Viernes 03/05/2019
Viaje a Japón
Excursión a Kamakura
¡Ya está bien! En estos o en otros términos parecidos se expresó Lara para darme a entender que no podía pasarme los días tirada en casa, esperando a que ellos decidieran hacer algo para entonces salir. Y tenía razón. Sobre todo, teniendo en cuenta, como dijo ella, que venía de pasar dos meses en Australia en donde me había movido por mi cuenta. Pero es que allí todo está en inglés y todo el mundo habla el idioma. Sin embargo, en Japón, todo está en japonés y muy poca gente habla la lengua de los británicos (y muchos de los que la hablan lo hacen con un acento tan fuerte que es prácticamente imposible entenderlos)
No valían excusas. Ese día íbamos a ir a Kamakura y tendría que ser yo la que los guiara para coger trenes y direcciones y así ella podría explicarme cosas si me equivocaba. Era la única forma de aprender... así que en marcha. Sus clases fueron estupendas y fui entendiendo el sistema de trenes y metros de las diversas compañías que operan en el país. A partir de ahí, con la ayuda de la aplicación que me descargaron en el móvil, pude empezar a salir yo sola.
Kamakura es una ciudad costera situada al sur de Tokio. Durante la Edad Media fue el centro político del país. Fue la capital de Japón entre 1185 y 1333 como sede del Shogunato de Kamakura. Hoy es una importante zona turística con docenas de templos zen budistas y santuarios sintoístas.
Según se sale de la estación de Kamakura, nos encontramos con la calle comercial Komachi. Esta calle conecta la estación con el santuario sintoísta Tsurugaoka Hachimangu.
Como se ve en el vídeo, la calle principal está llena de tiendecitas de recuerdos, puestos de comida, cafés y restaurantes. Una curiosidad japonesa son los cafés en los que puedes entrar en contacto con animales, como este que vimos en el que había búhos.
Y son curiosos los cruces de las calles en diagonal. Había mucho ambientillo alrededor del santuario Tsurugaoka Hachimangu.
Entramos en el recinto del santuario y, como siempre, nos reciben los lagos y estanques.
Y los entretenimientos típicos, como este, en el que se trata de pescar pececillos de colores que luego se devuelven al agua.
Resulta curioso ver a los jóvenes conservando su cultura y tradiciones, vistiendo los trajes tradicionales, kimonos y yukatas.
Llegamos al templo Hokokuji, también conocido como el "Templo del Bambú", famoso por su bosque y su jardín tradicional. Fundado en 1334, es uno de los mejores lugares de Kamakura para disfrutar de un paseo. El templo está rodeado por jazmines y cerezos y cuenta con una gruesa alfombra de flores. Las piedras cubiertas de musgo confieren al lugar un aire zen.
Entre el bambú |
Desde aquí, cogimos el Enoden (un ferrocarril privado que conecta la estación Kamakura en Kamakura con la estación Fujisawa en Fujisawa, Kanagawa). Una de las estaciones es Hase, la parada más cercana a Kotoku-in.
El templo de Kotoku-in es uno de los más célebres por el Daibutsu, la estatua en bronce de 13.41 m y 93 toneladas de peso del Buda Amitabha. En el siglo XV, un tsunami destruyó un templo que contenía la estatua del Gran Buda de Kamakura, pero la estatua sobrevivió y ha estado a la intemperie desde esa fecha, soportando terremotos y otros fenómenos meteorológicos.
Es el segundo Buda más grande de Japón en posición sentada, por detrás del Gran Buda del templo Todaji-ji en Nara, aunque es el primero al aire libre.
Aún visitamos otro templo más. Se encuentra cerca del Gran Buda. Es el templo Hase-dera.
Contiene centenares de estatuas de jizo y las pequeñas ofrendas a los niños fallecidos. Los jizo son la representación de la deidad budista "Ksitigarbha". Son protectores de los niños y es por eso que suelen tener pequeños gorros, bufandas, baberos que les obsequian los padres para agradecer la salud de sus hijos. También se cree que protege a los niños que no han llegado a nacer o a los niños que han muerto antes que sus padres. También en este caso reciben las ofrendas de los padres para que cuiden del alma de sus hijos y los ayuden a superar el dolor.
En torno a los jizo, hay una leyenda. Una pareja de ancianos vivía en un hogar humilde y pasaban muchas necesidades. Se pasaban la vida vendiendo sombreros de paja hechos por ellos mismos. Sin embargo, eran tan pobres que al llegar el día de Fin de Año, no tenían dinero para comprar algo especial para cenar. Así que el anciano le prometió a su esposa que iría al pueblo, vendería los sombreros y le compraría algo para cenar. El anciano había llevado consigo cinco sombreros de paja, pero no había conseguido venderlos, así que se propuso regresar a su hogar. Durante el camino de vuelta, lo sorprendió una gran nevada y entonces vio a lo lejos seis estatuas de Jizo que le dieron mucha pena por estar cubiertas de nieve. El anciano les quitó la nieve y les ofreció los sombreros que llevaba con él. Pero al ver que faltaba un sombrero, el anciano se quitó el suyo propio y se lo colocó al sexto Jizo. Ya en casa, la pareja oyó ruidos fuera de su casa y al salir se encontraron con arroz, mochi, pescado y monedas de oro en su puerta. También vieron a las estatuas de Jizo con los sombreros en sus cabezas y estas les dieron las gracias por su bondad.
