Jueves, viernes y sábado, del 21 al 23 (aclaro que parte de las fotos que aquí se incluyen fueron tomadas por mis compañeras):
Jueves: Palacio del Agua en el Balneario de Mondariz
A pesar de que es un balneario cercano a Vigo y de fama nacional, lo cierto es que ninguna de las cuatro había estado en él antes. Y ya que, de vez en cuando, no vienen nada mal unos días de relax y convivencia, ¿qué mejor lugar para pasarlos?
Mondariz-Balneario es el ayuntamiento más pequeño de España, con solo 2.4 kilómetros cuadrados. Está valorado como uno de los mejores sitios del mundo para hacer turismo termal.
El mecenas Enrique Peinador Vela promovió esta iniciativa en el siglo XIX. Vivió momentos de gran esplendor, recibiendo la visita de personajes ilustres, como Castelao, la reina Isabel de Portugal, Rockefeller, Primo de Rivera o Emilia Pardo Bazán. Poseía una imprenta con la que se lanzaban el semanario La Temporada y la revista Mondariz. Incluso tenía moneda propia, el peinador.
Sin embargo, la Guerra Civil paralizó la vida del lugar y un incendio en 1973 puso, definitivamente, fin a una época dorada, aunque se acondicionaron unas estancias para balneario que funcionaron hasta 1994, momento en el que se proyectaron las nuevas instalaciones.
En la villa termal de Mondariz Balneario destaca la construcción histórica del Gran Hotel, obra de Jenaro de la Fuente (hotel de lujo internacional, que, después del incendio, se rehabilitó para uso particular). En el antiguo hotel sanatorio, proyecto no concluido de Antonio Palacios, se ha levantado el establecimiento actual. Sobresalen también la estatua de Peinador, las fuentes termales de Troncoso y A Gándara (sobre esta última, Palacios levantó un pabellón de granito pulido), el Museo Municipal del Agua y el Palacio del Agua.
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Fachada del Gran Hotel del Balneario, hoy convertido en viviendas de uso particular |
La tarde del jueves la pasamos en el Palacio del Agua. El líquido elemento es aquí el principal protagonista. Se trata de una enorme piscina interior con luz natural en la que se puede disfrutar de variadas camas de agua, bancos de hidromasaje, diferentes surtidores cuellos de cisne, una cascada, contracorrientes... Cuenta con más de una sauna, entre las que destacamos la Sauna Celta Seca. Y en la terraza superior hay una piscina con piedras en la que la temperatura del agua es mayor... ¡maravillosa al hacerse de noche! ¡con unas vistas magníficas de las cúpulas de una de las fuentes termales y de uno de los edificios del hotel!
Ya relajadas, fuimos a cenar a un pequeño restaurante cercano, Mixturas, en el que tuvimos un trato exquisito y descubrimos una excelente tortilla de bacalao.
Viernes mañana: Circuito Celta en el Balneario de Mondariz
Después de un excelente desayuno buffet, a las 11:30 nos presentamos en la zona dedicada a este tratamiento termal. ¡Una maravilla!
Está inspirado en la ancestral cultura termal de los celtas. Pasamos por 5 relajantes técnicas:
- Ducha efecto peeling para renovar la piel y eliminar las células muertas
- Baño en un jacuzzi con chorros de agua en las zonas que acumulan mayor tensión, en especial la espalda y los pies
- Sauna celta, una cueva de piedra que recrea las antiguas "Pedras formosas" ("piedras hermosas") de la cultura celta
- Aplicación de chorro a presión, un efecto de choque que provoca que la piel se terse y los músculos se hagan elásticos
- Baño al aire libre con agua caliente en donde se experimenta el contraste con el aire frío del ambiente exterior
En total, hora y media.
Viernes tarde: Visita al pueblo portugués de Melgaço (Festa dos Vinhos Espumantes)
Ya listas, y puesto que el día estaba estupendo, decidimos acercarnos a Melgaço, en donde se estaba celebrando la Festa dos Vinhos Espumantes.
