lunes, 14 de noviembre de 2022

Octubre, 21 de 2022, a enero, 14 de 2023: Segunda visita a Japón - Parte 07

Descubriendo Japón por segunda vez

Domingo, 13/11/2022:


Excursión a Nikko


¿Recordáis que Japón está dividido en 47 Prefecturas?


Para situar la excursión de hoy, tenemos que fijarnos primero en la región de Kanto, en color verde. Muy pequeños, vemos el Distrito Metropolitano de Tokyo (número 13), al sur la Prefectura de Kanagawa (14), al este Chiba (12), sobre ella Ibaraki (8), limitando esta al oeste con Saitama (11), y entre ambas, hacia el noreste, Tochigi (9). Pues bien, Nikko es una pequeña localidad de esta última, en el norte montañoso de Tokyo. Precisamente ahí se encuentra el Parque Nacional Nikko, en el que podemos disfrutar de pintorescos paisajes, lagos, cascadas, aguas termales, monos salvajes y senderos para hacer deliciosas caminatas. Con tráfico fluido, son unas 3 horas en coche desde la capital. Así que hubo que hacer un alto en un área de servicio, nada que ver con las que yo conocía (aquí tienes distintas variedades de puestos de comida para poder elegir)


¿Por qué ir a Nikko? Porque es un lugar extraordinario en el que se funden arquitectura, historia y naturaleza (espectacular ahora en otoño).



Desde el siglo VIII, es un centro de adoración y culto, tanto sintoísta como budista. Sus santuarios y templos, considerados los de mayor esplendor de todo Japón, han sido declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. 

Este Patrimonio está formado por 103 estructuras repartidas en tres complejos. El santuario más impresionante y visitado es el de Toshogu. Está compuesto de doce edificios o pabellones rodeados por un frondoso bosque de cedros centenarios.

Accediendo por una entrada lateral desembocas en la gran explanada que sigue a la puerta principal, que vemos en el lado izquierdo

Este santuario es el mausoleo de Tokugawa Ieyasu, el fundador del poderoso shogunato de Tokugawa, que gobernó Japón desde 1603 hasta 1867. Fue inaugurado en el año 1636 por su nieto Tokugawa Iemitsu siguiendo los deseos de su abuelo. La construcción del mausoleo se alargó dos años y para llevarla a cabo hicieron falta más de 15 000 artesanos de todo Japón. Durante la era Meiji fue declarado santuario sintoísta, pero conserva elementos de su pasado budista, como la pagoda y una de sus puertas, Niomon

Como vemos, en la explanada destaca la impresionante pagoda Gojunoto, de cinco pisos. Se encuentra a la izquierda de la puerta de entrada al recinto, al que se llega por un amplio camino de cedros centenarios (nosotros lo recorrimos a la salida, ya que desde el parking habíamos entrado por una puerta lateral). La original era del año 1650, pero esta es una reconstrucción de 1818. Se abre al público de manera ocasional. Una de sus características es que el pilar principal se encuentra a 10 cm del suelo para adaptarse a los cambios de temperatura y el grosor de la madera. Cada planta de la pagoda representa un elemento en orden de ascenso: tierra, agua, fuego, viento y cielo. 


Puerta principal de entrada al recinto y a la explanada. Es un torii de piedra de 1618

Después de comprar la entrada, subimos las escaleras que llevan al santuario.




Una vez atravesada la puerta Niomon, vigilada a ambos lados por dos guerreros Nio, guardianes de Buda, entramos en un segundo patio en el que ya nos sentimos deslumbrados por los distintos edificios y el brillo del oro. Y eso que se trata de tres antiguos almacenes (sanjinko) y establos. En el almacén mayor o kamajinko se puede ver una talla que representa a los elefantes soso-no-zo ("elefantes imaginados"). Se llaman así, porque fueron realizados por un artista que nunca había visto elefantes, por lo que los talló como él los imaginaba. 



Arriba, los elefantes soso-no-zo

Aquí es donde se encuentran los famosos tres monos sabios de Nikko, grabados en madera en uno de los establos sagrados (shinkyusha). 


Sus nombres son Mizaru, Kikazaru e Iwazaru, que significan "no ver, no oír y no hablar". Y ¿qué es lo que no hay que ver, ni oír, ni hablar? El Mal. Este dicho tiene su origen en la filosofía china (código moral del santai) que promulgaba el uso de los tres sentidos en la observación cercana del mundo.

