Jueves, 22/06/2023 (aclaro que parte de las fotos que aquí se incluyen fueron tomadas por Enrique):
Merzouga
Tengo que reseñar que nos alojamos en la Kasbah Azalay Merzouga. Os la recomiendo sin lugar a dudas, si hoy volviera al desierto de Merzouga, volvería a alojarme allí. Nos costó un poco encontrarla, porque, al no haber carreteras definidas, el Google Maps se volvía un poco loco. Pero no pudimos quedar mejor sorprendidos cuando llegamos.
El recibimiento fue extraordinario, la hospitalidad bereber al 100 %. Desde el primer momento, te hacen sentir como en tu casa. Antes incluso de proceder al registro, nos enseñaron el lugar y las habitaciones. En nuestro caso, el propietario nos enseñó una que no estaba nada mal y que, según él, era la que nos correspondía, pero, puesto que no había gente, nos llevó a otra todavía mejor, muy amplia, y además muy bien situada, porque estaba más abajo y por una ligerísima pendiente llegábamos en un plis plas al coche, sin tener que subir escaleras, lo cual, con nuestro equipaje, se agradecía.
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El enorme salón donde se sirve el buffet del desayuno. Lo coges, pero luego te instalas donde quieras, de hecho, nosotros desayunamos los dos días en la terraza |
Desde aquí, nos dirigimos a un abrevadero de dromedarios. Pero antes pasamos por un cementerio, en el que el guía nos explicó que si las piedras sobre los túmulos están paralelas significa que allí está enterrado un hombre. Si, por el contrario, están perpendiculares, se trata de una mujer.
Pasamos bastante tiempo en el abrevadero, observando las idas y venidas de distintos grupos de pastores con sus animales. Yo me quedé en el coche, porque tanto calor me estaba bajando la tensión.
El guía también nos habló de los famosos baños de arena de Merzouga. De hecho, vimos cómo estaban excavando los hoyos en un lugar concreto. Cada vez son más los viajeros que acuden a este lugar para someterse a los beneficiosos baños de arena durante los meses de julio y agosto, cuando la temperatura es más alta. Es un antiguo tratamiento bereber para combatir enfermedades reumáticas y artríticas. Consiste en enterrar a los pacientes en arena caliente en períodos de 5 a 10 minutos, seguidos de descansos en los que se debe hidratar bebiendo té con hierbabuena. No hay que realizarlos sin vigilancia médica.
Desde aquí, seguimos hasta un pequeño alto desde el cual se divisan los tres tipos de arena que hay en este desierto.
Además de las dunas, hay arena blanca, que contiene sal, y arena negra, de origen basáltico.
Aquí, un chico tiene un pequeño puesto con minerales y fósiles. Pasamos un buen rato eligiendo recuerditos.
Los fósiles son un atractivo más que añadir a esta zona. Pertenecen al Cretácico superior, hace unos 95 millones de años. Se han encontrado restos de dinosaurios, cocodrilos, tortugas y peces.
Seguimos entonces camino para encontrarnos con las tribus bereberes nómadas. Fue, sin dudarlo, uno de los momentos que más tocó nuestros corazones. No por sentirnos con esa superioridad típica de los turistas cuando ven otros pueblos a los que consideran atrasados. Más bien, con todo el respeto por su cultura, por observar la dureza de esas vidas que, aún así, salen adelante, pero sobre todo por los niños, unos niños encantadores y felices que, sin embargo, no tienen otra opción, otra alternativa, porque eso es todo lo que conocerán en sus vidas.
La madre estaba preparando el pan y tres "mocosos" andaban pululando por allí, mientras otro dormía. El guía nos explicó que hacía tres meses que les había muerto el padre, por lo que esa mujer se veía obligada a enfrentarse sola a la vida. Afortunadamente, son un pueblo que se ayuda entre sí, si no, difícilmente podría seguir adelante esta familia.
Con toda su hospitalidad bereber, nos ofrecieron compartir con ellos una especie de mermelada que hacen a base de dátiles cocidos y que una de las niñas comía con fruición. Estaba muy rico, quizá muy dulce, pero si lo pensamos bien, es lógico, necesitan calorías para sobrellevar la dureza de los días en un terreno árido y con un calor abrasador.
Enrique, una vez más, se sintió muy unido a esos niños.
Visitamos después unas antiguas minas de plomo y cinz explotadas por los franceses durante el protectorado. Aquí se obtenía también el popular "kohl", un maquillaje para los ojos que se saca del polvo molido de la galena y cuyo color varía desde el azul oscuro hasta el negro iridiscente, pasando por el gris antracita. Hoy en día, pertenecen al estado y están bajo protección militar. Y se extraen otros minerales, como la baritina.
Durante décadas, los trabajadores, principalmente nómadas y bereberes, se desplazaron a estas minas para extraer los minerales. Las condiciones de vida eran extremadamente duras, debido a la elevada temperatura del lugar, la falta de agua y la ausencia de infraestructuras básicas.
Se pueden ver los restos de las construcciones (algunas en mejor estado son utilizadas por los soldados)
También visitamos otra tienda, en la que Enrique se compró su pañuelo.
Llegamos para comer y, mientras nos dábamos un baño, nos prepararon la comida. Les dijimos que no queríamos nada caliente, sólo frío, así que tocó ensalada y fruta.
Al atardecer, Enrique y Pili habían reservado un paseo en dromedario a las dunas para ver la puesta de sol. Yo ya lo había hecho en su día en el mismo lugar y Mati y Pilar lo habían experimentado en Túnez, así que los dejamos solos para disfrutar del silencio y la belleza inconmensurable del desierto a esas horas. Ambos vinieron entusiasmados, un recuerdo que difícilmente podrán olvidar.
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