lunes, 8 de noviembre de 2021

Noviembre, 07 de 2021: Ruta de los miradores de Domaio (Chus, Pili, Rosa y María) - Parte única

Sábado de senderismo 

Sábado, 07/11/2021:


Ruta de los miradores de Domaio (Moaña)

Habíamos visto fotos de unas manos de madera que habían sido colocadas en uno de los miradores de Domaio y pensamos que sería bonito ver las vistas desde allí. Buscamos una ruta que incluyese ese mirador y, aunque era un poco larga, 17 km, nos lanzamos a la aventura... ¡aventura!, ¡nunca mejor dicho!, ¡qué odisea!...

Supongo que hacer 17 km cuando hace tiempo que no practicas senderismo es una locura. Pero como yo soy muy chula... (fui la organizadora). Pensé que el haber andado por Lisboa 10, 11 km diarios era ensayo suficiente. ¡El monte es otra cosa!


No sé por qué la ruta se prolonga hasta ese punto rojo, porque empezamos en el punto verde y acabamos en ese mismo punto. ¡En fin!

Salimos de Vigo a las 9 de la mañana y a las 10 menos veinte estábamos aparcando en San Lourenzo, en Domaio (Moaña). Iniciamos la ruta, ascendiendo por la parte derecha del mapa, bajo un intenso frío. 


Detrás de nosotras, la ría de Vigo. Era curioso verla desde este lado, ya que normalmente habíamos hecho rutas por el otro. 


Del otro lado, Vigo y la entrada de la ría. 


El camino era llano y fácil, de hecho yo cogí marchilla y fui bastante rato adelantada hasta que se me unió Chus. Rosa y Pili caminaban a cierta distancia por detrás. Pili tiene que cuidar su rodilla derecha y no puede hacer excesos. ¡Pobre! no me extraña que ahora le duelan las dos después de lo pasado...

Como íbamos tranquilas, observábamos el paisaje con gusto, disfrutando de cada descubrimiento. Hasta fuimos capaces de ver en estas rocas la cabeza de un dragón reclinado, jajajaja...


En la zona, hay caballos sueltos. Me dio mucha pena ver a la yegua con un cepo en las patas delanteras para evitar que trote o se vaya muy lejos. 


Hacia el final de la ría se veían las marismas que se forman en la desembocadura del río y que dan lugar a la zona de las Salinas de Ulló, que ya habíamos visitado en otra ocasión. 


En el medio de la ría, quedaba atrás la Isla de San Simón.


En general, pocas subidas y terreno fácil. 

  Chus, casi siempre de avanzadilla una vez que se reunió conmigo. 


Y así llegamos al Parque Lagocheiras (Marín). Aquí nos sorprende esta estatua:


El reconocido cortador de troncos, José Fervenza "Yosi", tuvo la idea de tallar este caballo, de 3 m de altura, en actitud salvaje, con las patas delanteras en alto, en un curso de poda y aprovechamiento de madera de la escuela taller de Lourizán en el que estaba participando. 

El Parque Forestal de Lagocheiras se localiza en la parte central de la Comunidad de Montes de San Tomé de Piñeiro, en el paraje conocido como Chan de Xaxán. La mayor parte de la superficie se encuentra cubierta por especies frondosas autóctonas, principalmente castaños, abedules y robles, que forman un corazón verde que se extiende por casi 50 ha en el interior del monte vecinal. 

Del otro lado de la carretera, este otro conjunto:



Seguimos la marcha y ahí ya empezaron a fastidiarse las cosas, aunque al principio sin mucho problema. El GPS no encontraba la ruta para continuar que estaba marcada en Wikiloc, pero nos dio otra paralela que decidimos seguir ya que en un momento dado se suponía que empataríamos con la que estaba dibujada en el mapa. 

Y así llegamos a dos miradores: Candón grande y Candón pequeño. Nos quedamos en este último. ¡Unas vistas impresionantes!

Este monte tiene una altura de 636 m, siendo el de mayor altitud de la comarca do Morrazo. Cuando el día está claro, se puede ver una gran parte de la costa gallega. Se veían perfectamente la ría de Arousa en primer término y más atrás la de Muros y Noia. Lástima que la foto no permita apreciarlas.


Del otro lado, la ría de Vigo.


Descansamos ahí un rato y coincidimos con un par de chicos que nos sacaron algunas fotos. 



Esta se la saqué yo a Rosa:


Y nos quedaba el mirador en donde estaban las manos. El conocido como Mirador de las Antenas de Domaio. En mayo de este mismo año, 2021, se colocó un mirador con plataforma metálica con unas impresionantes vistas a la ría de Vigo. Además, se colocaron dos originales esculturas giratorias de madera en forma de mano, creadas también por Yosi. 

