Martes, 15/03/2022
Hace tiempo que teníamos programado este viaje a la segunda ciudad portuguesa, pero, por una cosa o por otra, lo habíamos ido retrasando. Ahora, había llegado el momento. Pili y Marusela no conocían prácticamente nada de Oporto y Chus y yo sugerimos que dos días eran suficientes para hacerse una idea general de la ciudad, por lo que podíamos aprovechar los otros dos que habíamos planeado para el viaje para conocer Coimbra a fondo (Chus y yo simplemente la habíamos atravesado... bueno, yo incluso había dormido allí, pero no la había recorrido)
Llegamos temprano, porque teníamos reservada una visita guiada gratis con Civitatis a las 11:30.
En líneas generales, Oporto (Porto, en portugués) es una ciudad costera en el noroeste de Portugal, conocida por sus imponentes puentes y por el famoso vino de oporto que, curiosamente, procede de uvas de la zona del Alto Douro Vinhateiro y se almacena en las Caves que están, en realidad, en Vila Nova de Gaia, al otro lado del río Duero. Tiene alrededor de 250 000 habitantes aunque, si se tiene en cuenta lo que se conoce como el Área Metropolitana de Oporto, podemos hablar de unos dos millones y medio.
Es una ciudad que cuenta con un amplio patrimonio histórico, pero está envuelta en un continuo proceso de modernización. Cuenta con el metro más largo de Portugal que, precisamente, está ahora en plena ampliación, por lo que numerosas zonas del centro eran prácticamente inaccesibles y resultaba farragoso caminar por ellas. También se ha ampliado el Aeropuerto Internacional Sá Carneiro para permitir el paso de unos 16 millones de pasajeros anuales. Su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996.
Desde muy antiguo, hay una fuerte rivalidad entre Lisboa y Oporto, considerada la capital del norte. Hay un refrán popular que dice: "Lisboa se divierte, Coimbra estudia, Braga reza y Oporto trabaja".
Históricamente, cuando Oporto fue reconquistada a los musulmanes, en el año 868, fue repoblada por la nobleza gallega. Se estableció entonces el Condado Portucalense (Cale era un asentamiento que ya conocían los griegos situado en la orilla izquierda del Duero, cerca de su desembocadura. Cuando los alanos invadieron el territorio de los suevos, los empujaron a la orilla derecha, donde hoy se sitúa Oporto, en donde fortificaron el terreno creando Cale Castrum Novum. En la base de la colina se hallaba Portus Cale, la actual Ribeira, que dio posteriormente nombre al país y también a la ciudad). El Condado Portucalense pertenecía al Reino de Galicia que, a su vez, dependía del Reino de León. Se extendía desde el Miño hasta el Duero. Alfonso VI de León otorgó este condado a su hija bastarda Teresa, casada con Enrique de Borgoña. Su hijo se transformaría en el primer rey de Portugal al ganar en una batalla a su madre tras el fallecimiento de su padre y al proclamar la independencia del Reino de León... hablamos de Afonso Henriques.
Antes de iniciar la visita, aparcamos junto a uno de los monumentos más destacados de la ciudad: La Torre y la Iglesia de los Clérigos.
La iglesia de los Clérigos es un edificio barroco diseñado por el arquitecto Nicolau Nasoni y construido entre 1735 y 1748. Está situada en el lugar que se conoce como el "cerro de los ahorcados", porque aquí se enterraba a los ajusticiados. Su Torre es la más alta de Portugal, con 76 m de altura. Sus más de 200 escalones dan acceso a una privilegiada vista panorámica de Oporto.
Es la primera iglesia en Portugal con una planta elíptica. La galería que rodea toda la nave permite observarla en su totalidad, lo que es otra característica singular de este conjunto. Los diferentes ventanales permiten la entrada de luz que realza el esplendor de la talla dorada de la iglesia, dando lugar a un hermoso juego de colores con el mármol.
La cúpula ostenta el blasón de armas de la Hermandad de los Clérigos.
Caminamos hasta el punto de encuentro con la guía, junto a la estatua de Almeida Garret frente al edificio del Ayuntamiento. Una pena las obras, que no permiten disfrutar de la hermosa Avenida dos Aliados.
El cielo era plena calima... toda la Península estaba cubierta por arena venida del desierto |
La Cámara Municipal de Oporto es un edificio singular que recuerda la arquitectura de los grandes palacios municipales del norte de Europa. En el centro destaca un enorme torreón de 70 m de altura con un reloj de carillón que simboliza la importancia que los portugueses dan a la convivencia cívica.
Se conservan en lo alto maniquíes que recuerdan el origen de la calle. Pero están bastante descuidados |
La gente haciendo cola para entrar |
Siguiendo a la guía, llegamos a la Praça Gomes Teixeira o Praça dos Leoes.
Es el punto central de la vida estudiantil de Oporto. Tiene el nombre de un ilustre matemático que fue primer rector de la universidad de la ciudad, pero son los leones de su fuente de granito y bronce los que la dieron a conocer. Cuando pasamos por ella, estaban celebrándose novatadas.
La iglesia de los Carmelitas, a la izquierda, data del siglo XVII y perteneció a la orden de los Carmelitas Descalzos. Destaca por su campanario situado en el flanco izquierdo, cubierto por los típicos azulejos azules de la ciudad, y por los tres arcos que dan acceso al templo. En la parte superior, además de los ventanales, destacan las figuras de Santa Teresa, Santo Domingo y Nuestra Señora del Monte Carmelo.
Entre ambas iglesias, la casa más estrecha de Portugal y una de las más estrechas de Europa. La guía nos explicó que Roma prohibía edificar dos iglesias pegadas, así que pensaron en dejar un estrecho espacio entre ellas y construir una casa. Hoy es un museo que se puede visitar.
Con la guía, nos adentramos en la parte medieval de la ciudad, empezando la visita por el lugar en el que antiguamente se situaban las murallas y en el que hoy se encuentra el Centro Portugués de Fotografía, convertido en la actualidad en el Museo de la Fotografía de Oporto.
Este edificio, construido en 1796, fue durante mucho tiempo utilizado como cárcel, de ahí sus gruesas paredes de granito, rejas dobles y puertas de hierro. Algunas personalidades portuguesas pagaron aquí sus crímenes, como el escritor Camilo Castelo Branco y su amante Ana Plácido, quienes fueron acusados de adulterio y pagaron ahí su pena, por supuesto, en celdas separadas.
A mano izquierda, la fachada de la catedral y, junto a ella, el enorme edificio blanco, el Palacio Episcopal |
Otra vista desde el mirador |
Es una de las calles que se han renovado en estos últimos cinco años. Hoy está llena de cafés, restaurantes y tiendas. Con anterioridad, había numerosas joyerías, todas ellas situadas en el lado izquierdo de la calle según la vemos en esta foto, porque ahí daba la luz del sol y las joyas brillaban más.
Uno de los edificios de la calle que hace honor a su nombre al estar llena de flores |
Pronto estuvimos frente a la estación de S. Bento... un ambientazo.
La Estaçao Ferroviária de Porto-Sao Bento es una de las estaciones más llamativas de Portugal y uno de los principales lugares de interés de Oporto. Fue construida en el siglo XIX sobre los restos del antiguo convento de San Bento del Ave María y aún conserva ese aire melancólico y antiguo que caracteriza la ciudad de Oporto. Lo más destacado está en su interior: un hall decorado con más de 20 000 azulejos en los que se retrata la historia de Portugal: escenas campestres, batallas épicas, desembarcos y coronaciones. Aquí la guía nos explicó por qué a los portuenses se les conoce también como "tripeiros": cuando se organizó la conquista de Ceuta, los habitantes de Oporto dieron a las tropas todo lo que tenían para comer, quedándose ellos con las tripas.
Pocas personas conocen la leyenda del fantasma de la estación de tren de S. Bento. Un fantasma afable y discreto que, según cuentan, todavía recorre los pasillos de la estación en las horas de menos movimiento. Como ya hemos dicho, el edificio fue construido sobre las ruinas del convento de S. Bento de Ave María. Este convento era bastante selectivo y solo aceptaba mujeres de determinada condición social, sobre todo nobles. En 1834, Joaquim António de Aguiar, más conocido como "mata frades", decretó la extinción de todas las órdenes religiosas. El decreto obligaba a la extinción inmediata de las órdenes masculinas y, en el caso de las femeninas, en el momento en que se produjese la muerte de la última monja que viviese ahí. Sin embargo, la última abadesa del convento de S. Bento de Ave María murió en 1892, 58 años después de la extinción de las órdenes religiosas, lo que significó una larga espera para poder construir la estación. Las gentes dicen que todavía es posible oír las oraciones de la última abadesa resonando por los pasillos.
