jueves, 20 de enero de 2022

Enero, 16 de 2022: Ruta del área arqueológica de Gargamala - Mondariz - Pontevedra (Chus, Pili, Matilde y María) - Parte única

Domingo de senderismo

Domingo, 16/01/2022:


Ruta del Área Arqueológica de Gargamala, Mondariz (Pontevedra)


Pues sí: Matilde se ha convertido en una más de las Chicas Viajeras. Y nosotras encantadas de contar con ella. 

La parroquia de Gargamala, en el concello de Mondariz, presenta al norte una serie de elevaciones que van desde los 400 a los 500 m de altura. Se puede decir que los montes de Gargamala son una prolongación de la sierra del Suído. Estas montañas guardan auténticos tesoros históricos, cuyo máximo exponente son los cientos de petroglifos milenarios diseminados por todas sus cimas. Son los petroglifos de Gargamala. 





La localización de estos petroglifos está marcada, pero aún así es difícil verlos todos. Algunos son poco visibles debido a la erosión o a la acción del fuego. Otros, sin embargo, están muy bien conservados. Reconocemos que hemos cometido una especie de crimen arqueológico al pisar esas enormes rocas, pero de no haberlo hecho no hubiéramos visto ni la mitad de petroglifos. 


 
Estos grabados rupestres tienen más de 4000 años. Podemos encontrar diferentes formas: círculos concéntricos, coviñas (pequeñas cazoletas de las que salen distintas acanaladuras), herraduras, cruces e incluso algunos dibujos zoomorfos. 


Caminar por el monte a la caza de estos grabados resulta muy interesante y divertido. Cada una da su interpretación de lo que ve y a veces son cosas bastante curiosas. 





De esa primera zona pasamos a otra en la que hay un regato que más abajo conforma el río Barragán. Pero antes, el último selfi con el palo que Chus había estrenado hacía unos días y con el que estaba supercontenta (las conexiones interiores estaban flojas y no había manera de que la foto saliera cuando pulsabas el botón):





Es una ladera en la que los dibujos resultan bastante difíciles de encontrar. Es el punto conocido como Laxe do Esperón


 Aún así, sigue siendo divertido intentar encontrarlos.


En la foto que sigue a continuación vemos una gran piedra que aparecía marcada como algo importante en la ruta. No llegamos a ver petroglifos, pero sí observamos que la zona era, cuanto menos, interesante, ya que la roca aparecía como rodeada por un círculo de piedras menores.


Oímos entonces voces y descubrimos unos jinetes. La verdad que estos montes son ideales para hacer rutas a caballo.

Seguimos caminando y llegamos a otra zona de monte ya más despejada y sin árboles. Aquí encontramos unas instrucciones para buscar un pequeño dibujo de un "escornabois" en una pequeña roca aislada dentro de otro conjunto de petroglifos. Los petroglifos los vimos, el "escornabois" no.



Como curiosidad, cuando nos acercábamos a esta zona vimos un paisano que venía en dirección contraria. Fue vernos y desviarse monte a través hacia su derecha. Creo que Pili lo miró con cara rara y entonces el hombre retrocedió unos pasos para explicarnos que no se desviaba por habernos visto sino porque él iba por allí, jajajajaja...


Y tras ciertas dudas sobre por dónde seguir la ruta, la intuición de Chus nos llevó a la cima en la que se encuentra la que quizá sea la roca más conocida de este conjunto arqueológico. 



Hay quien ha realizado experimentos que parecen probar que en esta roca se marcan las líneas del equinocio. Se podrían ver en las dos semanas anteriores al equinocio de otoño o en las dos posteriores al equinocio de primavera. Durante aproximadamente una hora y con luz blanca y rasante y la roca muy seca, se puede ver cómo uno o varios palos verticales situados sobre el centro de algunos círculos producen líneas de sombra que unen los centros de los círculos más significativos. ¿Cuál era el objeto de estos círculos entonces? ¿Fijar un calendario? ¡Q
ué daríamos por saberlo! 

E iniciamos el camino de regreso al coche, no sin antes quedarnos con esas maravillosas vistas en la retina.


No acaba aquí el día, porque ya sabéis que solemos unir las caminatas con las experiencias gastronómicas. En esta ocasión, comimos en el restaurante Simoneta and Co., en Mondariz, todo un descubrimiento para las cuatro. La comida, exquisita. El servicio, impecable, con una atención extraordinaria. Un local con mucho encanto y una decoración cuidada que lo convierte en un sitio muy acogedor. 




De menú, además del entrante de la casa, una crema de mejillón con queso sobre aceite de oliva, y unos pirulís de langostinos que pedimos nosotras:

Arroz de ibéricos para Pili, Chus y Mati

Magret de pato en salsa de calabaza para mí

Coulant de chocolate con helado de naranja para ellas


Tarta de queso al horno para mí, acompañada de un magnífico Pedro Ximénez


Al salir, la alegría de un día bien disfrutado:




No hay comentarios:

Publicar un comentario