Sábado de senderismo
Sábado, 5/02/2022:
Ruta de los percebes de Laxe (A Coruña)
El itinerario está perfectamente señalizado y parte del paseo marítimo, justo donde se sitúa la iglesia de Santa María de la Atalaya, que se alza sobre un pequeño promontorio.
Esta monumental iglesia fue construida en el siglo XIII y entonces servía como atalaya de vigilancia. Controlaba la bahía donde se ubica el puerto y se daba la voz de alarma repicando las campanas si algún enemigo atacaba el puerto de Laxe. Incluso llegó a tener unos cañones defensivos.
La orientación de la iglesia sigue el esquema típico de los templos romanos, con cabecera cara al este y pórtico cara al oeste. La torre campanario se sitúa, atípicamente, coincidiendo con el altar mayor. El estilo arquitectónico es el llamado gótico marinero y en él confluyen elementos tanto del gótico como del románico.
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Vista de la playa de Laxe desde la atalaya |
Antes de alcanzar la entrada a la ruta propiamente dicha, nos encontramos con una de esas construcciones tan típicas de Galicia, los hórreos.
Vamos dejando Laxe atrás e iniciando el recorrido de la pequeña península que está totalmente rodeada por el mar de la ría.
Enseguida vemos un camino estrechito que se abre a la izquierda y circula paralelo al agua, rodeado de helechos y zarzas.
Punta da Ola, Punta do Costado, Furna do Asno, Furna do Paso, Punta da Cruciña... son algunas de las formaciones batidas por un mar embravecido que rodean el Monte da Ínsua con sus 66 m de altura.
El camino da un giro e iniciamos el ascenso, no muy complicado.
Con suaves ascensos y descensos, a partir del momento en que alcanzamos la cima, el camino sigue mostrándonos su magnífico paisaje dominado por el mar y el sol, un día espléndido.
En el vídeo se ve, del otro lado de la ría, el pequeño pueblo de Corme-Porto y en la punta, el faro Roncudo en el que habíamos estado la tarde anterior.
Llegamos entonces a una zona de bosque y pasamos por un túnel de pinos.
Por fin, alcanzamos el Faro.
Construido en 1920, es exactamente igual al del Roncudo, un sencillo cilindro recubierto de azulejos blancos. A sus pies naufragó el Playa de Arnela en 1972, un barco que iba a descargar a Corme y fue a dar con las rocas de la Punta da Ínsua. Solo se salvaron dos tripulantes.
Cerca del faro, a pocos metros, hay un curioso merendero que recuerda un castro.
Se trata de una figura de la artista Iria Rodríguez que refleja la desesperación de una mujer, con su hijo en brazos, oteando el horizonte en busca de un barco que no llega. La joven madre representa a centenares de mujeres que a lo largo de la historia de la Costa da Morte han aguardado desesperadamente a sus esposos, hijos, padres o hermanos.
Seguimos nuestro camino.
El camino desciende para llegar a la Pedra dos Namorados.
Esta piedra está en lo alto de un acantilado muy cerca ya de la famosa Playa de los Cristales. En teoría, suponía un lugar de encuentro para aquellos que querían dejar grabado en la roca su amor. Así, podemos encontrar inscripciones incluso de principios del siglo XX.
Cuenta la leyenda que las parejas de enamorados acudían con un martillo y un cincel para darles forma a las letras de sus nombres sobre la roca.
Lo cierto es que se desconoce cuándo se empezó a usar este lugar como sitio en el que grabar una muestra de amor.
Esta zona se denomina Baleeira, palabra que proviene de "balea" (ballena), porque solía ser un lugar frecuentado por esos cetáceos marinos. Es un área de gran valor medioambiental en donde los visitantes pueden disfrutar de una fauna y flora variadas además de la bravura y riqueza del océano atlántico, como se ve en la Furna da Espuma.
Desde la Pedra dos Namorados el camino se anchea hasta que vemos en lo alto de una colina un cementerio. Justo a sus pies se encuentra uno de los puntos más conocidos de esta ruta, la famosa Playa de los Cristales.
Es una cala muy pequeñita (no tiene más de 6 m de ancho) que se formó a partir de un vertedero de basura que había junto al cementerio. Aquí se almacenaban numerosas botellas de vidrio que el mar fue puliendo y devolviendo a la costa en forma de pequeños cristales redondeados.
Desde aquí, y subiendo por el cementerio, se vuelve al punto de inicio para completar los 3 km de la ruta oficial. Pero nosotras descubrimos a la izquierda de la playa un estrecho caminito que ascendía y que parecía fácil de seguir. Y eso hicimos, para seguir disfrutando un poco más de este paisaje extraordinario.
LLegamos a un punto en el que la ruta se bifurcaba: o bien seguías hacia arriba, hacia la Capela de Santa Rosa de Laxe, o bien ibas hacia abajo de vuelta al pueblo. Escogimos esta última opción, porque estábamos cansadas después de casi 6 km de marcha y porque iba siendo hora de comer y no queríamos que nos pasara como el día anterior, cuando casi morimos de hambre (menos mal que al final habíamos encontrado una cervecería abierta).
A través de las callejas de Laxe llegamos al restaurante Apracería, en el que reservamos mesa y nos fuimos a asear al hotel.
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