Sábado de senderismo
Sábado, 08/10/2022:
Ruta por Salvaterra y alrededores (Pontevedra)
Hacía un montón de tiempo que no hacíamos una caminata juntas. Escogimos esta por estar cerca de Vigo y por ser prácticamente llana. Pero... me pasé con los kilómetros, en principio eran 12 y entre pitos y flautas acabamos haciendo casi 19 km. Y la última parte, con muchos trozos de sol entre las 2 y las 3 del mediodía. Me costó muchísimo llegar y, de hecho, llegué al restaurante sofocada. Me parece que algo de insolación cogí, porque por la tarde, al llegar a casa, me entró la tiritona y tuve unas décimas de fiebre. Pero lo peor fue que la rodilla izquierda volvió a darme la lata (estoy ahora escribiendo con la pierna estirada y la rodillera puesta)
Conclusión para próximas marchas: menos kilómetros, tiempo más nublado o empezar más temprano y asegurarse de que hay sombra. ¡Es que no aprendo! jajajajaja...
Salvaterra do Miño es un municipio de la provincia de Pontevedra que forma parte del Área Metropolitana de Vigo y junto con Monçao, en Portugal, forma una eurociudad (como Verín y Chaves). Está situado en la confluencia de los valles de los ríos Tea y Miño.
Empezamos la ruta en la fortaleza conocida como castillo de Doña Urraca, junto al río Miño. Ahí se localiza la iglesia de San Lorenzo de Salvaterra do Miño.
Su estructura original, del siglo XIII, es románica, pero tres siglos después se amplió con claro estilo renacentista. Antaño era la iglesia del castillo, ahora es iglesia parroquial.
Destacan en la fachada sus dos columnas, el friso y el frontón. Por encima del frontón vemos la figura de San Lorenzo y, rematando la fachada principal, hay una espadaña con tres campanas repartidas en dos pisos.
En el interior, sobresale la talla del Santísimo Cristo de la Victoria del año 1733.
En 2009, la plaza que alberga la iglesia fue objeto de una restauración y quedaron al descubierto diversas estructuras de murallas y una necrópolis.
En el año 991, aparece el primer documento en el que se hace referencia a Salvaterra do Miño. El monarca de Galicia, Bermudo II, entrega el coto de numerosas tierras a la iglesia de Santiago de Compostela, entre las que figura "Lacedurium", primer término con el que se conoce a la villa.
Entre los siglos XI y XII, se delimita el nuevo reino de Galicia y aquí se suceden décadas de luchas con Portugal debido a su posición fronteriza. A finales del siglo XII, el rey Fernando II de León, harto de las incursiones lusas a lo largo del Baixo Miño, promovió la creación de sistemas defensivos por toda la zona. Así, comenzó la fortificación de núcleos poblacionales estratégicos y se fijó una frontera política entre ambas naciones, marcada por el río Miño. Desde entonces, la villa pasó a denominarse "Salvaterra" (salvar el reino) haciendo alusión a su nueva condición defensiva.
La fortaleza se relaciona también con la estancia de la reina Urraca I durante la contienda que mantuvo con su hermanastra Teresa de Portugal, a partir del año 1120. La proclamación de la independencia del condado portucalense y su interés por el dominio de las localidades del Baixo Miño provocaron toda una serie de fricciones entre ambas riberas del Miño.
La tradición popular ha creado una serie de leyendas alrededor de la figura de Doña Urraca. Una de ellas cuenta que el pozo, situado en la planta baja del castillo, comunicaba con un túnel que, por debajo del río, llegaba hasta Portugal.
La fortaleza presenta una planta rectangular de unos 9700 metros cuadrados de superficie, en la que se incluyen parte del recinto amurallado con sus garitas, la Casa do Conde, el pazo de Doña Urraca y la capilla de la Virgen de la Oliva, inmediata a los muros del castillo.
Hoy en día, este castillo es la sede del Museo do Viño do Condado do Tea D.O., un espacio interactivo en donde aprender y disfrutar de la cultura del vino.
Tras detenernos en la fortaleza seguimos hasta el Parque de A Canuda. Se trata de una magnífica área recreativa a orillas del río Miño de más de 200 000 metros cuadrados que combina parques infantiles, paseos fluviales, pistas de bicicleta y que conecta con kilómetros y kilómetros de senderos que discurren a lo largo de los ríos Miño, Tea y Mendo.
Es, también, un aula abierta a la naturaleza donde se pueden contemplar cómo crecen las apetitosas verduras, de dónde nacen los frutos o las herramientas utilizadas por nuestros ancestros en la labranza. Plantas aromáticas, rosales, kiwis... todo a nuestro alcance. Hasta podemos aprender de dónde viene y cómo se hace el té:
Desde A Canuda, seguimos un camino que va paralelo al río, pero no precisamente por su orilla sino un poco más arriba. Cuando pasamos por debajo del viaducto del ferrocarril, nos encontramos con un señor muy amable que nos explicó que ahí ya estábamos ante el río Tea, que, poco más abajo, se reunía con el Miño. También nos contó algo muy curioso de lo que no teníamos ni idea: el nombre del río proviene de los telares que existían en la zona ya desde tiempos prehistóricos. Y dijo que más arriba podíamos encontrar varios molinos de agua.
Seguimos río arriba por la orilla del Tea. Hay muchas zonas específicas para dedicarse a uno de los atractivos de la zona: la pesca de la lamprea, aunque son tramos de "pesca sin muerte" (teóricamente, hay que devolver los peces al agua).
Un poco más adelante, a 2 km de la desembocadura del Tea en el Miño, nos encontramos con el famoso puente de Fillaboa. Se trata de una estructura que se dice de origen romano, pero que en realidad es medieval. Presenta tres arcos ligeramente apuntados y probablemente sea del siglo XV. En la actualidad está cerrado al tráfico, lo que contribuye a su conservación.
En esta zona parece ser que hubo unas minas romanas de oro. El cauce bajo y medio del río Miño fue uno de los más importantes recursos auríferos del imperio romano. Y Salvaterra no podía dejar de formar parte de ellos. Los amontonamientos de cantos rodados que se ven no tienen un origen natural, sino que son el resultado del movimiento con ayuda del agua de toneladas de tierra en busca del preciado metal.
Las minas romanas de oro de Fillaboa se localizan a unos metros del puente medieval del mismo nombre.
No cruzamos el puente, aunque parece ser que la ruta por ahí es de gran belleza. Quizá lo hagamos en otra ocasión. En este caso, seguimos por la orilla derecha, acompañadas por los patos y los cormoranes.
Justo al terminar el puente torcimos a la izquierda para seguir ahora el curso del Tea río abajo. Caminamos entre bosques de ribera, perdimos el camino en una ocasión y, finalmente, siguiendo los lindes de unas fincas, llegamos a una carretera que, a través de otro puente, nos devolvió al margen derecho poco antes de volver a encontrarnos con el puente de Fillaboa.
A partir de aquí regresamos por el mismo camino. Hacía ya mucho calor y la marcha se ralentizó, hasta el punto de que llegamos al restaurante en donde habíamos reservado una mesa para a las 3 a eso de las 4. Pero mereció la pena, porque la comida, bajo un emparrado, fue estupenda, con un personal muy agradable.
Os dejo aquí el enlace.
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