Lunes de senderismo
Lunes, 12/10/2020:
Salinas de Ulló en Vilaboa

Como se ve en el mapa, se localizan al final de la ría de Vigo (en donde se ve el hombrecito). No es una ruta de auténtico senderismo (aunque sí se puede prolongar y convertirla en una ruta como tal). Lo que aquí se recoge es más bien un paseo.
Es lógico que en un lugar pegado al mar la sal se convierta en sinónimo de riqueza. Este elemento es de gran importancia para la conservación de elementos frescos, especialmente el pescado. Durante la Edad Media y la Edad Moderna, poseer unas salinas era sinónimo de prosperidad para un pueblo. Durante el siglo XVII, Pontevedra decidió desarrollar sus propias salinas, por lo que en 1693 los jesuitas pidieron la cesión de unos terrenos en el actual concello de Vilaboa para llevar a cabo la extracción de la sal. Así surgieron las salinas de Ulló, cuyas ruinas dan una idea de la gran capacidad que tuvieron hasta su cierre en el siglo XIX.
A pesar de su cercanía a la ciudad de Vigo (se encuentran al final de la ría) no son muy conocidas. Sin embargo, las salinas y las marismas de Vilaboa forman parte de la Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) y del Lugar de Interés Comunitario (LIC) de la Enseada de San Simón. Además, participan en el Proyecto Europeo Red Natura 2000 (red europea de lugares protegidos que tiene como objetivo principal preservar la biodiversidad).
El sistema era muy sencillo y así se puede ver por los restos que se conservan. Se pueden distinguir todavía los dos vasos en los que se dividía la salina. El más grande, de 12 hectáreas, estancaba el agua y permitía la evaporación por el calor del sol. El segundo, de 8 hectáreas, se dividía en una cuadrícula de pequeños cocederos que llegaban a alcanzar los 23 grados en los que terminaba el proceso de evaporación del agua y cristalizaba la sal. En el siglo XIX, no obstante, las salinas dejaron de ser tan rentables y se optó por construir el primer molino de mareas de Galicia. Este molino aprovechaba las corrientes del fondo de la ría y generaba energía hidráulica, aunque actualmente poco queda de esa construcción.
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Como se puede ver por las fotos, la marea baja convierte este lugar en una marisma muy apreciada por las aves |
El dique principal de las salinas es también llamado "Banca de Casó". Debe su nombre a que fue cedido al arquitecto Felipe Auguste Cazaux (constructor del viaducto de Redondela en 1876 y del puente internacional de Tui en 1885). En uno de sus laterales tenía su residencia y fue el encargado de construir el molino de mareas al que ya hemos hecho referencia.
Además de la marisma, resulta muy interesante seguir el sendero que lleva a las ruinas conocidas como "Granxa das Salinas de Ulló". Se trata de restos de edificaciones dedicadas al cobijo y a la vivienda de los terratenientes y la servidumbre relacionados con el trabajo de la sal. Impresiona observar lo que pudo haber sido aquello hace dos siglos y nos sentimos impresionadas ante las enormes lareiras y hornos de las cocinas y otras salas. Hay también restos de un pozo y de canalizaciones relacionadas probablemente con el proceso de extracción de la sal.
Un poco más de historia: a comienzos del siglo XIX, Juan José de Arana, natural de Zaragoza, se hizo con la mayoría de los terrenos de las antiguas salinas. Su intención era levantar una importante explotación agraria. Su hijo, José Nazario de Arana, aprovechando el taller de elaboración de la sal que tenían los jesuitas en esta zona próxima a las marismas, fue el que levantó dos enormes casonas en forma de L con un patio cerrado por dos sólidos muros de sillares de granito.
A pesar de que la naturaleza está apropiándose del lugar, todavía impresiona esta joya ruinosa de la arquitectura palaciega rural del siglo XIX. Su misteriosa áurea de enigma nos envuelve en cada uno de los rincones de este conjunto.


Como ya hemos dicho, nosotras nos lo tomamos en plan paseo, pero de hecho hay una ruta homologada: Ruta de A Croa, PRG-104. Es un recorrido de 8 km que parte de las salinas y se adentra en las ruinas de la "Granxa" para continuar por Acuña y Larache, desde donde se obtiene una fantástica panorámica de las islas Alvedosas, la isla de San Simón y la ría de Vigo. También se pueden hacer la Ruta de los molinos de Vilaboa y la Ruta de la Piedra Miranda partiendo de las salinas.
De regreso al coche nos paramos a hacer un poco el tonto:
Decidimos terminar una tarde agradable en uno de los molinos de Redondela al que hacía un montón de tiempo que no íbamos: O muíño vello.
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