Lunes, 29/06/2020:
Baltar (Ourense)
Maite y Manuel son los perfectos anfitriones. Desde el principio, nos hicieron sentir como en casa. Cierto que la construcción y el jardín son un lugar privilegiado, pero sin ellos estamos seguras de que no sería lo mismo. Fueron días de charlas deliciosas con dos personas no solo muy interesantes sino muy próximas y asequibles. Y no hablemos de su cocina... un auténtico placer.
Desde Allariz se llega a Xinzo y de ahí, por la carretera OU-304, se llega a este pueblecito. El municipio cuenta con una población de unos 1200 habitantes. Está regado por dos afluentes del río Limia, el Faramontaos y el Salas, y al sur se encuentra la sierra de Larouco, que con sus 1300 m de altura es sede de campeonatos nacionales e internacionales de parapente además de constituir el límite natural con Portugal.

Tal y como se puede ver en este segundo mapa, Baltar se encuentra en la comarca de A Limia, la cual está al sur de la Reserva de la Biosfera del área de Allariz que fue reconocida por la UNESCO en 2006. Se trata de una zona llana, parcialmente inundable y flanqueada por montañas de perfiles redondeados. Antiguamente destacaba la Laguna de Antela en el centro de la comarca, pero fue drenada a principios de los años 60 como consecuencia de políticas agrarias muy agresivas. Eso llevó a la extinción de muchas aves que anidaban en ella.
Nosotras íbamos con la intención de hacer un poco de senderismo. Lamentablemente, la Diputación no ha hecho ningún esfuerzo por señalizar los senderos en esta zona, como tampoco por limpiar los montes, con lo cual se hacía muy complicado caminar entre tanta maleza. De ahí que al final tuviéramos que hacer casi todas las excursiones en coche para poder apreciar la gran belleza natural de esta parte de la provincia de Ourense que se continúa en el parque transfronterizo Gerês-Xurés.
Nos hicimos unos bocatas y salimos con toda la idea de visitar las minas de wolframio que hay en la zona. Pero después de aparcar el coche y por mucho que poníamos la ruta a pie en la aplicación de Wikiloc, no había manera de encontrar ninguna subida a las dichosas minas (después descubriríamos que habíamos estado al principio del sendero, pero, como ya dijimos, la altura de la maleza no nos permitió verlo). Así que andando ahora para este lado, luego para el otro, acabamos preguntando a unos paisanos que se asomaron porque ladró el perro, que si no... es una zona tan tan tranquila que normalmente no se ve a nadie. Nos indicaron una carreterita por la que podíamos ir con el coche y nos dieron instrucciones para desviarnos... nos perdimos, como es costumbre en nosotras. Al final, Chus acabó preguntándole a uno que estaba trabajando en una finca con un tractor y nos dio las indicaciones correctas, no sin antes decirle que para qué queríamos ir allí si solo había piedras, jajajajajaja...
Caminando hacia las minas después de dejar definitivamente el coche
Y sí, solo había piedras: restos de lo que había sido la caseta del transformador
Y sí, solo había piedras: restos de lo que había sido la caseta del transformador
En lo alto parte de la torre de la mina, pero desde aquí abajo la maleza impide la subida
Solo el viento...
Desde aquí, y después de disfrutar de las vistas, nos dirigimos al pequeño embalse o encoro de Salas.
Solo el viento...
Desde aquí, y después de disfrutar de las vistas, nos dirigimos al pequeño embalse o encoro de Salas.
Esta zona es rica en restos arqueológicos, sobre todo necrópolis y mámoas. Nos costó Dios y ayuda encontrar la conocida como Casiña da Moura, pero al final lo conseguimos.
Data de los años 3000-2500 a. C. y es un dolmen de corredor situado junto a la compuerta del embalse de Salas. Antiguamente no estaba aquí, fue trasladado cuando se anegaron las tierras para hacer el embalse.
No es que ese día hubiésemos visto gran cosa, pero ya sabéis que nosotras disfrutamos riéndonos y reír, reímos, porque dar vueltas buscando cosas acaba por provocarnos la risa. Al llegar a Casa Rousía les dijimos a Maite y Manuel que habían estado a punto de perder a sus primeras clientes (antes de partir nos habían dicho que jamás se les había perdido nadie recorriendo los alrededores)... Para compensarnos, una cena exquisita:
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