domingo, 29 de diciembre de 2019

Septiembre 2018: Sintra y alrededores (Chus, María y Pili) - Parte 1

Primer viaje de las futuras "Chicas viajeras"

Sintra y alrededores

Viernes, 14/09/2018:  

Llegada a Sintra

Chus tenía unos días libres en septiembre y estuvimos dándole vueltas a ir a algún sitio no muy lejano (es que si no, se te va todo el tiempo en llegar y volver). Nos acordamos de Sintra. Las dos teníamos muy buenos recuerdos de un viaje que habíamos hecho a Lisboa hacía ya un montón de años en el que habíamos visitado también esta bonita ciudad portuguesa (si bien no llegamos a ver gran cosa en cuanto a edificios dignos de visitar porque, bueno, se nos había ocurrido subir al Palácio da Pena a pie y llegamos agotadas, así que ni siquiera entramos, por no hablar de que luego nos perdimos, nos persiguió un perro, no encontrábamos el coche, nos metimos por una carretera estrechita que daba más miedo que otra cosa... ¡toda una aventura! jajajajaja).

Decidido: nos íbamos a Sintra. A ver si esta vez las cosas iban mejor en cuanto a descubrir la ciudad, porque reír lo cierto es que ya nos habíamos reído mucho en aquella primera visita. Y para completar el grupo le dijimos a Pili si quería venir con nosotras (nunca habíamos viajado las tres juntas, pero Chus y yo teníamos la sensación de que con ella todo iba a ir bien... bien, no, ¡fue estupendo!, viajar con gente con la que no tienes el más mínimo roce, que se adapta a todo y que es capaz de entender que lo más importante de un viaje es pasarlo bien y reírse, aunque sea de uno mismo, es lo mejor para que las cosas funcionen... ninguna de las tres somos de esa gente que corre de un lado para otro para verlo todo y vuelve a casa más estresada de lo que se fue: si se puede ver, bien; si no, no pasa nada... lo importante es el tiempo disfrutado en compañía).

Así pues, el viernes 14 de septiembre de 2018 nos pusimos en marcha. Y esta vez habíamos decidido alojarnos en la propia Sintra para no tener que andar con el coche continuamente. Llegamos a la ciudad de noche y además no entramos por la carretera que llega allí desde Lisboa, con lo cual me sentí un tanto desorientada (yo había estado en Sintra muchas otras veces, pero no sabía exactamente en qué parte me encontraba). No sé la de vueltas que dimos pasando varias veces por el mismo sitio, jajajajaja. ¿No llevábamos GPS? No, pero sí contábamos con la ayuda inestimable de Google Maps, aunque por entonces la vocecita femenina de la app y yo no nos llevábamos especialmente bien (soy muy cabezona y me cuesta asimilar que una maquinita es más lista que yo jajajajajaja). Total, risas y más risas, golpe en la trasera del coche al dar marcha atrás en un callejón más oscuro que la boca del lobo, para acabar ante una verja que indicaba el alojamiento elegido (después de preguntar y finalmente hacer caso a las indicaciones de Google). Mira por dónde nos vinieron bien las vueltas dadas porque habíamos descubierto una pizzería que olía estupendamente y a la que nos dirigimos para cenar una vez instaladas.


Pizzas exquisitas, personal encantador y deliciosa caipirinha



La piscina del hotel de noche



Viaje a Cerdeña: julio 2018 (María y una amiga) - Parte 13 y última

Duodécimo día: jueves, 02/08/2018; décimotercer día: viernes, 03/08/2018

Sássari / Stintino / Porto Torres    

Era hora de regresar al norte, ya que al día siguiente teníamos que coger el ferry de vuelta a Barcelona en Porto Torres. Decidimos hacer el viaje de una tirada y solo nos detuvimos en Sássari, referente cultural y económico del norte de Cerdeña. Es una bonita ciudad fundada en la Edad Media y se alza en una meseta de piedra caliza marcada por valles y gargantas y rodeada de colinas cultivadas. Es la segunda ciudad más grande de Cerdeña. 

Dimos un agradable paseo por sus calles y compramos unas botellas del delicioso aceite de oliva que se produce en la zona. Y también nos reímos mucho cuando nos dimos cuenta de que no éramos capaces de encontrar el lugar en donde habíamos aparcado el coche. Sabíamos que lo habíamos dejado junto a un jardín pero nada más (normalmente me oriento bien, pero con tanto callejear nos habíamos alejado más de lo que habíamos imaginado). No sé cuánto caminamos, a todo esto bajo un sol de justicia. Cuando por fin lo encontramos, no éramos capaces de dejar de reír... ¡había sido toda una experiencia!