Visitamos, en primer lugar, el recinto en donde se celebraba el evento. Se podían degustar vinos espumosos de distintas bodegas de la zona, además de asistir a demostraciones de cocina por parte de restaurantes del lugar y probar variadas especialidades gastronómicas.
Os dejo aquí el enlace al breve reportaje de la televisión portuguesa del Alto Minho, en el que salimos en varias ocasiones, jajajajaja...
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Frente a la estatua de la heroína portuguesa, Inès Negra. Al fondo, la carpa del evento |
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La carpa del evento |
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Degustando uno de los vinos |
Salimos del recinto ferial y nos dirigimos al centro histórico de Melgaço para conocer un poco más en profundidad esta pequeña villa portuguesa.
Melgaço es el municipio más al norte de Portugal y está separado de Galicia por el río Miño. Es conocido como "el destino de naturaleza más radical", porque aquí se practican rafting, barranquismo y senderismo, entre otras actividades de turismo activo. Pero es más que eso, ya que posee termas, castillos, iglesias románicas y una gastronomía exquisita. Por supuesto, como ya hemos visto, no falta el enoturismo en la tierra del alvarinho portugués.
El municipio es enorme, ocupa 232 kilómetros cuadrados y tiene 13 freguesías.
El casco histórico es pequeñito, pero muy coqueto y lleno de rincones con encanto e historia, que nos llevan a los primeros años del devenir del reino de Portugal. Melgaço creció alrededor de su castillo, mandado construir por el primer rey del país vecino, Alfonso I de Portugal, allá por el siglo XII. Del castillo solo queda la Torre del Homenaje. Desde su cima, hay una bonita vista del casco histórico y de los alrededores.
Subimos al castillo, situado a una altura de 190 metros. Su emplazamiento ofrece un control estratégico sobre la frontera de esta parte del valle del Miño. Los restos que aún se conservan son parte del primitivo castillo del siglo XII y de las murallas de la villa del siglo XIII, así como de otras recientes fortificaciones, del siglo XVII, con motivo de las luchas hispano-lusas.
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Mati en la entrada del castillo |
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Y aquí Pili |
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Rosas de China junto a la entrada al castillo |
El castillo es de planta ovalada y en su centro se levanta la gran Torre del Homenaje de planta cuadrada. Destacan las gruesas murallas y el patio de armas con un gran aljibe.
En cuanto a su construcción, Afonso Henriques ordenó el levantamiento de una fortaleza defensiva que pronto participó en los enfrentamientos con el reino de León. Los monasterios de Longos Vales y de Fiaes aportaron gran cantidad de recursos. Entre 1245 y 1263 se construyeron las murallas, una vez más con el apoyo de uno de los monasterios más ricos del norte de Portugal, el de Fiaes.
En 1387, la villa fue tomada por los castellanos, que resistieron un asedio de dos meses por parte de Joao I. En 1492, se convirtió en uno de los puntos de entrada para los judíos que huían del reino castellano (en 1497 también serían expulsados de Portugal). En el siglo XVII, durante la Guerra de la Restauración, comenzaron las obras para la siguiente fortificación de la villa y su adaptación a la artillería.
Desde 1910, el castillo y, desde 1926, las murallas son Monumento Nacional.
Desde arriba se obtienen unas maravillosas vistas de la villa y del valle del Miño, tanto en su orilla portuguesa como gallega.
Visitamos también la Iglesia Matriz, conocida como Igreja Paroquial de Melgaço o Igreja de Santa Maria da Porta, porque se sitúa muy cerca de una de las puertas más antiguas y principales de la muralla, justo en donde habíamos aparcado para ir al recinto de la fiesta. Los orígenes de este templo se remontan al siglo XII, concretamente al año 1187. En un principio, tres cuartos de la iglesia pertenecían a la corona. Pero en 1546, pasó a pertenecer íntegramente a la comarca de Melgaço. Desde el 3 de noviembre de 1977, forma parte de la diócesis de Viana de Castelo.

