Descubriendo Japón por segunda vez
Viernes, 23/12/2022
En todo Japón hay unas 80 mezquitas, pero la más importante es la de Tokyo Camii, que congrega a unos 1200 fieles. Está situada en el distrito de Shibuya, entre las lujosas residencias cercanas a la estación Yoyogi Uehara. Es una mezquita de estilo turco otomano. Probablemente, muy pocos japoneses saben de su existencia.
Camii es una palabra que designa a las grandes mezquitas. El diseño de esta se asemeja a la mezquita azul de Estambul y, de hecho, los materiales de construcción y el mobiliario se han traído en su totalidad de Turquía. Unos cien trabajadores turcos trabajaron durante un año en la construcción de la primera planta, dedicada a la oración, y en la planta baja, que funciona como centro cultural. En cualquier caso, los ornamentos son tan espléndidos que el lugar se puede admirar simplemente como obra de arte.
En las mezquitas, cuya religión prohíbe el uso de imágenes para la adoración, se utilizan la caligrafía y los arabescos, con una gran variedad de patrones, para la decoración. La gran cúpula representa el universo divino. Llegué justo en el momento en el que iba a comenzar la oración de los viernes y no me pareció oportuno estar sacando fotos en medio del rezo.
En las mezquitas turcas, el techo de la cúpula lleva escritos en árabe los nombres de Alá, el profeta Mahoma y sus cuatro sucesores. En árabe existen 99 formas de referirse a Alá, como, por ejemplo, "dador de vida", "creador", "confiable", "rey puro de la grandeza"... En las paredes, con la caligrafía propia del idioma, se encuentran escritos estos nombres.
Dejé mis zapatos en el exterior y entré por la puerta reservada a las mujeres. Mediante unas escaleras de caracol se accede a la parte reservada para ellas, para que también puedan participar del culto. Me cubrí la cabeza con la pañoleta que llevaba al cuello.
Al salir, una amable chica de Bangladesh, me llevó hasta la tienda que tienen en la planta baja, con productos propiamente árabes. Allí compré unas cajitas de baklava para mi hija (son unos dulces típicos de pistacho muy ricos)
Durante mucho tiempo, Japón no mantuvo contacto con el mundo islámico. Fue ya bien entrado el siglo XX que una delegación de creyentes musulmanes llegó al país. La primera mezquita también se construyó en ese siglo, por un grupo de tártaros que se exiliaron tras la revolución rusa de 1917. También construyeron una escuela para niños, que abrió sus puertas en 1935, tras recibir el permiso del gobierno japonés en 1928. En 1986, se demolió el conjunto para construir el actual, que se completó en el año 2000.
Terminada mi visita, me dirigí a otra zona de Tokyo en donde tenía pensado ver la iluminación navideña a partir de las 5 de la tarde.
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Calles cercanas a la mezquita |
Se trata de un complejo en el centro de Tokyo dedicado a los deportes, el ocio y la música. Situado entre las estaciones de Korakuen y Suidobashi, el Tokyo Dome y las atracciones a su alrededor reúnen a aventureros, estrellas del deporte, estudiantes y amantes de la música. Además de ser el mayor lugar de ocio de esta zona, es el estadio del equipo de béisbol más querido en Tokyo, los Yomiuri Giants. Rodeando al Dome se encuentra un popular parque temático con emocionantes atracciones para todas las edades, el Museo Espacial TeNQ, preciosos jardines, un amplio complejo spa (con fuentes termales naturales), un gran hotel (diseñado por Tange Kenzo) y tiendas y restaurantes para todos los bolsillos. Hay más de 50 cafeterías, bares y restaurantes en donde se puede disfrutar de muchos y variados tipos de cocina, japonesa, occidental, china, fusión asiática, etc.

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La montaña rusa y la gigantesca noria son solo dos de las atracciones del parque |
Popular entre los estudiantes de la vecina Universidad de Tokyo y cerca de Jimbocho, la meca de los libros de segunda mano, Tokyo Dome City es un lugar excelente para entretener a toda la familia durante todo un día.
La entrada al parque es gratuita y cada atracción se paga separadamente.
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La montaña rusa atraviesa el edificio del Spa LaQua |
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Fachada del hotel |
Cuenta con una rica historia y sutiles influencias chinas. Se completó durante el período Edo (1603-1867), por lo que es uno de los jardines más antiguos de Tokyo. El señor feudal Yorifusa, fundador del clan Mito Tokugawa, empezó la construcción, que fue completada por su hijo con la ayuda del erudito chino Shu Shunsui, en 1669. De ahí que por el recinto haya paisajes tanto chinos como japoneses, representados por colinas en miniatura, estanques, piedras y árboles. A medida que se recorre el sendero circular, vas viendo un paisaje distinto cada pocos pasos.
A pesar de estar en pleno Tokyo y justo al lado de Tokyo Dome City, es un remanso de paz y sosiego en el que los pájaros encuentran su refugio ideal. En realidad, es uno de los secretos a la vista mejor guardados de Tokyo. No es demasiado conocido ni visitado por los turistas extranjeros (el día que yo fui, no sé si éramos unas 6 o 7 personas en total paseando por sus senderos)
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Camelias en flor del árbol de té |
Y enseguida, aparece ante nosotros el puente Engetsu-Kyo o "puente de la luna llena". Su reflejo en las aguas del riachuelo que cruza parece una luna llena. Es una valiosa estructura que conserva las condiciones y el estilo de la época.
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No podían faltar las cascadas |
La verdad que si no fuera por el frío me hubiera sentado en uno de aquellos bancos y hubiese disfrutado del sol y la paz del jardín durante un buen rato.
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