Domingo, 25/06/2023 (aclaro que parte de las fotos que aquí se incluyen fueron tomadas por Mati y Pilar):
Chefchaouen
Una vez que dejamos a Enrique en el aeropuerto de Fez, volvimos al riad, desayunamos y enseguida nos pusimos de camino a Chaouen. Así se llamaba cuando los bereberes la fundaron en el siglo XV y cuando acogió a los moriscos y judíos que, en esa época, fueron expulsados de España. En este enclave, crearon su bonita y encantadora medina.
En la actualidad, este lugar se ha convertido en un punto muy turístico, conocido como el "pueblo azul" por el llamativo color de las casas.
Nuestra llegada no fue tal y como nos hubiera gustado, a punto estuvimos de encerrarnos en el riad y no volver a salir, jajajajaja...
Hay que dejar el coche en las afueras de la medina, por donde el paso de los coches es inviable, no solo por la estrechez de sus callejas sino también por el gran número de escaleras. Yo estaba segura de que había reservado un riad cercano a esta zona de aparcamiento. Pero los dos chiquitos que, como siempre, se nos pegaron para guiarnos nos llevaron por un camino que no acababa nunca, bajo un sol abrasador, y en el que no parábamos de subir y bajar escaleras (menos mal que habíamos decidido no llevar las maletas hasta no ver el riad). Cuando llegamos, estábamos congestionadas y solo queríamos beber. Y, al preguntarnos los chicos si íbamos a buscar las maletas luego, les contestamos únanimemente que no (ya habíamos decidido que dormíamos con lo puesto, pero lo de volver a la entrada para cargar por ahí con las maletas nos pareció una locura, por no hablar de la estrechez de las escaleras del riad que teníamos que subir a la fuerza para ir a nuestra habitación)
Lo peor fue cuando yo me hice una composición de lugar, recordando cómo era el pueblo, y me di cuenta de que viniendo por la parte de atrás del riad no había escaleras y el camino era, como yo había supuesto al reservar, muy corto. Pero ya no estábamos con ánimo para ir a buscar el equipaje.
En el riad nos estaba esperando el guía que habíamos contratado para una visita guiada gratuita. Tal y como nos vio de agotadas, dijo que iba a cambiar un poco el recorrido para ir siempre por la sombra y no tener que subir y bajar muchas escaleras. Y lo cumplió.
Chefchaouen no es un pequeño pueblo, en realidad es una ciudad de unos 40 000 habitantes. Lo que ocurre es que todos los turistas se ciñen a la medina, ya que el resto no merece mucho la pena.
Está situada en las estribaciones de la cordillera del Rif, una zona de paisajes siempre sorprendentemente verdes, y se extiende sobre la ladera de una montaña.
La parte alta de la medina, en donde quedaba nuestro riad, está formada por calles estrechas y tranquilas por las que merece la pena pasear. Cualquier rincón es digno de ser fotografiado. En esa zona también se conservan comercios tradicionales.
Textiles, souvenirs, arte, niños con una sonrisa jugando en las calles y muchos gatitos paseando tranquilamente... eso es Chaouen. Las fachadas se pintan todos los años de blanco y azul antes del Ramadán, lo que hace que el color no pierda nunca su intensidad.
Cuenta la leyenda que Mulay Alí Ben Rachid se enamoró de Zhora, una joven española convertida al Islam, originaria del pueblo andaluz de Vejer de la Frontera. Ambos fueron expulsados de la península y juntos emigraron a Marruecos.
Otro de los callejones más fotografiados y concurridos es el Asri. Sus escaleras azules y macetas de varios colores son un bonito escenario.
En la siguiente fotografía vemos otro precioso rincón con sombreros colgados en la pared. Aquí el guía tuvo que intervenir, porque después de hacer la foto unos chiquillos me reclamaron que pagara. Les recriminó que lo hicieran, porque la calle era pública y ellos no tenían ningún derecho a pedir un precio, aún habiendo sido ellos los que habían colocado los sombreros. En todo caso, tendrían que haberme dicho algo antes de que sacase la foto y no después.
Durante siglos, Chaouen fue considerada una ciudad sagrada y se prohibía la entrada a extranjeros. Eso ha permitido que su fisonomía medieval se mantenga prácticamente intacta. Los cambios en la estructura poblacional y urbana de Chaouen son bastante recientes, ya que se realizaron durante el control de las tropas españolas, cuando se hicieron con toda la zona norte de Marruecos para establecer el Protectorado concedido por la Conferencia de Algeciras en 1906 y definido por el Tratado Hispano-Francés de 1912.
Y otro más, conocido como el callejón más azul de Chefchaouen. Una muchacha marroquí estaba haciéndose un selfie en él y le pedimos, por favor, que nos dejase fotografiarla, porque el contraste entre el color de su vestimenta y el de las paredes y el suelo era magnífico.
Llegamos entonces a una pequeña plaza, el Hauta, en la que el guía nos explicó el nombre de la ciudad. Desde aquí, se ven perfectamente las dos altas montañas a cuyos pies se encuentra la ciudad: Tisouka (2050 m) y Megou (1616 m), ambas pertenecientes a la cordillera del Rif. Si miramos hacia arriba, esas dos cumbres semejan dos cuernos, de ahí el nombre, ya que Chefchaouen en bereber significa "mira los cuernos".
Hay distintas teorías. Hay quien dice que se hace para purificar, higienizar, aportar frescor y ahuyentar a los insectos. Otros hablan de la existencia de una importante comunidad judía que vivía aquí en los años 30. Según esta versión, fueron ellos los que empezaron a pintar las paredes y puertas de azul en señal de libertad y para eliminar el color verde que suele representar al islam.
Destaca su kasbah o Alcazaba, que ya habíamos visto por su parte posterior cuando nos acercábamos por un callejón a la plaza.
Es una fortaleza que ha sido restaurada y que, actualmente, alberga en su interior un pequeño museo etnográfico que no visitamos.
Nos han quedado muchos sitios por ver en Chefchaouen. Pero seguro que haremos otro viaje y entonces completaremos la visita. Nos hablaron del Parque Nacional de Talassemtane y las cascadas de Akchour.
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