Paseamos luego por las calles de la villa, asombrosamente desiertas.
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Curiosa decoración en lo alto de una casa |
He nombrado en varias ocasiones a Inès Negra. Se trata de una heroína portuguesa y figura legendaria de la región de Melgaço. Su nombre se asocia con la victoria de los portugueses sobre las tropas castellanas, durante las campañas de D. Joao I, Mestre de Avis.
La historia hace referencia a la crisis de sucesión que tiene lugar en Portugal entre 1383 y 1385. A principios de 1387, algunas tierras se mantenían fieles a Dona Beatriz de Portugal, esposa de Juan I de Castilla y única hija legítima del rey D. Fernando I de Portugal y de su mujer, la reina Dona Leonor Teles, de forma que se veía amenazada la independencia portuguesa. En esta circunstancia, Melgaço, que se mantenía fiel a Dona Beatriz y, por tanto, a Castilla, sufrió numerosos ataques de las fuerzas militares bajo el mando del entonces pretendiente al trono de Portugal, Joao I (1385-1433), conocido como Mestre de Avis. Hubo una campaña que duró 53 días, en la que se enfrentó la nobleza, refugiada en la villa y su castillo, fiel a los castellanos, con las clases populares, partidarias de D. Joao de Avis.
Como la villa sufría escasez de agua, D. Joao negoció la devolución de la Plaza de Melgaço para evitar un mayor derramamiento de sangre. Se les dio a los ocupantes un día para desalojar el castillo llevándose solo lo puesto. En este contexto surge la leyenda de Inés Negra.
Cuenta que, en enero de 1388, el ejército del Mestre de Avis apretaba el cerco mientras se oía a mujeres cantar al son de las gaitas. Entre ellas se encontraba Inés, una moza fuerte, atrevida y valiente. Un día, la mujer apareció vestida de armas, como si fuese un hombre, con la intención de acompañar a las huestes de D. Joao I. Cuando la noticia llegó al interior de las murallas, una mujer de cabellos rubios, alta y esbelta, se enfureció y pidió al alcalde resolver el asunto en una pelea de mujer contra mujer. Su nombre no se conserva en las crónicas, en las que aparece solo como la "Arrenegada".
Al día siguiente se enfrentaron en las afueras de la villa, Inés con la cruz roja de San Jorge y la arrenegada con el halcón plateado de Castilla. El combate, inicialmente, se decantaba a favor de la representante de los nobles, pero debido al cansancio cayó al suelo y pensó que había llegado su fin. Miró a Inés, pero esta tiró la espada y se abalanzó sobre la caída, comenzando una lucha terrible cuerpo a cuerpo entre ambas. La victoria cayó del lado de Inés.
Sábado mañana: Visita al Castillo de Vilasobroso
Después de desayunar, dejamos el balneario y nos dirigimos a Vilasobroso, localidad cercana, para visitar su castillo. Por suerte, llegamos justo cuando iba a empezar la última visita guiada de la mañana (solo se puede acceder al interior mediante una visita guiada que cuesta 2 euros)
Yo recuerdo conocer este castillo abandonado, cuando mis hijos eran pequeños e íbamos de vez en cuando por allí. La imagen que presenta hoy día es bien distinta. La última intervención, llevada a cabo por la Diputación de Pontevedra, permite al castillo lucir un aspecto bastante similar al que tenía cuando se le conocía como "a chave forte do Reino de Galicia".
El castillo de Vilasobroso se alza en un promontorio rocoso a 7 km de Ponteareas. Quedan muy pocos restos de la primitiva edificación románica. Probablemente era tan solo una torre rodeada por una muralla y un foso defensivo. Destruida durante las Guerras Irmandiñas, se reconstruyó a finales del siglo XV. La muralla se reforzó con una torreta cuadrada en el ángulo noroeste.
