Miércoles, 11/10/2023 (aclaro que parte de las fotos que aquí se incluyen fueron tomadas por Mati, Pili y Marusela):
A Quinta da Regaleira
Después de no haber podido hacer la visita el día anterior, por fin accedimos a la misteriosa Quinta, situada a pocos kms de Sintra. No era la primera vez que la visitaba, pero nunca he conseguido captar todos sus secretos ni recorrerla en su totalidad. Todavía no sé si su antiguo propietario, Antonio Carvalho Monteiro, era o no un masón, ni si el arquitecto, Luigi Manini, integró esos guiños a la masonería o a los Templarios con el significado que hoy se les atribuye. En cualquier caso, estamos ante un conjunto que incluye elementos románicos, góticos o renacentistas y, por supuesto, del típico estilo manuelino portugués y que, además, es Patrimonio de la Humanidad.
La tradición dice que el de los millones, porque había hecho una gran fortuna en Brasil gracias a sus negocios del café y del vino, quiso construirse un palacio en un enorme jardín a la vez que se rodeaba de los elementos que movían su curiosidad. Por eso, llenó el lugar de mensajes esotéricos con multitud de enigmas y referencias a textos clásicos que el visitante debe descifrar mientras camina por sus hermosos jardines. Cualquier estatua u objeto puede tener un significado en relación con el conocimiento del hombre y lo que le rodea espiritualmente.
Se dice que Antonio Carvalho era conservador, monárquico y cristiano gnóstico, pero sobre todo masón y amante de la alquimia, por lo que se difundió la idea de que la Quinta era, en realidad, una especie de microuniverso masónico donde el ser humano podía purificar su alma y encontrar respuestas a las preguntas universales, como por ejemplo, si hay vida después de la muerte. Si era masónico o si simplemente quiso pertenecer a la Orden, no está muy claro. Que la conocía, sí, como también conocía la de los rosacruces, ambas parte de esas sociedades secretas que pululaban por Europa en el siglo XIX. También sabía que el propio monarca lusitano, Fernando II, constructor del Palacio da Pena, optó al puesto de Gran Maestre de la Obediencia Masónica Gran Oriente Lusitano Unido.
Visto lo ocurrido el día anterior con el coche, decidimos dejarlo en un parking y coger uno de los tuk-tuks que hacen recorridos turísticos en Sintra. La verdad es que desde el centro de la villa es un paseo que se puede hacer perfectamente a pie, pero estábamos cansadas y hacía calor, así que optamos por ese medio de transporte. Nos costó encontrar uno, no porque no los hubiera, sino porque, debido a las restricciones de tráfico, para llegar a un sitio que en realidad está muy cerca, prácticamente hay que rodear la sierra... y a ninguno le apetecía.
El primer lugar al que nos acercó el guía fue el conocido como Lago de los Cisnes, construido con rocas traídas de la costa de Peniche. Se trata de un pequeño lago, con cascada incluida, circundado por grutas subterráneas y cruzado por pequeños cubos de piedra sobre los que antes se podía saltar.
Desde aquí, nos dirigimos hasta el Portal de los Guardianes, con la Terraza de los Mundos Celestiales. Una pena que el guía se saltó el paseo decorado con 9 estatuas que representan dioses greco-romanos.
Hubiéramos visto a Hermes, el "mensajero de los dioses" y fundador de la alquimia. El símbolo que lo caracteriza, el caduceo, representa el hermetismo: dos serpientes entrelazadas en torno a un bastón, un símbolo fálico que los masones relacionan con Baphomet, el dios templario de la luz y el conocimiento. Fundador de la alquimia, que todos relacionamos con la conversión del plomo en oro y que, en realidad, buscaba transmutar las almas. O sea, librarnos del plomo de la ignorancia, la intolerancia o la inmoralidad para alcanzar el oro de la verdad, la sabiduría y la virtud.
