Viajecito en coche.
Portugal Norte - Región de Braga: Verim (playa fluvial), Póvoa de Lanhoso, Braga ciudad y Monasterio de Tibaes
Sábado, 19/02/2022:
Verim (Playa fluvial) y castillo de Póvoa de Lanhoso:
La verdad es que llevamos una racha excelente. No es que nuestros viajes nos hayan ido mal, todo lo contrario, pero los dos últimos han sido excepcionales, el de Laxe y este a Braga.
Salimos de Vigo con un buen día y nos dirigimos a Verim, cerca de Braga, para conocer su famosa playa fluvial.
Se trata de una freguesía portuguesa del ayuntamiento de Póvoa de Lanhoso. Aquí, en los márgenes del río Cávado, se encuentra su playa fluvial, zona de gran belleza natural. En estos momentos se está rehabilitando y por la pinta de las obras parece que quedará estupenda, con un bonito paseo.
Dimos un pequeño paseo observando la belleza de este rincón.
Iba siendo hora de comer (habíamos salido tarde de Vigo) y nos dirigimos al parque de aventuras conocido como Diverlanhoso en el que sabíamos que había un restaurante panorámico.
Ahí en lo alto, el restaurante |
Las vistas son impresionantes:
A pesar de que la comida estaba buena, nos sentimos un poco estafadas. Muy simpático el camarero, eso sí, pero nos llevó a su terreno con toda la facilidad del mundo (tontas nosotras, por no haberle pedido la carta). Simplemente nos preguntó si queríamos carne o pescado y nos dijo que allí la carne a la piedra era extraordinaria. Pues hale, carne. Nos sirvió pan con mantequilla (que pedimos nosotras, no es que no conozcamos la costumbre portuguesa de ponerte un pequeño aperitivo que tú no pides y luego te cobran). Y después una curiosa bandeja con algo que no sabíamos muy bien qué era, pero que estaba bueno:
El camarero nos explicó que eran unas croquetas que hacían con pan y una mezcla de carnes. A mí me sabían un poco a chorizo criollo.
Y luego apareció con la carne. Había dicho que con una ración nos llegaba para las dos, que iba a pedir una mitad poco hecha para mí y otra más hecha para Chus.
Y de postre, crema catalana para las dos. Nos calcaron 58 euros. Me pareció una pasada. Si algún día vais por esta zona, subid al restaurante para ver las vistas, pero nada más. O pedid la carta para saber el precio de lo que vais a pedir.
Comentando el precio, llegamos al castillo de Póvoa de Lanhoso. Es una villa portuguesa del distrito de Braga que debe su fama a la antigua fortificación del Castillo de Lanhoso. El rey D. Dinis otorgó carta foral a la villa en 1292, fuero que Manuel I renovaría en 1514.
El castillo se erige en la cima del Monte do Pilar y, según cuenta la leyenda, aquí estuvo refugiada y, más tarde, presa Teresa, la madre del primer rey de Portugal (siglo XII), en el primer caso cuando, tras quedar viuda, fue atacada por las fuerzas de su hermanastra Dona Urraca (reina de León), con la que firmaría un tratado por el que conservaría la jefatura de su condado, y en el segundo, tras la batalla de San Mamede, en la que madre e hijo se enfrentaron, con el resultado de la victoria del hijo. Hay quien dice, incluso, que murió entre estos muros, pero recientes investigaciones apuntan a que lo hizo en Galicia. Junto al castillo se construyó en el siglo XVII el Santuario de Nuestra Señora del Pilar.
Chus en la cima junto a la imagen de la Virgen del Pilar |
Vistas del valle desde lo alto del monte |
De camino al castillo, se aprecian los restos de un castro prerrománico. Tras la invasión romana, el monte quedó en la ruta de la calzada romana que unía Bracara Augusta (la actual Braga), Aquae Flaviae (hoy Chaves) y Astorga por el sur del río Cávado.
El arzobispo D. Pedro de Braga, en el siglo XI, decidió la construcción del castillo para defender la diócesis. A principios de la Edad Moderna, consolidadas ya las fronteras de Portugal, el castillo fue perdiendo su importancia estratégica y conoció el abandono y la ruina. Este proceso se acentuó a partir de finales del siglo XVII, cuando André da Silva Machado, un comerciante de Oporto, quiso levantar aquí una réplica del Santuario del Bom Jesus de Braga. Obtuvo autorización para demoler el castillo y aprovechar la piedra para edificar un santuario bajo la invocación de la Virgen del Pilar.
Los restos del castillo fueron clasificados como Monumento Nacional en 1910 y, en 1938, se iniciaron las obras de restauración.
Iglesia del Santuario de la Virgen del Pilar |
En la fachada posterior de la iglesia se aprecia perfectamente el suelo de roca |
Otra de las historias que se atribuyen a este castillo tuvo lugar en el siglo XIII. Parece que el alcalde, Rui Gonçalves de Pereira, se enteró de la infidelidad de su esposa, Inês Sánchez, por lo que mandó cerrar las puertas del castillo y ordenó incendiarlo, con lo que provocó la muerte de la infiel y su amante, así como de los sirvientes, a los que consideraba cómplices por no haber denunciado el hecho. Dicen que nadie escapó con vida del fuego, ni siquiera los animales domésticos.
Ya en el reinado de D. Dinis, el castillo se reconstruyó siguiendo la tipología gótica. La Torre del Homenaje se desplazó a una de las esquinas para defender activamente la puerta principal, flanqueada por dos torres simétricas. Dicha Torre tiene 10 m de altura y muros de más de 1 m de espesor.
Salimos del castillo y una vez más nos llamó la atención la mole granítica:
Otras esculturas resultaban extrañas:
Ya a punto de coger el coche, nos dimos cuenta de que por el monte había unas capillas más o menos circulares, cuadradas u octogonales (no me fijé muy bien) que supusimos parte de un Vía Crucis, como así parece ser.
El hotel y Braga de noche:
Y llegamos al hotel. Nos alojamos aquí: el Vila Galé Collection Braga. Un espléndido edificio antiguo reconvertido en hotel, situado en pleno centro histórico de Braga. Nada que objetar, salvo el hecho de que para acceder a nuestra habitación la cosa resultaba un tanto complicada, ya que el ascensor principal no comunicaba con nuestra planta, teníamos que subir a la segunda y allí buscar el otro ascensor que bajaba hasta aquella en donde estaba nuestro cuarto. O bien, y esta fue la opción que elegimos, caminar por un largo pasillo, subir unas escaleras, otro largo pasillo, bajar unas escaleras y otro pasillo hasta la habitación 034. Me parece que en un hotel de esta categoría deberían buscar otra solución, porque menos mal que nuestras maletas eran de mano, que si llegan a pesar más, a ver cómo hacíamos...Chus bajando una de esas escaleras |
Antes de salir al exterior a tomar contacto con la ciudad, recorrimos la zona del claustro del hotel.
El hotel nació de la rehabilitación del antiguo hospital de San Marcos, un edificio de interés público de 1508 que se construyó en el sitio de una capilla dedicada a dicho santo, junto con un albergue y un convento templario.
El edificio del Hospital y de la Iglesia de San Marcos, así como del hotel Vila Galé Collection Braga, tal y como lo vemos hoy, data del siglo XVIII. Fueron construidos de acuerdo con el proyecto de Carlos Amarante, arquitecto que da nombre a la plazoleta en que están situados. En estilo barroco, la verticalidad de la iglesia con sus dos torres, contrasta con la horizontalidad de las dependencias hospitalarias que se desarrollaban a los lados de forma simétrica. En la fachada, destacan las estatuas de los apóstoles a tamaño natural sobre la balaustrada superior y, sobre un nicho, la imagen de San Marcos.
En la misma plaza, se alza la iglesia de Santa Cruz.
Esta iglesia fue construida por orden del fundador de la Cofradía de Santa Cruz, Jerónimo Portillo, a la que, posteriormente, se le concedió el título de Hermandad Real por el rey D. Joao VI (1816-26). En su construcción se encuentran elementos manieristas y barrocos.
Esa tarde, paseando solas, no llegamos a ver lo que al día siguiente nos contaría Uziel, el guía que nos acompañó por la ciudad en una visita de dos horas y media magnífica y muy, muy divertida. Según Uziel, en la fachada hay tres gallos: si puedes ver uno, significa que vas a tener un amor de un día, vamos, un affair; si ves dos, significa que vas a tener un amor que durará un tiempo, meses o años, y si ves tres, tu amor será de por vida. Si la observación la hace una pareja y ve un gallo, significa que van a estar juntos 10 años, descontando lo que ya lleven unidos; si ven dos, quiere decir que van a estar juntos 20 años, menos lo que ya lleven vivido, y si ven tres, que estarán juntos 40 años menos lo que ya lleven unidos. Pues bien, allí nos tenéis a los diez del grupo tratando de ver los gallos, jajajajajajaja...
Hubo quien vio uno, Chus estaba entre los que vieron dos... A mí me los tuvieron que enseñar porque no los veía (así me va en el amor, ni un affair, jajajajaja). ¿Quién pudo ver los tres? NADIE, porque no hay un tercer gallo. Una broma que viene a indicar que el amor nunca es eterno jajajajaja.
Siguiendo un plano que nos habían dado en el hotel, nos introdujimos en las preciosas y tranquilas calles del centro de Braga.
De repente descubrimos una ciudad muy bonita llena de jardines con flores de todo tipo y colores, muy limpia y cuidada, con placitas y rincones de gran belleza. Y, sorprendentemente, entre las flores más bellas, las del repollo, como se ve en la fotografía inferior.
Y una especie curiosa de margaritas |
Frente a nosotras surgió la figura de un dragón, del artista Aureliano Aguiar y del que Uziel comentó al día siguiente que está envuelto en una polémica, ya que su mantenimiento resulta bastante caro al ser de bronce y hay quien quiere retirarlo. A mí me gusta...
Iniciamos el camino de regreso al hotel y... ¡cómo no!, la música de las tunas estudiantiles en una terraza.
Después de descansar un ratito en el famoso café A Brasileira, llegamos de nuevo a la plaza de Carlos Amarante. Braga con las luces del anochecer, una maravilla.
El selfi con mascarilla, porque así no se me ven los defectos, jajajajaja |
Al fondo, el hotel |
Domingo, 20/02/2022:
Después de un espléndido desayuno buffet, recogimos la habitación, dejamos el parking del hotel y nos dirigimos al punto de encuentro para iniciar la visita guiada en español de dos horas y media que habíamos contratado con Civitatis: el Campo das Hortas. Puntual, apareció Uziel, un brasileño que está haciendo su doctorado y que lleva cinco años en Braga... divertidísimo es poco decir de él. En total éramos 10 en el grupo y, salvo una pareja de Málaga y dos chicas de Barcelona, el resto éramos gallegos.
La Fuente del Campo das Hortas es el típico modelo de fuente establecido en todo Portugal en los siglos XVI y XVII. En marzo de 1594, el arzobispo Agostinho de Jesus, en representación de la archidiócesis de Braga, firmó un contrato con el maestro constructor Manuel Luís para la construcción de una fuente en el Campo de Santa Ana. En el siglo XIX, la fuente fue trasladada al Campo das Hortas y, en 1910, clasificada como Monumento Nacional.
Según nos contó Uziel, en 1512, el obispo D. Diogo de Sousa ordenó su reedificación, abriendo la puerta y permitiendo que la ciudad se expandiese hacia el exterior. En cualquier caso, la construcción actual data del siglo XVIII y fue proyectada por André Soares en estilo barroco, según la voluntad del arzobispo D. José de Bragança.
