lunes, 5 de febrero de 2024

Febrero, 04 de 2024: Excursión a la Isla de Ons (Matilde, Pili y María)

Domingo, 04/02/2024 (aclaro que parte de las fotos que aquí se incluyen fueron tomadas por mis compañeras):


ISLA DE ONS (ILLA DE ONS, en gallego)

Muchas veces habíamos hablado de ir a esta isla, pero por unas cosas o por otras, siempre acabábamos por no ir. Esta vez lo hicimos, sin planificarlo, porque Pili encontró un post que anunciaba un viaje de la naviera Piratas de Nabia, desde Bueu, este domingo, a las 11 de la mañana, con vuelta a las 6 de la tarde, ruta guiada por parte de la isla y cocido incluido, todo por 40 euros.


La Isla de Ons pertenece al municipio pontevedrés de Bueu, situada a la entrada de la Ría de Pontevedra. Es la isla principal del archipiélago de las Ons que forma, junto con la isla de Onza u Onceta y otros pequeños islotes. Este archipiélago, más el de las islas Cíes, Sálvora y Cortegada, constituyen el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia. Esta isla solo se puede visitar con autorización de la Xunta de Galicia, al igual que ocurre con las islas Cíes, por lo que es mejor hacer una visita organizada, ya que la naviera se encarga de tramitar esos permisos. 

                   En el vídeo vemos Bueu desde el barco, antes de partir

                                Ya dejando atrás el puerto

                                   Las típicas bateas para el cultivo del mejillón en el trayecto 

La costa de la isla presenta un acentuado contraste entre la parte oriental (la que mira a la ría), de costa relativamente baja y en la que se abren las playas de la isla, y la occidental (que se halla frente a mar abierto), un litoral enteramente acantilado en el que se abren numerosas furnas (cuevas formadas por la acción del mar) 

Caminar por la isla da la sensación de hacerlo por una meseta, con una sucesión de elevaciones de cima bastante llana que conforman páramos de tojo y brezo. Carece de corrientes de agua continua, pero, a pesar de ello, hay riachuelos estacionales que se canalizan en fuentes y lavaderos. Precisamente, la existencia de agua dulce es lo que permitió el asentamiento de población. El clima es seco, soleado y ventoso

Mati y Pili en el malecón del muelle de la isla al llegar. La pequeña playa que se ve al fondo es conocida como la Playa de las Dornas, antiguas barcas pesqueras que hoy ya no se usan en la isla

Mirada hacia el otro lado del malecón, hacia la playa Area dos Cans

No todo el mundo estaba apuntado para la caminata, pero aún así éramos muchos, por lo que tuvimos que dividirnos en dos grupos. El nuestro, con el guía, partió primero. 

De todas las rutas que se pueden hacer y que veis en la foto de la isla
proporcionada por la naviera, hicimos la más corta, teniendo en cuenta que había que volver para el cocido 

Alcanzando la nueva iglesia, nos detuvimos para que el guía nos explicara un poco de la historia de la isla. 

Parece ser que estuvo habitada desde tiempos muy antiguos, de hecho se han encontrado restos paleolíticos que hoy se conservan en el Museo Provincial de Pontevedra. Sin embargo, los primeros asentamientos encontrados datan de la Edad de Bronce. Hay un castro, conocido como Castelo dos Mouros, que todavía está sin excavar, pero que ya muestra la estructura defensiva circular. Más al norte, se halló otro castro más pequeño, A Cova da Loba. El primero fue romanizado en torno al siglo I. 

Realmente, es en la Edad Media cuando empezamos a tener noticias de la isla. En el año 899, aparece un escrito con la donación de la isla por parte del rey Alfonso III al obispo de Santiago de Compostela. El Cabildo la posee hasta el siglo XVI. El guía nos contó que la existencia de un sepulcro antropomorfo (Laxe dos Cregos) en la playa de Area dos Cans hace pensar que existió un monasterio o convento, o quizá tal vez un eremita (no hay resto alguno de un tipo de construcción que pueda sugerir la presencia de ninguna de esas edificaciones). Según la tradición, la tumba, que se puede ver con marea baja, es la de un monje que habitó en la isla. Y, también según la tradición, los monjes la habrían abandonado por la llegada continua de piratas de origen nórdico. 

Ahí vemos A Laxe dos Cregos



Contemplando la roca, vemos que está llena de aves marinas, lo que también aprovechó el guía para explicarnos más cosas sobre la fauna de la isla. 

