lunes, 18 de octubre de 2021

Octubre, 07 al 13, 2021: Viaje a Ávila y a Aranjuez (Chus, Pili y María - con incorporación de Luis en algún caso) - Parte 2

Sábado, 09/10/2021 (Chus y María - con Luis) 


Visita a Ávila    


Ávila siempre ha sido una ciudad que me ha llamado la atención. En la mente, las imágenes de su muralla. Y ¿por qué no hacerlo aprovechando la estancia en Pantoja? Chus y Luis también tenían interés en conocerla, así que organizamos la excursión para ese día. 

Capital de la provincia del mismo nombre, se halla situada en la Comunidad de Castilla y León. Es la capital de provincia más alta de España, a 1131 m sobre el nivel del mar. Este hecho hace que sea muy frecuente la nieve en invierno.

No existen indicios claros de un asentamiento prerromano en la zona, aunque sí se habla de la población autóctona vetona que fue asimilada con la llegada de los romanos. Después, la ciudad pasó a poder visigodo y más tarde, a comienzos del siglo VIII, cayó bajo dominio musulmán como gran parte del territorio peninsular. Su reconquista definitiva, por parte de las tropas cristianas, tuvo lugar en el siglo XI. Experimentó un notable auge durante el siglo XVI, para luego sufrir una prolongada crisis hasta el siglo XIX, momento en el que la construcción del ferrocarril contribuyó a darle cierto empuje económico. 

Ávila posee los títulos de "Ávila del Rey", otorgado por Alfonso VII; "Ávila de los Leales", concedido por Alfonso VIII, y "Ávila de los Caballeros", donado por Alfonso X. Todos ellos están presentes en el escudo de la ciudad. 

Su seña de identidad es la muralla medieval completa, de estilo románico, aunque también destacan otras construcciones representativas, como la catedral del Salvador (cuyo ábside se monta sobre la muralla) o la basílica de San Vicente. Su casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985. 

Con todos estos antecedentes, se nos ofrecía una visita muy interesante. Sin embargo, no fue del todo así. No quiero decir que la ciudad no sea bonita, pero no es ni mucho menos lo que yo esperaba (Chus opina lo mismo). El interés, evidentemente, se centra en el casco histórico, pero vamos, que no me pareció ni de lejos que tuviese el atractivo de Toledo ni el de Segovia, por poner un par de ejemplos. Para ser Patrimonio de la Humanidad, me dio la impresión de no estar todo lo bien cuidada que debiera: los letreros que señalan los diversos monumentos no están bien visibles en muchos casos, algunos incluso están como desvaídos. No se marca una ruta clara de recorrido. Eso sí, en cada rincón, bares y restaurantes. Es como si la gente solo fuese allí a ver la muralla y la catedral y luego a comer (se come muy bien, Ávila es conocida por la calidad de sus carnes)... y casi diría que lo de comer es lo más importante, jajajajaja. Ambientillo no faltaba:


Llegamos a la Puerta del Alcázar, desde donde, según habíamos podido leer en Internet, se podía acceder a la muralla. 


La muralla es esencialmente medieval, pero está tan reformada y rehabilitada que, de no ser porque lo sabemos, no lo parecería. Personalmente, creo que rehabilitar los monumentos antiguos y protegerlos del deterioro causado por el paso del tiempo y las inclemencias de la climatología está muy bien. Pero no me gusta que lleguen a perder su esencia, su aire de tener cientos o miles de años. Comprendo que conservar la muralla sea esencial para los abulenses, ya que viven del turismo en gran parte, pero tuve la extraña sensación de que aquello no era lo que yo había ido a ver. 

Imagen de Santa Teresa de Jesús junto a la Puerta del Alcázar

Vista la cantidad de gente que deambulaba por las calles, Chus propuso ir a comer primero, antes de que los restaurantes se llenasen y tuviéramos que hacer largas colas de espera. Decisión muy acertada, porque más tarde, efectivamente, nos cansamos de ver colas y colas a las puertas de todos los establecimientos. Y sí, ¡cómo no!, disfrutamos de una deliciosa comida en un entorno precioso, los antiguos patios de la catedral, ya que el restaurante "Las Cancelas" ocupa una parte de ellos.