La gaviota posando tranquilamente. Al fondo, de nuevo, el Palacio de la Bolsa y la iglesia de S. Francisco La visita continuó hasta llegar a la Ribeira.
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Cuando nosotras llegamos allí, Chus ya estaba sentada en una mesa de la terraza disfrutando de una coca-cola. Nos dijo que el camarero había establecido que la última en sentarse tenía que pagar, jajajaja, cosa que hizo Marusela. La verdad que el hombre estuvo la mar de simpático todo el tiempo, con bromas y comentarios divertidos. Bueno, y lo que nos reímos cuando Marusela pidió un vino blanco "dourado" en vez de un vino del Douro, jajajajaja. Aunque por el color, como dijo el camarero, sí podía ser de oro, jajajaja.
Por desgracia, el "molotov" del postre no estaba muy bueno, más bien duro, pero nos lo tomamos a risa.
Foto hecha con el trípode |
Tocaba hacer el check-in en el hotel. Nos alojamos en el Portus Cale, no porque lo hubiéramos elegido nosotras sino porque era el que ofertaban en el bono que teníamos. Situado en la Avenida da Boavista, con 4 estrellas, supuestamente tenía que ser excelente. Pero no fue así: tuvimos que pagar el parking y el impuesto turístico, el personal de recepción más bien seco y estirado, los ascensores minúsculos (no cabían más que dos personas con una maleta pequeña), el bar era un pequeño mostrador atendido por el personal de recepción, el buffet muy normalito, solo se salvaban las habitaciones (y para eso, las tengo visto mejores en un hotel de esa categoría).
Bonita foto que me hizo Marusela en la entrada de una cafetería. En el fondo, la Catedral. Íbamos a buscar el coche para dirigirnos al hotel |
En el hotel nos dieron el papel que debíamos presentar en el muelle de Vila Nova de Gaia para hacer el crucero de los 6 puentes. Ponía que el último barco salía a las 6. Así que cogimos un taxi que nos llevó hasta allí. Nos pasamos un buen rato tratando de descubrir desde dónde salía el barco y cuál era y, como no lo conseguimos, acabamos llamando por teléfono: resulta que el último barco había salido a las 5, o sea, la información que nos habían dado en el hotel era errónea. ¿Qué hacer? Pues pasear por el muelle haciendo tiempo para volver a la otra orilla, a la Ribeira, para cenar algo.
Bonita foto que sacó Chus... Oporto al otro lado. Destacan la Torre de los Clérigos y el Palacio Episcopal |
Pili haciendo pruebas con el palo selfi |
En la foto de al lado, Chus y Pili frente a un lugar de lo más curioso: La Casa Portuguesa do Pastel de Bacalhau.
El primer día el organista era un señor mayor. El segundo día, un chico joven que nos amenizó con canciones de ABBA.
Finalmente, nos dirigimos al puente D. Luís I para volver a la Ribeira en Oporto |
Al otro lado del puente, iluminado, el Monasterio de Santa Clara |
El taxista, otro cachondo. Yo había cerrado mal la puerta y me pidió que la cerrara bien porque "no me quería perder", jajajaja. Gracias a él supimos que justo al lado del hotel había una cafetería en donde se preparaba y se vendía un chocolate estupendo, que luego las otras compraron para regalo. Ya les preguntaré si es verdad que estaba tan bueno.
Teníamos la mañana libre. En principio, habíamos reservado otra visita guiada por el barrio de Bolhao (luego la cancelamos, porque no queríamos andar a toda prisa) y, a las 14:30, queríamos coger el barco para hacer el recorrido que no habíamos podido hacer el día anterior. Así que nos dividimos en parejas, según los respectivos intereses: Marusela y Chus se fueron a ver el interior de la catedral con la intención de, si les daba tiempo, visitar también el Palacio de la Bolsa (cosa que hicieron), y Pili y yo nos fuimos hacia la Rua Santa Catarina, famosa por ser una calle de compras. Pero antes, a Chus y a mí nos saludaron unos gatitos en la ventana:
Rua Santa Catarina. Pili y yo llevamos el coche, porque la idea era recogerlas luego a ellas para ir de nuevo al otro lado del puente, a Vila Nova de Gaia. Lo dejamos aparcado frente al hotel D. Henrique y fuimos a pie.
La popular Rua de Santa Catarina es, sobre todo, una calle comercial con mucho movimiento durante todo el año. También había obras en esta zona. Nos sorprendió, sin embargo, porque ya queda poco del comercio local y, más que nada, lo que hay son tiendas de souvenirs. Por lo demás, es como cualquier centro comercial de nuestras ciudades, aunque a cielo abierto, con tiendas de marcas populares en toda Europa.
Muy cerca de aquí está el famoso Mercado del Bolhao, cerrado por obras.
En la propia calle hay ahora un centro comercial interior y en otra próxima, uno más.
Además de tiendas, aquí se ubican varios cafés y restaurantes, entre los cuales destaca el Café Majestic, con una preciosa fachada y un bonito interior, aunque muy caro. Fue inaugurado el 17 de diciembre de 1921 con el nombre de Café Élite y se convirtió en el lugar de reunión de personajes ilustres de la época y fuente de inspiración para escritores y artistas. Estuvo muchos años abandonado hasta que el estado lo declaró Patrimonio Cultural en 1983 y, en 1994, reabrió sus puertas. Su propietario tiene otro café de ese estilo, pero más económico, cerca de la avenida de los Aliados, el Guarany.
Destaca, también, la Capela das Almas o Capilla de Santa Catalina. Tiene su origen en una antigua capilla hecha de madera, levantada en honor de Santa Catalina. Es una de las iglesias más famosas de la ciudad, inconfundible por su llamativa fachada de azulejos blancos y azules. Lamentablemente, a veces se la olvida en los recorridos turísticos.
En cuanto al Centro Comercial interior que se halla en la misma calle, el Via Catarina Shopping, lo recorrimos con cierta precipitación, deteniéndonos en su piso superior, en donde se recrean las casas y pueblos típicos portugueses.
Total, para descubrir que habían retrasado la salida a las 15:00 horas. Por eso, volvimos a la Casa Portuguesa del Pastel de Bacalhau, como ya conté anteriormente.
Iniciábamos así el famoso recorrido de los 6 (¿7?) puentes. Yo le había preguntado al hombre de la taquilla si era allí el barco de los 7 puentes y, riéndose, me había dicho que eran 6 (yo llevaba tiempo emperrada en lo de los 7 puentes). A raíz de lo que os voy a contar, vosotros juzgaréis si son 6 o 7, jajajajaja.
Antes os diré que el barco fue otra de las cosas que le critiqué a la empresa que me había vendido el bono de todo el viaje a Oporto... ni siquiera era de los que tienen las filas de asientos clavados en la cubierta, no... unas sillas normalitas y corrientes colocadas allí y ya... ¡cutre, cutre!
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La Ribeira vista desde el barco... el cielo seguía con la calima africana |
Primer puente: D. Luís I. Fue inaugurado en 1886 y es uno de los emblemas de la ciudad. Vino a sustituir al puente colgante que se alzaba en su lugar. Gustave Eiffel había presentado un proyecto que solo contemplaba una plataforma al nivel de la ribera, con un sector levadizo en la parte frontal. Dicho proyecto había recibido un gran premio en la Exposición Universal de París de 1878. Sin embargo, al gobierno portugués no le pareció que fuese muy eficaz para comunicar Oporto con Vila Nova de Gaia, por lo que convocó un concurso en el que impuso como condición necesaria que fuese un puente con dos plataformas. Ganó la empresa belga Société de Willebroeck con un proyecto del ingeniero Théophile Seyrig, que había sido socio de Eiffel y que gozaba de cierta fama al haber sido también el autor del proyecto del puente de Maria Pia.
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La plataforma inferior en obras |
Junto al puente, y a medida que avanzamos, vemos los restos de la muralla fernandina que este rey terminó en el siglo XIV. Para ascender y bajar, hay un funicular, pero para quien le guste el deporte hay también dos escaleras, la de Guindais, por el lado del funicular, y la de Codeçal, por el otro.
