Fin de semana en la "Costa da Morte": Camariñas, Camelle, Laxe, Corme, Malpica
Tuvimos que retrasar este viajecito una semana porque Chus había dado positivo por COVID-19. Pero, finalmente, lo pudimos hacer y disfrutar. Un tiempo extraordinario.
Habíamos reservado en Laxe, pero decidimos empezar la ruta por Camariñas. Antes de eso, pasamos por Brandomil, con su famoso puente medieval.
Brandomil, oficialmente San Pedro de Brandomil, es una parroquia y una aldea del municipio de Zas, en la provincia de A Coruña. El término Brandomil parece ser de origen suevo.
En esta aldea, todo recuerda a los romanos, que llegaron aquí para llevarse su oro. El escritor Eduardo Pondal personalizó el topónimo convirtiéndolo en un héroe celta y lo enterró en el dolmen de Arca da Piosa.
La localidad está situada a orillas del río Xallas. Un castro da fe de que ya antes de los romanos la vida se desarrollaba en la zona.
En el año 2007 se llevó a cabo una excavación dirigida por Juan Naveira, que reveló la importancia del asentamiento romano. Posteriormente, hubo otra campaña dirigida por Lino Gorgoso que evidenció la existencia de una vía empedrada de gran tamaño, de hasta 5 m de ancho.
Parece ser que los romanos encontraron en Brandomil su particular fiebre del oro. En Limideiro lavaban el mineral y allí hay una laguna que, según los viejos del lugar, contiene unas escaleras de oro que bajan hasta el fondo. Para otros, la profundidad es ilimitada y hay quien asegura que abajo hay una cazuela del brillante metal que se puede ver en los días claros.
Sea como fuere, lo más destacado y llamativo de Brandomil es su famoso Puente Medieval, que da una medida exacta de la grandiosidad de su pasado. Formaba parte del antiguo camino de Santiago a Fisterra antes de ser relevado por un puente de hormigón en los años 40 del siglo XX. Posee cuatro arcos de sillería, tres de ellos de la misma luz, 8.20 m, y el otro, en un extremo del puente, de menor luz, 4.30 m. El ancho de la calzada es de 2.75 m. Por sus características constructivas y formales se puede fechar la construcción de este puente en el siglo XVII, lo que indica que no es realmente medieval, pero mantiene esa denominación porque parece ser que aquí hubo otro puente con anterioridad, quizás sobre el siglo XI o XII.
De aquí, fuimos directas a Camariñas. Se trata de un municipio de la provincia de A Coruña, en la comarca de Tierra de Soneira, en la Costa de la Muerte. Está situada en una península junto a la ría homónima. Es un pueblo marinero que se ha hecho famoso no solo por sus encajes de bolillos sino también por su riqueza natural y ambiental. Se cree que su topónimo procede de la planta arbustiva Caramiña, especie protegida en peligro de extinción, con pequeñas flores blancas que semejan copos de algodón y que, durante la primavera, cubren gran parte del paisaje. En la Playa del Trece se encuentra la mayor reserva de Galicia. También se las conoce como plantas del hambre, porque en la Guerra Civil la gente comía su fruto para engañar al estómago.
En el panel, podemos ver las cosas más destacadas que un visitante no debería dejar de tener en cuenta.
Sin embargo, para nosotras, la villa resultó un tanto decepcionante. Dimos un paseo junto al puerto en el que el olor era bastante desagradable, creemos que por problemas y funcionamiento incorrecto de los sistemas de desagüe y canalización. Al final, acabamos buscando una farmacia, porque se me había olvidado el líquido para las lentillas, y ya. Decidimos seguir rumbo a Camelle, no sin antes descubrir que para los marineros las sirenas fueron las primeras "palilleiras" en hacer el encaje de Camariñas.
Antes de llegar a Camelle, nos detuvimos en Faro Vilán, del que dicen que es uno de los faros más bonitos de Galicia. Lo cierto es que este faro parece suspendido sobre una roca gigante haciendo juego con los colores de esta.
Su nombre proviene de un vocablo gaélico irlandés que significa "gaviota". Estas aves sobrevuelan continuamente la zona, que acoge la única colonia española de gaviotas tridáctilas.
Desde el Faro Vilán hasta Camelle encontramos la Costa da Morte en estado puro, con innumerables naufragios a sus espaldas, cuerpos sin vida escupidos por el mar y tragedias que se convirtieron en leyendas. El paisaje es sobrecogedor y las playas salpican la costa entre acantilados y rocas.
Por eso mismo, todavía cerca de Camariñas está el Cementerio de los Ingleses. En 1890 se produjo un terrible naufragio en la Ensenada del Trece. De los 175 marineros que iban a bordo del HSM Serpent, solo 3 lograron salvar su vida. Desde el cementerio hay un sendero que lleva a esa playa, con una increíble arena blanca y aguas de color turquesa, una de las más salvajes de Galicia.