Hubiéramos visto, también, a Vulcano, el hijo deforme de Júpiter y Juno, el Tubalcain masónico; a Dionisio o Baco, el dios muerto y resucitado, en cuyas celebraciones se daba rienda suelta a todas las pasiones carnales; a Pan, un sátiro que a veces se relaciona con Saturno, al que también se relaciona con Baphomet, por sus patas de macho cabrío y sus cuernos; a Demeter, Perséfone, Venus, Orfeo y, en último lugar, Fortuna.
Llama la atención una mesa de mármol situada frente a la fila de los dioses, sobre todo porque se encuentra frente a la estatua de Vulcano, en cuyos rituales se ofrecían sacrificios humanos. Uno más de los enigmas que nos sorprenden.
Al final de este pequeño Olimpo pétreo, un imponente león de bronce mira hacia Oriente, como señalando el inicio del camino ascendente, por entre senderos y vegetación, cuyo final es el conocido como Pozo Iniciático, donde los profanos descubrirán la verdad oculta: su descenso nos lleva al encuentro de la piedra filosofal, el símbolo del encuentro con el conocimiento.
Como había una larga cola para bajar por el Pozo, fue por eso que el guía prefirió llevarnos primero al Portal de los Guardianes.
Está compuesto por una estructura rematada por dos torres laterales y un minarete central. Las torres laterales significan la contraposición entre el Sol y la Luna, otro de los principios masónicos. En el centro hay una fuente protegida por dos tritones que rodean una concha, cuya simbología el guía identificó con el nacimiento de la vida, siendo la concha el útero femenino.
En el interior de la gran concha se ve otra más pequeña, el feto
En realidad el Portal es una de las entradas para acceder al Pozo Iniciático o salir de él, según hagamos el recorrido ascendente o descendente. Los guardianes vigilan la entrada al inframundo.
Frente a esta estructura se sitúan la Torre de los Mundos Celestes y la Torre del Zigurat, que cubren una enorme cisterna de agua que abastece las fuentes y estanques del jardín. No podemos olvidar que el zigurat es una especie de construcción de la antigua Mesopotamia con forma de pirámide escalonada en la que se realizaban ritos y sacrificios dedicados a una deidad pagana. También servía como observatorio astronómico para los sacerdotes.

El guía nos llevó entonces al conocido como Pozo Imperfecto. Es más pequeño y menos profundo que el Iniciático. Tiene tan solo unos 10 m de profundidad. Está conectado con el otro pozo. En realidad, todos los caminos subterráneos de la finca conducen al pozo iniciático que, como ya hemos dicho, simboliza la búsqueda de la perfección. El guía nos explicó que no se sabe muy bien si el Pozo Imperfecto fue un error de construcción y que, por eso, se construyó el otro, o si se quiso hacer así para indicar que el hombre es imperfecto, pero que desde su imperfección puede llegar a la perfección.
Es toda una experiencia intentar llegar al Pozo Iniciático desde cualquiera de las grutas subterráneas de la finca. Si te equivocas, acabas en el Pozo Imperfecto. Si aciertas, llegas al que realmente estabas buscando. Cada uno de los caminos es un recorrido de luces y sombras, tal y como es el viaje de la vida, en el que siempre tenemos la opción de elegir el camino correcto. Si acertamos en la elección, nos iremos acercando a la perfección; si no, aprenderemos de nuestros errores y seguiremos recorriendo nuestro camino.
Todo esto nos hace recordar un pasaje de la Eneida: Eneas desciende a los Infiernos en busca de su padre. Allí se encuentra con el dilema de elegir la dirección que ha de seguir. Si cogía la vía de la izquierda, seguía el camino de los condenados, los destinados al fuego eterno. El camino de la derecha conducía a la salvación. Eneas optó por el de la derecha y encontró el río Leteo, que le permitió llegar a los Campos Elíseos, donde se encontraba su padre. De hecho, si aquí se sigue el camino de la derecha se llega a un río cristalino, sobre el que cae el agua procedente de una cascada... no es otra cosa que el llamado Lago de los Cisnes que habíamos visto al principio.
Dejamos atrás el zigzagueante camino que lleva hasta un conjunto megalítico formado por gigantescas piedras cubiertas de musgo, una especie de anta (antigua entrada a los templos de la Grecia Clásica), en uno de cuyos lados hay una roca en forma de arco, a modo de puerta, que nos lleva directamente al Pozo Iniciático. Más tarde, mis compañeras volverían sobre sus pasos para visitarlo (yo no lo hice, porque ya había estado en él en varias ocasiones).