Segundo puente: Sao Joao. Obra del ingeniero Edgar Cardoso, que sería también el autor de otro de los 6 puentes, el de Arrábida. Lleva el nombre del patrón de la ciudad de Oporto. Es un pórtico de hormigón armado con un vano central de 250 m que sostiene una vía ferroviaria doble, a una altura de 66 m y con una anchura de 12. Se inauguró el 24 de junio de 1991, día del santo. El objetivo de su construcción era sustituir el paso ferroviario por el puente de Maria Pia.
Aparentemente pegado al anterior, está el cuarto puente: Ponte do Infante (Puente Infante Don Enrique).
Inaugurado en el 2003, es el más moderno de los puentes que unen Oporto y Vila Nova de Gaia. Fue construido para sustituir el tráfico de vehículos que a veces colapsaba el puente D. Luís I. Destaca por su línea sencilla.
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Al fondo, ya de regreso, el puente de Maria Pia |
Uno no se cansa de fotografiar o filmar el centro histórico de Oporto y la Ribeira. En el siguiente vídeo, gaviotas y el perfil de Vila Nova de Gaia.
Nos acercábamos ya al sexto puente: Arrábida.
Construido en 1963, en su día fue el mayor del mundo entre los que presentaban un arco de hormigón armado. Fue declarado monumento nacional en 2013, elevando así la fama de su constructor, el ingeniero Edgar Cardoso.
Tampoco la recomendamos a nadie. No te enseñan nada y solo te dan a probar dos vinos, uno blanco y otro tawny. Yo había visitado otras bodegas, como Sandeman, y nada que ver.

Como aún quedaba tarde, cogimos de nuevo el coche en dirección a la Foz do Douro, que rara vez se nombra en las guías turísticas. Se conoce con este nombre el lugar en el que se funden el río Duero y el Atlántico. Aquí, las mansiones del siglo XIX que construyó la burguesía lusa, delatan el pasado aristocrático de la ciudad.
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Pili en la playa. Al fondo, la terminal de cruceros |
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Y aquí, la menda |
Nos quedamos en un restaurante que estaba en la misma playa y, mientras esperábamos por la cena, salí a hacer unas cuantas fotos y un vídeo, porque, a pesar de la calima, había una bellísima puesta de sol.
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Y aquí la cena: tabla de mar |
Jueves, 17/03/2022
El caso fue que mejor no pudimos hacerlo. Con el GPS queríamos llegar al punto de encuentro y, sin darnos cuenta, estábamos también en el hotel elegido, el Hotel Oslo. Justo enfrente había un parking público que supusimos era también el del hotel. Bien supuesto, el hotel se hizo cargo de ese primer pago y luego ya nos dieron la tarjeta para entrar y salir sin problema.
En principio, no podíamos entrar hasta las 14 horas, pero resultó que la habitación estaba preparada y ya nos permitieron subir. Habíamos cogido una habitación familiar para 4 personas que, en realidad, era como un pequeño apartamento privado, con su pasillo, sus dos habitaciones y su baño. Un poco pequeño todo, pero más que suficiente, ya que solo íbamos a dormir. El personal, superamable, nada que ver con el de Oporto. Además, tenía un bar y una terraza panorámica con unas vistas de la ciudad increíbles.
Ya dispuestas, nos dirigimos andando al Largo da Portagem, en donde habíamos quedado para iniciar la visita guiada (otra ventaja del hotel, más céntrico, imposible). Esta pequeña plaza se alza frente a uno de los puentes que cruza el río Mondego y se llama así porque, antiguamente, era uno de los puntos de entrada a la ciudad y la gente tenía que pagar para poder acceder. En el centro se alza la figura del ya conocido "mata frades", como nos explicó el guía al hablarnos de los conventos, antiguo y nuevo, de Santa Clara que se alzan al otro lado del río.
En el vídeo, tomado antes de que llegara el guía, vemos un Hotel de una estrella, el Hotel Larbelo, sobre el que nos hizo reflexionar al inicio de la visita... ¿quedan hoteles de una estrella en las ciudades? También nos dijo que estaba muy bien y que desde lo alto tenía una vista muy buena. El guía era un napolitano que había venido a la ciudad de Erasmus y que había decidido quedarse (llevaba ya 10 años en Coimbra)
Empezamos a seguirlo por la que es la calle principal de la ciudad.
Como veis, también ambientillo con músicos callejeros. Pero el guía nos explicó que realmente la gente local no vivía ahí, que se había convertido en una calle de tiendas y que, por las noches, era muy difícil ver encendida una luz. Los estudiantes, por cuestiones prácticas, viven en la zona alta cerca de la Universidad. Parece ser, también, que Coimbra es para los turistas una ciudad de paso, como mucho se quedan una noche y se van, por lo que se mantiene como una villa pequeña que ha ido perdiendo habitantes en los últimos años. ¡Y pensar que en su día fue la capital del país! Aquí nacieron seis reyes portugueses y es la cuna de la primera dinastía.
Durante la Baja Edad Media, su papel como centro político del Reino de Portugal fue disminuyendo. En su lugar, se convirtió en un importante centro cultural, estatus que se impulsó a través de la creación de la Universidad de Coimbra en 1537, la institución académica más antigua en el mundo de habla portuguesa. Sus edificios históricos fueron clasificados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2013.
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Bonita decoración mural en la calle principal de Coimbra |
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Arco de la Porta da Barbaca que se conserva en una de las que fueron las entradas a la ciudad |
Siguiendo al guía, llegamos al Arco da Almedina, que conecta el centro con la parte más elevada. Este arco y su torre fueron construidos en el siglo XI, después de la reconquista de la ciudad. En ese momento, contar con unas murallas para protegerse de los enemigos era de todo punto necesario. Esta puerta era el acceso principal, por donde transitaban los víveres y los militares y por eso mismo era un punto débil en la defensa de la ciudad, de ahí el Torreón encima de la puerta. En la foto, vemos otro arco que se construyó más hacia el exterior, para proporcionar un doble filtro y evitar invasiones. Se llama Porta da Barbaca. Sobre el arco la imagen de la Virgen María con el Niño Jesús. Entre esta puerta y el Arco da Almedina hay una hermosa plaza con una estatua en honor del fado, música popular que en Coimbra es diferente del fado de Lisboa.
En la imagen, una curiosa y estrecha casa de la calle principal. Pero para curiosidades, lo que nos esperaba a continuación. Nos detuvimos ante la fachada posterior de una iglesia que tenía la marca como de una puerta que había sido tapiada o algo así. El guía nos preguntó qué faltaba allí y, claro, todos dijimos "una puerta". ¡Pues no! Resulta que lo que falta es el ¡ÁBSIDE! Lástima que no hice fotos de ese lado del edificio.
Cuando se planificó la construcción de la Rua Ferreira Borges, que une el Largo da Portagem con la Plaza 8 de mayo, no se tuvo en cuenta la presencia del ábside. LLegado el momento, y viendo que la calle tendría que estrecharse en ese punto, se decidió cortar el ábside (fue trasladado al Museo Nacional de Machado de Castro de la ciudad)
Bajamos unas escaleras y vimos la iglesia de frente: la iglesia de Santiago. Aquí nos sentamos a escuchar las explicaciones del guía.
Es una obra del siglo XII y principios del siglo XIII. Es uno de los principales exponentes del románico en Coimbra. Por lo visto, ocupa el lugar anterior de un edificio del que poco se sabe. La fachada principal presenta un gran rosetón y dos ventanales de medio punto por los que entra la luz al templo y está coronada por una cruz griega inscrita en una circunferencia. Presenta cuatro arquivoltas de medio punto con columnas profusamente decoradas con relieves de carácter geométrico y motivos vegetales.
La iglesia de Santiago fue mandada construir por Sancho I en honor del apóstol, en agradecimiento por su ayuda en las múltiples batallas que había tenido que librar con los musulmanes y como reconocimiento a su intercesión en la liberación de Coimbra en 1064 por Fernando I, y en la batalla de Ourique en 1139, que había permitido a su padre Afonso Henriques autoproclamarse rey de Portugal y establecer su capital en la ciudad.
El templo se alza en la Praça do Comércio.
Alguien le preguntó al guía por los eventos culturales en Coimbra. Así que a continuación nos llevó por unas callejas hasta el Teatro Municipal, donde sí se celebran actos de esa índole. Pero nos hizo notar el estado un tanto de abandono del edificio para que luego lo confrontáramos con el Teatro de la Universidad.
Llegamos luego a la Plaza 8 de Mayo. Junto al Ayuntamiento, destaca la Iglesia del Monasterio de Santa Cruz.