Con el tiempo, la fortificación entró en declive y solo resurgiría gracias a la intervención del periodista Alejo Carrera, oriundo de la villa y deseoso de preservar la historia para sus sucesores, que lo compró en 1923. Antes de morir pidió a su hija que no lo vendiese a ningún particular, cosa que esta cumplió a pesar de la cuantiosa oferta que recibió del cantante Julio Iglesias. Al final se lo vendió al Concello de Ponteareas en 1981. Actualmente, es la Diputación de Pontevedra la que gestiona este patrimonio.
La guía inició la visita explicándonos el origen del topónimo "Vilasobroso", ya que, inicialmente, la parroquia se denominaba San Martiño de Portela, hoy San Martiño de Vilasobroso. Parece ser que el nombre proviene de las "sobreiras" (alcornoques) que abundan en la zona.
Después fuimos pasando por diversas estancias en las que, con ayuda de proyecciones, se nos iba contando de manera muy amena la historia del castillo, historia que se remonta al año 1095, cuando los condes de Galicia, Doña Urraca y D. Raimundo de Borgoña, parece ser que cedieron el señorío a la ciudad de Tui, si bien no todos los historiadores están de acuerdo en que así fuera.
A la derecha, la primera estancia que visitamos y en donde asistimos a la proyección de un vídeo explicativo. Las escaleras nos llevarían luego a otra estancia en la parte izquierda
En el año 1117, Doña Urraca, tras su segundo matrimonio con Alfonso I de Aragón, fue cercada en este castillo por su hijo y las huestes de su propia hermana, Teresa de León, aunque consiguió escapar y se refugió en Compostela. Su hijo, Alfonso VII, fue coronado en este castillo, posteriormente propiedad de los Sobroso, emparentados con el rey Alfonso IX.
En el año 1190, el rey Fernando II nombra teniente del castillo a Pedro Muñiz. Se celebra aquí la boda del rey de Portugal, Dinis I, con Isabel, hija de Pedro III de Aragón, más tarde canonizada como Santa Isabel de Portugal. En el año 1368, el castillo está en manos de Don Álvaro Pires de Castro, hermano de Inés de Castro, la famosa gallega que reinó en Portugal después de muerta, y representante en Galicia del rey Pedro I de Castilla, "el cruel". Con el triunfo de Enrique II, la fortaleza es otorgada a Pedro Ruiz Sarmiento.
Las páginas más relevantes de la historia de este castillo tuvieron lugar en los siglos XV y XVI, con las familias Sarmiento y Soutomaior. Se cuenta que Álvaro Páez, hermano de Pedro Madruga de Soutomaior, asedió la fortaleza e hizo prisionero a García Sarmiento, a quien amenazó con cortar la cabeza si no le entregaban el sitio, cosa que sus defensores no hicieron.
Después de las Revueltas Irmandiñas, García Sarmiento reconstruyó el castillo, pero poco después fue conquistado por Pedro Madruga, aunque lo perdió durante su cautiverio en Benavente por haber apoyado a la Beltraneja frente a Isabel la Católica. Una vez liberado, intentó recuperarlo, sin conseguirlo.
Los Reyes Católicos ordenaron su derribo en dos ocasiones, en 1481 y 1486, pero no se llevó a cabo, manteniéndose en manos de los Sarmiento, señores de Sobroso y Salvatierra hasta el siglo XVIII. Paulatinamente, fue perdiendo su poder defensivo, cayendo en el abandono.
A principios del siglo XX, el castillo estaba en poder de la familia de los Híjar, pasando más tarde al Conde de Torrecedeira que, en 1923, vendió sus ruinas por 5000 pesetas a Alejo Carrera Muñoz, como ya hemos dicho. El periodista se autoproclamó señor de Sobroso y empleó toda su fortuna en la restauración de la fortaleza, en la cual, desde 1923 a 1967, participaron todos los vecinos de Vilasobroso.