Corona el arco el escudo de armas del arzobispo Gaspar de Bragança, sobre el cual se alza una figura de mujer que, en cierto modo, recuerda a la diosa Minerva y que, en este caso, simboliza la ciudad de Braga. De los laterales del escudo penden dos cordones con 15 borlas cada uno y en el centro se ve la cruz arzobispal rodeada por siete castillos. Tradicionalmente, los siete castillos representan las victorias de los portugueses contra sus enemigos y simbolizan también el reino del Algarve. Sin embargo, la verdad es que los castillos fueron introducidos en las armas de Portugal con la subida al trono de Alfonso III de Portugal, hijo de la infanta Urraca de Castilla. Alfonso III no podía usar las armas de su padre, Alfonso II, por no ser su hijo primogénito, así que las cambió agregando un borde con las armas de su madre, un castillo de oro (Castilla).
nos encontramos con su fachada interior, que no tiene nada que ver con la que dejamos atrás. Es mucho más sencilla, en un neoclásico emergente, obra de Carlos Amarante. Destaca un nicho en lo alto, rodeado por dos pequeñas columnas, dentro del cual vemos la figura de Nuestra Señora de Nazaré.
Un poco más arriba, nos detuvimos frente a una callejuela muy estrechita, a Rua da Violinha. Es una de las calles más estrechas de Braga, puramente medieval. Según Uziel, el que las calles de esa época fueran tan estrechas se debía a que así eran más fáciles de defender. Esta, en concreto, iba a dar en su parte superior, a la muralla que rodeaba la ciudad. Su nombre procede de un instrumento muy popular en Portugal que tiene una cierta forma curvada, como la calle.
Un poco más adelante, se abre otra plaza en la que está situado el edificio del Ayuntamiento de Braga, Paços do Concelho. Os dejo la foto y, sin mirar a las explicaciones que siguen, intentad averiguar quién fue su autor: André Soares, Carlos Amarante o ni uno ni otro.
Yo fallé. Me pareció un edificio con una fachada sencilla y, por lo tanto, me incliné por Carlos Amarante. Pero no, su autor fue André Soares... aquí fue donde Uziel hizo hincapié en la utilización de las conchas de vieira como elemento decorativo.
¿Por qué del pelícano si el animal que se alza en el frente parece más bien un águila? Uziel nos contó una leyenda popular que dice que los pelícanos, cuando no tienen con qué alimentar a sus hijos, se picotean a sí mismos, arrancándose partes de su cuerpo que le dan a comer a los pequeños. Y como Braga es tan religiosa, identifica esta leyenda con Cristo, que se sacrifica a sí mismo por la humanidad. Sea un águila o un pelícano, lo cierto es que el animal se alza sobre una esfera armilar, símbolo de Portugal, y dos aves pequeñas se alimentan picoteando su pecho.
Se trata de un conjunto de edificios levantados a lo largo de varios siglos que dio como resultado un conjunto urbano multiarquitectónico. En el pasado fue la sede de la mayor entidad sociocultural de la religión católica en Braga. Hoy, funciona como rectoría de la Universidade do Minho, Biblioteca y Archivo.
Esta parte medieval se trata de una especie de castillo con su Torre del Homenaje y su muralla almenada. Las ruinas que se observan y que lo separan del Jardín de Santa Bárbara son parte de la estructura original que quedó destruida por un incendio.
Fue construida en el siglo XVI por voluntad, una vez más, del arzobispo D. Fray Agostinho de Jesus, con la intención de ser sepultado aquí. Asimismo se construyó el convento destinado a la orden religiosa de los Eremitas de San Agustín. Después de fallecer en 1609, su cuerpo fue trasladado en el año 1628 a un sepulcro de madera que la ciudad de Braga construyó y situó en un nicho de la capilla mayor. Y ¿quién construyó la fachada que vemos hoy? Síiiiiiii... Carlos Amarante, en ese incipiente estilo neoclásico que vimos en el Arco da Porta Nova.
Se trata de una torre de granito de aproximadamente 30 m de altura. Era una de las cinco que constituían los puntos de vigilancia de las murallas medievales que rodeaban la ciudad.
Ya en la Avenida da Liberdade, Uziel nos recordó la revolución de los claveles del 25 de abril de 1974 que acabó con la dictadura de Oliveira Salazar. Entre los edificios que destacan aquí se encuentra el Theatro Circo.
En estilo Art Nouveau, es obra del arquitecto Moura Coutinho. Recientemente ha sido objeto de un importante proceso de restauración y rehabilitación.
Esta casa, conocida también como Casa do Mexicano, es una de las más importantes muestras de arquitectura civil palaciega de la ciudad. A mediados del siglo XVIII, Joao Duarte de Faria, poderoso comerciante, encargó su edificación... ¿a quién? Sí, a André Soares. El palacio fue construido entre 1754 y 1755 y destaca por su fachada de estilo rococó de azulejos.
La iglesia fue construida a finales del siglo XVIII por orden del arzobispo D. Gaspar de Bragança para sustituir a la primitiva del siglo XII. No pudimos ver su interior, pero Uziel nos dijo que merecía la pena: es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón enteramente decorada con pinturas murales. Las paredes interiores están cubiertas con los típicos azulejos portugueses en tonos azul y blanco y con varios retablos barrocos de talla dorada. Aquí se conserva la pila bautismal de Francisco Sánchez, 1551, médico, filósofo y matemático bracarense al que se le dedica un monumento en la plaza.
Está valorada como uno de los templos más importantes del románico portugués, pero en realidad en ella se encuentran cinco estilos arquitectónicos diferentes.
Aquí Uziel nos explicó por qué el escudo de Guimaraes es el único que está dañado. Las dos ciudades mantienen una clara rivalidad desde hace siglos, ni siquiera hay un tren que las una.