Desde ahí se puede ver la ciudad de Vigo con las inconfundibles siluetas del O Galiñeiro y O Monte Alba. También el puente de Rande y las míticas Islas Cíes. Tras el mirador hay una gran cantidad de antenas de comunicación. 


Giratorias, sí, pero muy difíciles de mover...

 



Y aquí se acabó lo bueno, que había sido mucho (llevábamos 13 km). Yo llevaba rato sintiendo que la rodilla izquierda me molestaba y, en el momento de iniciar la bajada del mirador, ya me di cuenta de que no podía hacer el camino que faltaba, ya que era cuesta abajo. Chus sugirió entonces que ella y Rosa (que conduce) podían hacer los tres km y medio que faltaban, recoger el coche y volver a buscarnos. Vale. Le di a Chus mi móvil, porque es el que tiene instalada la aplicación de Wikiloc, para que pudieran seguir la ruta (aunque no estaba muy segura de que las dos supieran orientarse con él), y a Rosa las llaves del coche. Pili y yo nos tumbamos en el borde de la carretera a comer galletitas (a todo esto eran más de las 3 de la tarde y el hambre nos acosaba)

Había pasado un montón de tiempo y, de repente, me di cuenta de que estábamos haciendo el tonto esperando allí (el frío que empezaba a hacer se conoce que alertó mis neuronas jejejeje). ¿Por qué no íbamos yendo Pili y yo por la carretera? No había más que una carretera de acceso a ese mirador, así que ellas tendrían que venir por ella sí o sí. Y dicho y hecho, empezamos a caminar por la carretera, en principio llana. Vimos que, por ahí, el camino hasta el coche era también de 3,5 km. ¿Seríamos tontas? ¿Cómo no habíamos pensado en eso al ver aquella cuesta llena de piedras que marcaba la ruta de Wikiloc para seguir la senda de la persona que la había hecho con anterioridad? Porque Pili había mandado un mensaje a Rosa para decirles que nosotras habíamos iniciado el camino por la carretera y ellas habían respondido que el sendero por donde iban era muy chungo y que solo habían avanzado 1 km. 

Cuando la carretera empezó a ir cuesta abajo y me resultaba prácticamente imposible dar un paso, Pili llamó de nuevo a Rosa. Y cuando colgó, su cara era todo un poema. "No te lo vas a creer", me dijo. Resulta que no habían sido capaces de encontrar la ruta, porque la aplicación les daba siempre que seguían un camino incorrecto, así que habían decidido dar marcha atrás hasta el cruce del mirador en donde nos habían dejado y seguir también la carretera. ¡Dios! ¡cuántos km de más y cuánto esfuerzo para nada! Yo no sabía si reír o llorar, porque me daban pena, pero al mismo tiempo no podía evitar pensar lo que Pili verbalizó en voz alta, "¿es que nunca podemos hacer algo normal, como el resto de la gente?"

Como yo no me tenía de pie y no podía andar, decidí que teníamos que hacer autostop. ¿A nuestros 63 años? Pues sí, a los 63 (Pili me confesaría luego que en su vida había hecho autostop, yo sí, cuando andaba por los 20). Levanté mi mano a un coche que bajaba y Pili, más enérgica, casi se puso delante como en las películas, con las manos al frente. Era una pareja con una niña pequeña atrás que, al principio, dudaron, pero por fin se decidieron... pasaron lo que tenían en el asiento de atrás al maletero, me dijeron a mí que fuera adelante por culpa de la pierna y la madre y Pili se sentaron con la niña. Muy agradables. 1 km y medio más abajo vi mi coche aparcado (casi me despisto y me lo paso). Les dimos las gracias y yo, toda chula: ¡qué bien! ahora las vamos a buscar a ellas! ¿Con qué llave, María, con qué llave? Si se la había dado a Rosa...

Paciencia... me tumbé junto al coche. Enseguida apareció un amigo...


Cuando por fin aparecieron Chus y Rosa, casi no podíamos creerlo: ellas habían hecho casi 23 km, aproximadamente 7 más que nosotras. Risas y más risas, pero estábamos agotadas... y sin comer... Pero nadie quiso ir a una pizzería, porque a aquellas horas, casi las 7 de la tarde, ya no había otra opción, solo queríamos nuestros sofásssssssss...

Muertas. Yo me tomé un Ibuprofeno para el dolor que tenía por todo el cuerpo y un trankimazin de 0,50 para poder dormir (tanto que amanecí a las 4 de la tarde del domingo). A Rosa le dolían las caderas. Chus solo sentía pesadez en las piernas. Y Pili también tuvo que tomarse un ibuprofeno y ahora le duelen las dos rodillas...




No hay comentarios:

Publicar un comentario