De Sássari nos dirigimos a Stintino para comer. El ciclo se cerraba, allí habíamos empezado y allí terminábamos.




Habíamos reservado la última noche en el Guest House Abbacurrentesituado en la hermosa playa de Platamona. Y allí terminamos el viaje de la mejor forma posible: con unas cervezas y nadando en la oscuridad iluminadas tan solo por la luna.

A la mañana siguiente, al amanecer, embarcábamos en el ferry rumbo a Barcelona. ¡Se habían acabado las vacaciones! ¡Nos llevábamos unos maravillosos recuerdos!


Amanecer en Porto Torres


Viaje a Cerdeña: julio 2018 (María y una amiga) - Parte 12

Undécimo día: miércoles, 01/08/2018

Tortolí / Torre di Bari    

Por consejo de Roberto, decidimos pasar nuestro último día en el este de la isla, en Torre di Bari. Pero antes nos dimos una vuelta por Tortolí, una pequeña localidad que está en la costa justo al descender desde Lanusei. Dimos un paseo por su calle principal y nos detuvimos a comprar recuerdos en sus puestos. También nos sentamos en una de sus terrazas en donde me animé a probar una bebida que había visto servir en varias ocasiones y que no sabía lo que era... desde entonces no hago más que verla en todas partes jajajaja: Aperol Spritz. El Aperol es una bebida alcohólica de origen italiano y este cóctel es uno de los preferidos en la isla. Se sirve en una copa gigante y es una mezcla de prosecco de baja calidad, agua mineral o tónica y una rodaja de naranja también de grandes dimensiones. Para que se considere un spritz, la bebida necesita seguir una fórmula: tres partes de vino espumoso, dos partes de amargura y una parte de agua mineral, y es imprescindible agregarle cítricos. Sinceramente, no resultó ser demasiado de mi gusto.



Torre di Bari es una cala que recibe este nombre por la torre española, construida en 1572, que domina un pequeño montículo que divide la costa en dos partes.


La parte norte, en la que estuvimos nosotras, se caracteriza por arena gruesa de un color dorado y por estar bordeada de pinos y, según la tradición, recibe el nombre de "Mares de los hombres" (parece ser que la otra parte, de piedras de color gris y arena blanca y fina, se conoce como "Mares de las mujeres"... ambos géneros no se podían mezclar después de la guerra a la hora del baño en las playas). Sus aguas son famosas por su azul y su transparencia, debido al fondo y a la presencia de posidonia del óceano, que funciona como filtro de purificación.











viernes, 13 de diciembre de 2019

Viaje a Cerdeña: julio 2018 (María y una amiga) - Parte 11

Décimo día: martes, 31/07/2018

Santa María di Navarrese / Árbatax / Montañas de Lanusei   

Como el día anterior nos habíamos pegado un palizón de coche, ida y vuelta hasta Cagliari, pensamos pasar un día tranquilo en un lugar no muy lejano y disfrutar del sol y la playa. Decidimos ir hasta Santa María di Navarrese, al norte de Árbatax. Esta pequeña localidad recibe este nombre por su iglesia, Santa María de Navarra, que data del siglo XI. Y entre sus monumentos destaca la Torre española, del siglo XVII, construida para proteger la costa.



Al fondo, entre los pinos, la torre española

Comimos en la terraza de este restaurante: los mejores mejillones que he comido en mi vida. Soy gallega, pero tengo que admitir que estos eran extraordinarios


Al final de la tarde volvimos a Árbatax para ver con calma lo que no habíamos visto el día anterior: sus espectaculares Rocce rosse, compuestas por porfidio, lo que hace que formen una paleta de colores con las tonalidades que van recibiendo a lo largo del día.



Y siguiendo las recomendaciones de Roberto nos lanzamos a buscar un restaurante que según él estaba más arriba de su casa y donde se comía muy bien. Dimos vueltas y vueltas y no lo encontramos, pero disfrutamos de un paisaje maravilloso desde lo alto (al día siguiente, hablando con él, descubrimos que habíamos estado a pocos metros brrrrrrrrr)





Viaje a Cerdeña: julio 2018 (María y una amiga) - Parte 10

Noveno día: lunes, 30/07/2018

Cagliari: capital de Cerdeña / Árbatax   

Habíamos pensado hacer otra excursión, esta vez a pie, por el Parco Nazionale del Golfo di Orosei e del Gennargentu. Pero la agencia no logró reunir el número suficiente de personas para poder realizarla este día. Así que cambiamos de planes y decidimos visitar la capital, al sur de la isla. 

