Sábado, 1/08/2020:
En principio teníamos que habernos quedado en Baltar este día, pero Maite había cometido un error en la reserva y no tenía habitación disponible, así que tuvimos que marcharnos. Como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga, porque lo cierto es que descubrimos cosas muy interesantes además de disfrutar de la oportunidad de dormir en un sitio al que hacía tiempo que le teníamos echado el ojo y que ya os diré en su momento.
Por lo pronto tiramos hacia Ourense y nos detuvimos en Armeá, una zona conocida por la presencia de restos prerromanos. En el lugar de la foto que se ve a continuación se decía que esto podía haber sido una especie de santuario.
Santuario o no, la verdad es que no íbamos calzadas para hacer senderismo y localizar el castro que también se halla en esta localidad. Afortunadamente, ahora ya lo conocemos gracias a una ruta que hicimos no hace mucho con Pili y de la que os hablaré en otra entrada.
Y puesto que no íbamos a andar por el monte, nos detuvimos en la pequeña y acogedora aldea de Santa Mariña de Augas Santas.
No se puede entender la construcción de esta iglesia sin conocer la leyenda de la santa de Augas Santas:
Parece ser que Olibrio, un prefecto romano del castro de Armeá, conoció a una pastora, Mariña, de la que se enamoró perdidamente. La joven, de origen musulmán, era huérfana de madre y su padre la había dejado al cuidado de una mujer cristiana que bautizó a la niña por lo que su padre la había repudiado. Mariña no accedió a las pretensiones del romano, porque no quería abandonar su religión y eso la llevó a sufrir numerosos martirios o torturas, de los que milagrosamente se recuperaba en menos de tres días. Fue encerrada, colgada, herida con peines de hierro e incluso atada y lanzada a un estanque. Finalmente, Olibrio ordenó que fuera quemada en un horno (que se conserva no muy lejos de la aldea, en una misteriosa cripta de una basílica templaria inacabada, conocida como de la Ascensión), pero fue salvada por San Pedro que la refrescó en una pila cercana que también se conserva (la Piouca da Santa). Puesto que nada funcionaba, el prefecto ordenó decapitarla y su cabeza rebotó tres veces y en cada uno de esos rebotes surgió una fuente de aguas cristalinas. Todo esto ocurrió alrededor del año 139 d. C. Es estanque en donde se quiso ahogar a la santa está detrás del santuario actual en donde hay tres fuentes milagrosas que se conocen como a Fonte da Santa.
Así pues, en una zona de frecuentes ritos paganos era necesario hacer un proceso de cristianización, de ahí la construcción del templo. Parece ser que hubo una edificación anterior del siglo VIII o IX en la que se encontró el sepulcro de la santa y sobre el cual se construyó el actual mausoleo que se conserva en el interior del santuario.
Se trata de una iglesia románica del siglo XII, de tres naves que se separan por pilares con columnas adosadas. En la parte superior de cada una de las naves hay un rosetón que permite la entrada de la luz al interior. El torreón en donde se encuentran el reloj y el campanario y las torres de las calles laterales son barrocas, del siglo XVIII.
No pudimos ver el interior. Estaba cerrado a causa del COVID.




Efectivamente, el lugar elegido para pasar la noche era este monasterio convertido en hotel.
Después de registrarnos, decidimos ir a comer y, como en el hotel el restaurante estaba cerrado, fuimos a dar una vuelta por Leiro antes de volver a una pequeña taberna junto al monasterio en la que al final comimos. En el primer intento no lo habíamos hecho porque la terraza estaba ocupada y nos dijo que no tenía sitio, que había que haber reservado. Cuando volvimos más tarde, todavía estaba el exterior ocupado y nos metió en una mesita interior (¿no podía haberlo hecho desde el principio? En fin...)
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El río Avia a su paso por Leiro |
Recorriendo los alrededores con el coche llegamos a una bodega: Pazo de Toubes, que pertenece a Viña Costeira, uno de los ribeiros más conocidos. Había un letrero con el número para hacer una visita. Llamamos, pero nos dijeron que había que reservar con anticipación. En la foto, parte de los viñedos.
De vuelta en el monasterio, nos dedicamos a recorrerlo. Pero antes, ¡NO OS LO PERDÁIS!: hacía pocos días que habían abierto después del tiempo de confinamiento y en el hotel no quedaba ningún empleado por la noche. Así que nos dieron las llaves para entrar y salir del edificio. ¡Podíamos haber hecho una fiesta! jajajajajaja...