Aquí habitan gaviotas patiamarillas, pero también es importante la colonia de cormoranes moñudos. Nunca había escuchado a nadie describir estas aves con la gracia con la que lo hizo el guía: los comparó con buzos, y sugirió que sus plumas negras los protegen del frío de estas aguas, porque vienen siendo algo así como sus trajes de neopreno. De hecho, cuando salen y las extienden al sol, lo que están haciendo es secarlas para que estén listas para una nueva inmersión. Y también nos dijo que sus ojos son especiales, que llevan una protección que les permite ver como si de gafas de buceo se tratase. 

En cuanto al arao común, hoy está extinto tanto en Ons como en las Cíes. Es un ave muy sensible que no soporta ser molestada o asustada durante la cría. Además, solo ponen un huevo que, con frecuencia, es depredado por otras aves, especialmente por las gaviotas marinas. También son hipersensibles a la contaminación. 

Los mamíferos terrestres son escasos. Destacan las musarañas comunes y las nutrias. Otros son especies invasivas que llegaron a nado o en algún barco, como las ratas y los conejos. Pero sí abundan los mamíferos marinos, como el delfín común (de hecho, en el viaje de vuelta, acompañaron durante un rato al barco)

Los reptiles, como la lagartija ibérica, el lagarto ocelado (el más grande de Europa, con unos 18 cm sin contar la cola) y culebras diversas, como la culebra de escalera, la culebra lisa meridional y la culebra viperina, son también frecuentes. 

Lavadero de uno de los barrios de la isla

Seguimos caminando y llegamos a este lavadero, lugar de reunión de la gente de la isla en otros tiempos. 

En el siglo XVI, el archipiélago de Ons pasó a una familia de nobles, Los Montenegro. A finales de este siglo, aumentó el asedio de los corsarios ingleses , con Francis Drake a la cabeza, que terminó con la huida de los isleños a la costa. Durante la Guerra de la Independencia, se construyeron dos baterías, el Castelo das Rodas, al norte, y la fortaleza de Pereiró (al sur). La piedra utilizada no se conserva pues se usó para levantar las nuevas viviendas. 

Por matrimonio, la isla pasó a manos del Marqués de Valladares,  que instaló en ella una fábrica de salazón que atrajo a gente de Bueu y Cangas, que harían de la pesca su actividad fundamental. En 1920, la isla también se repobló con pinos para explotar la madera en la construcción de barcos. 

En 1929, Manuel Riobó compró la isla y transformó la fábrica de salazón, en decadencia por el crecimiento de las conserveras, en un secadero de congrio y pulpo. Cuando comienza la Guerra Civil, el heredero, de firmes creencias republicanas, se suicidó, con lo cual la isla quedó sin sucesión directa. El gobierno franquista expropió las islas con la intención de crear una base de submarinos, que nunca llegaría a ser una realidad. A la guerra le siguió la hambruna, sin embargo, la población no dejó de crecer (en 1955, Ons llegó a tener censadas unas 530 personas). En este momento se dota a la isla de una iglesia y de una escuela.

No cabe duda que las condiciones de vida en una isla son duras. Esto motivó el despoblamiento en unos 20 años, a la vez que empezaba a desarrollarse una incipiente actividad turística. Actualmente, hay muy pocas personas que residan de forma permanente en la isla, la mayoría de los habitantes de las casas solo las utilizan en verano o en los fines de semana en los que el tiempo lo permite. 

Hay que tener en cuenta que, a lo largo de los siglos, los colonos han pagado siempre rentas: primero, al Arzobispo; después, a las familias de Montenegro y Valladares; en el siglo XX, a Riobó, y, además, estaban obligados a venderles todo el pulpo que pescaban. Los habitantes siempre han luchado por el reconocimiento de su propiedad sobre las tierras, cosa que estuvieron a punto de conseguir en la Segunda República, pero aún hoy día, si bien no pagan rentas, siguen siendo colonos, porque las casas y las tierras no son suyas.

Después de pasar por las manos de varios organismos oficiales, en 1982 la isla fue transferida a la Xunta de Galicia. El 1 de julio de 2002, se integró dentro del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Illas Atlánticas de Galicia. Es un ecosistema marítimo-terrestre cuyos principales valores son el albergar una importante colonia de aves marinas y poseer unos fondos marinos de gran diversidad. Esto trajo consigo varias medidas de protección: en 2001, ZEPA, Zona de Especial Protección para las Aves; en 2004, el Complejo Intermareal Ons-O Grove fue declarado Lugar de Importancia Comunitaria; también en 2004, Zona de Especial Protección de los Valores Naturales.  