Se trata de una antigua ciudad con una larga historia. Cagliari ha visto varias civilizaciones pasar por sus calles, de ahí que se encuentren restos de diferentes pueblos y culturas en ella. Hoy es el centro cultural, educativo, político y artístico de la isla, conocido por su diversa arquitectura "art nouveau", y también es el centro económico e industrial de Cerdeña, ya que tiene uno de los puertos más importantes del Mediterráneo, un aeropuerto internacional y un ingreso per cápita comparable a las ciudades del norte de Italia.

Nos gustó especialmente el barrio de la Marina, situado junto al puerto. Es la zona en donde podemos encontrar el ayuntamiento, la piazza Yenne y los bastiones del barrio de Castello al fondo. Destaca la calle Via G Manno (más conocida como Costa), un lugar repleto de tiendas y vida comercial. 

Somos conscientes de que un día no es suficiente para visitar esta ciudad, como tampoco lo son diez para recorrer la isla. Nos ha quedado mucho por ver y no descartamos una nueva visita en un futuro próximo.








Subimos de nuevo hacia Lanusei por la costa, en la que hay algunas villas o ciudades que merece la pena visitar, como Villasimius o Bari. El paisaje es de gran belleza. Pero queríamos llegar antes de que anocheciera porque la carreterita que sube hasta la casa de Roberto es estrecha y además tiene muchas curvas.


Lido di Orri

Esta playa está situada en el centro-este de Cerdeña y está considerada una de las más bonitas y típicas de la isla, sin duda alguna, la más ancha y larga: 9 km de pequeñas caletas rodeadas por acantilados de granito que llevan a unas encantadoras playas donde casi nunca hay nadie. La playa de Lido di Orri es de arena blanca y dorada, fina y suave. El fondo presenta una suave pendiente y la hace ideal para los niños. También llamada "Playa Grande", ofrece numerosos servicios: amplio aparcamiento, alquiler de tumbonas y sombrillas, también de patines de pedales, canoas y motos de agua, numerosos chiringuitos y bares y zonas de juegos para niños. Hubiera sido estupendo recorrer la zona, pero seguíamos sintiendo un poco la presión de llegar a nuestro destino. 

De todas formas, acabamos deteniéndonos en Árbatax para ver la puesta de sol y cenar en uno de sus estupendos restaurantes.





El aumento de turismo en la zona ha permitido que Árbatax y, en concreto, el centro de Porto Frailis hayan registrado un crecimiento urbanístico enorme, con resorts, hoteles, restaurantes y empresas de actividades en vacaciones para todos los gustos.
  

jueves, 12 de diciembre de 2019

Viaje a Cerdeña: julio 2018 (María y una amiga) - Parte 9

Octavo día: domingo, 29/07/2018

Costa este: Golfo de Orosei   

Esta vez no caímos en la tentación de hacer la excursión en un barco grande (ya habíamos aprendido con la visita al archipiélago de la Maddalena). Una zodiac en la que íbamos 8 personas nos permitió pasar un día inolvidable.

Hay numerosas compañías que se dedican a hacer estas excursiones por mar, la única manera de descubrir las calas y cuevas costeras ya que las montañas del Supramonte llegan hasta el agua, haciendo muy difícil el acceso por tierra. Nosotras elegimos una que partía del puerto de Cala Gonone.




Con la zodiac puedes visitar algunas de las más bellas calas marinas de la isla, como Cala Luna, Cala Biriola, Cala Mariolu y Cala Gabbiani, esta última con arena calcárea y pequeños guijarros donde el mar es uno de los más transparentes del golfo. También se visita la Cala Goloritzé, con su arco de roca en el mar y la majestuosa Punta Caroddi. Opcionalmente se visita la cueva del Bue Marino. Nosotras la visitamos mientras el resto del grupo se bajaba en una cala: está considerada una de las grutas más fascinantes tanto por su tamaño como por sus características geológicas. El interior se ha formado a partir de un río subterráneo cuyas aguas reflejan las estalactitas y estalagmitas con colores brillantes. Su nombre procede del sardo y hace referencia a la foca monje, que solía habitar toda la costa y se refugiaba en las frescas y oscuras cavidades de la cueva. Sin embargo, desde 1976 no se ha divisado ninguna en las proximidades.