Por el momento, caminamos por el jardín. Es una mezcla armoniosa de muy diferentes elementos: magnolias, camelias, helechos, palmeras, plantas exóticas traídas de todo el mundo, especialmente de Brasil. Es como si nos encontrásemos en un jardín botánico, cosa que en realidad es. La parte ajardinada cerca del Palacio está más cuidada y, a medida que nos alejamos, la vegetación se va volviendo más agreste. Sin embargo, esto no es casual ni tiene por qué indicar dejadez en el mantenimiento de los jardines. Según nos acercamos al Pozo Iniciático, el alma del ser humano se vuelve más salvaje. El guía nos explicó que Antonio Carvalho no solo se dedicaba a cultivar plantas ornamentales. Belladona, estramonio y otras de carácter sicotrópico se utilizaban en las ceremonias de iniciación, lo que contribuye a aumentar el halo de misterio de este lugar.
Descubrimos así la Fuente de la Abundancia. Está formada por un arco de medio punto que tiene en sus dos extremos a un sátiro, por un lado, y un carnero, por el otro. El sátiro representa el caos, mientras que el carnero representa el orden.
En el simbolismo templario y masónico, la luz y las tinieblas, el orden y el caos, se igualan en el equinoccio de primavera. En la tradición cristiana, se relaciona este equinoccio con la noche de San Juan, mientras que otras culturas han practicado, desde muy antiguo, diversas ceremonias y ritos esotéricos presididos por los Grandes Maestros, en los que se purificaba con fuego todo aquello que fuese necesario, a la vez que aquellos que habían superado el camino iniciático se convertían en nuevos sacerdotes o druidas.
Los lugareños cuentan escabrosas historias heredadas de generación en generación sobre cultos satánicos y ritos masónicos y muchos comentan que, a veces, por las noches, cuando ya está cerrada la quinta al público, se escuchan cánticos extraños y se ven luces en el bosque o en el piso superior del palacio.
A pesar de todo, rociarse con agua de esta fuente puede considerarse un rito de purificación. Y, según el guía, beber de ella garantiza una mayor longevidad.
Un poco más adelante encontramos la Torre da Regaleira. Parece ser que simboliza el eje del mundo.
Nos dirigíamos hacia el Palacio y nos encontramos con la Gruta de Leda. Tiene forma hexagonal y simboliza la unión del cielo y la tierra. Leda aparece sujetando una paloma entre sus manos mientras que un cisne la muerde, simbolizando con ello su fecundación por parte de Zeus, dios supremo, señor de los dioses y los hombres y el más importante de los dioses olímpicos. Estaba casado con su hermana, la diosa Hera, pero le fue infiel en muchas ocasiones, metamorfoseándose incluso en animal. La mitología griega cuenta que Leda era una princesa de Etolia y estaba casada con Tindáreo. Zeus se enamoró de ella y, convertido en cisne, mantuvo relaciones con Leda. Hay otras versiones que hablan de una violación por parte de Zeus.
La leyenda cuenta que Leda puso dos huevos. De uno, nació Helena, que va a ser la causante de la Guerra de Troya por su rapto por parte de Paris; del otro nacieron los hijos de Tindáreo: Cástor y Clitemestra, que acabará por ser la esposa del rey griego Agamenón, héroe de la Guerra de Troya. Si lo pensamos bien, hay una analogía entre la leyenda mitológica y la Biblia. María, Madre de Cristo, fue fecundada por el Espíritu Santo.
Y nos vamos acercando al Palacio.
Antes de llegar, surge la bella capilla de la Santísima Trinidad. De estilo neogótico y manuelino, en su fachada presenta las figuras de Santa Teresa de Ávila y San Antonio a cada lado de la puerta y el misterio de la Anunciación en el centro, sobre ella.