En esta calleja, que sale a la derecha de la Plaza de Adolfo Suárez, está el restaurante. Del lado en donde está el letrero están las cocinas y parte de los comedores. En la casa de enfrente se abren otros dos comedores, uno de los cuales está en uno de los antiguos patios de la catedral, que fue donde comimos. La catedral queda al fondo de la calle

Vista de una de las torres de la catedral desde nuestra mesa







De entrantes, croquetas y crocante de morcilla picada con compota de manzana

Para Luis, una paletilla de cordero y para Chus, pulpo preparado de una forma especial que nada tiene que envidiar a nuestro "pulpo á feira"




Para mí, ¡oh, manjar de dioses!, entrecot de ternera de Ávila

Con el bandullo lleno, y pese a que el cuerpo lo que pedía era una buena siesta, nos lanzamos a explorar el casco viejo. Volvimos hacia la Plaza de Adolfo Suárez, en donde me hice una fotografía con su estatua. Creo que la localización de esta figura no es la adecuada, pasa casi desapercibida, debían colocarla en un lugar más céntrico de la plaza y no ahí, pegada a los kioskos.


Se trata de una figura de tamaño natural del expresidente que fue inaugurada a la vez que Correos presentaba un sello conmemorativo dedicado a su persona un año y medio después de su fallecimiento. La placa situada a los pies de la escultura recuerda que Suárez es hijo adoptivo de la capital y medalla de oro de la ciudad, a la vez que recoge una frase que también figura en su sepultura: "la concordia fue posible".
Ahí mismo se compran las entradas para subir a la muralla, 5 euros por persona. Desde este punto se puede recorrer solo un pequeño fragmento de unos 300 m, ya que el ábside de la catedral impide el paso. Si se quiere recorrer el resto, utilizando la misma entrada, hay que subir otra vez mediante otras escaleras que quedan al otro lado de dicho ábside. 


La muralla tiene un perímetro total de 2516 m, 87 torreones o cubos, 9 puertas y 2500 merlones, siendo el recinto amurallado mejor conservado del mundo. En cuanto a la fecha de su construcción, hay quienes la encuadran en los últimos años del siglo XI; otros opinan que es obra fundamentalmente de la segunda mitad del siglo XII, principios del XIII, como muchas otras fortificaciones vecinas. 

Fue realizada a base de mampostería granítica, macizada con piedra y mortero de cal. Tiene una forma de cuadrilátero irregular, aunque casi se acerca al rectángulo, orientado longitudinalmente E-O. Con muros de 3 m de espesor y 12 m de altura, cada 20 m se dispone una torre en semicírculo que sobresale 8 m. En el siglo XVI seguía cumpliendo funciones de seguridad sanitaria y control económico. Recuperó su función defensiva a raíz de la ocupación francesa (1809-1812) y las guerras carlistas (1836-1840). A finales del siglo XIX, un grupo de intelectuales solicitó la demolición de la muralla, al igual que se estaba haciendo en otras ciudades europeas, por considerar que frenaba el desarrollo urbano. El esfuerzo del Ayuntamiento impidió que esa idea progresara. 

En 1982, el casco histórico de la ciudad fue declarado Bien de Interés Cultural y, en 1985, la UNESCO declaró a la ciudad de Ávila Patrimonio Cultural Mundial. 

Desde la muralla, sobre la Plaza de Adolfo Suárez, se puede ver la Plaza de Santa Teresa de Jesús. Al fondo, la iglesia de San Pedro Apóstol








Desde la muralla, parte de la Plaza de Adolfo Suárez
Como se puede apreciar, no se ve la estatua del expresidente por estar pegada al kiosko

Otra parte de la Plaza de Adolfo Suárez. El edificio es el Registro General de la Gerencia Territorial del Catastro de Ávila. 

Vista del casco histórico de Ávila desde la parte de la muralla que bordea la Plaza de Adolfo Suárez
Vista de la fachada lateral de la catedral desde la parte de la muralla que bordea la Plaza de Adolfo Suárez

Personalmente, me costó muchísimo subir las empinadas escaleras para acceder a la parte alta de la muralla. Llegué sin aliento. Y bajar no es nada fácil, porque los peldaños son estrechos y están casi verticales con relación al nivel del suelo.

Desde la Plaza de Adolfo Suárez, cogimos la calle D. Gerónimo y, paseando por las callejas, disfrutamos de bellos edificios como el de la Delegación de Hacienda.


También de esculturas de personajes que no se pueden desligar de la historia de la ciudad, como es el caso de San Juan de la Cruz, cuya figura se alza en la Plaza del Corral de las Campanas de la ciudad.


Nació en Fontiveros con el nombre de Juan de Yepes Álvarez y, al morir su madre siendo él muy niño, se trasladó con el resto de la familia a Medina del Campo. Allí, y por falta de recursos, ingresó como pobre en el Colegio de la Compañía de Jesús. Posteriormente, realizará estudios de Teología en Salamanca. 

