domingo, 6 de agosto de 2023

Junio, 14-29 de 2023: 15 días por Marruecos (Mati, Pilar Fajardo, Pili y María) - Parte 9 - CHEFCHAOUEN

Domingo, 25/06/2023 (aclaro que parte de las fotos que aquí se incluyen fueron tomadas por Mati y Pilar):


Chefchaouen 

Una vez que dejamos a Enrique en el aeropuerto de Fez, volvimos al riad, desayunamos y enseguida nos pusimos de camino a Chaouen. Así se llamaba cuando los bereberes la fundaron en el siglo XV y cuando acogió a los moriscos y judíos que, en esa época, fueron expulsados de España. En este enclave, crearon su bonita y encantadora medina. 

En la actualidad, este lugar se ha convertido en un punto muy turístico, conocido como el "pueblo azul" por el llamativo color de las casas. 




Nuestra llegada no fue tal y como nos hubiera gustado, a punto estuvimos de encerrarnos en el riad y no volver a salir, jajajajaja...

Hay que dejar el coche en las afueras de la medina, por donde el paso de los coches es inviable, no solo por la estrechez de sus callejas sino también por el gran número de escaleras. Yo estaba segura de que había reservado un riad cercano a esta zona de aparcamiento. Pero los dos chiquitos que, como siempre, se nos pegaron para guiarnos nos llevaron por un camino que no acababa nunca, bajo un sol abrasador, y en el que no parábamos de subir y bajar escaleras (menos mal que habíamos decidido no llevar las maletas hasta no ver el riad). Cuando llegamos, estábamos congestionadas y solo queríamos beber. Y, al preguntarnos los chicos si íbamos a buscar las maletas luego, les contestamos únanimemente que no (ya habíamos decidido que dormíamos con lo puesto, pero lo de volver a la entrada para cargar por ahí con las maletas nos pareció una locura, por no hablar de la estrechez de las escaleras del riad que teníamos que subir a la fuerza para ir a nuestra habitación)

Lo peor fue cuando yo me hice una composición de lugar, recordando cómo era el pueblo, y me di cuenta de que viniendo por la parte de atrás del riad no había escaleras y el camino era, como yo había supuesto al reservar, muy corto. Pero ya no estábamos con ánimo para ir a buscar el equipaje. 

En el riad nos estaba esperando el guía que habíamos contratado para una visita guiada gratuita. Tal y como nos vio de agotadas, dijo que iba a cambiar un poco el recorrido para ir siempre por la sombra y no tener que subir y bajar muchas escaleras. Y lo cumplió.


Chefchaouen no es un pequeño pueblo, en realidad es una ciudad de unos 40 000 habitantes. Lo que ocurre es que todos los turistas se ciñen a la medina, ya que el resto no merece mucho la pena.  

Está situada en las estribaciones de la cordillera del Rif, una zona de paisajes siempre sorprendentemente verdes, y se extiende sobre la ladera de una montaña.   

La parte alta de la medina, en donde quedaba nuestro riad, está formada por calles estrechas y tranquilas por las que merece la pena pasear. Cualquier rincón es digno de ser fotografiado. En esa zona también se conservan comercios tradicionales.





Textiles, souvenirs, arte, niños con una sonrisa jugando en las calles y muchos gatitos paseando tranquilamente... eso es Chaouen. Las fachadas se pintan todos los años de blanco y azul antes del Ramadán, lo que hace que el color no pierda nunca su intensidad. 




Cuenta la leyenda que Mulay Alí Ben Rachid se enamoró de Zhora, una joven española convertida al Islam, originaria del pueblo andaluz de Vejer de la Frontera. Ambos fueron expulsados de la península y juntos emigraron a Marruecos.

Mulay le prometió a Zhora construir una ciudad idéntica a su pueblo natal, debido a la añoranza que sentía de su lugar de origen. Así, en 1471, nació Chefchaouen. 



El guía nos fue indicando aquellos lugares que son especialmente fotografiados, sobre todo porque aparecen en diversas películas o spots publicitarios.

Así, descubrimos el callejón Sidi Bouchouka (afortunadamente, no había muchos turistas cuando fuimos nosotras, por lo que no tuvimos que hacer cola para hacer una foto allí). Aquí, unas bonitas jardineras de colores presiden unas escaleras que quedan enfrente de una mezquita. 



Otro de los callejones más fotografiados y concurridos es el Asri. Sus escaleras azules y macetas de varios colores son un bonito escenario.  



En la siguiente fotografía vemos otro precioso rincón con sombreros colgados en la pared. Aquí el guía tuvo que intervenir, porque después de hacer la foto unos chiquillos me reclamaron que pagara. Les recriminó que lo hicieran, porque la calle era pública y ellos no tenían ningún derecho a pedir un precio, aún habiendo sido ellos los que habían colocado los sombreros. En todo caso, tendrían que haberme dicho algo antes de que sacase la foto y no después. 


Durante siglos, Chaouen fue considerada una ciudad sagrada y se prohibía la entrada a extranjeros. Eso ha permitido que su fisonomía medieval se mantenga prácticamente intacta. Los cambios en la estructura poblacional y urbana de Chaouen son bastante recientes, ya que se realizaron durante el control de las tropas españolas, cuando se hicieron con toda la zona norte de Marruecos para establecer el Protectorado concedido por la Conferencia de Algeciras en 1906 y definido por el Tratado Hispano-Francés de 1912. 




Nos llamó la atención un puesto de zumo de naranjas recién exprimidas. Curiosamente la decoración estaba hecha con plantas y naranjas artificiales, jejejejeje...  


A continuación, otro de los rincones más fotografiados dentro del mundo de la publicidad.


Y otro más, conocido como el callejón más azul de Chefchaouen. Una muchacha marroquí estaba haciéndose un selfie en él y le pedimos, por favor, que nos dejase fotografiarla, porque el contraste entre el color de su vestimenta y el de las paredes y el suelo era magnífico.
 

Llegamos entonces a una pequeña plaza, el Hauta, en la que el guía nos explicó el nombre de la ciudad. Desde aquí, se ven perfectamente las dos altas montañas a cuyos pies se encuentra la ciudad: Tisouka (2050 m) y Megou (1616 m), ambas pertenecientes a la cordillera del Rif. Si miramos hacia arriba, esas dos cumbres semejan dos cuernos, de ahí el nombre, ya que Chefchaouen en bereber significa "mira los cuernos". 



En los alrededores, puestos de especias y otros aderezos usados en alimentación
.


 

En la plaza estuvimos conversando sobre las plantaciones de cannabis. Hay un montón en los alrededores de la ciudad, razón por la que mucha gente la visita y por la que siempre fue conocida entre los hippies en los años 70 y 80. Si alguien te ofrece kif mientras paseas, ten cuidado, porque su consumo es totalmente ilegal. 

En otro precioso rincón, el guía nos contó el motivo por el que el pueblo pinta sus casas de color azul. 


Hay distintas teorías. Hay quien dice que se hace para purificar, higienizar, aportar frescor y ahuyentar a los insectos. Otros hablan de la existencia de una importante comunidad judía que vivía aquí en los años 30. Según esta versión, fueron ellos los que empezaron a pintar las paredes y puertas de azul en señal de libertad y para eliminar el color verde que suele representar al islam. 

Sin embargo, el guía nos explicó que el azul representa el cielo: en unos momentos en los que el pueblo perdía la esperanza, en los que la pobreza y el hambre se cebaban con la población, alguien pensó que recordar que Dios los ayudaría era importante. Y bajar el azul del cielo a la altura de la vista era una forma de conseguirlo. 

Estábamos frente a una puerta que, según nos dijo el guía, escondía una casa enorme cuyo tamaño ni siquiera podíamos imaginar. Y más sorprendente aún: la casa había sido el hogar de Franco. Chaouen fue una de las principales bases del ejército español y fue aquí donde se bajó por última vez la bandera española en 1956, cuando la ciudad volvió a ser gestionada por el país africano. 

Todavía más: el guía se permitió contarnos su visión personal de por qué los marroquíes siguieron a Franco en su rebelión contra la República. Según él, Franco les dijo que se había convertido al Islam y que la lucha en España era una especie de Guerra Santa contra los infieles. No sé si eso es verdad o no, pero él parecía muy convencido. Y de hecho insistió en que la figura de Franco no era bien vista ahí, porque, con el tiempo, descubrieron que les había mentido. 

Puerta de la casa de Franco


Finalmente, llegamos al centro neurálgico de Chaouen, la plaza Uta el-Hamman. Se la reconoce por el inmenso pino que está plantado en su centro.   



Destaca su kasbah o Alcazaba, que ya habíamos visto por su parte posterior cuando nos acercábamos por un callejón a la plaza. 


Es una fortaleza que ha sido restaurada y que, actualmente, alberga en su interior un pequeño museo etnográfico que no visitamos. 

Aquí se encuentra también la Gran Mezquita, del siglo XV, cuya torre octogonal muestra una configuración muy poco habitual en Marruecos en este tipo de edificios. 

La plaza está llena de terrazas de cafés y restaurantes, donde siempre hay una gran animación. 



Nos quedamos a comer en el restaurante Aladdin, en una de las esquinas de la plaza. Subimos hasta el piso más alto, en donde, por lo menos, estábamos un poco más frescas. He de decir que antes, al despedirnos del guía, nos dijo algo muy bonito: que había tal compenetración y buen rollo entre nosotras que se lo había pasado genial. 




Regresamos después al riad a descansar un rato hasta que bajara el sol. 



Al atardecer ellas volvieron a salir para hacer compras. Yo estaba muy cansada y me quedé en el riad

Chaouen es conocida por su próspero sector de la artesanía, que se ha convertido en uno de los principales motores económicos y de desarrollo de la provincia. La rica herencia artística y cultural de la región se manifiesta en la diversidad y originalidad de los productos artesanales que se encuentran en los mercados y tiendas de la ciudad.

Los artesanos locales son expertos en una amplia variedad de oficios, desde la talla de madera y la cerámica, hasta la tejeduría, la joyería, la forja y la pintura. Cada pieza artesanal es única y refleja la dedicación, habilidad y creatividad de los artesanos que la crearon. 



Nos han quedado muchos sitios por ver en Chefchaouen. Pero seguro que haremos otro viaje y entonces completaremos la visita. Nos hablaron del Parque Nacional de Talassemtane y las cascadas de Akchour.






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