Uziel nos gastó la última broma al sacarnos la foto de grupo con una careta de Cristiano Ronaldo (nos había contado un encuentro personal con él, en el que el futbolista se le iba acercando con la cara de "sí hombre, te voy a dejar hacerte un selfi conmigo" y Uziel se dio la vuelta y lo dejó con un palmo de narices, jajajajaja).
Nos despedimos y Chus y yo volvimos a la Praça da República para comer en el restaurante Astória. Deliciosa la sangría de frutos rojos y el risotto de gambas.
Como postre, me pedí un dulce típico de Braga que nos había recomendado Uziel: Pudim abade de Priscos. ¡Delicioso!
Después de pagar la entrada (4 euros por persona) y siguiendo el plano que nos dieron, nos dedicamos a recorrerlo, no sin antes fotografiar una especie de procesión que tienen en la recepción.
Lo primero que vimos fue el Claustro del Cementerio, construido en la primera mitad del siglo XVII sobre partes del edificio medieval. Ha sufrido varias remodelaciones y su estructura actual data de 1727.
La bóveda es de madera. En 1770, se pusieron las piedras del suelo que constituyen las tumbas de los monjes y también se colocaron los murales de azulejos, de decoración rococó, que representan escenas de la vida de Sao Bento. Fueron restaurados en 2002, ya que estaban muy dañados a causa de un incendio ocurrido en 1894, que también destruyó parte del Claustro del Refectorio.
En el centro del claustro, se alza la fuente.
Desde el Claustro accedimos a la iglesia. La actual fue construida, en el lugar que ocupaba la antigua iglesia románica, entre 1628 y 1661, siguiendo el modelo arquitectónico manierista. Tiene planta en forma de cruz latina, capillas laterales en la nave y dos altares en el transepto. El rococó y el neoclásico predominan en las capillas, los retablos, el órgano y los púlpitos.
De la iglesia pasamos a la sacristía. Construida entre 1680 y 1683, conserva, de la decoración inicial, el mobiliario y el conjunto de 12 esculturas en terracota, de Frei Cipriano da Cruz, que representan 4 reyes santos benedictinos, las 7 virtudes y una alegoría a la iglesia.
Subimos entonces al coro alto. De estilo manierista, fue construido entre 1665 y 1668. Tiene planta en U, con dos filas de sillas con asiento plegable, las traseras en un plano más elevado. Esos asientos toman la forma de máscaras de extraordinaria fantasía (según Chus, diabólicas... era como si los monjes se sentaran sobre el mal para vencerlo, jejejeje). En lo alto de las paredes norte y sur, hay 8 telas, de finales del siglo XVII, que representan escenas de la vida de S. Bento. En el centro se levanta un gran estante en el que se colocaban los libros de las horas litúrgicas. El oratorio, de decoración rococó, muestra la imagen de Cristo crucificado.
Seguimos el pasillo en donde estaban situadas las celdas de los monjes y la hospedería para las visitas que quisiesen pasar un tiempo allí. El mobiliario era escaso, apenas una cama, una mesa y algunas sillas, además de los arcones donde guardaban sus pertenencias. Entre estas estancias vemos también la barbería, la botica y los váteres. El barbero pasaba por el monasterio cada 12 días, también hacía sangrías y sacaba dientes.
Salimos luego al exterior para bajar a las cocinas y hornos.
Vemos entonces la enorme extensión que ocupaban las huertas y cultivos del monasterio. De hecho, se pueden hacer dos recorridos, de 45 y 90 minutos, respectivamente, que nosotras no hicimos porque ya iba siendo hora de regresar a Vigo.
Terminada la visita del monasterio, dimos un corto paseo por el Cementerio, muy cuidadito.
Braga de día:
Después de un espléndido desayuno buffet, recogimos la habitación, dejamos el parking del hotel y nos dirigimos al punto de encuentro para iniciar la visita guiada en español de dos horas y media que habíamos contratado con Civitatis: el Campo das Hortas. Puntual, apareció Uziel, un brasileño que está haciendo su doctorado y que lleva cinco años en Braga... divertidísimo es poco decir de él. En total éramos 10 en el grupo y, salvo una pareja de Málaga y dos chicas de Barcelona, el resto éramos gallegos.
Campo das Hortas |
La Fuente del Campo das Hortas es el típico modelo de fuente establecido en todo Portugal en los siglos XVI y XVII. En marzo de 1594, el arzobispo Agostinho de Jesus, en representación de la archidiócesis de Braga, firmó un contrato con el maestro constructor Manuel Luís para la construcción de una fuente en el Campo de Santa Ana. En el siglo XIX, la fuente fue trasladada al Campo das Hortas y, en 1910, clasificada como Monumento Nacional.
Junto al Campo das Hortas se alza la Porta Nova. Era una de las entradas hacia el centro de la ciudad. Una de las puertas medievales de la muralla defensiva construida por orden de D. Dinis y restaurada en el año 1373 por el rey D. Fernando.
Según nos contó Uziel, en 1512, el obispo D. Diogo de Sousa ordenó su reedificación, abriendo la puerta y permitiendo que la ciudad se expandiese hacia el exterior. En cualquier caso, la construcción actual data del siglo XVIII y fue proyectada por André Soares en estilo barroco, según la voluntad del arzobispo D. José de Bragança.
Aquí nos dimos cuenta del tremendo sentido del humor del guía, Uziel. Cuando pasemos el arco, os diré por qué.
Por lo pronto, nos explicó el significado de las figuras que se ven en el arco:
Corona el arco el escudo de armas del arzobispo Gaspar de Bragança, sobre el cual se alza una figura de mujer que, en cierto modo, recuerda a la diosa Minerva y que, en este caso, simboliza la ciudad de Braga. De los laterales del escudo penden dos cordones con 15 borlas cada uno y en el centro se ve la cruz arzobispal rodeada por siete castillos. Tradicionalmente, los siete castillos representan las victorias de los portugueses contra sus enemigos y simbolizan también el reino del Algarve. Sin embargo, la verdad es que los castillos fueron introducidos en las armas de Portugal con la subida al trono de Alfonso III de Portugal, hijo de la infanta Urraca de Castilla. Alfonso III no podía usar las armas de su padre, Alfonso II, por no ser su hijo primogénito, así que las cambió agregando un borde con las armas de su madre, un castillo de oro (Castilla).
Una vez que cruzamos el arco,
nos encontramos con su fachada interior, que no tiene nada que ver con la que dejamos atrás. Es mucho más sencilla, en un neoclásico emergente, obra de Carlos Amarante. Destaca un nicho en lo alto, rodeado por dos pequeñas columnas, dentro del cual vemos la figura de Nuestra Señora de Nazaré.
Y aquí el humor de Uziel: ¿para qué iba a molestarse Carlos Amarante en hacer una espléndida fachada si la gente entraba desde fuera y esta parte del arco, una vez traspasado, les quedaba a la espalda y nadie lo veía? jajajajajaja... A cuenta de esto, durante el recorrido, jugamos a adivinar quién era el autor de tal o cual iglesia o palacio, Uziel decía ya y sacabas un dedo si creías que el autor era André Soares, dos si creías que era Carlos Amarante y tres si pensabas que era una obra de alguien diferente. Partíamos de la premisa de que a André Soares le iba más el barroco con una decoración típica basada en conchas de vieira en la mayoría de los casos y que Carlos Amarante era más sencillo.
Mientras Uziel daba estas explicaciones en la placita que se abre tras el arco, me fijé en esta llamativa casa:
Un poco más arriba, nos detuvimos frente a una callejuela muy estrechita, a Rua da Violinha. Es una de las calles más estrechas de Braga, puramente medieval. Según Uziel, el que las calles de esa época fueran tan estrechas se debía a que así eran más fáciles de defender. Esta, en concreto, iba a dar en su parte superior, a la muralla que rodeaba la ciudad. Su nombre procede de un instrumento muy popular en Portugal que tiene una cierta forma curvada, como la calle.
Un poco más adelante, se abre otra plaza en la que está situado el edificio del Ayuntamiento de Braga, Paços do Concelho. Os dejo la foto y, sin mirar a las explicaciones que siguen, intentad averiguar quién fue su autor: André Soares, Carlos Amarante o ni uno ni otro.
Yo fallé. Me pareció un edificio con una fachada sencilla y, por lo tanto, me incliné por Carlos Amarante. Pero no, su autor fue André Soares... aquí fue donde Uziel hizo hincapié en la utilización de las conchas de vieira como elemento decorativo.
El actual edificio, que sustituyó al antiguo, de estilo renacentista, fue construido entre 1753 y 1756, por voluntad expresa del arzobispo D. José de Bragança. Destaca la puerta-nicho-frontón bordeada por fuertes pilastras.
Con respecto a las vieiras, preguntamos al guía si su uso por parte de André Soares se debía a que Braga está situada en el Camino de Santiago portugués. Según Uziel, la concha no es propiedad del Camino, jajajajaja. Sobre sus orígenes hay diferentes teorías, mitos y leyendas. La más aceptada es que la concha se utilizaba para beber, ya que era un vaso perfecto para hacerlo en los manantiales y ríos.
Estábamos en la Praça do Município. Y en el medio se ve a Fonte do Pelicano.
¿Por qué del pelícano si el animal que se alza en el frente parece más bien un águila? Uziel nos contó una leyenda popular que dice que los pelícanos, cuando no tienen con qué alimentar a sus hijos, se picotean a sí mismos, arrancándose partes de su cuerpo que le dan a comer a los pequeños. Y como Braga es tan religiosa, identifica esta leyenda con Cristo, que se sacrifica a sí mismo por la humanidad. Sea un águila o un pelícano, lo cierto es que el animal se alza sobre una esfera armilar, símbolo de Portugal, y dos aves pequeñas se alimentan picoteando su pecho.
Es una obra de mediados del siglo XVIII, encargada por el arzobispo D. José de Bragança para decorar los jardines del Palacio Episcopal. En el siglo XIX fue trasladada al Parque da Ponte para, a principios del XX, ser desmantelada, volviendo sus elementos al jardín del palacio arzobispal. Tras la remodelación de la Praça do Município en la década de 1950, en 1964 el Ayuntamiento decidió volver a montarla en el centro de la plaza. Fue inaugurada en 1967.
Muy cerca se encuentra el Palacio Episcopal. La catedral está próxima y los jardines de Santa Bárbara se alzan en su parte trasera.
Se trata de un conjunto de edificios levantados a lo largo de varios siglos que dio como resultado un conjunto urbano multiarquitectónico. En el pasado fue la sede de la mayor entidad sociocultural de la religión católica en Braga. Hoy, funciona como rectoría de la Universidade do Minho, Biblioteca y Archivo.
La construcción del Palacio Episcopal comenzó en el siglo XIV. Fue ampliado en los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, todos los edificios e instalaciones están conectados.
La estructura original medieval es rectangular y conserva un jardín ubicado delante de lo que hoy es el Jardín de Santa Bárbara, en el que ya habíamos estado nosotras el día anterior.
Esta parte medieval se trata de una especie de castillo con su Torre del Homenaje y su muralla almenada. Las ruinas que se observan y que lo separan del Jardín de Santa Bárbara son parte de la estructura original que quedó destruida por un incendio.
La parte sur es del siglo XVI. Da a la calle Largo do Município y es la entrada para las visitas. Esta ala del palacio es lo que hoy ocupa el rectorado de la Universidade do Minho, institución fundada en 1793 y que reparte sus campus y escuelas entre las ciudades de Braga y Guimaraes. Ahí se encuentra la famosa Fuente de los Castillos, de 1723.
A la parte más moderna corresponde la fachada que vemos más arriba, del siglo XVII, de estilo barroco, probablemente también de André Soares, y que es la sede de la Biblioteca Municipal y del Archivo también Municipal. Sin embargo, esta ala sufrió un gran incendio en el siglo XIX, por lo que el interior actual es de finales de ese siglo.
Caminamos luego en dirección a la Praça Conde de Agrolongo y a nuestra izquierda aparecen la Igreja y el Convento do Pópulo.
Fue construida en el siglo XVI por voluntad, una vez más, del arzobispo D. Fray Agostinho de Jesus, con la intención de ser sepultado aquí. Asimismo se construyó el convento destinado a la orden religiosa de los Eremitas de San Agustín. Después de fallecer en 1609, su cuerpo fue trasladado en el año 1628 a un sepulcro de madera que la ciudad de Braga construyó y situó en un nicho de la capilla mayor. Y ¿quién construyó la fachada que vemos hoy? Síiiiiiii... Carlos Amarante, en ese incipiente estilo neoclásico que vimos en el Arco da Porta Nova.
El templo estaba consagrado a la virgen venerada en la iglesia de Santa María del Pópulo, en Roma. Debido a la extinción de la orden religiosa en 1834, la iglesia y el convento pasaron a ser propiedad del Estado.
Delante de la fachada del convento se alza la estatua del mariscal Manuel Gomes da Costa, sobre la que Uziel nos contó que es objeto de una fuerte polémica en la ciudad. Los izquierdistas quieren que se retire y los de derechas, no. Él cree que se quedará ahí teniendo en cuenta que Braga es una ciudad mayoritariamente de derechas.
Este mariscal fue el líder que la derecha conservadora encontró para liderar la revolución de mayo de 1926. Tras la misma, en principio no asumió el poder, pero la debilidad de Mendes Cabeçadas hizo que se produjera un golpe en junio del mismo año y entonces él se convirtió en el segundo presidente de la Dictadura Nacional. Sin embargo, su gobierno no duró mucho más que el anterior, ya que en julio se produjo una nueva contrarrevolución liderada por el general Óscar Carmona que derribó a Gomes da Costa.
Ya en la Praça Conde de Agrolongo nos detuvimos para contemplar una escultura moderna.
Uziel nos preguntó qué veíamos ahí y lo cierto es que casi todos dijimos que una puerta. Pues sí, eso es: un monumento erigido en honor del arzobispo Diogo Sousa, el mismo que mandó abrir la puerta nueva para que la ciudad se abriese al exterior. Por eso se conoce como "Porta Aberta".
Se inauguró en julio de 2021 con motivo de la celebración del V Centenario de su prelatura. D. Diogo de Sousa fue Arzobispo y señor de Braga durante 27 años (1505-1532). Está considerado como uno de los personajes más importantes de la villa por su actividad pastoral, cultural, humanismo cívico y su interés urbanístico. Por supuesto, es una personalidad de gran relieve para la historia de la Iglesia y las ideas religiosas, sociopolíticas, pedagógicas y artísticas de la época. Murió en 1532 y se encuentra enterrado en la Capela de Nossa Senhora da Piedade, en la Catedral de Braga.
Desde la Praça do Conde de Agrolongo en dirección a la Avenida da Liberdade y a la Praça da República, nos encontramos con la Rua dos Capelistas, una de las principales calles comerciales y peatonales del centro histórico. En ella hay unas peculiares esculturas que dan nombre a la calle y en su esquina se encuentra la Igreja dos Terceiros franciscanos. Nosotros habíamos visto las estatuas el día anterior y estuvimos dándole vueltas a lo que representaban. Uziel nos indicó que se trata de "Os Capelistas", digamos que unos templarios extremistas.
Casi llegando a la Praça da República y a la Avenida da Liberdade, nos encontramos con lo único que queda del castillo de Braga.
Se trata de una torre de granito de aproximadamente 30 m de altura. Era una de las cinco que constituían los puntos de vigilancia de las murallas medievales que rodeaban la ciudad.
A principios del siglo XIV, D. Dinis ordenó que se reedificasen y reforzasen las defensas del territorio. Sin embargo, en el caso de Braga, la obra la terminaría en 1373 el rey D. Fernando. La muralla tenía 5 torres y 8 puertas. Aún están en pie la Torre de la Puerta Nueva, la Puerta y la Torre de Santiago y la Torre de S. Sebastiao. El área del castillo fue demolida a principios del siglo XX. Actualmente esta Torre se utiliza como galería de arte.
Muy cerca sobresale la torre de la Igreja da Lapa.
Ya en la Avenida da Liberdade, Uziel nos recordó la revolución de los claveles del 25 de abril de 1974 que acabó con la dictadura de Oliveira Salazar. Entre los edificios que destacan aquí se encuentra el Theatro Circo.
En estilo Art Nouveau, es obra del arquitecto Moura Coutinho. Recientemente ha sido objeto de un importante proceso de restauración y rehabilitación.
Cruzamos al otro lado y tomamos una calle lateral que nos llevó directamente a la Casa do Raio.
Esta casa, conocida también como Casa do Mexicano, es una de las más importantes muestras de arquitectura civil palaciega de la ciudad. A mediados del siglo XVIII, Joao Duarte de Faria, poderoso comerciante, encargó su edificación... ¿a quién? Sí, a André Soares. El palacio fue construido entre 1754 y 1755 y destaca por su fachada de estilo rococó de azulejos.
En 1853, la casa fue vendida por los descendientes de Duarte a Miguel José Raio, millonario enriquecido en Brasil. Este hizo ampliaciones y abrió la calle frente al palacio para una mejor visión. En la actualidad, pertenece a la Santa Casa da Misericórdia de Braga.
Según Uziel, si ampliáis la parte central de la fachada, veréis al "hombre enfadado", jajajajaja... Dos grandes ojos junto al escudo que puede considerarse la nariz, el bigotito encima del balcón que parece la boca...
Subimos de nuevo hacia la plaza de Carlos Amarante en donde están el hotel y la Iglesia de Santa Cruz. Ahí fue donde nos contó la historia de los gallos que ya os relaté... jajajajaja.
Nos encontramos entonces con la curiosa iglesia de Sao Joao do Souto y la Capela e Casa dos Coimbras.
La iglesia fue construida a finales del siglo XVIII por orden del arzobispo D. Gaspar de Bragança para sustituir a la primitiva del siglo XII. No pudimos ver su interior, pero Uziel nos dijo que merecía la pena: es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón enteramente decorada con pinturas murales. Las paredes interiores están cubiertas con los típicos azulejos portugueses en tonos azul y blanco y con varios retablos barrocos de talla dorada. Aquí se conserva la pila bautismal de Francisco Sánchez, 1551, médico, filósofo y matemático bracarense al que se le dedica un monumento en la plaza.
En el siglo XV se levantó en esta zona un palacio como residencia para el clero que fue adquirido posteriormente por el rey D. Joao de Coimbra. En 1525, el rey ordenó construir una capilla privada, bajo el nombre de Nuestra Señora de la Concepción, que sería conocida como la Capilla Coimbra. En 1906, se demolió el palacio debido a la construcción del Largo de Joao do Souto y se edificó un nuevo edificio a continuación de la capilla, en el que se conservaron algunos elementos manuelinos, como algunas ventanas y puertas. Este edificio tiene la forma de una torre dividida en dos espacios: el porche, con adornos manuelinos, de Filipe Odarte, y la parte interior, de Jean de Rouen, que tiene el tradicional altar mayor y las armas de D. Joao de Coimbra. La capilla está cubierta por una bóveda y las paredes tienen cuadros en azulejos.
Muy cerca ya, se alza la Catedral de Braga, la Sé. Conocida también como Catedral de Santa María de Braga. Está considerada la catedral más antigua de Portugal.
Está valorada como uno de los templos más importantes del románico portugués, pero en realidad en ella se encuentran cinco estilos arquitectónicos diferentes.
Aquí se encuentran las tumbas de Enrique de Borgoña, francés, y su mujer, Teresa de León, española (se cree que murió en Galicia, pero posteriormente fue trasladada a esta catedral), ambos condes del Condado Portucalense y padres del rey Alfonso I de Portugal, que también está enterrado entre estos muros.
En 1128 se inició un edificio de cinco capillas, parcialmente destruido por el terremoto de 1135, que seguía los cánones arquitectónicos de los Benedictinos clunicenses. En 1268, las obras todavía no estaban concluidas. Se continuó modificando con distintas intervenciones artísticas, siendo significativo el pórtico situado entre el atrio y las naves del templo, mandado construir en la fachada por Jorge da Costa en los primeros años del siglo XVI y concluido por Diogo de Sousa. Este último mandó hacer las rejas que ahora lo cierran. En 1688, el arzobispo Rodrigo de Moura Teles modificó todo el frontal al gusto barroco, mandando ejecutar también el cimborrio que ilumina el crucero. Así pues, tenemos elementos románicos, góticos, manuelinos, renacentistas y barrocos.
Destaca también su órgano, que funciona con agua ¿??...
En la fotografía superior se ve el exterior gótico de la capilla mayor, en el que se aprecia la figura de Nossa Senhora do Leite, atribuida a Nicolau Chanterenne.
Detalle exterior de la catedral |
Estructura claramente románica de la catedral |
Junto a la catedral se encuentra una pequeña plaza conocida como Rossio da Sé, en la que podemos ver el monumento dedicado a los arzobispos de Braga por su importante papel en la historia de la ciudad, desde el nacimiento de Portugal como reino independiente hasta nuestros días. Este monumento fue inaugurado en 2002.
En el lado este, hay una larga escultura en bronce, interrumpida por la presencia de una cruz arzobispal de hierro con seis metros de altura. En la parte sur, vemos los 17 escudos de los arciprestazgos que forman parte de la actual archidiócesis de Braga.
Aquí Uziel nos explicó por qué el escudo de Guimaraes es el único que está dañado. Las dos ciudades mantienen una clara rivalidad desde hace siglos, ni siquiera hay un tren que las una.
Después de dos horas y media, el tour terminó frente a los Jardines de Santa Bárbara. Última adivinanza: procedencia de Santa Bárbara. 1- Roma; 2- Turquía, y 3- Rumanía. Chus y yo acertamos: Turquía.
Uziel se despidió, además, con un consejo muy importante: hay que viajar. Viajar tiene 4 importantes beneficios: favorece la autoestima al cumplir con los objetivos que te propones, lo cual genera felicidad; ayuda a crecer el coraje al enfrentarse a cosas nuevas; promueve el desprendimiento de las cosas materiales (solo "ser" tiene sentido y no "tener"), y por último desarrolla el aprendizaje y el crecimiento como ser humano al hacernos sentir empatía por otras culturas y otras gentes.
Uziel nos gastó la última broma al sacarnos la foto de grupo con una careta de Cristiano Ronaldo (nos había contado un encuentro personal con él, en el que el futbolista se le iba acercando con la cara de "sí hombre, te voy a dejar hacerte un selfi conmigo" y Uziel se dio la vuelta y lo dejó con un palmo de narices, jajajajaja).
Nos despedimos y Chus y yo volvimos a la Praça da República para comer en el restaurante Astória. Deliciosa la sangría de frutos rojos y el risotto de gambas.
Como postre, me pedí un dulce típico de Braga que nos había recomendado Uziel: Pudim abade de Priscos. ¡Delicioso!
Lleva 15 yemas de huevo, vino de Oporto y... ¡50 gr de tocino de cerdo!