Se trata de un templo románico construido en 1131 durante el reinado de Afonso Henriques, que lo entregó a la Orden de los Canónigos de la Regla de San Agustín. Por él pasaron notables personajes, como San Antonio, que en Coimbra tomó el hábito y las órdenes de San Francisco.
En su interior, el templo tiene planta de nave única, con grandes ventanas y bóvedas manuelinas con nervios que desembocan en semicolumnas apoyadas sobre ménsulas, capilla mayor profunda y capillas laterales irregulares muy modificadas a lo largo de los siglos. El retablo central es una obra barroca realizada en madera imitando mármol. El púlpito, realizado por Chanterenne, data de 1521 y puede considerarse una obra plenamente renacentista.
Es de sección poligonal apoyado sobre una gran ménsula dorada decorada con cabezas de angelotes, elementos vegetales y un dragón alado como remate. En los nichos, los cuatro doctores de la Iglesia. También se observan los símbolos de la heráldica manuelina, con cruces de la Orden de Cristo y esferas armilares.
En el siglo XVIII, se instaló un órgano de Gómez Herrera y las paredes de la nave se decoraron con azulejos con escenas que reflejan la Historia de la Vera Cruz en el lado del Evangelio y la vida de San Agustín en el de la Epístola.
Y hablando de azulejos... el guía había trabajado en la limpieza y restauración de los mismos y nos descubrió lo que él llama "los intrusos". Si un azulejo se rompe, es muy difícil y muy caro reponerlo con otro exactamente igual, así que en muchas ocasiones simplemente se coloca uno con esos mismos colores, sin importar el dibujo. Nos enseñó varios en esta iglesia y después ya se convirtió en una obsesión buscarlos (de hecho, Chus y Pili encontraron otros más tarde, creo que en la Universidad)
A la derecha de la fachada de la Iglesia de Santa Cruz, está el famoso Café Santa Cruz, cuya historia es muy curiosa:
Desde los tiempos de la fundación del convento, la capilla de Sao Joao, en el lado del Evangelio, fue cedida por el prior Teotonio a un grupo de piadosas señoras que decidieron vivir junto al convento hasta que el Papa Inocencio II aprobó la fundación de Sao Joao das Donas o Canónicas Reclusas de Santa Cruz, adscritas también a la Orden de San Agustín, con el convento adosado al lado del Evangelio de la Iglesia de Santa Cruz, donde hoy se levanta la Cámara Municipal. Como a comienzos del siglo XVI, dicha capilla era muy frecuentada, desarrollando labores como capilla de las monjas pero también parroquiales, con la reforma manuelina se le buscó mejor acomodo en la Capela dos Mártires, a los pies del lado de la Epístola de la Iglesia de Santa Cruz, hasta ese momento dedicada a los Santos Mártires de Marruecos y mandada construir por el prior D. Gomes a mediados del siglo XV.
Poco después, la pequeña comunidad femenina se extinguió y hacia 1530 Fray Brás de Barros, dentro de la reforma espiritual que había emprendido en la comunidad de Santa Cruz, decidió reservar la iglesia del convento para uso exclusivo de los frailes y convertir la antigua capilla de las monjas en iglesia parroquial de la feligresía de Sao Joao de Santa Cruz, encargando su remodelación a Diogo de Castilho, que en ese momento trabajaba en el convento agustino. El nuevo espacio presentaba nave única con cubiertas de bóvedas de nervaduras, cuatro capillas laterales abiertas mediante arcos de medio punto y ábside cuadrado también con cubierta nervada.
Tras las desamortizaciones del siglo XIX, el templo se desacralizó y pasó por distintos usos, hasta que, en la década de 1920, se adaptó a café-restaurante, levantándose el piso unos dos metros por encima del primitivo y erigiéndose una nueva fachada que mezcla distintos estilos.
Iniciamos después el ascenso hacia la Universidad y nos encontramos con el famoso Jardim da Manga, más conocido por el restaurante del mismo nombre que ahí se ubica. En realidad, era parte del claustro del Monasterio de Santa Cruz. Hoy se alza aquí un monumento renacentista, cuya construcción se inició en 1530 como parte de un plan de reforma del monasterio. Cuenta con una fuente central coronada por una cúpula y, en los alrededores, cuatro ermitas cilíndricas. El nombre proviene, según cuentan, del diseño que D. Joao III dibujó en su propia manga al observar que ese espacio estaba vacío y necesitaba algo en el centro.
Calle arriba nos encontramos con un monumento con un león. El guía nos explicó que hay una tradición entre los estudiantes, que no pueden irse de la ciudad sin hacerse una foto con él. Ninguno del grupo quiso hacerse una foto con el animal, jajajaja.
Y así llegamos a la Praça da República, en donde, por cierto, se ubica el Teatro Universitario.
Aquí se reúnen los estudiantes para arrancar la noche, pasar el rato o cantar y tocar la guitarra. La plaza tiene forma redonda, como de glorieta y está pavimentada con adoquines en blanco y negro que forman curiosos dibujos. Cerca de la plaza hay muchos bares y cafeterías.
Frente a la plaza se alza el Jardim da Sereia, construido en 1723 por unos monjes que lo usaban para meditar y hacer retiros espirituales. En la entrada hay tres estatuas que representan la fe, la esperanza y la caridad. Es una pena que no se rehabilite, porque sinceramente ofrece muchas posibilidades.
No accedimos al campus de la Universidad por las escaleras que llevan directamente a él (como dijo el guía, esas escaleras explican por qué los estudiantes no van a clase, jajajaja), sino por una calle que está bordeada por un acueducto: el Acueducto de San Sebastián.
Fue construido en el siglo XVI siguiendo el trazado, probablemente, de un antiguo acueducto romano. Llevaba el agua desde la colina del Convento de Santa Teresa hasta la parte alta de la ciudad. En el arco central pueden verse dos esculturas: una, del mártir San Sebastián, en la parte superior, y otra, de San Roque, en la inferior. La leyenda cuenta que se construyó durante el reinado del rey Sebastiao, que quería tener algo de Roma en Coimbra.
Tiene 1 km de longitud y está compuesto por 21 arcos. Ha sido declarado Monumento Nacional.
También se le conoce como "Arcos do Jardim", porque está situado a la entrada del Jardín Botánico.
Delante del acueducto, vemos la estatua del Papa Juan Pablo II que, por lo visto, es utilizada por los estudiantes en alguna fiesta y cuando ya están muy borrachos, para subirse a ella y tirarse como si volaran desde sus brazos abiertos.
Cruzando los arcos del acueducto, accedimos a la parte alta del Jardín Botánico, muy bien cuidado.
Se trata de un lugar muy tranquilo para pasear y relajarse. Fue fundado por el Marqués de Pombal en 1773 y actualmente cuenta con bonitos caminos y elegantes fuentes.
Para entender su creación, hay que pensar que, si bien en el siglo XIX aparecieron otras universidades en Oporto y Lisboa, en aquel entonces la de Coimbra era la única que existía en el país. El campo del saber estaba prácticamente basado en el derecho portugués, el derecho eclesiástico, teología y medicina. La reforma pombalina abrió nuevos campos de conocimiento, y entre ellos el de la botánica. Así se creó este jardín que tuvo como primeros responsables a Domingos Vandelli y, a partir de 1790, a Avelar Brotero, un profesor de botánica y agricultura que llevó el jardín botánico más o menos a los terrenos actuales.
En 1873, los trabajos del profesor Júlio Henriques llevaron a intercambios de plantas de todas las partes del mundo. Hablaremos más de él cuando os cuente el paseo que nos dimos al día siguiente.
Dejamos atrás el Jardín y llegamos al campus. Desde lo alto, observamos las innumerables escaleras que están divididas en tramos, cada uno de los cuales simboliza un año de estudios en la Universidad.

Y entramos en la Universidad de Coimbra. La impresión al empezar el recorrido es extraña, porque nos encontramos con edificios que casi nos recuerdan la arquitectura de la era soviética. ¿Y dónde estaba ese campus histórico que en 2013 fue elegido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad? Pues al final...
Con la reforma pombalina se modernizaron no solo los estudios universitarios sino también los edificios y las materias impartidas. De ahí surgieron el Laboratorio Químico, el Observatorio Astronómico, la Imprenta de la Universidad, el Gabinete de Física Experimental, el núcleo del Jardín Botánico y el Museo de Historia Natural.
Actualmente cuenta con ocho facultades: Letras, Derecho, Medicina, Ciencias y Tecnología, Farmacia, Economía, Psicología, Ciencias de la Educación y Ciencias del Deporte y Educación Física, por donde pasan anualmente cerca de 20 000 alumnos.
Al día siguiente teníamos una visita guiada por la Universidad en donde la información sería más completa, esto era solo una primera toma de contacto.
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En el campus histórico frente a la puerta que daba acceso a la Biblioteca Joanina. Hoy se accede por un lateral y se sale por aquí |
Iniciamos el descenso y el guía nos explicó otra tradición estudiantil, que consiste en cortar parte de la capa cuando uno termina la carrera y atarla a una verja.
La Catedral Vieja de Coimbra es uno de los edificios católicos de estilo románico más importantes de Portugal. La construcción comenzó después de la batalla de Ourique (1139) en la que, como ya dijimos, Afonso Henriques se declaró rey de Portugal y escogió Coimbra como capital del reino. En el año 1182, aunque todavía no estaba concluida, las obras estaban lo suficientemente adelantadas como para recibir los restos mortales del obispo Bermudos. En 1185, fue la sede de la coronación del segundo rey de Portugal (en realidad, el primero, porque Afonso Henriques nunca fue coronado), Sancho I. En 1772, cuando los jesuitas fueron expulsados de Portugal por el Marqués de Pombal, la sede episcopal fue transferida a la antigua iglesia jesuítica de estilo manierista que se convertiría en la Sé Nova de Coimbra.
A través de las callejas de Coimbra, volvimos al hotel para recoger el coche y acercarnos a Conímbriga, en donde teníamos reservada una visita guiada por las ruinas romanas.
Conímbriga: Llegamos antes de tiempo y tuvimos que resolver un pequeño malentendido sobre el precio de la visita. En realidad, había sido culpa mía porque no había prestado atención al mail en el que me decían el precio que había que pagar a la guía, 85 euros, y lo que costaba la entrada, 4 euros por persona. Al final, no nos cobraron las entradas. Y con respecto al precio pagado a la guía, teniendo en cuenta que fue una visita muy interesante y completa y solo para nosotras cuatro, tampoco estuvo mal (al día siguiente teníamos una en la Universidad por 82 euros).
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Vista desde la cafetería |
Iniciamos la visita. La guía nos explicó que Conímbriga fue una antigua ciudad romana localizada en la vía que iba de Olissipo (Lisboa) a Bracara Augusta (Braga). La población actual más cercana y en la que todavía hay muchos restos, incluido un posible anfiteatro, es Condeixa-A-Velha.
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Entrada a las ruinas. Frente a nosotras, la vía principal. Al fondo, la segunda muralla construida para protegerse de las invasiones bárbaras. Vemos cómo en el exterior ha quedado una casa. |
Construida en la primera mitad del siglo II, destaca, entre otros motivos, por sus mosaicos, pero, sobre todo, por el atrio, en el que hay un estanque ajardinado con formas geométricas y en el que se conservan los surtidores originales. Para su mejor conservación, ha sido protegida con una gran cubierta.
Visita terminada y regreso a Coimbra. Tocaba ir al Café Santa Cruz a oír los fados de Coimbra, que suenan en esta sala todos los días a las 6 de la tarde. No habíamos comido y estábamos muertas de hambre, pero nos equivocamos porque pedimos una tabla de embutidos que no era gran cosa y que, además, fue cara. Parece ser, según nos dijo el guía del día siguiente, que allí solo hay que pedir un café y un pastel típico que únicamente hacen ellos. Por lo menos, disfrutamos de la música.
Y para acabar un día tan completito, nos tomamos una copillas en la cafetería del piso superior del hotel, a donde subimos para ver las vistas nocturnas.
Viernes, 18/03/2022
Teníamos la visita guiada a la Universidad a las 11:30, así que estuvimos haciendo tiempo paseando por el Jardín Botánico. Estaba una mañana preciosa y disfrutamos gratamente de ese tiempo entre miles de especies con interés científico, plantas exóticas y autóctonas, además de elementos decorativos, como las fuentes.
En 1854, el ingeniero Pezerat presentó su proyecto para un invernadero, que aún existe, marcando un avance tecnológico en el uso de hierro y vidrio en la arquitectura de Coimbra. Este edificio fue terminado en 1865 y recoge plantas tropicales que necesitan calor. Entre 1944 y 1949, se realizaron obras que incluyeron la adición de una fuente en la plaza central, bancos de piedra, un invernadero frío y la renovación de las vías entre las diversas secciones del jardín y la zona de bosque.
Nos llamaron la atención algunos árboles monumentales, como esta Higuera de Bahía Moreton, con una altura de 17.8 m y una circunferencia de 13.90 m.
Dos tercios del jardín están formados por bosque, que se compone, principalmente, de árboles exóticos de crecimiento libre y bambú.
Recorrido por la Universidad de Coimbra: Empezamos la visita en el espacio conocido como Paço das Escolas, ocupado actualmente por la Rectoría, la Facultad de Derecho y los Servicios Administrativos y Culturales. Se encuentra en obras.
El 1 de marzo de 1290, Dionisio I (cuya estatua se alza frente a las escaleras que dan acceso al Campus) firmó en Leiria el documento que instituía la Universidad y pedía al Papa Nicolás IV su aprobación. Este, el 9 de agosto del mismo año, reconoció el Estudio General, con las facultades de Artes, Derecho Canónico, Derecho Civil y Medicina. La de Teología se reservó a los conventos dominicos y franciscanos (hasta el año 1380, en que pasó a formar parte de la enseñanza del sistema portugués). Tras su inicio en Lisboa, la Universidad se traslada a Coimbra, donde ocupa el Palacio de Alcáçova en 1308. En 1338, vuelve a trasladarse a Lisboa, hasta 1354, que retorna a Coimbra. En 1377, volvió de nuevo a la capital portuguesa. Allí permanecería hasta 1537, cuando por orden del rey Juan III, vuelve definitivamente a Coimbra.
Este edificio fue Palacio Real desde los tiempos de Afonso Henriques hasta el siglo XVI. La construcción original, la Alcazaba, se construyó bajo las órdenes de Almanzor a finales del siglo X. A partir de 1131, el monarca habitó el Palacio Real de Alcáçova-Alcazaba, convirtiéndose en el primer palacio real del país, en el que nacieron, prácticamente, todos los reyes de la primera dinastía.
A partir del reinado de Dionisio I, el Palacio fue abandonado de forma gradual, hasta que se inició una gran reforma de edificios en el siglo XVI (reinado de Manuel I). En 1544, durante el reinado de Juan III, se instalaron en él todas las facultades de la Universidad de Coimbra. Tras la adquisición por parte de Felipe I, el antiguo Palacio de Alcáçova pasó a pertenecer a la Universidad en 1597, tomando finalmente el nombre de Paço das Escolas (Palacio de las Escuelas)
Gonçalo inició sus explicaciones en la conocida como Vía Latina, una larga balconada del Palacio enmarcada por elegantes columnas neoclásicas. Se construyó durante el reinado de Juan V y su configuración actual data de 1773. El nombre deriva del latín, idioma oficial en la universidad hasta la reforma pombalina de 1772, cuando fue sustituido por el portugués. En el centro, predomina un gran frontón, en el que destacan las armas nacionales y, en lo alto, la omnipresente figura de la Sabiduría. Su escalinata todavía es hoy el lugar central para los estudiantes y los antiguos alumnos. Aquí se realizan, por ejemplo, las fotos de la colocación de las tradicionales cintas en la carpeta académica a principios de curso.
Entramos en la parte del palacio que se puede visitar y nos encontramos, en primer lugar, con la Sala de Armas, también conocida como Sala de los Arqueros. Contiene las armas de la desaparecida Guardia Real Académica. Todavía se utilizan en las ceremonias académicas solemnes, como, por ejemplo, los doctorados, los honoris causa, la investidura del Rector o la apertura de los cursos. A su lado se encuentra la Sala Amarilla, con las paredes forradas de seda amarilla (color de la Facultad de Medicina) y en ella se muestran los rectores de la Universidad (hasta el momento, ninguna mujer ha ocupado ese cargo).
La Guardia Real Académica era el cuerpo de guardias que garantizaba la seguridad del rector, de la casa rectoral, de los edificios universitarios y del perímetro urbano integrado en el área de jurisdicción de la Universidad. Llegados a este punto, tenemos que decir que la Universidad tiene mucho poder en Coimbra y hay muchas cosas para las que se necesita su autorización.