Abajo, el muelle

A lo largo de los siglos, como hemos visto, la economía de la isla fue variando. La pesca siempre había sido la actividad principal y se realizaba utilizando dornas, embarcaciones pequeñas de madera, de proa alta y curva, quilla profunda y movidas a remo. Hoy se usa la gamela, más plana, con la popa y el fondo rectos, mucho más manejable. 

Las artes de pesca que se empleaban en estas embarcaciones para pescar pulpo, nécora y otros mariscos es el palangre (un cabo que se extiende en el mar y tiene varios anzuelos) y las nasas (jaulas donde se pone un cebo en donde entran las presas y luego no pueden salir)

La agricultura y la ganadería completaban la alimentación y los ingresos familiares. Había cultivos de centeno, habas, maíz, patatas y trigo. 

Hoy, al ser Parque Nacional, muy pocas personas tienen licencia de pesca y la economía se basa fundamentalmente en el turismo. 



Llegamos al Faro de Ons, uno de los más grandes y de mayor alcance de España. Está situado en la parte más alta de la isla y es obra del arquitecto Rafael de la Cerda. Se encendió por primera vez en 1865, se revistió con azulejos en 1932 y fue de los últimos faros de petróleo a presión. A partir de 1990, funcionó con energía fotovoltaica. 




Bordeando el faro, hay un camino que sigue a la derecha en donde enseguida nos encontramos con el helipuerto. 


Con el guía seguimos la pista hasta encontrarnos con la que bordea toda la costa oeste. Pero nosotros tiramos hacia la izquierda, hacia el sur, entre un espeso matorral de tojos, brezos y jaras, que cada vez son más escasos por las duras condiciones que impone el océano. El guía y parte del grupo decidió atajar por la zona en donde se sitúa el camping para volver al puerto, pero otros optamos por seguir un poco más. La ensenada de Caniveliñas va llenando nuestros ojos, un profundo entrante que define la parte más estrecha de la isla, de tan solo 350 m de anchura. 



Seguimos por la pista hasta la zona más baja de la ensenada, ahí tiramos hacia la izquierda para dirigirnos al este, hacia la ría, al barrio de Curro. Y un poco más adelante, en el siguiente desvío, entre los muros que delimitaban antiguas fincas, volvemos a tomar el camino de la izquierda. En 5 minutos llegamos a la pista asfaltada y regresamos a la aldea. 


Acantilados de la zona sur

Bellos campos amarillos de unas flores conocidas como Vinagrillo

Al llegar al pueblo, entramos en Casa Acuña dispuestas a comer el cocido. Una sopa muy rica de primero, el cocido no muy logrado: mucho pollo, nada de jarrete (la carne de ternera a saber de qué parte era), nada de lacón y mucho tocino, poca costilla y algo de oreja. En lugar de garbanzos, habas. Poca patata. El postre, rico, pero escaso: una tarta de manzana y unas mini orejas.

De todas formas, disfrutamos de una agradable comida y sobremesa con muchas risas. Al terminar, salimos con la intención de dar otro paseo.  



Pero... en el bajo del restaurante habían montado baile y a mí me tiraban los pies, así que decidí quedarme allí mientras ellas se iban de marcha. Estas son las fotos que me pasaron después. Se fueron en dirección a la Playa de Melide.  





Yo aún bailé unos merenguitos y alguna bachatita... jejejejeje. 

Finalmente, a las 6 salíamos de vuelta para Vigo con la sensación de haber pasado un día magnífico, pero cansadas... muy cansadas...

No descartamos pasar 4 diítas cuando venga el buen tiempo en el camping. 


Antes de terminar la entrada, quiero dejaros aquí algunas de las leyendas que se cuentan sobre la isla: 

En Ons está muy arraigada la Leyenda de la Santa Compaña (procesión de almas en pena que anuncian la muerte). Se dice que aquí entra por Punta Centolo y que, tras dejar aviso, desaparece por el cementerio.

Otra de las más comunes es el mal de ojo. En Ons se dice que para echar mal de ojo hay que ir a Beluso, traer un sapo, meterle un trozo de ropa de esa persona en la boca y conjurarlo. Para eso hay que ir a la playa, hacer 18 bolas de algas, poner la mitad a la derecha y la otra mitad a la izquierda, tirar al mar las nueve de la derecha y luego, dejar secar en la lareira de casa las otras nueve, para acabar también tirándolas al mar. 

También se dice que en el Buraco do Inferno se oyen los lamentos de las almas que sufren tormento por sus pecados, lamentos que se oyen cuando hay vendaval y cuyo origen real está en el golpeo del mar contra la roca. 



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