Nuestra Señora. A partir de ese momento, el lugar se convirtió en santuario de culto sagrado.
A finales del siglo XVII, Frei Pedro da Conceiçao, con el apoyo de las donaciones de la gente y del rey D. Pedro II, manda construir una capilla consagrada a Nossa Senhora da Peninha. No obstante, no era el primer templo que se levantaba ahí. En el siglo XII se había levantado la ermita de San Saturnino.
El sol empezaba a bajar y habíamos decidido ir a ver la puesta en el Cabo da Roca, a 18 km al oeste de Sintra, a 15 km al norte de Cascais y a 40 km al oeste de Lisboa. Es un cabo bastante salvaje y accidentado que marca el punto más occidental de la Europa continental. Hasta el siglo XIV se creyó que estos acantilados barridos por el viento marcaban el final del mundo.
La falta de desarrollo urbanístico en la zona da una sensación de terrible aislamiento. Hay un faro, una cafetería, una tienda de regalos y poco más. El principal atractivo es el paisaje azotado por el viento.
Después de este largo momento contemplando la belleza de una magnífica puesta de sol, volvimos a Cascais para cenar, como ya dijimos, en un agradable restaurante de la Marina, con música en directo y todo.
Muchas risas para finalizar un día de lo más completo.
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