A continuación y, desde unas ventanas laterales situadas en la planta superior, vimos la Sala Grande dos Actos, conocida también como Sala dos Capelos (nombre que se da a la capa ornamental que usan los doctores de la Universidad en las ocasiones solemnes). Aquí se realizan las ceremonias más importantes de la vida académica.
Entre todas ellas, destacan las defensas de las tesis doctorales.
Era el antiguo Salón del Trono del Palacio Real. Aquí tuvieron lugar importantes episodios de la historia del país, como la reunión de las Cortes, en 1383, para proclamar rey de Portugal a Juan I, maestre de la Orden de Avis.
El estado actual data de la reforma efectuada en el siglo XVII por el maestro de obras António Tavares. Los paneles del techo los diseñó Jacinto Pereira da Costa y las obras generales de pintura son de mediados del siglo XVII. Las pinturas que representan a los reyes de Portugal (de Afonso Henriques a Juan IV) fueron realizadas por el pintor danés afincado en Portugal Carlos Falch.
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Chus desde otra perspectiva |
A continuación entramos en el ala real del palacio y nos encontramos con la sala destinada a Cámara Real, hoy Salón del Examen Privado. En este lugar, en el que pernoctaba el monarca, tuvo lugar la primera reunión entre el primer rector D. Garcia de Almeida y los profesores de la Universidad el 13 de octubre de 1537, para constituir definitivamente la institución.
El examen privado era un acto solemne y nocturno, sin asistencia pública, en el cual los alumnos se sometían a la prueba definitiva para obtener la licenciatura.
Este salón fue renovado en 1701 por el maestro de obras de la propia Universidad, José Cardoso. La decoración de las paredes con frisos de azulejos de la ciudad de Coimbra son obra del alfarero local Agostinho Paiva y las pinturas colgadas en las paredes, que retratan antiguos rectores, fueron realizadas por António Simoes. Sobre la bóveda destaca un fresco de José Ferreira Araújo y las insignias son de Joao Vidal y del pintor Gonzalo Mesquita.
Las insignias representan:
A la izquierda, la Facultad de Teología
En el centro, la de Leyes
A la derecha, entrada, la de Medicina
Al fondo, la de Derecho Canónico
Salimos luego a un estrecho balcón desde el que se tiene una magnífica vista de la ciudad. Al principio del vídeo, se ve un edificio blanco que es la Sé Nova y casi al final apreciamos la Sé Velha. Gonçalo nos dijo que tanto en una como en otra se celebran diversas fiestas universitarias que ya nos contaría cuando fuésemos hasta allí (en ese momento no nos dimos cuenta, teníamos que haberle dicho que las contara allí, que se veían los edificios, no hacía falta bajar hasta ellos... así acabamos de cansadas luego, arrastrándonos por las paredes y muertas de risa... Chus incluso desconectó de las explicaciones por el cansancio mental que acumulaba y Pili más de lo mismo, porque el guía intercalaba mucho portugués y con un acento cerrado que ella no entendía... la única que fue muy educada y siguió en todo momento las explicaciones, Marusela... yo iba y venía, jajajajaja)

Salimos del Palacio y nos fuimos a visitar la Capilla de San Miguel. Su construcción se remonta al siglo XVI, aunque probablemente ocupa el lugar de una antigua capilla del siglo XII. Durante los siglos XVII y XVIII fue sometida a pequeñas reformas.
Esta capilla fue también la sede de la Hermandad de Profesores y Estudiantes bajo la advocación de Nuestra Señora de la Luz. Es de estilo manuelino, lo cual es especialmente visible en los grandes ventanales de la nave y el crucero.
Contiene un órgano barroco decorado con motivos chinos. Data de 1737 y cuenta con unos 2000 tubos. Sigue funcionando, aunque por el tamaño de la capilla, cuando hay un concierto, se abren las puertas y la gente lo escucha desde el exterior.
Aquí se pueden casar parejas con la sola condición de que al menos uno de ellos haya estudiado en la Universidad (de hecho vimos una pareja de novios dirigiéndose a su interior).
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Marusela le preguntó al guía por qué en muchas iglesias, en el altar mayor, había una especie de pirámide escalonada... parece ser que es la Escalera de Jacob, que representa el esfuerzo que hay que hacer para ir ascendiendo hasta la divinidad. Los ángeles suben y bajan por ella para ayudarnos |
San Miguel era el santo protector de los soldados, así que antes de ir a una guerra se le rezaba. Y Nuestra Señora de la Luz es la patrona de todos los estudiantes.
Sobre el coro alto se eleva la tribuna que, antiguamente, ocupaba la realeza. Hoy la ocupan altos cargos universitarios.
Seguimos la visita en la Biblioteca Joanina, en la que no se permiten sacar fotografías, lo cual es una pena, porque es impresionante. Hoy se hace la entrada por una puerta lateral y se sale por la que da al patio central. Antes de acceder a ella se pasa por unas salas que son, ni más ni menos, que celdas.
A semejanza de lo que sucedía en otras universidades europeas de prestigio, la Universidad de Coimbra, durante mucho tiempo, tuvo el privilegio de regirse por una legislación propia (Fuero Académico). Este privilegio protegía a la comunidad académica de relacionarse con delincuentes comunes. Se mantuvo hasta 1834, año en que se abolió.
Cuando algún estudiante cometía una infracción, era encerrado en la prisión académica que, después de haberse ubicado en diversos lugares, ocupó este espacio coincidiendo con lo que habría sido la cárcel del Palacio Real. Por lo tanto, se trata de una prisión de origen medieval, la más antigua existente en Portugal, de cuya estructura primitiva se conservan dos celdas estrechas y una escalera de caracol. Como curiosidad, aunque estuviesen encarcelados, los estudiantes asistían a clases por la mañana, acompañados por la Guardia Real Académica, y regresaban a la prisión al final del día.
La Biblioteca Joanina fue erigida en el siglo XVIII por el rey Juan V de Portugal. Forma parte de la Biblioteca General de la Universidad de Coimbra que se encuentra a la derecha según cruzamos la Puerta Férrea para salir al campus actual. Su estilo es marcadamente rococó. Está reconocida como una de las más espectaculares y originales bibliotecas barrocas europeas. Además de lugar para la investigación de muchos estudiosos, el espacio se utiliza frecuentemente como sala de conciertos, exposiciones y otros eventos culturales.
Las miles de obras que forman parte del fondo de la Biblioteca reposan en un lugar lleno de extraordinaria belleza, donde la riqueza de los techos pintados se armoniza con las balaustradas y estanterías fabricadas con pan de oro y maderas tropicales.
Consta de tres pisos, dos de los cuales están a un nivel inferior al del patio. Sus paredes exteriores, de 2.11 m de espesor, la puerta hecha en madera de teca y el interior revestido de madera para absorber el exceso de humedad la convierten en una auténtica caja fuerte con el objetivo de mantener la conservación de los libros.
Tiene tres salas que se comunican entre sí con arcos profusamente decorados y rematados con el escudo real.
Como curiosidad: por la noche, después de cerrar la Biblioteca, parece ser que una colonia de murciélagos que la habita contribuye al correcto mantenimiento de los libros, porque devoran los insectos que se comen el papel. De hecho, las mesas están cubiertas con pieles que las protegen de los excrementos de los animales.
En el vídeo se puede ver parte de la Biblioteca y de la cárcel, así como enterarse de otra curiosidad relacionada con la misma.
Y nos falta hablar de la Torre. En la visita del día anterior, Silvio nos había hecho prestar atención al hecho de que, si tapamos su parte inferior con las manos y nos centramos solo en los relojes, veremos la cara de un búho, con sus grandes ojos (los relojes), símbolo de la sabiduría. La Torre tiene un papel central en la vida cotidiana académica, vinculada a los sonidos emitidos por sus cuatro campanas, de las cuales la más conocida se encuentra en la fachada que mira al río, denominada popularmente como cabra. Esta campana era la responsable de marcar el inicio de las horas de estudio todas las vísperas de día de clases. Según la antigua praxe (práctica académica), el estudiante que asiste por primera vez a la universidad no puede ir por la calle después del tañido de esta campana. Actualmente, todavía suena al final de la tarde. Igualmente, a partir de las 7:30 de la mañana, se puede escuchar de nuevo acompañada por otra de sonido más grave, que se conoce como cabrón, porque obliga al estudiante a despertar para ir a clase.
Como en el pasado, las campanas también convocan a la comunidad académica para los actos realizados en la Sala Grande. Del mismo modo, también suenan con un tono fúnebre cuando se produce la muerte de un profesor.
En los días de nuestra visita, tocaban por la muerte de un estudiante, cosa que nunca había ocurrido con anterioridad. Se trataba del Presidente de la Asociación Académica de Coimbra (AAC) que debía tomar posesión de su cargo en estas fechas y que acababa de morir, con 24 años, en un accidente de tráfico. Esta Asociación, la más antigua de las asociaciones académicas de Portugal, se rige por una Dirección General compuesta por estudiantes que concurren en diversas listas a las elecciones anuales que se celebran a finales de noviembre y en las que tienen derecho a voto todos los universitarios. Su función es representar a los estudiantes y defender sus derechos.
En este enlace podéis acceder a toda la información sobre este sindicato de estudiantes.
La organización estudiantil en Coimbra es verdaderamente curiosa. Marusela le preguntó al guía si para vivir había algo así como las residencias de estudiantes que hay en España. No exactamente, lo más parecido, pero completamente diferentes, son las Repúblicas. En realidad, son edificios compartidos por estudiantes, cuyos orígenes se remontan al siglo XIV. Están regidas por los propios inquilinos, que se comprometen a acatar las decisiones del grupo, siguiendo unos valores de democracia y vida en comunidad. Se agrupan en el Conselho das Repúblicas y están amparadas por la ley portuguesa.
Son, además, una forma singular y única de vivir la época universitaria, por el espíritu de fraternidad y el movimiento cultural y festivo que a menudo se desarrolla en ellas. No en vano se dice que "un año en una república son cien años de vida". En la actualidad existen más de veinte repúblicas que, en su mayoría, se ubican en los alrededores de la Universidad. A sus inquilinos no les gusta ser objeto de la atención turística, pero tuvimos suerte y no había nadie por allí así que pudimos sacar algunas fotos.
En los dibujos y mensajes uno encuentra similitudes con los años 60 y 70, cuando los estudiantes españoles se enfrentaban a los "grises". Aquí parece ser que no sienten tampoco mucho respeto por la policía.
Estos espacios míticos de la vida académica tienen su origen, como ya dijimos, en el siglo XIV, cuando el rey D. Dinis ordenó la edificación de unas casas en la zona de Almedina para albergar a los estudiantes de la universidad a cambio de un pago. Tal y como se conocen ahora, se remontan a los años 30 del siglo pasado. En esa época, los estudiantes de clases menos pudientes decidieron organizarse como alternativa a los altos precios de las rentas y al difícil acceso a residencias. Los movimientos sociales y políticos de entonces, de claro corte socialista, derivaron en estas comunas. Nada que ver con las hermandades clasistas de las tópicas películas americanas.
Cada república es un ente independiente que tiene sus propias políticas de admisión. Algunas hacen fiestas y actividades diversas para financiarse, otras reciben aportaciones de antiguos republicanos y otras subsisten simplemente con lo que sus habitantes pueden aportar. Las hay feministas, conservadoras, progresistas, praxistas, antipraxe, ácratas...
Y ha llegado el momento de hablar de la PRAXE: conjunto de hábitos y normas internas que tiene una universidad. Hablamos de reglamentos, tuna, coros, grupos, jerarquías, en fin, normas tradicionales que establecen las relaciones de un estudiante con sus compañeros, con su facultad/asociación y con los distintos estratos de la vida académica. Va desde el uso del traje académico hasta la práctica de novatadas. En la actualidad, el Conselho das Repúblicas, como nos explicó Gonçalo, está desligado de la praxe, con varias casas con una postura claramente antipraxista, como la de la fotografía superior, en la que no se permite la entrada con el traje académico.
El uso del traje y la capa negros por los estudiantes forma parte de estas tradiciones. Sin embargo, en Coimbra creo que no vimos a nadie llevándolos, al contrario que en Oporto, donde abundaban por todas las esquinas. También en Oporto vimos grupos de estudiantes dedicados a las novatadas, teóricamente para lograr su integración en la vida universitaria. Gonçalo nos contó una de las fiestas que se celebran en Coimbra, que nos explicó a las puertas de la Sé Nova (todavía quedaba bajar hasta la Sé Velha, jejejeje)
La Festa das Latas o Latada tiene lugar en el mes de octubre y marca el inicio del año escolar en la Universidad de Coimbra. A lo largo de una semana, una serie de eventos deportivos y culturales tienen como objetivo dar la bienvenida a los estudiantes de primer año que se unen a la universidad. Esta fiesta comienza con una serenata en el Largo da Sé Nova, dirigida por estudiantes que forman parte de grupos de fado. El punto álgido tiene lugar con el cortejo que recorre las calles de la ciudad. Los universitarios de otros años portan su traje académico, mientras que los novatos usan trajes diseñados por sus padrinos, que asumen un compromiso de amistad con sus ahijados con el fin de ayudarlos durante toda su etapa universitaria. Llevan los colores de su facultad y arrastran latas amarradas a los tobillos, lo que da origen a una comitiva muy ruidosa. El final del cortejo tiene lugar en las orillas del río, donde los padrinos bautizan a los ahijados con el agua del Mondego, en una especie de ritual de aceptación.
Y en la Sé Velha comienza la famosa Queima das Fitas. Es una de las tradiciones académicas más populares del país. Marca el fin de la vida universitaria de los estudiantes de último año con una serie de eventos, fiestas y celebraciones que se desarrollan durante una semana entera.
Organizada por la Asociación Académica, suele tener lugar en mayo y está compuesta por el desfile principal, una ceremonia de bendición de las carpetas académicas, conciertos de músicos nacionales e internacionales, juegos deportivos, una gala formal y una serie de reuniones nocturnas.
Todo comienza con la emotiva Serenata Monumental, de la qe Gonçalo nos enseñó una fotografía. Se trata de una serenata cantada por los estudiantes en los escalones de la Sé Velha. Son canciones bellísimas que los universitarios interpretan mientras la guitarra portuguesa toca, los vocalistas cantan fado y los estudiantes que se gradúan lloran despidiéndose de sus años escolares.
El domingo se celebra el Cortejo Académico, el desfile que comienza con la quema de las cintas: la Facultad de Derecho, rojas; la Facultad de Medicina, amarillas; la de Humanidades, azul oscuro; la de Ciencias y Tecnología, azul claro; la de Farmacia, púrpura; la de Economía, rojas y blancas; la de Psicología y Ciencias de la Educación, naranjas, y Ciencias del Deporte, marrones. A continuación, más de un centenar de carrozas, confeccionadas por los propios estudiantes, descienden desde los edificios históricos de la escuela en el barrio de la Alta hacia la Baixa y el río Mondego. A lo largo del desfile, los estudiantes que van a pie crean una especie de guerra de cerveza, donde todos se empapan con las cervezas portuguesas, Sagres y Super Bock. Al final, los alumnos que se gradúan son "cartolados": llevan una chaqueta con una solapa de color (la de su facultad), una cinta, un sombrero de copa y un bastón y, si alguien quiere darles buena suerte en su futuro profesional, los golpea en el sombrero con su bastón tres veces y les da tres besos en la mejilla (vimos otra foto)
Hasta el año 2018, como parte de esta fiesta, se celebró otro evento: la Garraida. El día anterior a terminar la semana, los estudiantes se dirigían al tren con sus uniformes y cogían el primero a Figueira da Foz. Allí deambulaban por las calles, dormían en la playa y se relajaban hasta la tarde, cuando participaban en un pequeño desafío taurino. Esta tradición fue eliminada en una votación, por asociarse con la crueldad hacia los animales. Sin embargo, los estudiantes siguen yendo a la playa, de modo que se puede ver a los "cuervos", como los llaman los lugareños, tratando de dormir sus resacas en la arena.
Después de escuchar todo esto, uno tiene la sensación de que en Coimbra los estudiantes pasan el día de juerga, uno se pregunta cuándo estudian.
Estábamos agotadas y nos tomamos unas cervecitas antes de seguir la actividad prevista para el día. Cruzamos con el coche el río y aparcamos para ir más tarde al Portugal dos Pequenitos, pero primero buscamos un restaurante para comer. Cuando terminamos la sobremesa, eran casi las 5 de la tarde y en internet habíamos leído que el recinto cerraba pronto, así que decidimos visitarlo al día siguiente antes de dejar Coimbra y aprovechar lo que quedaba de tarde para ver los Jardins das Lágrimas.