Antes de volver al Campo das Hortas para recoger el coche, nos detuvimos a escuchar a otro grupo estudiantil:
Monasterio de Tibaes
Cuando Uziel señaló al grupo los lugares que visitar alrededor de Braga, nombró el Santuario do Bom Jesus y el de Sameiro. Chus y yo ya conocíamos ambos. Le preguntamos por algo más y nos habló del Monasterio de Tibaes, a unos 5 km a las afueras. Así que, después de comer, allá que nos fuimos. Nos tuvimos que pelear con el GPS, que casi a las puertas del Monasterio estaba emperrado en meternos por un camino de barro... pero ¡si la iglesia estaba allí al lado! jajajajaja.
El Mosteiro de Sao Martinho de Tibaes fue fundado a finales del siglo XI y, en 1567, se convirtió en el centro de la congregación de S. Bento de Portugal y Brasil.
En el siglo XVII, se inició la reedificación y la ampliación del monasterio, resultando el conjunto que vemos en la actualidad. El inicio de las obras está dentro de la corriente manierista, pero, finalmente, el barroco y el rococó triunfarían a lo largo del siglo XVIII.
Con la extinción de las órdenes religiosas, el monasterio se cerró en 1833 y sus bienes fueron inventariados y vendidos. La iglesia, la sacristía, el claustro del cementerio y una parte del edificio se conservaron para el uso parroquial. La mayor parte del conjunto monástico pasó a manos particulares y, en 1986, fue adquirido por el Estado portugués. Actualmente está en proceso de restauración e incluso cuenta con una hospedería y un restaurante gestionados por una comunidad religiosa.
Fachada principal de la iglesia y lateral del monasterio |
Después de pagar la entrada (4 euros por persona) y siguiendo el plano que nos dieron, nos dedicamos a recorrerlo, no sin antes fotografiar una especie de procesión que tienen en la recepción.
La bóveda es de madera. En 1770, se pusieron las piedras del suelo que constituyen las tumbas de los monjes y también se colocaron los murales de azulejos, de decoración rococó, que representan escenas de la vida de Sao Bento. Fueron restaurados en 2002, ya que estaban muy dañados a causa de un incendio ocurrido en 1894, que también destruyó parte del Claustro del Refectorio.
En el centro del claustro, se alza la fuente.
Desde el Claustro accedimos a la iglesia. La actual fue construida, en el lugar que ocupaba la antigua iglesia románica, entre 1628 y 1661, siguiendo el modelo arquitectónico manierista. Tiene planta en forma de cruz latina, capillas laterales en la nave y dos altares en el transepto. El rococó y el neoclásico predominan en las capillas, los retablos, el órgano y los púlpitos.
Vista desde el altar |
De la iglesia pasamos a la sacristía. Construida entre 1680 y 1683, conserva, de la decoración inicial, el mobiliario y el conjunto de 12 esculturas en terracota, de Frei Cipriano da Cruz, que representan 4 reyes santos benedictinos, las 7 virtudes y una alegoría a la iglesia.
Subimos entonces al coro alto. De estilo manierista, fue construido entre 1665 y 1668. Tiene planta en U, con dos filas de sillas con asiento plegable, las traseras en un plano más elevado. Esos asientos toman la forma de máscaras de extraordinaria fantasía (según Chus, diabólicas... era como si los monjes se sentaran sobre el mal para vencerlo, jejejeje). En lo alto de las paredes norte y sur, hay 8 telas, de finales del siglo XVII, que representan escenas de la vida de S. Bento. En el centro se levanta un gran estante en el que se colocaban los libros de las horas litúrgicas. El oratorio, de decoración rococó, muestra la imagen de Cristo crucificado.
Los monjes iban 8 veces al día al coro. Empezaban con las Matinas, a las 2 de la mañana, y terminaban con las Ave Marías, al anochecer.
Siguiendo la Galería dos Abades Gerais, cubierta con retratos de Papas, obispos, filósofos, príncipes y reyes, llegamos a los Aposentos del Abad General. El Abad de Tibaes era, también, el Abad General de la congregación. Sus estancias ocupaban un amplio espacio con su propia capilla, jardín y sala para visitas. Todo ello, de fines del siglo XVIII, está modelado según el gusto neoclásico.
Chus en el balcón de los aposentos del Abad |
Seguimos el pasillo en donde estaban situadas las celdas de los monjes y la hospedería para las visitas que quisiesen pasar un tiempo allí. El mobiliario era escaso, apenas una cama, una mesa y algunas sillas, además de los arcones donde guardaban sus pertenencias. Entre estas estancias vemos también la barbería, la botica y los váteres. El barbero pasaba por el monasterio cada 12 días, también hacía sangrías y sacaba dientes.
Las dos alas del monasterio se unían mediante un Passadiço.
Así llegamos a la Sala do Capítulo. Es uno de los espacios más nobles y bellos del monasterio. A pesar de haber sido construida en 1700, de cuya época conserva el techo de madera pintada rematado por una banda policromada con hojas, urnas, cabezas de ángeles y pájaros, fue completamente reedificada entre 1783 y 1786, cuando se colocaron en las paredes paneles de azulejo de estilo rococó con escenas de la vida de José de Egipto, además de los grandes cuadros de S. Bento y de Santa Escolástica, entre otros personajes famosos.
Salimos luego al exterior para bajar a las cocinas y hornos.
Vemos entonces la enorme extensión que ocupaban las huertas y cultivos del monasterio. De hecho, se pueden hacer dos recorridos, de 45 y 90 minutos, respectivamente, que nosotras no hicimos porque ya iba siendo hora de regresar a Vigo.
Aquí vemos el Claustro del Refectorio que fue destruido por un incendio |
Terminada la visita del monasterio, dimos un corto paseo por el Cementerio, muy cuidadito.
Y vuelta a Vigo. Sin hacerle caso al GPS para encontrar la carretera a España, porque, como siempre, nos metió por un pueblecito y nos hizo dar una vuelta en círculo, además de comprender que íbamos hacia el sur en lugar de al norte.
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