La excursión te permite descender en dos o tres calas (en una de ellas, mi amiga y yo no quisimos bajar y nos quedamos en la zodiac con el guía, que nos invitó a un café que solicitó a uno de los barcos más grandes que estaban fondeados en la cala... curioso ver el café descender por una cuerda jejejeje). Ese tiempo a solas con el guía sirvió para que nos contara un montón de cosas sobre la isla y su evolución desde que su población estaba constituida por pescadores hasta la actualidad, en la que la mayor parte vive del turismo.

También hay un momento en que se para la zodiac en una zona del mar y allí disfrutamos de un magnífico baño en las aguas transparentes de color verde esmeralda.

El guía estupendo y el resto del grupo, encantador.


Una de las calas que se forman a los pies del acantilado rocoso de Su Masongiu

En la costa hay numerosas cavernas que asemejan corredores de arcos bordeando las playas. En algunas de ellas entra la zodiac
 


Sensación maravillosa la de bañarse en estas aguas transparentes

Sol, mar, buena gente... un día para recordar


Disfrutando de un café en la zodiac mientras los demás estaban en la playa


   

Puente de la Constitución 2019: Fátima y alrededores (Chus y María) - Parte 4 y última

Fátima, Jardín Oriental Buddha Edén, Alcobaça, Tomar, Figueira da Foz, Quiaios (continuación y final del viaje)

Domingo, 8/12/2019:  

Quiaios

Como ya dijimos, no pudimos disfrutar de las vistas desde el hotel mientras desayunábamos porque el día amaneció con una niebla muy espesa. Recogimos las cosas y salimos en dirección a Quiaios, una enorme playa salvaje en la que yo ya había estado y que se encuentra muy próxima a Figueira da Foz. La idea era ir por unas pistas a través del monte, desde cuya parte alta hay unas vistas espectaculares de Figueira, pero entre la señalización (que no acabamos de encontrar muy acertada) y la niebla (que nos hubiera impedido ver nada) acabamos utilizando la carretera para llegar al pueblo y a la playa.

Situada al norte de Figueira da Foz, se trata de un amplio arenal rodeado de dunas cubiertas de vegetación. El mar bate con un fuerte oleaje y parece bastante peligroso para bañarse. Sin embargo, es una playa muy apreciada por los aficionados al surf y al bodyboard.

A nosotras nos encanta la manera en que los portugueses cuidan sus dunas... por todas partes hay pasarelas de madera que permiten el paso sin tocarlas. Ya las habíamos visto un poco más al norte, en las playas de Mira y Aveiro, y creemos que es posible recorrer esta parte de la costa a pie ya que las pasarelas parecen no tener fin una vez que empiezas a caminar por ellas. Unos 30 km de gran belleza natural.







Pena que entonces empezó a llover. Habíamos pensado detenernos en Porto para comer y dar un paseo junto al río (es una ciudad que tanto a Chus como a mí nos parece preciosa y muy agradable), pero el día no se prestaba para eso. Así que rumbo a casa. Sí nos detuvimos en una parrillada de la carretera antes de llegar a Porto, uno de esos restaurantes que solo frecuentan portugueses y en los que se come muy bien por poco dinero, sobre todo teniendo en cuenta las inmensas raciones que ponen (nosotras pedimos media ración cada una y nos trajimos para casa casi tanto como lo que habíamos comido porque ya no podíamos más).

Desde Porto cogimos la autopista A3 y sobre las 5 estábamos ya en Vigo. Fin del viaje.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Puente de la Constitución 2019: Fátima y alrededores (Chus y María) - Parte 3

Fátima, Jardín Oriental Buddha Edén, Alcobaça, Tomar, Figueira da Foz, Quiaios (continuación)

Sábado, 7/12/2019:  

Tomar

Salimos de Longra riéndonos por lo acontecido, pero la verdad es que estábamos un tanto cabreadas por lo que había pasado con el alojamiento. Lo que pasa es que nosotras somos así, preferimos reírnos que amargarnos la vida... Así que a otra cosa, mariposa.

Tomamos la carretera que nos había indicado la señora Fernanda y poco después nos encontramos con un monumento del siglo XVI, no muy conocido y que, sin embargo, resulta impresionante: el Acueducto dos Pegoes, que llevaba el agua hasta el castillo y convento de Tomar. Tiene una longitud de unos 6 km y una altura máxima de 30 m.




