lunes, 17 de enero de 2022

Enero, 13 de 2022: Ruta del Lago Castiñeiras - Vilaboa, Marín - Pontevedra (Chus y María- Invitada especial: Matilde) - Parte única

Jueves de senderismo

Jueves, 13/01/2022:


Ruta del Lago Castiñeiras (Pontevedra)


Aprovechando el buen tiempo, nos hemos puesto de nuevo a caminar. En esta ocasión se nos unió Matilde, que lleva camino de convertirse en la próxima chica viajera.

El lago Castiñeiras se encuentra entre los ayuntamientos de Vilaboa y Marín dentro de la provincia de Pontevedra, a 550 m sobre el nivel del mar y ubicado dentro del Parque de la Naturaleza de Cotorredondo. Se trata de una bonita ruta de gran riqueza patrimonial, paisajística y natural. Para aquellas personas que buscan relax y tranquilidad, una visita al lago de Castiñeiras es una de las mejores opciones, sobre todo en esta época del año. Además de la extensa área de ocio, hay un Centro de Recuperación de la fauna silvestre, un Aula de la Naturaleza, un Coto de Pesca y un Parque de la Naturaleza.

El Parque cuenta con senderos perfectamente definidos a través de los cuales se pueden divisar distintas especies de la fauna y flora de la zona, numerosas fuentes, parques infantiles, mesas, barbacoas e incluso caballos salvajes pastando en los campos. Es un entorno natural ideal para la práctica de diversas actividades deportivas. 

Mati colocando su bastón a la llegada. Lo estrenaba ese día

Iniciamos el recorrido junto al lago, creado en 1950 como resultado de la construcción de una nueva carretera en la zona. El bosque que lo rodea también se creó en los años 50. Son 70 ha de tierra que ha sido reforestada con castaños, robles, pinos y laurel, además de otras especies exóticas y más de 40 especies de árboles. En cuanto a la fauna, podemos ver patos, cisnes, reptiles, peces (recientemente se han soltado allí truchas) e incluso ciervos. 



 


Una vez bordeado el lago, nos dirigimos a la Ruta das Mámoas. Atraviesa un soto en el que han llevado a cabo una importante reforestación con robles y castaños. De hecho, el nombre de Castiñeiras procede de la abundancia de árboles de esta clase que había antiguamente en la zona. 



Y así caminando agradablemente, sintiendo el crujir de las hojas bajo nuestros pies, llegamos a la zona conocida como Necrópolis Megalítica Chan de Castiñeiras. Es una zona en la que se puede percibir un poco de lo que es el megalitismo del centro de la Península del Morrazo. Cuenta con 14 túmulos funerarios en distinto estado de conservación además de con tres mámoas que han sido restauradas recientemente.




 
 










     
             Chus junto a la Mámoa do Rei vista desde atrás                                                                                                                              Este Dolmen de grandes dimensiones, con 25 m de diámetro y 2 m de altura, es una de las típicas construcciones megalíticas formadas por dos losas, o más, de piedra enterradas y en posición vertical, con una tercera losa apoyada sobre las anteriores en posición horizontal (también podían estar tapadas con más de una losa, como ocurre en este caso). La estructura pétrea estaba cubierta de tierra, formando un túmulo. Estas construcciones, a las que se atribuye una función funeraria, se alzaron durante el Neolítico y el Calcolítico, especialmente en la franja atlántica europea.  

La Mámoa do Rei es el túmulo mejor conservado de la necrópolis megalítica de Chan de Castiñeiras. Un anillo perimetral de piedras delimita el montículo, en cuyo centro se halla esta anta o dolmen de corredor, formada por 14 ortostatos verticales que sostienen las cuatro losas del techo. La cámara mide unos 3 m de diámetro. En el interior, al que no pudimos acceder por estar encharcado y embarrado, hay una decoración de líneas grabadas en zig zag y una figura en forma de cruz o antropomorfa. Conserva también restos de pintura. El corredor se orienta al este y tiene unos 3 m de longitud. En las excavaciones, aparecieron ídolos antropomorfos junto a la entrada.

A pocos metros de la Mámoa do Rei vemos una cista funeraria de planta trapezoidal con grandes losetas de piedra. Se trata de una forma posterior de enterramiento. Tiene algo más de 2 m de largo, 1 m de ancho y 0,70 de fondo. No conserva la tapa. 


En la foto inferior, Matilde junto a otro de los dólmenes que, en este caso, ha perdido la parte superior. 


  Seguimos caminando a través de la necrópolis. El cielo azul y la luna en lo alto. Caballos salvajes. Una sensación de calma y rélax inigualables. 
              

Y entonces llegamos a la anécdota del día: 


En principio, no sabíamos quién era Pepito Meijón, así que nos acercamos a los petroglifos con la idea de que eran los típicos dibujos prehistóricos grabados en la piedra. Así, pasamos un buen rato tratando de desentrañar el significado de lo que veíamos... naves, peces, cruces y ¡hasta extraterrestres vimos! jajajajaja...



Después de la pausa y las risas, iniciamos el camino de vuelta al lago y Chus nos fue explicando, con la ayuda inestimable de Internet, quién era Pepito Meijón, "el hombre que nació 4000 años tarde":

Vecino de Marín, era considerado por algunos como "el hombre del saco". Tanto niños, como mujeres y hombres escapaban a su paso. A veces, desaparecía durante días en busca del mejor lugar para desarrollar su pasión: grabar y dibujar en la piedra con el puntero que siempre llevaba con él. Esa era su única forma de comunicación con el mundo. Cuando volvía a casa, siempre llevaba en el pelo un poco más de cuarzo, feldespato y mica que no se sacudía. De la misma forma que tampoco cambiaba de pantalón. 

Pepito Meijón (1899-1980) no hablaba con nadie y murió sin explicarse. No sabemos qué movía a este "petroglifero" a trazar esas líneas sobre la piedra. Además de sus infinitos elementos cósmicos también aparecen animales, mensajes religiosos, apocalípticos, esvásticas (símbolo primitivo y universal antes que nazi) y referencias a Franco y la Falange. Lamentablemente, su obra está oculta por el musgo y mucha se perdió cuando se demolió su casa. Estaba situada junto al almacén de materiales de construcción que tenía su familia y en el que ayudaba repartiendo cemento. Estaba totalmente tallada. En el patio, según recordaba el pintor Manuel Soto, había un palomar de palomas esculpidas y un cruceiro con un Cristo con boina. Hoy sería un auténtico museo.

Fue considerado un loco, pero ahora, tantos años después de su muerte, surgen admiradores que piden respeto para el artista incomprendido y misterioso, que reivindican su espíritu y aseguran que no era un demente sino un hombre que vino al mundo por error, 4000 años después de lo debido. 

Llegamos al lago por la orilla opuesta a aquella en la que habíamos iniciado el recorrido. Fuentes, mesas, barbacoas...


Y curiosos árboles cuyas hojas formaban cortinas de un intenso color verde.


El lago, un remanso.


Bordeamos el lago y descubrimos la estructura que le proporciona el agua.

Podríamos haber seguido caminando por cualquiera de los muchos senderos que se abren en la zona. Pero en enero ya se sabe que el sol baja muy pronto, repentinamente, y empezaba a hacer frío. Así que rumbo a Vigo.  


Pero antes, última imagen del día, la ría al atardecer.


                          


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