Las gentes de esta villa son conocidas por su entrega a la hora de rescatar a los marineros que naufragan en la Costa da Morte. Algunos de los naufragios más conocidos son los siguientes:
Sus extrañas creaciones nunca fueron rechazadas por sus vecinos. Y cada vez más turistas y visitantes se interesaban en la obra de este hombre. Se transformó en un personaje de leyenda por su lucha contra la construcción del espigón, que invadía su jardín. Se dice que murió de pena cuando la marea negra del Prestige acabó por destrozar los tesoros que llevaba décadas construyendo y cuidando. En 2002 murió el hombre, pero permaneció el artista. Hoy, en Camelle, hay un museo dedicado íntegramente a él.
Muertas de hambre y sin encontrar ni un solo sitio abierto (esta zona en invierno está prácticamente vacía), llegamos a Laxe, en donde por fin encontramos una cervecería donde pudimos comer una excelente hamburguesa de criollo (yo) y un buen sandwich mixto completo (Chus).
Quedamos sorprendidas por el color de las aguas en Laxe |
En la visita a Punta Roncudo, podemos imaginarnos las terribles historias de naufragios, así como el valor de los "percebeiros" que se baten con el mar para coger el preciado marisco.
Las cruces que se pueden ver en varios puntos son un homenaje a esos hombres cuyos cuerpos nunca aparecieron. Sus viudas o descendientes siguen cuidándolas.
En la actualidad, se recogen los percebes con más seguridad, porque se va en grupos, en los que cada vez hay más mujeres. Además, ahora llevan trajes de neopreno.
Es un lugar tranquilo en el que no se oye más que el silencio.
Antiguamente, en el lugar en el que se encuentra la capilla se celebraban ritos paganos. Sobre la puerta de entrada se lee: "Capela nosa señora do faro. 1731". Suponemos que es el año de inauguración de la capilla. Como ya dijimos en otra ocasión, en las villas marineras hay una tradición que se repite constantemente: las mujeres cambiaban las tejas para que los vientos cambiaran y los marineros volvieran sanos y salvos a casa.

Más abajo, encontramos la playa de Balarés. Situada en un entorno natural espectacular, tiene una arena blanca y fina y oleaje moderado. Está rodeada por un amplio y cuidado pinar que dispone de un amplio merendero para comer a la sombra.
Y ya de regreso en Laxe, con su bellísima playa y sus aguas color turquesa.
¿Podéis adivinar lo que pasó?...
Chus, como siempre, se levantó temprano y pudo fotografiar un precioso amanecer.
Yo lo hice un poco más tarde.
Y al bajar, hice una foto y un vídeo de lo que teníamos enfrente del hotel.
Después de un buen desayuno, con un bizcocho casero de naranja para chuparse los dedos, nos fuimos a hacer la ruta de los percebes, que recojo en el apartado de senderismo.
Comimos en uno de los restaurantes de Laxe más conocidos, Apracería. Exquisito todo.
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Croquetas de calamares en su tinta |
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Pulpo a la brasa con puré de pimentón |
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Postre exquisito de mousse de chocolate blanco, avellana rallada, frutos rojos, gelatina normal y gelatina de matcha |
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Vistas a la playa desde el comedor![]() |
La tarde la pasamos en el hotel, cansadas después de la caminata. A última hora, Chus disfrutó del jacuzzi... ¡yo no me atreví!
Antes de despedirnos de María, nos aconsejó que no dejáramos de visitar el faro de Punta Nariga y la ermita de San Adrián. Y allá que nos fuimos.
Durante el camino, nos encontramos con una curiosidad que no habíamos visto nunca antes: hórreos convertidos en pequeños apartamentos.
El pasar por el medio de los pueblecitos tiene estas cosas. Como ver unas caras curiosas que nos miran preguntándose qué hacemos nosotras sacándoles una foto.
Esta roca me recuerda un dragón visto de espaldas con el ala izquierda desplegada
El faro de Punta Nariga está situado próximo a Malpica de Bergantiños, en la provincia de A Coruña. María nos había dicho que semejaba un barco, sin embargo, en un primer vistazo no nos lo pareció. Pero a medida que te acercas y vas tomando conciencia de su construcción, confirmas que, efectivamente, es así. Fue construido por César Portela e inaugurado en 1997. Tiene una altura de 50 m y un alcance de 22 millas.
Curiosa geometría formada por las sombras en las escaleras de acceso |
Las rocas que rodean el faro. Al fondo, las Islas Sisargas |
Se puede ascender a las terrazas del faro, y allí nos encontramos con una sorprendente estatua:
Se trata de un atlante de bronce conocido como "O soño do emigrante", realizado por Manolo Coia. Es una figura con forma entre un humano y una gaviota a punto de empezar a volar
Con mucho cuidado se puede pasear por las rocas sobre las que se sitúa el faro. Y si lo hacemos, seremos conscientes de un grave problema medioambiental que ya habíamos apreciado en la ruta de los percebes en Laxe:
Esta planta es una especie invasora. Se conoce como "uña de gato" (Carpobrotus Edulis) y es originaria de Sudáfrica. Desgraciadamente, está acabando con la flora autóctona de la costa.
En sí, el faro está formado por dos bases triangulares sobre las que se alza la torre. Estas bases están construidas en granito gris de Mondariz y el fuste es de granito rosa de Porriño. Es un torreón de unos 3 m y medio rematado en un mirador acristalado y una linterna que alcanza los 4.5 m.