Pequeño ventanuco en el castillo
En cuanto a la construcción, es de pequeñas dimensiones y planta irregular, ocupando un espacio de 360 metros cuadrados. Está rodeada de un camino empinado que forma parte de la defensa. Es de estilo románico y se compone de tres cuerpos: cerca exterior, cuerpo residencial y torre del homenaje. Se protege en los laterales con taludes en declive.
Durante las obras de restauración llevadas a cabo por Alejo Carrera, apareció un escudo del reino de Galicia que hoy corona la entrada principal del espacio amurallado. En la puerta este se halla un escudo de los Sarmiento y los Valladares. En el lado norte del patio de armas se conserva la capilla de estilo románico y planta rectangular.
La Torre del Homenaje se sitúa en el lado oeste. Tiene una altura de 13 metros y es interesante descubrir las firmas de los diversos canteros que intervinieron en su construcción. Termina con un parapeto volado y garitas cilíndricas en las esquinas apoyadas en canecillos escalonados en tronco de cono. En su planta más baja se encuentra el aljibe con el que se recogía el agua de la lluvia.
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Vista del fondo del aljibe |
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Vista de Vilasobroso desde la Torre del Homenaje |
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Al fondo, los edificios del Balneario de Mondariz |
Como se puede ver en las fotografías superiores, la Diputación de Pontevedra ha hecho un trabajo espectacular para poner en valor no solo el patrimonio cultural, sino también el natural de este singular enclave. Durante décadas este bosque estuvo cubierto de acacias y eucaliptos, hasta que la Diputación se propuso la renaturalización de la finca.
La eliminación de especies invasoras y la importante labor de reforestación han permitido que el parque recupere su esencia, restaurando los colores familiares de nuestras especies autóctonas. Un proyecto que evoluciona con continuas mejoras y un constante mantenimiento para evitar los posibles rebrotes. El resultado es un precioso bosque donde perderse, hacer fotos o, simplemente, contemplar la belleza de este entorno atlántico.
Para enseñar sus posibles recursos se ha diseñado una senda circular de 1 km. Así, vemos elegantes abetos de Douglas y majestuosos alcanforeros. El "toxo" también está presente y una joven plantación de camelias aporta la nota de color a los inviernos de Vilasobroso. En los días de verano, se pueden observar numerosas especies de mariposas y reptiles y, si prestamos atención, podemos ver alguna ardilla saltando entre las ramas de castaños y robles.
Os cuento ahora una leyenda relacionada con este castillo: la leyenda de los amantes fantasma, Floralba y el peregrino.
En una noche de lluvia y relámpagos, un peregrino exhausto llegó hasta las puertas del castillo para pedir ayuda y cobijo. El señor de la fortaleza tenía que irse a Granada a luchar contra los musulmanes, pero permite al peregrino que se quede unos días para que recupere fuerzas. Y deja a su esposa Floralba cuidando de él. En la ausencia del marido, ambos se enamoran y huyen del castillo.
Tiempo después, Floralba vuelve arrepentida o, más bien, por obligación, ya que su amante, el peregrino, ha muerto por el ataque de una bestia. Pero el señor del castillo no la perdona y no le permite entrar. Floralba se queda a las puertas y poco a poco va perdiendo la vida. Cuando muere, el señor lanza su cuerpo al bosque para que las alimañas lo devoren.
Desde entonces, dicen que los fantasmas de los amantes se aparecen, pero nunca juntos: en las noches despejadas, con luna llena, el fantasma de Floralba aparece suplicando alrededor del castillo para que le abran la puerta, pero nunca encuentra respuesta. Y en las noches frías, lluviosas y con rayos, el fantasma del peregrino sube la montaña de nuevo, pero cuando está a punto de llegar a las puertas del castillo, aparece otra vez al pie para iniciar una nueva subida, siempre sin fin.
Y, con esto, nos despedimos de un par de días estupendos, de relax, pero también de descubrimientos.