En 1567 entra en contacto con Teresa de Jesús y comprueba que ambos coinciden en la forma de entender las órdenes monacales  y hacia dónde deben dirigirse estas. La relación del místico con la santa hace que pase largas temporadas en Ávila residiendo en el Convento de la Encarnación. Juntos fundaron la Orden Carmelita Descalza.

Desde la Plaza del Corral de las Campanas, continuando por la calle Madre Soledad, se llega a la Plaza de la Santa, en donde se alzan la iglesia de Santa Teresa de Jesús y una estatua a ella dedicada. También aquí se abre en la muralla la Puerta de la Santa. 


Esta iglesia está levantada sobre la casa natal de Teresa de Cepeda y Ahumada y forma conjunto con el convento carmelitano. 

La iglesia, en el más puro estilo barroco carmelitano, tiene planta de cruz latina con nave central y capillas laterales. El presbiterio coincide con los aposentos en donde nació la santa. En el brazo derecho del crucero se abre el acceso a la capilla del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, que coincide con estancias de la residencia paterna y, enfrente, está la pequeña huertecilla en donde ella y su hermano Rodrigo leían vidas de santos, lo que les llevó a escaparse con la idea de evangelizar infieles y convertirse en mártires si fuera necesario. Cuenta la historia que su tío los localizó en los Cuatro Postes, a las afueras de la ciudad (desde allí parece que se obtienen unas vistas privilegiadas de la misma, pero nosotros no fuimos, porque después de pasear durante varias horas por las callejas estábamos agotados)

Cúpula del crucero de la iglesia

Estatua de la Santa junto al Altar Mayor, obra de Gregorio Fernández. Se saca en procesión el 15 de octubre de cada año.                                                                                                                                                           


Imagen de la santa en el altar de la Capilla del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, en donde antiguamente se alzaban los aposentos de la casa familiar

La Capilla del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, situada, como ya hemos dicho, en el presbiterio, en la cabecera de la iglesia, presenta una profusa decoración y un retablo barroco del siglo XVIII con la imagen de la santa, atribuida a los discípulos de Gregorio Fernández. La bóveda está decorada con yeserías en relieve, pintadas y doradas.


Junto a la capilla está la reproducción de la habitación en la que nació Teresa. Cama con dosel, muebles de época, un arcón, ricas telas...


En la fachada de la iglesia destacan varios escudos: el de los Cepeda y Ahumada, la familia de Teresa; el de la Orden de los Carmelitas Descalzos; el del Conde Duque de Olivares; el del Cuerpo de Intendencia, del que es patrona Santa Teresa de Jesús, y el de Doctora de la Iglesia, porque la santa fue la primera mujer elevada a la categoría de Doctora por parte de la Iglesia. Lo hizo Pablo VI en 1970. 

La escultura de la santa que está en la plaza es obra de Óscar Alvariño y se colocó ahí en 2005 con motivo del V Centenario. Es de bronce y aparece en posición sentada. Viste el hábito de los Carmelitas y porta un libro y una pluma, para destacar su faceta de escritora. 

En 1886, tanto la iglesia como el convento fueron declarados Monumento Histórico.

Detalle de la fachada lateral del convento

Descendiendo por la calle de los Telares parece que se va a la Judería Nueva de Ávila y a la Puerta de San Isidro o de la Malaventura. Pero, como señalé al principio, los carteles no ayudan a localizar ni el camino ni los monumentos de interés. Así que tiramos por el lateral del convento de Santa Teresa, luego por la calle de la Dama hacia abajo para girar después a la derecha en la Travesía de Santo Domingo. Torcemos de nuevo a la derecha en la calle Vallespín y pasamos junto al Palacio de Polentinos, del siglo XVI, convertido en Academia de Intendencia y Museo del Ejército. La calle Villaespín desemboca en la Plaza del Mercado Chico, en donde se encuentra el Ayuntamiento. 


La Plaza comenzó a formarse en los momentos iniciales de la repoblación de Ávila, a finales del siglo XI, cuando también nacen la Plaza del Mercado Grande y la Plaza de San Vicente, centros neurálgicos de la ciudad. El Ayuntamiento se debe a los Reyes Católicos quienes, preocupados porque el Concejo no tenía un lugar para celebrar reuniones (lo hacían a las puertas de la iglesia de San Juan, también integrada en la plaza), ordenaron su construcción. En la Edad Media la plaza estaba porticada, con pilares de ladrillo y dinteles, sustituidos en 1518 por otros de piedra. A mediados del siglo XVIII, tanto el estado de la plaza como el del edificio eran ruinosos, lo que obligó al Concejo a iniciar un proyecto para mejorar su aspecto y conformar una plaza regular con soportales. 