En el interior, al que no se puede acceder para no estropear el mosaico del suelo, se ven varias imágenes del Espíritu Santo. La Virgen del altar va vestida con los colores azul, blanco y rojo, los tres colores alquímicos. Además lleva una faja dorada que simboliza el oro alquímico.
Bajo la capilla hay una cripta a la que tampoco se podía acceder. Tanto en esta, como en la propia iglesia, hay numerosos símbolos masones, como la cruz templaria que se ve en el suelo. O el ojo de Dios que se encuentra sobre la misma puerta.
Según cuentan, desde aquí hay un acceso directo al pasadizo subterráneo que conecta con el Pozo Iniciático. Y también dicen que hay un pasadizo que conduce al propio Palacio.
Y nos detuvimos ante el enigmático y bello palacio, en el que también había una cola impresionante para entrar. Allí hay también un curioso banco.
Decidimos, entonces, que ellas volverían al Pozo Iniciático y que yo las esperaría en la cafetería anexa al Palacio, que visitaríamos juntas más tarde.
El famoso Pozo Iniciático tiene 27 m de profundidad que casi parecen conducir al mismo centro de la tierra. Alrededor del pozo bajan unas escaleras en espiral (que giran en el sentido de las agujas del reloj) protegidas por arcos sostenidos por columnas. A pesar de su profundidad, el Pozo parece llamar a sumergirse en él. Algo obligado para aquellos que quieran encontrar la perfección.
Según la filosofía masónica, cuanto más descendemos por el pozo, más descendemos dentro de nosotros mismos, en busca de nuestra alma más profunda. Hay que bajar nueve pisos, nueve niveles que representan los que aparecen reflejados en el infierno de la Divina Comedia de Dante. Los niveles están separados por tramos de 15 peldaños. En la parte más baja del pozo, en mármol, una rosa de los vientos sobre una cruz templaria.
Nueve es el número que significa la transición de lo viejo a lo nuevo, la muerte y el renacimiento, la culminación de un ciclo y el comienzo de otro. Una de las puntas amarillas de la estrella del fondo parece apuntar a un agujero oscuro que señala el oriente. En Oriente es donde nace el Sol y hacia Oriente se orientan las iglesias cristianas.
![]() |
Me contaron que desde el Pozo Iniciático siguieron uno de los caminos subterráneos y llegaron al Pozo Imperfecto |
![]() |
Y luego salieron al lago |
Me recogieron y, ya sin colas, entramos en el Palacio. No sin antes detenernos una vez más ante su magnífica fachada, con sus agujas, pináculos y gárgolas fantásticas; la ornamentación renacentista de medallones y vegetación estilizada, y el manuelino portugués, caracterizado por las cuerdas, nudos, boyas, esferas armilares y demás elementos que aluden a la epopeya marítima lusa. Entre los relieves destaca el de un pelícano que, según una leyenda masónica, se hizo una herida para alimentar a sus crías con su propia sangre.
El interior del Palacio está vacío. Parece ser que la compañía japonesa que lo había comprado, antes de vendérselo al Ayuntamiento, sacó todos los muebles. Pero podemos ver los magníficos mosaicos venecianos y, sobre todo, las maderas nobles de los techos.
En la primera planta había algunos dormitorios y salas de estudio. Destaca la Sala de Caza, un bello comedor dominado por una espectacular chimenea rematada por una escultura de un montero y un bonito mosaico veneciano. También se puede admirar la Sala del Renacimiento, cuya iconografía celebra la unión entre Carvalho Monteiro y su esposa. Y, cómo no, la Sala de los Reyes, antigua sala de billar, en donde están representados 20 reyes y 4 reinas de la monarquía portuguesa.
En la segunda y en la tercera se encuentran tanto la torre octogonal como la torre neomedieval y la torreta. Desde ahí se puede contemplar el paisaje de alrededor de la Quinta. A través de los balcones, las escalinatas que conducen a miradores y ventanas, la casa se integra plenamente con el jardín formando un todo único.
Encantadas con la visita, decidimos comer antes de emprender el viaje de regreso a Vigo. Para eso, volvimos a pie al centro de Sintra y comimos en un bar muy popular que nos había recomendado el guía... buena comida y precios económicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario