miércoles, 2 de agosto de 2023

Junio, 14-29 de 2023: 15 días por Marruecos (Mati, Pilar Fajardo, Pili y María. Enrique) - Parte 8 - FEZ

Sábado, 24/06/2023 (aclaro que parte de las fotos que aquí se incluyen fueron tomadas por Enrique y Mati):


Fez 

Salimos de Ifrane con tiempo suficiente para llegar a Fez para la visita guiada. Pero no contábamos con la gendarmerie ni con la policía de tráfico. Hasta ese momento, no habíamos tenido ningún problema, extraño, conociendo como conozco la manera en que funcionan cuando ven una matrícula extranjera. 

Pues eso: primera parada por parte de la gendarmerie, porque según ellos en el control no ponía ralentir, sino halte, y yo no había parado completamente. Me piden 400 dirhams, y me sale un "My Gosh" desde el fondo del alma, además de añadir que eso es mucho (40 euros), el guardia que se ríe y me dice que podemos dejarlo en 200 dirham. Acepto. Corrupción pura y dura, porque no te dan justificante ni nada, de mi bolsillo al bolsillo del tío.

Un poco más adelante, una policía de tráfico, que me había pasado unos kilómetros de la velocidad permitida. Esos sí, te enseñan la cámara y escriben la multa (que les lleva un siglo): 150 dirham. Y como no hay dos sin tres, otra vez la gendarmerie a la entrada de Fez, pero estos son legales, de nuevo por exceso de velocidad y con papel de por medio. ¡Un siglo para escribir la multa! Otros 150 dirham.


En resumen, que llegamos justísimos. De hecho, mientras Mati y las dos Pilares se acercaban al guía y al resto de turistas para que nos esperaran unos minutos, Enrique y yo buscábamos aparcamiento (tuvimos suerte, había un parking muy cerca)

Fez está considerada la joya de Marruecos. Es una ciudad con una riqueza histórica y cultural que la hace única en el mundo. Sus calles empedradas, sus murallas centenarias y su impresionante arquitectura la convierten en una auténtica maravilla. 

Curiosamente, iniciamos la visita frente al monumento que recuerda la independencia de Marruecos. 


Y digo curiosamente, porque estábamos en una ciudad que data del siglo VIII y hogar de una de las universidades más antiguas del mundo. Aunque a veces queda a la sombra de las otras grandes ciudades del país, como Casablanca, Marrakech y Rabat, Fez tiene un encanto que la hace especial.

Sus callejuelas estrechas te invitan a deambular por ellas y descubrir, así, increíbles maravillas arquitectónicas, como sus muros de adobe y ladrillo, patios con azulejos de colores vivos y pilares tallados con esmero. 



 





 


En las fotos superiores vemos el bellísimo patio del Centro Internacional para el Diálogo Cultural, creado por un habitante de Fez con fuertes conexiones culturales con Italia. Es también un restaurante. 

Tengo que señalar una curiosidad que nos explicó el guía: en Fez es muy fácil perderse, por lo que conviene prestar mucha atención a los letreros que marcan los nombres de las calles. Si son cuadrados, se puede seguir, ya que hay salida, pero si son hexagonales son callejas sin salida. 


Fez el-Bali (la Medina) es un tesoro cultural y arquitectónico que ha resistido el paso del tiempo. Por cierto, hablando de tiempo, el guía insistió en que nos fijáramos en el hecho de que en muchos lugares aparecen dos fechas: una, la occidental, y otra, la del mundo musulmán. 





Con más de 9000 callejuelas, esta gran medina está considerada como la mejor conservada del mundo árabe. Es un auténtico monumento vivo. Como ventaja clara sobre la de Marrakech, prácticamente no tiene tráfico de coches. El transporte se realiza mediante burros, carruajes y motos (pero no tantas como en la ya citada de Marrakech). 



Nos detuvimos en un hammam. Es parte de los inconvenientes de las visitas guiadas, que tienen conciertos con determinados lugares a los que invariablemente te llevan para intentar venderte algo, en este caso unas sesiones de masaje. Pero el local merecía la pena. 







Seguimos la visita y llegamos a una especie de patio que ha sido convertido en un conjunto de talleres artesanos. 


En Fez se encuentran algunos de los talleres artesanales más antiguos de Marruecos, donde los artesanos continúan trabajando el cuero, la cerámica, la madera y otros materiales, siempre con técnicas tradicionales transmitidas de generación en generación. Es un verdadero deleite para los sentidos observar a los artesanos en acción y admirar su habilidad y destreza en la creación de auténticas obras maestras. 





En Fez el-Bali se encuentra el Barrio Andalusí. Surgió a principios del siglo IX, debido a la fuerte emigración de miles de familias de religión musulmana que residían en el sur de España, especialmente tras la "matanza del Arrabal" que tuvo lugar en Córdoba, cuando más de 20 000 familias se marcharon de la Península. Unas 8000 se asentaron aquí, trayendo consigo su arte y su avanzada civilización. 

Uno de los lugares más importantes de este barrio es la Mezquita de los Andaluces, construida entre los años 859 y 860, que se caracteriza por su llamativo minarete verde y blanco. Rivalizaba con la Mezquita de Karouiyine, construida en el lado opuesto y transformada posteriormente en Universidad. 

Como lugar de culto en la actualidad, no se puede visitar, solo fotografiar desde la puerta



Destaca su impresionante puerta orientada al norte, con azulejos decorados, dosel de madera de cedro y tallas.



Esta Mezquita fue fundada por Maryam Bint Mohammed Bin Abdullah al-Fihri, hermana de Fatima al Fihri, fundadora de la Mezquita de Karouiyine (Qarawiyyin). Ambas provenían de una rica familia exiliada de Kairouan, en Túnez. Parece que Fatima, por estar soltera, se convirtió en una rica heredera a la muerte de su padre. Y esta es la Fatima de la famosa "mano", no la hija del Profeta, como creemos normalmente todos los turistas: el guía nos explicó que esta mujer, al crear la primera universidad, se convirtió en símbolo de sabiduría y lucidez.  

Calleja que se abre en un lateral de la Mezquita de los Andaluces


Muy cerca de aquí se encuentra la Medersa Es Sahrij, fundada por el príncipe El Hassan Abu Ali. También, la Madrasa Al-Attarine y la de Bou Inania

Nosotros visitamos la segunda, construida en el siglo XIV, considerada la más bonita de Fez. Fue una de las principales escuelas de la religión coránica, en la que los estudiantes podían residir durante sus estudios. Debido a que una gran parte de las clases se desarrollaban en la Mezquita Al Karaouine (Universidad), la mayoría de las madrasas de la ciudad se situaron en sus alrededores. 

Esta madrasa permaneció en uso hasta principios del siglo XX, cuando los 60 estudiantes que se alojaban en sus 30 habitaciones tuvieron que abandonarlas definitivamente. 




La madrasa se extiende en torno a un patio abierto en cuyo centro se alza una fuente de mármol. Al final del patio, una cúpula de madera de cedro con abundante ornamentación cubre la sala para la oración en la que se puede contemplar el mihrab señalando la dirección de la Meca. 









Las paredes están decoradas con preciosos mosaicos sobre los que se encuentran inscritas algunas frases del Corán. En la parte superior se puede apreciar un detallado trabajo realizado en estuco, que representa cuidados motivos florales. 

Las plantas superiores están ocupadas por las pequeñas habitaciones en las que los jóvenes estudiantes pasaban sus años de estudio. 





Cuando salimos de la madrasa, pasamos por la puerta abierta de la Mezquita Al Karaouine. 



Es una pena que no se pueda ver por dentro. Es uno de los mayores complejos arquitectónicos de Fez. Tiene, además, una excelente Biblioteca que, en 1613, llegó a superar la cantidad de 320 000 obras. En ese momento, estudiantes y sabios comenzaron a desplazarse hasta Fez, convertida en capital de la ciencia y el conocimiento del Magreb. Hoy en día, la Biblioteca conserva unas 30 000 obras, entre las que se cuentan algunos ejemplares raros y manuscritos únicos en el mundo. 

Las casas del barrio han cubierto el perímetro del edificio, ocultando su forma y haciendo muy difícil comprender cuál es el plano general del complejo. Por eso, el guía nos subió a un alto desde el que se pueden ver, por lo menos, los tejados.

Preciosa foto de camino a ver los tejados de la mezquita




La verdad que todo lo que estábamos viendo explica perfectamente por qué la medina completa ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad, con 13 380 edificios históricos, con sus más de 10 000 comercios minoristas... todo igual que hace 1000 años. 

Y todavía quedaba uno de los mayores atractivos de la ciudad: la curtiduría Chouwara. Es una de las cuatro curtidurías tradicionales que continúan con vida en el corazón de la Medina Fez El-Bali. En ellas, infinidad de fosas repletas de tintes naturales componen un colorido paisaje a la vez que se encargan de la producción y coloración del cuero del cordero, el buey, la cabra y el camello. 


Al entrar en la tienda desde cuya terraza se puede ver la curtiduría, te ofrecen un ramito de menta para que te lo lleves a la nariz y contrarrestes el mal olor que desprende el lugar. 

El primer paso que se realiza en las curtidurías tradicionales, como vemos en la fotografía superior, es introducir las pieles en enormes cubas repletas de cal, orines de vaca y excrementos de paloma donde se dejan en reposo durante varios días. Posteriormente, se retiran los restos de pelo que hayan podido quedar adheridos a la piel y se procede a la coloración de las piezas introduciéndolas en grandes cubas rellenas de tintes naturales de diferentes colores. 


Una vez que las pieles están coloreadas y secas, pasan a manos de los artesanos, que se ocuparán de transformarlas en bolsos, maletas, zapatos, abrigos, etc.


Los ciudadanos de Fez dicen que el oficio de curtidor nació con la propia ciudad, allá por el siglo IX, pero la documentación histórica solo reconoce esta actividad como parte del desarrollo económico de la zona a partir del siglo XII. En su origen, todas las curtidurías estaban en pleno centro de la medina. Posteriormente, se decidió trasladar la mayor parte de ellas a la periferia para evitar que sus nauseabundos olores formaran parte de la vida cotidiana. En el caso de la que visitamos, todavía se conserva en la medina. 

Actualmente, este sector da de comer a unas 300 familias. Y ello a pesar de que es una profesión nada agradable y no muy bien remunerada (un curtidor puede cobrar lo que cualquier otro trabajador sin cualificación en Marruecos, unos 2500 dirhams al mes). Es posible que uno decida ser curtidor, porque su padre lo es. Así, las recomendaciones para entrar en la empresa están a la orden del día, ya que, si bien los ingresos no son muchos, son constantes y garantizan una forma de vida.  


Creo que esta visita queda guardada en la retina de por vida, con sensaciones contradictorias. Por un lado, sentimos cierto malestar por las condiciones del trabajo, pero, por otro, casi que se despierta en nosotros una especie de fascinación por el espectáculo de luz y color y la percepción de haber viajado en el tiempo. 

Es importante saber que no se deben comprar objetos de piel en los alrededores de la curtiduría. Una piel es buena cuando no huele. Si desprende un fuerte y desagradable olor, significa que la piel se ha entregado a la curtiduría una vez que ha comenzado ya su proceso de descomposición. Cerca de la curtiduría, el olor de la misma tapa el posible olor del producto que queremos comprar. Es mejor ir a cualquier otra tienda de la medina alejada de la curtiduría. 

La visita estaba a punto de terminar. Salimos de esta parte de la medina junto al río. 


No lo dije hasta ahora, pero el calor era insoportable. Yo creo que hacía más que en Merzouga, allí no sudaba mientras que, en Fez, me caía el agua por la nuca y la espalda a chorros. 


El guía nos llevó entonces a un restaurante muy agradable, sobre todo porque estaba en un patio muy fresco, que era lo que necesitábamos en aquel momento. Aquí, por fin, Enrique pudo probar la famosa ensalada zaalouk, hecha a base de berenjenas. 



Cous cous

Después de descansar, nosotras cogimos un taxi para que nos llevase hasta donde habíamos dejado el coche y Enrique decidió volver andando a través de la medina. Quedamos en vernos en el riad que habíamos reservado.

Tuvimos suerte y pudimos dejar el coche en uno de esos parkings vigilados junto a una puerta que nos introducía de nuevo en la medina, en la zona en donde estaba el hotel. Un chico con su carretilla recogió nuestras maletas y empezó a andar delante de nosotras a toda velocidad. Entre el cansancio y el calor que teníamos, nos daba la sensación de que nos estaba llevando al fin del mundo, metiéndose por callejas que nos preguntábamos cómo íbamos a reconocer para cuando tuviésemos que volver. Luego descubriríamos que estábamos, en realidad, muy cerca.  

Nos alojamos en el Riad Moucharabieh. Lo recomiendo sin ninguna duda. Tiene muy poquitas habitaciones, pero es un lugar muy bonito en el que tanto la propietaria como el resto del personal son superagradables. 





En el balconcillo de nuestra habitación. La sacó Enrique desde la suya, que quedaba justo enfrente

Nuestra habitación era inmensa...




El techo era original, creo que nos dijeron que del siglo XVII. 




En la terraza del riad

Como de costumbre, ellos salieron a dar una vuelta y yo me quedé a descansar. 




Para Enrique, el viaje llegaba a su fin. A la mañana siguiente, lo dejamos en el aeropuerto para su regreso a Londres. 


Y nosotras, después de desayunar, dijimos adiós a Fez. Es cierto que quedaban muchas cosas por ver, pero creo que ya nos habíamos hecho una idea del por qué esta ciudad es Patrimonio de la Humanidad. 


Rumbo a Chefchaouen...



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