Entre 1839 y 1845 se construye el actual edificio del consistorio, que será modificado y ampliado entre 1862 y 1868. La fachada, de estilo isabelino y ejecutada en sillería de granito, presenta una composición geométrica que se divide en tres cuerpos horizontales: soportales con pilares de sillería de base cuadrangular donde se apoyan arcos de medio punto; cuerpo intermedio, dividido en tres espacios verticales en los que se abren puertas que dan a una balconada, y el cuerpo superior, coronado por torres laterales gemelas. 

Salimos de la plaza por la calle Enrique Larreta, que desemboca en la amplia avenida que lleva a la plaza de la catedral. Luis y Chus decidieron visitarla. A mí me hubiera gustado también ver su interior, pero no lo hice por una cuestión de principios (otros lo llamarán "cabezonería"): me niego a pagar un solo euro a la Iglesia por entrar en sus edificios, que se ocupe el Vaticano de su mantenimiento y su restauración en caso de que sea necesario. Si la Iglesia cede su propiedad a Patrimonio, ese es otro cantar, porque entiendo que sí es necesario colaborar como ciudadano que disfruta de ese monumento. 

Así pues, las fotos del exterior de la catedral son mías, pero Chus es la autora de las imágenes del interior.

Puerta Occidental

La Catedral tiene dos puertas de acceso. En la fotografía superior, la Puerta Occidental, que no era el pórtico original, ya que aquí se encontraba la que hoy es la Puerta Norte o de los Apóstoles, trasladada en 1470 por el arquitecto de ascendencia flamenca Juan Guas, que adaptó el conjunto a un espacio de menores dimensiones que el original.

La Puerta Occidental es una superposición de estilos. La parte baja corresponde al tardogótico y está coronada por un remate del siglo XVIII, obra del arquitecto Ceferino Gómez de la Serna. La portada es un arco de medio punto decorado con medallones y motivos florales. Sobre él se sitúa un pequeño tímpano en el que aparece una escena del martirio de San Segundo, espacio acogido por una sucesión de arquivoltas apuntadas que descansan sobre finas columnillas. El remate se compone de una gran balaustrada en la que aparecen las esculturas de algunos santos locales. La imagen central es la de El Salvador, situado bajo el escudo catedralicio y la figura del Arcángel San Miguel.

Torre completa de la izquierda

Torre incompleta de la derecha


La catedral de Ávila fue proyectada como templo y fortaleza. Su ábside, conocido como "cimorro", está incrustado en la muralla. 

Está considerada como la primera catedral gótica de España y se erige sobre los restos de un primitivo edificio dedicado al Salvador. En el año 1172 Alfonso VIII decidió la ampliación de la construcción original y encargó los trabajos al maestro de obras francés Fruchel. Este comenzó la consolidación del actual edificio, en estilo románico de transición al gótico, interviniendo en la realización del ábside o cimorro, de la girola (que conserva los ventanales románicos), del primer cuerpo del crucero y del cimiento de los muros. Tras su muerte, se inició una segunda fase con utilización de sillares de granito y el uso del estilo gótico propiamente dicho. En una tercera fase, de finales del siglo XIII a mediados del siglo XIV, se reformó el crucero, se realizaron el Claustro y las sacristías y se terminaron los muros superiores de la nave central, sustentados por arbotantes sobre gruesos contrafuertes. 

Tiene planta de cruz latina formada por tres naves, crucero y cabecera semicircular de doble girola, con capillas entre sus contrafuertes. Está flanqueada por dos torres de planta cuadrada (la de la derecha inacabada y la de la izquierda rematada en merlones con saeteros). Las cubiertas son de bóveda de crucería, cuyos nervios descansan sobre semicolumnas adosadas a los pilares de separación de las naves. En la diferencia de altura de las naves se abre un doble cuerpo de ventanas formado por paños de vidrieras que resultaron dañadas en el terremoto de Lisboa en 1755 y tuvieron que ser repuestas posteriormente. 

Doble cuerpo de ventanas en la parte superior de los muros









Terminada la visita a la catedral, nos tomamos un helado y pusimos ya rumbo a casa. Quizá en algún otro momento se le pueda dar otra oportunidad a la ciudad, pero preparando un poco más la visita con anterioridad para poder conocerla mejor.



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