Seguimos y enseguida llegamos a Tomar. Es una pequeña ciudad con gran encanto, cuyo máximo exponente es el Convento de Cristo, una de las obras renacentistas más importantes de Portugal. Está situado en la parte alta y se puede llegar con el coche hasta la entrada, aunque no hay mucho sitio para aparcar por lo que en los días de mucha afluencia turística es mejor dejarlo abajo y subir a pie. Por suerte, en estas fechas y yendo a primera hora de la mañana, no hay problemas de aparcamiento. Pero sí otro tipo de problemas que ya os comentaremos después JAJAJAJAJAJA.

El convento se halla en el interior del recinto fortificado que constituía el castillo de Tomar, una de las edificaciones militares portuguesas más importantes del siglo XII. El conjunto fue elevado a categoría de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983. El castillo fue terminado el 1 de marzo de 1160, de ahí que actualmente se celebre el primero de ese mes el día de la ciudad de Tomar. Dentro de las murallas del castillo todavía pueden verse algunas antiguas viviendas. Las torres redondeadas de las murallas exteriores supusieron una gran novedad en su época, ya que fueron introducidas en Portugal por los Templarios a través de este castillo. Ese tipo de torres proporciona una resistencia mayor ante los ataques enemigos que las tradicionales de forma cuadrada.




A la entrada se abre una gran explanada con parterres y setos podados con formas geométricas, al fondo de la cual se alza una escalinata que da paso a lo que es el Convento de Cristo propiamente dicho.


                                                                                                                            

No podemos dejar de admirar el pórtico renacentista de la puerta de entrada a la iglesia del convento, aunque ahora no se accede por ella al interior.



La parte más antigua de la iglesia se conoce como Charola. Se trata de un oratorio templario construido en el siglo XII que posteriormente se transformó en capilla mayor con motivo de la reconstrucción ordenada por D. Manuel I, en el siglo XVI. Para ello se abrió un gran arco de triunfo apuntado y se añadió un cuerpo rectangular de tres tramos y dos alturas que aprovechaban el desnivel del terreno.






El coro alto, con balaustrada de madera, está iluminado mediante grandes vanos laterales y un óculo en su parte occidental.


La sacristía está iluminada por dos ventanas, una al sur, que quedó parcialmente tapada por el posterior Claustro principal, y otra, en la parte occidental, con abundante decoración exterior, conocida como "Janela do Capítulo", uno de los elementos paradigmáticos del convento.



                                                                                                                                                    
 Esta ventana parte de las raíces de un árbol sostenido por el busto de un hombre. La decoración trepa por unos mástiles y está compuesta por motivos vegetales y marinos, como algas, maromas, cadenas, corcho... en alusión al momento histórico, en el que el mar se tomó como referente, lo mismo que el óculo superior, que representa velas hinchadas por el viento. Aunque otros historiadores opinan que el significado va mucho más allá, intentando mostrar un vínculo entre la Orden de Cristo y el origen divino de la dinastía manuelina.

   
El convento tiene varios claustros, cada uno de los cuales tenía su propia función: el Claustro da Hospedaria, el Claustro dos Corvos, el Claustro da Micha, el Claustro da Lavagem, el Claustro do Cemiterio y el Claustro Principal.

Detalle del Claustro Principal
En la fachada sur del convento se aprecia la llegada del Acueducto dos Pegoes.


Y ahora os cuento cuáles son los problemas que os podéis encontrar en el aparcamiento del Convento: tenéis que comprar en la maquinita el ticket que indica hasta qué hora podéis estar aparcados. Nosotras, como buenas ciudadanas, lo hicimos así: Chus compró el ticket y yo lo puse en la parte delantera del coche. Allá que nos fuimos tan tranquilas a hacer la visita. Pero hete aquí que cuando fuimos a coger el coche para marcharnos nos encontramos con que nos habían dejado una multa por estar a las 11:00 h aparcadas en un lugar de estacionamiento limitado. ¿Einnnnn? ¡Pero si el ticket nos había dado hasta las 12:27! Entonces me di cuenta de que yo había colocado el ticket con la hora boca abajo, pero vamos, que yo no estaba mal estacionada. Bajamos en busca de la policía y nos la encontramos poniendo más multas en una zona baja de la ciudad. Salí del coche y me dirigí a uno de los agentes para explicarle lo que había pasado. El agente me miró con cara de "qué pesada es esta tía" y echó un vistazo al ticket y a la multa. Entonces me dijo que esa multa no la había puesto él sino un tal Pedro. Le pregunté dónde podía encontrarlo y me dijo que en el edificio central. Y para decirme donde se encontraba el tal edificio sólo me repetía una y otra vez, "na cima". Como empecé a mirarlo con cara de cabreo, me dijo que esperara y llamó al tal Pedro, pidiéndole que se acercara hasta allí. Cuando llegó, no hubo manera de hacerle entender que se había equivocado porque yo sí tenía ticket solo que estaba boca abajo... que cómo sabía él que ese ticket que le enseñaba era el que estaba en el coche y no uno que había cogido después o pedido a otro conductor, que si lo tenía boca abajo era como si no tuviera nada puesto, etc. etc. Noté que se me subía la adrenalina así que de nuevo les pregunté en dónde estaba el edificio principal que yo iba a ir a reclamar allí. Esta vez, el tal Pedro me lo explicó medianamente bien (de todas formas Chus tuvo que preguntar después otra vez). Pues en la policía central, PEOR: el tío que me atendió erre con que yo podía estar presentando un ticket que ni siquiera era mío. Insistí. Porque me tocaba las narices que encima de ser buena ciudadana me estuvieran poco menos que llamando mentirosa. Como no había forma de hacerle bajar de la burra le dije que me iba y que por supuesto no iba a pagar ninguna multa. Me dijo que hiciese lo que quisiese y adiós muy buenas. Vamos, que seguro que otro ni siquiera se hubiera molestado, hubiera tirado la multa a la basura y santas pascuas, pero yo quería ser honrada y lo único que conseguí fue que me tacharan de mentirosa, ¡EL COLMO! 

Figueira da Foz

Una vez más preferimos reírnos y nos pusimos en marcha hacia Coimbra mientras elaborábamos toda una teoría sobre la presunción de inocencia. Se dice que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario, ¿no? Pues el tal Pedro me consideró culpable de buenas a primeras y además no admitió la prueba de mi inocencia, jajajajajaja. En fin, cosas que pasan...

Con tanta risa de repente empezamos a darle vueltas a la idea de que Coimbra era un sitio muy serio y que las cosas no estaban para seriedades, así que sin pensarlo dos veces cambiamos el rumbo y nos dirigimos a la costa, con ánimo de dormir en Figueira da Foz, en donde ni Chus ni yo habíamos estado antes.

Esta vez sí que comí bien, en un restaurante de la carretera, un delicioso "Leitao á Bairrada":



Llegamos a Figueira da Foz y buscamos el hotel que habíamos elegido por Booking, al lado de la playa. El Costa da Prata Hotel resultó ser un hotelito encantador, no muy grande, bien situado, con garaje por un coste adicional de 6 euros, personal extraordinariamente amable, buena habitación con buen aire acondicionado y magnífico desayuno buffet en el último piso con vistas al mar (lástima que al día siguiente hubiese mucha niebla y no lo pudiésemos disfrutar). 

Nos acomodamos y decidimos dar un paseo por la playa... ¡qué playa! ¡enorme!... La verdad que, a pesar de lo que decía nuestra guía, que Figueira da Foz era una ciudad horrible y que ni siquiera merecía la pena acercarse al paseo marítimo ya que el mar queda muy lejos del mismo, debido a la amplitud de la playa, nosotras la encontramos muy agradable y disfrutamos de un par de horas estupendas.


El Costa da Prata Hotel

Reflejos en el agua

Reunión de gaviotas

Gaviota solitaria



De la playa pasamos al espigón...





¿Por qué las gaviotas se ponen en fila en la arena?


Curiosa escultura frente al hotel

Puesta de sol desde el hotel


Después del gratificante paseo, como estábamos cansadas, nos fuimos al bar del hotel y en plan muy relax nos tomamos una copita (bueno, Chus, una coca-cola ya que no bebe alcohol... con excepción de champán y ciertos tipos de moscatel jejejejeje). Y más tarde salimos a cenar por las callejas de la parte de atrás del hotel, en una de las cuales se encuentra el casino. Recomendamos el Gastrobar Acropole, deliciosa cocina, maravillosos postres y excelentes caipirinhas.

Tarta de limón con helado de caramelo y frutos rojos

Coulant de chocolate con sorbete de limón y frutos rojos

Y antes de retirarnos un paseo por las calles iluminadas...


A la izquierda, el casino