Dejamos atrás la magia de este paisaje lleno de encanto y seguimos hacia Malpica, para detenernos en la ermita de San Adrián.
Está muy cerca de Malpica y, de hecho, desde aquí se ve perfectamente la villa marinera encajada en esa pequeña península que se adentra en el mar.
Y hacia el otro lado se ven las islas Sisargas y Punta Nariga, de donde veníamos.
Nosotros no seguimos hasta la punta del cabo. No obstante, os dejamos aquí información sobre él. Su altura máxima es de 182 m y se conoce como Pico do Castro o Monte de Beo. Seguramente, el topónimo hace referencia a algún poblamiento que existió en lo alto.
Hay muchas leyendas relacionadas con este lugar. Una de ellas es la que cuenta que hubo un tiempo en el que la comarca estaba asolada por serpientes, por lo que los habitantes solicitaron la protección de San Adrián, que se hallaba de peregrinación por la zona. El santo pisó una de ellas y las demás desaparecieron tirándose al mar o convirtiéndose en piedra. Dicen que, cuando baja la marea, se pueden apreciar en una roca las pisadas de San Adrián y la marca de la serpiente, muy cerca de la playa de Seaia.
En honor al santo se levantó una primitiva ermita en el siglo XVI. La talla del santo también data de esta fecha. Muy cerca se encuentra la fuente milagrosa de San Adrián, de la que se dice que tiene propiedades milagrosas si se tiene fe. Tiene fama de curar las verrugas siempre y cuando el romero deje un paño como ofrenda en la vegetación que rodea la fuente.
Chus en el mirador de la ermita |
Llegamos entonces a Malpica. Es un municipio de 61.22 km cuadrados y cuya capital es el pueblo de Malpica, situado en una pequeña península que contiene en uno de sus lados el puerto y en otro la playa de Arena Mayor.
Malpica es uno de los puertos de bajura más famosos de toda Galicia. Tras la punta que se ve en la fotografía superior, se halla el paseo marítimo que bordea la playa del pueblo. En verano está lleno de vida y de animadas terrazas, con varios murales decorativos. Pero en invierno, en los días de temporal, las olas toman el control y se convierte en un lugar peligroso y desafiante.
Normalmente, cuando pensamos en molinos, imaginamos construcciones movidas por la fuerza de arroyos y las asociamos con tierras de interior y situadas en profundos valles. Pero los molinos de Ardeleiro o de la Ribeira son totalmente diferentes, porque aprovechan un arroyo en la ladera de la costa que cae directamente al mar.
Este es un espacio natural al que hay que asomarse con mucho cuidado. Los frecuentes temporales han horadado las paredes de este balcón abriendo bajo nuestros pies enormes y profundas cuevas.
Entre el primer molino y el último, situado prácticamente sobre el mar, hay tan solo 160 m.
Estos molinos son de propiedad privada. El primero es el de Pirillete, el único que se sitúa en la orilla izquierda del regato.
El segundo es el de Tecedén, ya en la orilla derecha.
El tercero es el Muíño Novo. El cuarto, el de Mandeón. Y el quinto, el de Varela, el más cercano al mar, situado prácticamente sobre el límite superior de la marea alta.
Además de los molinos, las formas geológicas atraerán también nuestra atención. Hablamos de las furnas o pliegues entre las rocas.
Nos hubiéramos quedado allí disfrutando de la belleza del paisaje, pero la mañana se estaba acabando y ya empezábamos a sentir hambre. Sin embargo, todavía nos detuvimos en otro lugar: el Dolmen da Pedra da Arca.
Conocido también como Casa dos Mouros, es uno de los monumentos megalíticos de mayor tamaño de Galicia. Conserva aún buena parte del volumen de su túmulo de tierra y la mayor parte del dolmen con su corredor. Solo falta la laja posterior que cerraría la cámara. En el interior de la cámara se conservan también restos de grabados y pinturas rojas prehistóricas.
Pedra da Arca data del período entre el 3500 y el 2700 a. C., la fase de mayor esplendor de la cultura megalítica. Tiene planta poligonal y el corredor está orientado hacia el este. La piedra de cubierta está partida a la mitad. Seis piedras verticales le sirven de soporte.
La cubierta tiene una longitud de 4 m por un ancho de 1.80 m, con un grosor medio de 70 cm. En cuanto a las piedras verticales, la más alta mide 2.50 m por 1.90 m de ancho y la más pequeña, 1.90 m de alto por 1 m de ancho.
La tradición cuenta que fue construido por una mora, cargando las piedras en la cabeza mientras hilaba y daba de mamar a un niño.
Aún nos quedaba otra visita: la Laguna y Playa de Traba.
Este espacio natural, formado por la playa y la laguna, es de gran belleza. Cuenta la leyenda que bajo sus aguas está enterrada por castigo divino la ciudad de Valverde.
La Playa de Traba de 2650 m está abierta al mar y tiene un complejo dunar que la separa de la laguna de gran valor ecológico.
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