Sin embargo, el significado de los tres monos es complejo. Si bien para la élite intelectual se encontraban relacionados con el ya mencionado código filosófico y moral, para el pueblo el sentido era "rendirse" al sistema: un código de conducta que recomendaba la prudencia de no ver ni oír la injusticia, ni expresar la propia insatisfacción, sentido que perdura hoy día (nada de meterse en problemas)

Habíamos llegado a las 10:30 de la mañana y aún así, ya había mucha gente en el santuario.




Más escalinatas y accedemos a un tercer patio. Ahora ya es visible la impresionante puerta Yomeimon, símbolo de Nikko. 





Como se dice en la información que el propio santuario proporciona, cuenta con 508 esculturas policromadas con motivos naturales. También se informa de que una de las columnas traseras del lado izquierdo está colocada con la parte inferior en la superior y viceversa, para dar la idea de una construcción no acabada, ya que siempre hay que seguir creando. Si la edificación estuviera completa, eso traería mala suerte. Además, esto se relaciona con el concepto japonés de wabi sabi o la belleza de la imperfección. 

Está flanqueada por la Torre del Tambor y la Torre de la Campana, instrumentos que simbolizan el nacimiento y la muerte. 


Parte trasera de la puerta

A ambos lados de la puerta se despliegan unos muros (kairo), decorados con un colorido conjunto de aves y flores talladas.


En ese cuarto patio, donde está la entrada directa al mausoleo, hay otra puerta que resulta llamativa: 



Esta puerta no se atraviesa. Para llegar al mausoleo propiamente dicho, hay que hacerlo por otra, la puerta Sakashitamon, que se encuentra en el lateral derecho del recinto. La puerta Karamon oculta el salón de plegarias Haiden y el salón principal Honden. Estos se pueden visitar, si bien no está permitido sacar fotografías, pero entrando siempre desde el lateral y dejando el calzado en unas taquillas colocadas a tal efecto.

Vista hacia atrás mientras esperaba para atravesar la puerta Sakashitamon


En la decoración de esta puerta destaca el conocido Nemuri-neko ("gato durmiente"), en su parte delantera, con dos gorriones volando tras él.  


Decoración de la parte trasera de la puerta

También podemos ver crisantemos, las flores asociadas con la longevidad. 

Al atravesar la puerta, unas largas, no, unas larguísimas escaleras, nos llevan al mausoleo.



¡Por fin! ¡El mausoleo!

¡Habíamos llegado a la tumba de Tokugawa Ieyasu

Y ahora tocaba bajar.


Y atravesar de nuevo la puerta Sakashitamon para ir a ver los salones de oración. En uno de los edificios adyacentes se estaba celebrando una boda.






Realmente una visita maravillosa, en la que no faltaron cosas curiosas, como este japonés que llevaba a su gato de paseo sobre el hombro.

Os dejo aquí algunas fotos más de este recinto y un vídeo de la explanada de entrada cuando nos dirigíamos a la salida por la puerta principal:




Al llegar a la base de la rampa, seguimos el camino de la derecha, que lleva al Futarasan-jinja, otro santuario sintoísta que forma parte del complejo Patrimonio de la Humanidad.





Este santuario fue fundado en el año 767 por el monje Shodo Shonin. Originalmente también era un templo budista, pero fue reconvertido al sintoísmo. 

Está dedicado a los dioses de la montaña: Monte Nantai (Okuninushi), su esposa Monte Nyoho (Takirihime) y su hijo Monte Taro (Ajisukitakahikone). En este templo y en el budista Rinnoji se veneran las mismas deidades, pero cambia el nombre con el que se las conoce. 


Detalle a la entrada del santuario

En el interior hay varios edificios, la mayoría templos construidos durante el período Edo. 


Dejamos atrás este santuario y volvimos al camino de cedros, en donde nos encontramos con que se estaba corriendo una maratón.


Empezaba a llover y ya comenzábamos a tener hambre. Así que caminamos en dirección al pueblo. En el trayecto nos encontramos con el templo Rinnoji, del que ya hemos hablado hace un momento. Es famoso por albergar tres enormes estatuas de Buda de 8 m de altura lacadas en oro, cada una de las cuales muestra una faceta diferente de Buda y representa también a uno de los tres dioses de las montañas. 

En realidad, se trata de un histórico conjunto de templos budistas, de los que se conservan 15 de los 109 que llegó a tener en 1882. 