La iglesia lleva el nombre de Santa María y cuenta con tres ábsides. El crucero y las naves fueron reformados al construirse las bóvedas de crucería estrellada. La fachada ha sufrido importantes alteraciones como la adición del campanario con forma de torreón defensivo y la alteración del enorme rosetón que se alza sobre la puerta. Además del rosetón, otros dos óculos gemelos, más pequeños, iluminan las naves laterales.
El primero, conocido como el "Claustro procesional", sustituyó al primitivo claustro medieval. Es de planta cuadrada con dos alturas que se levantan a través de 28 arcos de medio punto, organizados por pilastras estriadas. En la planta superior, dentro de cada arco, hay una ventana rectangular encima de las cuales se abre un óculo ovalado.
El segundo claustro, el de la "Hospedería", es de claro estilo renacentista, también de planta cuadrada con dos cuerpos. La planta baja se organiza a través de arcos de medio punto apoyados sobre esbeltas columnas jónicas de fuste liso y en la superior, por columnas de orden compuesto con basas toscanas y collarino estriado. En este caso, las galerías están cubiertas con simple armazón de madera.
Domingo, 2/08/2020:
Había que volver a casa, pero ya que estábamos por allí, ¿por qué no visitar el Monasterio de Oseira? Se encuentra en una zona abrupta de la sierra Martiñá que se conocía como "Ursaria" por la abundancia de osos. Está en la margen derecha del río Osera, perteneciente al ayuntamiento de San Cristovo de Cea, en el partido judicial de O Carballiño, a unos 38 km de Ourense.

Se trata de un impresionante edificio religioso y uno de los grandes monumentos de Galicia. Sus orígenes se remontan a principios del siglo XII. Las tierras en las que se erige el monasterio fueron donadas por el rey Alfonso VII a unos monjes benedictinos. Unas décadas más tarde pasó a formar parte de la orden del Císter, convirtiéndose en el primer monasterio cisterciense de Galicia.
Los monjes cistercienses eran muy estrictos cumpliendo los preceptos de la orden por lo que buscaban siempre emplazamientos solitarios, tranquilos y aislados para fundar los monasterios. Así podían alejarse de los pueblos y concentrarse en la oración.
El monasterio gozó de gran esplendor en los siglos XII y XIII. En esa época se construyó la iglesia románica que fue consagrada en 1239. Esa iglesia fue lo único que se salvó de un gran incendio en 1561.
Hasta 1835 el monasterio estuvo habitado, pero al llegar la amortización de Mendizábal fue abandonado. El conjunto monástico comenzó a deteriorarse y se expoliaron muchas de sus obras de arte y muebles. Afortunadamente, a principios del siglo XX, los monjes volvieron y comenzaron las obras de restauración.
La visita guiada dura aproximadamente una hora.
El exterior es impresionante. Un arco de acceso da paso a una amplia explanada. En ella se alza la iglesia con su imponente fachada barroca almohadillada formando ángulo recto con la fachada del propio monasterio, también almohadillada.
Entramos a través de la iglesia siguiendo a un monje muy gracioso que hizo que la visita resultase francamente divertida e interesante. No nos paramos demasiado, porque había una boda y los invitados estaban a punto de entrar.
Aún así, nos explicó que prácticamente no queda nada del primitivo edificio románico, ya que ha pasado por múltiples reformas. Y, tras hablarnos de algunos detalles de la decoración, nos llevó a uno de los lugares más vistosos del monasterio, la antigua sala capitular, en la que unas llamativas columnas retorcidas sujetan la bóveda haciendo que el conjunto parezca una especie de bosque de palmeras, de ahí que se la llame "sala de las palmeras" (no tengo fotos porque estaba prohibido).
Visitamos también la antigua farmacia y el museo en el que se conservan restos de la canalización primitiva del monasterio además de otras obras en piedra.
El monasterio tiene tres claustros: el Patio de las Procesiones del siglo XVI, el Claustro de los Pináculos de la segunda mitad de ese mismo siglo y el Claustro de los Caballeros, del siglo XVIII, al que accedimos desde el piso de arriba en donde están las habitaciones de los monjes por la Escalinata de Honor, de estilo herreriano y gran belleza.
Finalizado el recorrido por el monasterio, vuelta a Vigo. Os dejo ahora una bella foto del pueblo de Maceira por el que pasamos al hacer el regreso y que merece una visita más detallada:
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