Se encuentran en el interior del espacio que ocupa la Quinta das Lágrimas, hoy convertida en un magnífico hotel de lujo. Fue el escenario de lo que los portugueses dicen que es una de las más bellas historias de amor de todos los tiempos, la del amor prohibido entre Pedro IV el Cruel y la gallega Inés de Castro, en el siglo XIV. Esta historia ya la he contado en otras entradas, así que no voy a repetirla aquí. ¿Qué relación tiene este lugar con la pareja? Pues que los amantes aprovechaban cada oportunidad para encontrarse en secreto en estos jardines.
Cuando el padre de Pedro decidió asesinar a Inés, dicen que ordenó que lo hicieran en el mismo lugar de sus reuniones secretas, delante de sus hijos. Sin embargo, lo cierto es que fue asesinada en el Convento de Santa Clara, donde residía con su pareja. También, según la leyenda, las aguas de la fuente que había en el jardín se tiñeron de rojo con la sangre de Doña Inés, siendo aún visibles las marcas de esta en las rocas (con mucha imaginación)...
Hay que pagar la entrada y te dan un plano para recorrer los jardines. Pero, sinceramente, está muy mal hecho, es imposible localizar nada de lo que en él se señala.
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Aquí estábamos iniciando el recorrido, convencidas de que íbamos a ver todo lo que estaba en el plano |
En cuanto al jardín, la protección contra el viento que desempeña la colina que lo rodea, el agua abundante y el rico suelo favorecen el crecimiento de la vegetación. Incluso algunas especies subtropicales encuentran en este lugar su hábitat adecuado.
En 1650 se construyó un muro alrededor de la propiedad y se dibujaron caminos a lo largo del bosque. También se construyó una gran piscina para almacenar el agua que brota de la Fonte das Lágrimas.
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Lo que en el plano aparece como "anfiteatro" |
Al menos, disfrutamos de bellísimos ejemplares de árboles.
Y de restos que no sabemos muy bien a qué correspondían.
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Supuestamente, esto era la pérgola |
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Y esto, la cascada |
Mientras Chus y Marusela seguían buscando los puntos que se señalaban en el plano, Pili y yo decidimos sentarnos... yo no podía más.
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Detrás de Pili, el campo de entrenamiento de golf del hotel |
Me dolían un montón los pies. Un poco decepcionadas por el jardín, decidimos volver al hotel, aunque antes nos detuvimos un momento en el Mirador do Inferno, desde el que se tiene una vista de la ciudad desde el otro lado del río. Bueno, volví yo, Chus fue a hacer un recado y Pili y Marusela se fueron de compras. Ellas tres aún subieron a la terraza, aunque había mucha gente y el camarero estaba solo, por lo que no pudo hacerle a Marusela la caipirinha que se había propuesto probar.
Al día siguiente decidimos madrugar un poco para que Pili, Marusela y Chus tuvieran tiempo para ver Portugal dos Pequenitos (yo lo he visto tantas veces que no quise entrar, me quedé leyendo en el coche)
Sábado, 19/03/2022
Este parque temático fue pensado para que los niños pudiesen entrar y salir de los monumentos más emblemáticos de Portugal, realizados a escala reducida.
El parque se divide en tres espacios:
El primero está dedicado a miniaturas de casas regionales y aldeas típicas portuguesas. El segundo está dedicado a los monumentos más importantes del país. Y el tercero, a las que fueron las colonias portuguesas.
En muchas ocasiones había pensado en visitar este lugar que se encuentra al otro lado de la ría de Aveiro. Y como el día estaba bonito, aceptaron que nos acercásemos. Aunque, a poco más, nos lo pasamos. Por error, le había dicho a Chus que pusiera en el GPS Sao Joao de Aveiro... Total, que yo veía que íbamos como muy al interior. Finalmente, paré el coche para mirar el mapa y entonces me di cuenta del fallo en el nombre del pueblo. Menos mal que lo hice justo antes de la desviación para ir hacia allí, jajajajaja.
La Reserva Natural de las Dunas de San Jacinto resultó ser un paraje de gran belleza en el que es posible observar la evolución de los sistemas dunares y disfrutar de playas en estado semisalvaje. Las Dunas están ubicadas entre las poblaciones de Ovar y San Jacinto, limitadas por el oeste por el Océano Atlántico y por el este, por la ría de Aveiro. Se encuentran a 50 km de Aveiro y a 64 km de Oporto. El Centro de Visitantes de la Reserva Natural de las Dunas de San Jacinto se encuentra a 1.5 km del pueblo, en la carretera N327. La entrada es gratuita, pero es mejor hacer una reserva previa.
Nosotras no visitamos las dunas, quedaron para otra ocasión (hay tres itinerarios correctamente señalizados).
La playa de Sao Jacinto está situada junto al Canal da Barra, en el extremo sur de una amplia franja de tierra que separa la ría de Aveiro del mar. Desde Aveiro se puede llegar en el barco que cruza la ría, ya que para ir en coche es necesario ir hasta Torreira u Ovar, donde hay puentes sobre la ría, y luego bajar hacia el sur recorriendo la vía que termina en este punto. No está siempre vigilada, pero ofrece excelentes condiciones para la práctica del sur. Su extensísimo arenal se presta a dar largos paseos y contemplar una magnífica puesta de sol.
Era hora de comer y nos acercamos a un restaurante que habíamos encontrado en Internet y que está situado sobre una pequeña playita de la zona que da a la ría, el restaurante Portelas. Comimos muy muy bien.
Preciosa foto que hizo Chus junto al restaurante El vino do Douro estaba muy bueno, así que me llevé lo que había sobrado de la botella
Y otro sitio que tanto Marusela como yo queríamos ver era la Playa y la Ermita do Senhor da Pedra, muy cerca ya de Oporto.
Tanto Portugal como Galicia son conscientes de la tremenda fuerza del mar, en el que miles de marineros y pescadores han perdido la vida mientras faenaban. En 1947, en la playa de Matosinhos, 152 de sus vecinos fueron engullidos por el Atlántico. Otros lo pudieron contar, pero pasaron momentos angustiosos en los que se encomendaron al cielo para seguir con esperanzas. Se dice que la historia de uno de esos marineros que vio la muerte de cerca es el origen de la Capela do Senhor da Pedra, una pequeña ermita repleta de misterios y leyendas, ubicada en la playa de Miramar, en la freguesía de Gulpilhares, a medio camino entre las ciudades de Espinho y Vila Nova de Gaia.
No se trata de un templo especialmente bello, su encanto reside en su ubicación y en la historia que tiene detrás. Merece la pena rodearlo por el exterior para sentir la brisa marina.

Una inscripción al lado de la puerta asegura que este lugar era un altar pagano antes de estar dedicado al culto cristiano. El afloramiento granítico en el que se levanta el templo pudo ser escenario de todo tipo de ritos e incluso actos de brujería, aunque no existe clara constancia de esto.
La Capela está rodeada de leyendas de lo más variopinto. Aunque se apunta que fue construida en 1686, no existe una prueba fehaciente de ese hecho. Fuera en el año que fuera, la creencia popular asegura que los habitantes de la freguesía de Gulpilhares tenían planeado construir una capilla en un terreno próximo a la playa. En esos días de preparativos, comenzó a aparecer el reflejo de una luz en las rocas de la playa próxima. Todas las noches se repetía el mismo fenómeno y los lugareños pensaron que era una señal del cielo. Por ese motivo, cambiaron de planes y decidieron ubicar la capilla en las rocas donde aparecía la luz.
Otra leyenda asegura que la Capela fue levantada en agradecimiento a Dios por parte de un marinero que salvó su vida de forma milagrosa. En los momentos en que la muerte lo acechaba en el mar prometió que, si salía airoso, levantaría una capilla en honor a Cristo en el lugar en donde pisara tierra firme.
Otra razón que se podría ajustar a la realidad es que el párroco quisiera acabar con los ritos paganos en las rocas, y qué mejor forma de hacerlo que edificando una iglesia.
Y tampoco se pueden obviar las leyendas que giran en torno a las pisadas de animales que se hallan en las rocas por la parte posterior de la capilla. La tradición dice que una de las marcas fue dejada por un buey y otra, por el caballo del rey portugués Sebastiao I.
Y hasta aquí, el maravilloso viaje de las locas viajeras por tierras portuguesas.
De este viaje nunca,nunca, nunca, me olvidaré de Gonzalo y su ruta. Y, por supuesto, de los intrusos. 🤣🤣🤣🤣🤣
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