Tiene un bonito jardín con el típico estanque. 


Entre el conjunto podemos ver una columna de bronce de 13 m, conocida como Sorinto, que contiene más de 1000 volúmenes de sutras sagrados. 




Dentro de este recinto está el templo Taiyuin. Alberga el mausoleo de Tokugawa Iemitsu. Este no solo engrandeció el mausoleo de su abuelo, como ya hemos visto, sino que diseñó el suyo propio, creando un conjunto arquitectónico magnífico. No nos detuvimos en él porque se nos empezaba a hacer tarde.  

Acabamos de descender y nos encontramos con el famoso puente Shinkyo. Forma parte del santuario Futarasan-jinja, aunque originalmente fue construido para llegar al mausoleo de Tokugawa Ieyasu. Durante siglos solo podía ser utilizado por el emperador y su séquito y hoy se encuentra cerrado al tránsito. Si deseas hacerte la foto en él, tienes que pagar la entrada. 




Según cuenta la leyenda, cuando el sacerdote Shodo Shonin y sus discípulos se disponían a cruzar el río Daiya, la corriente era tan fuerte que les impedía llegar a la otra orilla. Así que rezaron al dios Jinja Daio para pedirle su ayuda. La deidad se compadeció de ellos y ordenó que dos serpientes se entrelazaran formando un puente, por el que consiguieron cruzar. Fue entonces cuando Shodo Shonin decidió fundar el primer santuario de Nikko, en el año 766. 

Lo cierto es que no se sabe con exactitud la fecha de construcción del puente, pero sí que ya existía en el año 1636. El puente actual es una reconstrucción llevada a cabo en 1907, tras haber sido destruido el anterior por una riada. Tiene una longitud de 28 m. 

Ya en Nikko, comimos en un pequeño restaurante popular. Deliciosa soba con tempura


Después de comer, volvimos al coche para seguir la excursión. 

Como ya dijimos, estábamos en la zona del Parque Nacional Nikko. En realidad, el parque se extiende por 4 Prefecturas: Tochigi, Gunma, Fukushima y Niigata. Tiene una extensión de 114 908 ha y se divide en dos áreas: Nasu, en el norte, y el área sur compuesta por Nikko, Kiugawa y Shiobara. Es una zona formada por un cinturón volcánico, donde sobresalen altísimas montañas de más de dos mil metros de altitud que desde la antigüedad atrajeron a monjes que soñaban con conquistar sus picos. Las consideraban sagradas y mágicas, de ahí la gran cantidad de templos y de Tooroos, las antiguas linternas de piedra que iluminaban el camino. 

Aquí se encuentra la cascada Kegon-no-Taki, una gran caída de agua permanente de Japón que se encuentra en el lago Chuzenji, a unos 10 km de Nikko. Tiene 97 m de altura y es una de las más bonitas del país. 





Si no quieres subir toda la montaña en coche, puedes coger un teleférico que te lleva a lo alto de la cascada para ver la caída del agua. Pero para eso tienes que detenerte en Akechidaira, a los pies del Monte Nantai. Nosotros lo habíamos dejado atrás mientras el coche ascendía por una carretera llena de curvas y con una gran pendiente, pero preciosa. Unos días antes quizá hubiera estado más bonita, porque ese domingo ya había bastantes árboles que habían perdido el follaje con los colores típicos de otoño.

Cortesía del blog de Japan-Guide

Y ahora os voy a contar una curiosa ilusión óptica que tuve ocasión de experimentar por idea de mi yerno. Si fijáis los ojos en la parte alta de la cascada, en donde se inicia la caía del agua, durante unos 30 o 45 segundos, y luego desviáis la vista hacia el lateral de piedra veréis cómo este y la cascada ascienden. No me lo creía, pero puedo jurar que es verdad. Resulta sorprendente y a la vez "weird", como dicen mis nietas.

Lo he probado con el vídeo, pero solo me ha funcionado una vez. Cierto que no tiene la duración que se necesita. 



Hay muchas más cosas que ver en esta zona, pero los días de otoño son muy cortos y no dan para más. Os aconsejo una visita de dos jornadas, como mínimo, para abarcar más posibilidades e incluso dar un bonito paseo por los alrededores del lago. 

Para mí, fue una excursión magnífica y suficiente para descubrir qué hay alrededor de la gran urbe. Como ya he dicho en otra ocasión, Japón no es Tokyo. 




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