viernes, 1 de noviembre de 2024

Octubre, 29 de 2024: Excursión a los alrededores de Valença do Minho (Marusela, Chus y María)

Miércoles, 29/10/2024 (aclaro que parte de las fotos que aquí se incluyen fueron tomadas por mis compañeras):


Alrededores de Valença: Cascata da Grova

No pudimos hacer muchas salidas antes de esta fecha, porque el tiempo había sido bastante malo, no paraba de llover. Pero, como dicen en nuestra tierra, "nunca choveu que non escampara", y por fin vino un día de sol, así que decidimos hacer esta excursión que habíamos encontrado en una página de Internet.

A unos 45 km de Vigo, muy cerquita de Valença do Minho, se encuentra la CASCATA DA GROVA, un pequeño salto de agua situado en un precioso rincón. Forma parte de una ruta de 12 km, circular, pero nosotras decidimos ir directamente a ella, porque salimos de Vigo a eso de las 2 de la tarde y ya no nos daba tiempo a hacer senderismo, teniendo en cuenta que a las 18 h prácticamente ya es de noche. 

El Trilho de Mosteiró atraviesa las freguesías de Talhao y Cerdal, ambas situadas en plena comarca del Alto Minho. El recorrido tiene su inicio y final en Cerdal, una localidad a tan solo 7 km del centro de Valença do Minho, especialmente conocida por su Feira de Todos os Santos, que se celebra cada 1 de noviembre. 

El punto de partida de este recorrido es la iglesia parroquial de Cerdal, en donde encontramos un panel informativo del PR6 y las primeras indicaciones hacia el inicio de la ruta. Nosotras seguimos en coche buscando un campo de tiro, punto de referencia para acercarnos a la cascada. Sin embargo, no lo encontramos y nos detuvimos en el lugar de Mosteiró, en donde se alza un antiguo convento, conscientes de que de alguna manera nos habíamos pasado del lugar por el que teníamos que acceder a la cascada. 

Se trata de un pequeño promontorio con una terraza para dejar los coches, frente a una barandilla que hace de mirador. Ahí se alza, también, una cruz moderna, delante de la iglesia, que es la única parte del conjunto que se encuentra en buen estado. A la izquierda se vislumbran las ruinas de lo que fue el convento. El acceso estaba cerrado con un candado. 

Dalí al pie de la cruz


En la página de Turismo de Portugal se cuenta que aquí existía una pequeña capilla con una imagen de la Virgen que era protegida por los eremitas que habitaban en el lugar. En las guerras contra los moros, los eremitas huyeron dejando el cenobio abandonado en el siglo X, no sin antes esconder la imagen para protegerla de saqueos. Años más tarde, los benedictinos fundaron un monasterio que abandonarían muy pronto. En 1392, se reconstruyó al amparo del papa Bonifacio IX, ampliando los terrenos para la construcción de una nueva iglesia y el muro de mampostería que lo rodea. A partir de esa fecha, fue habitado por diversas órdenes religiosas, hasta que fue abandonado definitivamente en 1834, con la extinción de las órdenes religiosas en Portugal. En ese momento se sometió a subasta pública. 

El monasterio se conoce con el nombre de Nossa Senhora de Mosteiró y los primeros en habitarlo después de la reconstrucción fueron los franciscanos capuchinos. En los siglos XVII y XVIII, se realizaron profundas reformas, por lo que no conserva elementos de su arquitectura primitiva. Sin embargo, tiene valor arquitectónico como muestra de los estilos barroco y neoclásico portugués. 

Dimos varias vueltas a pie para un lado y para otro intentando encontrar el camino a la cascada. De hecho, Google Maps nos guió hasta una desviación que se abría a la derecha, siguiendo la cual, debíamos llegar. Pero el camino estaba vallado y cerrado a cal y canto al ser propiedad particular. 

Vistas desde la terraza del antiguo convento

Detalle de la barandilla de la terraza

Chus y Dalí mientras buscábamos el camino a la cascada

Volviendo al coche sin encontrar la cascada

Volvimos hacia atrás después de leer otra vez la página de Internet en la que habíamos encontrado la ruta. Nos dimos cuenta de que hablaba de pasar el pueblo de Gondim y hacia allí nos fuimos con la intención de retomar la carretera desde ese lugar. 

Vimos la desviación a Gondim a la izquierda, pero ponía ruta sin salida. Aún así, nos metimos por allí y encontramos a un niño que intentó explicarnos dónde estaba la cascada, pero no fue capaz. Lo que sí nos dijo es que teníamos que retroceder hasta la carretera a Cerdal que habíamos dejado y girar a la derecha, o sea, de nuevo hacia Mosteiró. Menos mal que antes de llegar al cruce encontramos unas señoras que nos dijeron que teníamos, efectivamente, que ir hacia Mosteiró y prestar atención a un cartel a la izquierda que indicaba zona de "aterraxe" de parapente, que tenía un dibujo de uno de esos artilugios. 

Fuimos despacio y encontramos el letrero. Giramos a la izquierda y llegamos al famoso campo de tiro del que hablaba la página, convertido en zona de aterrizaje para los practicantes de ese deporte. Aparcamos y vimos un sendero que se dirigía a la izquierda, por donde se escuchaba ruido de agua. Y lo seguimos. ¡Por fin! 

Vista de la cascada desde lo alto del sendero

Además de la cascada que forma el regato de Castanhal, el lugar tiene su encanto por la exuberante vegetación que la rodea. El agua transcurre por una zona de gran desnivel, de manera que, en su camino descendente, el río va formando numerosas pozas.  










Chus decidió no bajar para evitar que Dalí se lanzase al agua




Maru y yo bajamos hasta la orilla (por cierto, que me caí al resbalar en una roca... consecuencia, heridas en las rodillas, pantalón y zapatos empapados de agua, una herida en el codo izquierdo, pero... ¡logré salvar la cámara! jajajajaja)





De nuevo en lo alto del sendero


Alrededores de Valença: Mosteiro de Sanfins

Desde la cascada, siguiendo Google Maps, nos dirigimos al Monasterio de Sanfins, situado a poco más de 10 km de Valença do Minho, en una ladera del Monte Faro y a 200 m de altura. Los restos del Monasterio milenario de Sanfins de Fiestras muestran una clara influencia del románico y de la cantería gallega. 

Escondido entre árboles, su hermosa iglesia románica y la extensa muralla que cierra el recinto muestran lo que queda del esplendor del que gozó el convento en tiempos pasados. Lo verdaderamente sorprendente lo encontramos al traspasar los antiguos y altos muros de piedra, donde silenciosos guardianes de la historia custodian nuestros pasos: edificaciones que permanecen en pie luchando contra el paso de los siglos, ruinas tapizadas de verdes musgos, jardines y zonas boscosas con árboles centenarios...

Puerta de entrada que se abre en medio de los altos muros

Quedamos sorprendidas con el estado de esta joya histórica en la que se puede disfrutar de un gran número de elementos patrimoniales, de entre los que destaca, como ya hemos dicho, su espectacular iglesia románica. Pero también veremos claustros, soportales, un acueducto, un molino, capillas, dependencias, lagares, eiras, terrenos de cultivo, fuentes...

La iglesia románica en lo alto de un promontorio

Las primeras referencias históricas de este cenobio datan del siglo XII, si bien se estima que su fundación, como monasterio benedictino masculino, se remonta al siglo VII. Se sabe que durante la Edad Media este convento contó con un extenso dominio y gozó de numerosos privilegios reales. De hecho, en el primer cuarto del siglo XIV, era la institución monástica más rica que el obispado de Tui tenía en territorio portugués. Y, sinceramente, la extensión del recinto es enorme. 

A partir del siglo XV, comienza el declive y disminuye el número de monjes, hasta que en 1545 solo quedaban tres. Por ello, se transfirió el convento a la Compañía de Jesús. Los jesuitas realizaron los primeros cambios en las instalaciones, manteniendo el cenobio hasta 1759, momento en que pasa a la Universidade de Coimbra (aquí se alojaron los estudiantes mientras estaban en obras en su propio edificio), hasta el año 1834, año en el que los bienes de las compañías religiosas fueron subastados. Unos años antes, en 1780, el monasterio fue abandonado, fecha que quedó grabada en la puerta. La hermosa iglesia románica empezó a recuperarse en 1933 y las obras se extendieron hasta mediados de siglo. Fue declarado Monumento Nacional en las primeras décadas del siglo pasado. 

La iglesia, construida en el siglo XII, con remodelaciones posteriores, en los siglos XVI y XVIII, es una de las muestras más notables del románico portugués, en cuyo estilo encontramos influencia tudense. Aunque a día de hoy el templo se encuentra vacío en su interior, tal y como pudimos comprobar, el edificio es de gran interés por su interesante conjunto de figuras escultóricas: animales, humanos y motivos vegetales componen esta excepcional colección, situada fundamentalmente en capiteles y ménsulas. Además de estas figuras, destaca el tímpano de la puerta principal, adornado con un gran zigzag que se suele identificar con una serpiente, la cual tendría un valor simbólico protector. Lo mismo ocurre con las figuras de leones situadas en las puertas laterales, con sus cabezas vigilantes a modo de guardianes.

Decoración del tímpano de la puerta principal

Esculturas de las ménsulas

Vista en diagonal de una puerta lateral

Cabezas de leones en una puerta lateral

Las dependencias monásticas que se conservan por detrás de la iglesia son posteriores a la construcción de esta, del siglo XV. 

Desde la iglesia, a mano izquierda, accedemos al Claustro. Sus ruinas llaman poderosamente la atención por su vistosidad y encanto. Es renacentista, con arcos, columnas y algunos motivos esculpidos en piedra. 






 

Alrededor del Claustro se abren diversas dependencias, todas ellas en ruinas


Desde el Claustro accedemos a la gran extensión de terreno que se encuentra bordeado por las murallas del recinto. 


Y nos encontramos con un alcornoque centenario.


Recorriendo todos los recovecos del recinto, encontramos unas escaleras del siglo XVIII por las que se accede a los restos de otra capilla barroca del mismo siglo que domina todo el valle, la ermita de Nuestra Señora de Loreto. Unas rocas, con supuestas pilas naturales se sitúan junto a este lugar, lo que hace pensar que ya se utilizaba en épocas posiblemente prerromanas. Antes de llegar a la cima, vemos una pequeña edificación que nos recuerda los antiguos usos agrícolas en la zona, ya que tiene una hermosa "eira" de piedra en su frontal. 

Curiosa roca antes de llegar a las escaleras
 
Chus y Dalí subiendo las escaleras

Fantasía: vista desde la capilla

Vista real

Descendimos y seguimos recorriendo el recinto. 

Maru en la "eira" de piedra


Vamos descubriendo otro tipo de edificaciones: desde el acueducto que traía el agua desde la montaña hasta el monasterio, a varias fuentes y canalizaciones antiguas, así como un molino construido en el siglo pasado.

Marusela explorando y descubriendo una fuente

Fantasía: molino del monasterio

Fantasía: parte de las ruinas

Restos del acueducto

La ermita vista desde abajo

Cuando cogimos el coche, nos dimos cuenta de que un camino a la derecha ascendía hasta lo que probablemente era el cementerio. Luego, buscando en Internet, descubrí que así era. Se trata de un pequeño cementerio barroco abandonado en donde aún se pueden ver las tumbas de los últimos feligreses. Fue utilizado hasta bien entrado el siglo XX.  

Y fin de la excursión. Lo cierto es que nos quedaba mucho terreno por pasear, pero iba siendo hora de volver. Creo que merece la pena perderse entre la vegetación y poder empaparse de la paz y tranquilidad que emana de este lugar. Aquí, arte y naturaleza entran en perfecta comunión. 




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