Después de pasar por el jardín y la zona de los Jizo, se llega al complejo principal, donde reposa una de las estatuas de madera de Kannon más grandes de todo Japón.
Kannon es el nombre que recibe en Japón el bodhisattva de la compasión en la religión budista. En Occidente suele ser erróneamente conocida como la "diosa de la misericordia" al confundir a los buddhas y bodhisattvas con dioses. Los bodhisattvas son seres que se encuentran en el camino del supremo conocimiento y la iluminación.
En el templo de Hase-dera también hay una especie de cuevas en cuyo interior hay figurillas votivas muy pequeñas.
El templo budista de Kotoku-in pertenece a la escuela de la Tierra Pura, fundada por el sacerdote Honen en el siglo XII. Su enseñanza es que cualquier persona solo necesita cantar el nombre del Buda Amida (figura a la que venera) para recibir su protección y renacer en la conocida como Tierra Pura. Se cree que el Buda Amida tenía la intención de liberar a todos los seres, independientemente de su sexo, edad, posición social, o de si habían realizado acciones buenas o malas en su vida. Y es que la Tierra Pura es un reino espiritual libre de avaricia, cólera e ignorancia que está abierto a todos sin excepción.
Es el segundo Buda más grande de Japón en posición sentada, por detrás del Gran Buda del templo Todaji-ji en Nara, aunque es el primero al aire libre.
La estructura del Gran Buda de Kamakura es hueca, por lo que se puede visitar su interior por una pequeña donación de 20 yenes.
Aún visitamos otro templo más. Se encuentra cerca del Gran Buda. Es el templo Hase-dera.
Contiene centenares de estatuas de jizo y las pequeñas ofrendas a los niños fallecidos. Los jizo son la representación de la deidad budista "Ksitigarbha". Son protectores de los niños y es por eso que suelen tener pequeños gorros, bufandas, baberos que les obsequian los padres para agradecer la salud de sus hijos. También se cree que protege a los niños que no han llegado a nacer o a los niños que han muerto antes que sus padres. También en este caso reciben las ofrendas de los padres para que cuiden del alma de sus hijos y los ayuden a superar el dolor.
En torno a los jizo, hay una leyenda. Una pareja de ancianos vivía en un hogar humilde y pasaban muchas necesidades. Se pasaban la vida vendiendo sombreros de paja hechos por ellos mismos. Sin embargo, eran tan pobres que al llegar el día de Fin de Año, no tenían dinero para comprar algo especial para cenar. Así que el anciano le prometió a su esposa que iría al pueblo, vendería los sombreros y le compraría algo para cenar. El anciano había llevado consigo cinco sombreros de paja, pero no había conseguido venderlos, así que se propuso regresar a su hogar. Durante el camino de vuelta, lo sorprendió una gran nevada y entonces vio a lo lejos seis estatuas de Jizo que le dieron mucha pena por estar cubiertas de nieve. El anciano les quitó la nieve y les ofreció los sombreros que llevaba con él. Pero al ver que faltaba un sombrero, el anciano se quitó el suyo propio y se lo colocó al sexto Jizo. Ya en casa, la pareja oyó ruidos fuera de su casa y al salir se encontraron con arroz, mochi, pescado y monedas de oro en su puerta. También vieron a las estatuas de Jizo con los sombreros en sus cabezas y estas les dieron las gracias por su bondad.
Los gorros, las bufandas y los baberos de los Jizo suelen ser de color rojo. En Japón, se cree que el color rojo es el que sirve para alejar a los demonios y las enfermedades. También se cree que para tener una mejor vida en su siguiente ciclo vital, hay que ir apilando pequeñas piedras, como haciendo una especie de montaña, para poder atravesar el río Sanzu y escapar del limbo o purgatorio.
En la tradición budista japonesa se cree que las almas de los niños que nunca llegaron a nacer o que murieron tras el parto se encuentran en una especie de limbo, un lugar llamado sai no kawara. Esta especie de limbo no es un lugar agradable, ya que también se encuentran en él otras almas no tan puras como las de los bebés, razón por la que es tan importante la protección y el cuidado de los Jizo.
En el templo Hase-dera |
Después de pasar por el jardín y la zona de los Jizo, se llega al complejo principal, donde reposa una de las estatuas de madera de Kannon más grandes de todo Japón.
Kannon es el nombre que recibe en Japón el bodhisattva de la compasión en la religión budista. En Occidente suele ser erróneamente conocida como la "diosa de la misericordia" al confundir a los buddhas y bodhisattvas con dioses. Los bodhisattvas son seres que se encuentran en el camino del supremo conocimiento y la iluminación.
Desde la terraza del templo se ve la ciudad de Kamakura.
En el templo de Hase-dera también hay una especie de cuevas en cuyo interior hay figurillas votivas muy pequeñas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario