miércoles, 12 de febrero de 2020

Viaje a Bali: octubre 2019 (María y Pili) - Parte 11

Duodécimo día: sábado, 26/10/2019 


Tibubeneng





Ya sabéis que al día siguiente a una excursión nos dedicamos al relax. Pero este díaaaaaaaa... empezó mal y acabó mal... jajajajaja... ¡Anda que no nos reímos!

Le había dicho a Pili que me fuese pidiendo el desayuno mientras terminaba de vestirme. Un "Ice Tea" para beber. Cuando llegué y veo que me sirven un té caliente, me quedo mirándola con cara de estupefacción y entonces ella se da cuenta de su error: había pedido Ice Tea pero con el dedo en el folleto del menú había señalado el Hot Tea. No me importó, pero mirad la pobre cómo de culpable se sentía, jajajajaja:



La cosa siguió bien: piscina y charla con el noruego que se ve en la foto detrás de Pili (hablaba un poco de español porque había trabajado un año en Barcelona). Comimos en el local de al lado (nos estábamos convirtiendo en habituales, jejejeje) y por la tarde decidimos acercarnos a un pueblecito en el que sabíamos, tanto por la dueña del hotel como por la información que nos había dado un chico que nos había llevado en su taxi uno de los días anteriores (y que acabó convirtiéndose en nuestro taxista privado jajajaja), que se celebraba un Concurso de Talento de música balinesa (percusión). Creo que éramos las únicas extranjeras entre los miles de balineses que allí se reunieron para contemplar el espectáculo. Nos miraron un poco raro pero bueno, enseguida la cosa se centró en la música. Nosotras vimos tres grupos y nos fuimos, porque prácticamente todos eran iguales. Aquí os dejo una muestra:






 

Tenemos que decir que nos resultó sorprendente la educación de la gente, sin pasarte delante de las narices, sin empujones, agachándose para sentarse en la hierba frente al escenario, dejándote huecos para que pudieras salir fácilmente entre la multitud...

Bueno, pues creo que nuestro mal rollo empezó desde el mismo momento en el que llegamos al pueblo: el taxista que nos llevó (Ari no podía hacerlo porque actuaba con el segundo grupo y lógicamente estaba con sus compañeros) nos pidió las 50 000 rupias que le tendimos, cuando el taxímetro marcaba 38 000, escudándose en que no tenía cambio. Nos bajamos, cambiamos en una tienda y le dimos lo justo. Seguro que nos echó una maldición, jajajajaja. ¿Por qué lo digo? Pues porque al dejar el festival nos dedicamos a callejear buscando un local para cenar. Entramos en uno: no había cócteles y a mí me apetecía uno, nos tuvimos que ir después de habernos sentado. En otro nos aceptaban la tarjeta pero nos cargaban una comisión del 3%, así que también nos levantamos y nos fuimos. Acabamos en una pizzería que, casualmente, servía una bebida que a mí me había llamado la atención desde que habíamos llegado a la isla y que se sirve en un coco (pensaba que era algo así como piña colada). ¡Aggggggggg! ¡Nuestro gozo en un pozo! La cosa más insípida que os podáis imaginar y encima caliente. Pedimos hielo para ver si de esa forma cambiaba, nos miraron como si estuviéramos locas (se ve que se toma así, tal cual) pero nos lo trajeron. No cambió nada porque, además, al estar la bebida tan caliente el hielo se derritió enseguida...

                                            Terraza de la pizzería

                                            El coco insípido y la pizza


Acabamos de cenar (llevándonos la decepción del coco) y salimos a la calle con la esperanza de que, como siempre, nos parara algún taxi para volver al hotel. El primero, con nosotras ya dentro, se niega a encender el taxímetro y nos pide 100 000 rupias, que comparadas con las 38 000 que habíamos pagado a la ida nos pareció una salvajada. Le insisto para que ponga el taxímetro y literalmente me contesta: "Get out"... ¿Alguien os ha echado de un taxi alguna vez?????? Pili no entendía la discusión y cuando le dije que se bajara solo preguntaba "pero ¿qué pasa? ¿qué pasa?"... Para un segundo taxi, nos dice que no tiene taxímetro pero que nos lleva por 50 000 rupias. ¿No habíamos ido por 38 000? No acepta el regateo y se va. En fin, cogimos un tercero: tenía taxímetro y lo encendió... ¡en nuestra vida habíamos visto correr las cifras de un taxímetro a semejante velocidad!!!! Empezamos a reírnos como locas y casi no podíamos hablar: sabíamos que íbamos a pagar mucho más incluso de lo que nos había pedido el primero... Así fue: 110 000 rupias. Nos acordamos mucho de Chus porque seguro que no hubiese parado de reír hasta el día siguiente jajajajajaja.





Viaje a Bali: octubre 2019 (María y Pili) - Parte 10

Undécimo día: viernes, 25/10/2019


Templo Goa Lawah







Esta cuarta excursión, también con Santhi, nos llevó a la parte este de la isla. Comenzamos en el templo de Goa Lawah o Cueva de los Murciélagos. Es un templo con una antigüedad de más de 1000 años y muy relacionado con los rituales que hablan de la vida después de la muerte. Dice la leyenda que esta cueva se extiende a lo largo de más de 30 Km hasta llegar al Templo Madre. El nombre, como seguramente ya habéis adivinado, se debe a las decenas de miles de murciélagos que habitan en su interior. Realmente, es un templo muy pequeño y no merece mucha atención, peroooooo... tuvimos la suerte de dar con una de esas celebraciones en las que los habitantes de varios pueblos se reúnen en una fiesta para pedir a los dioses que ayuden a las cenizas de sus muertos, previamente arrojadas al mar, a desprenderse definitivamente de la vida terrena, cortando las cuerdas que los unen a ella, para ascender al cielo. ¡Impresionante a nivel espiritual! Santhi nos explicó que las cestas que llevan en las cabezas representan las almas de los familiares muertos.



Santhi nos obligó a correr cuando bajamos del coche para tener la oportunidad de entrar al recinto y ver la cueva y el patio interior, en donde ya esperaba la gente para la ceremonia. Una vez entrase el resto, sería imposible acceder al interior. Así que le agradecemos la carrera y todas las explicaciones que nos dio.


















En esta ocasión sí llevábamos nuestros propios sarongs, aunque los cinturones nos los prestó la guía, ya que son obligatorios, supongo que para marcar esa separación entre las partes pura e impura del cuerpo. La primera foto es en la puerta antes de que empezara a llegar la gente.

 

                                                      

Tenganan







Desde el templo seguimos viaje a Tenganan, un pueblecito que mantiene su forma de vida tradicional.

                                                      Tenganan nos da la bienvenida

Mayoritariamente se dedican a tejer diferentes piezas a mano con hilos que colorean de forma natural y a la cría de gallos de pelea. También venden calendarios balineses, igualmente hechos a mano, en los que más o menos puedes leer tu futuro. Es como retroceder un montón de años en el tiempo. Seguramente nosotros ya no podríamos vivir así, pero sinceramente, se respira una paz increíble... 

 
    La calle principal del pueblo
                                                               
                                                                  
                                                      Mujer en el telar




En las jaulas están los gallos de pelea. No los pueden tener sueltos porque, eso, se pelean. Los cuidan y tratan muy bien, incluso por las mañanas les dan masajes. A nosotras nos parece una crueldad, pero es su cultura y su forma de vida.







Templo de Tirta Gangga (Palacio del Agua)







Es un antiguo palacio real, a unos 5 km de Karangasem. El Jardín Acuático que hay en su interior era el refugio favorito de la regencia de Karangasem. Fue construido en 1946 durante el reinado del último rajá de Karangasem. Tirta Gangga pasó por varias restauraciones después de las destructivas lluvias de cenizas volcánicas de la erupción del monte Agung en 1963. El nombre, Tirta, significa "agua", Gangga, "Ganges", alude a que el agua que aquí se encuentra es sagrada, como la del río Ganges. La realidad es que se descubrió bajo un tronco un manantial y a partir de ahí se decidió la construcción del Palacio del Agua en donde solo podían bañarse los reyes, si bien ahora está abierto al público y cualquiera puede usar las piscinas. Además de las piscinas hay estanques y fuentes rodeados de jardines cuidadosamente recortados, adornados con escalones, estatuas ornamentales y plantas tropicales. 

 



Según se entra, lo primero que vemos es un estanque en el que filas de figuras de guardias que sostienen garrotes están dispuestas de forma ordenada. Sobre el estanque, piedras que permiten a los visitantes recorrerlo a la vez que contemplan la carpa dorada de cerca. Decidimos, al ver la cola para hacerse las fotos de "postureo", recorrer primero la totalidad del complejo y volver más tarde al estanque para intentar, también, hacernos algunas fotos. 


      Nenúfares y flores de loto en uno de los estanques
 
Detrás del primer estanque, se encuentra la fuente central con estatuas de guardias en su base. Es una fuente de 10 m de altura, con 11 niveles y una forma de loto en su punta. El chorro de agua salpica las gradas para crear un efecto refrescante y una vista relajante. 



Nos sentamos en otra fuente a descansar. La risa se debe a que le estábamos diciendo a Santhi que se diera prisa, porque nos estábamos quemando el trasero, jajajajaja



Ahí nace el manantial de agua sagrada










        




Al final, Santhi nos convenció para hacer "postureo" aprovechando que no había tanta gente:





         

Jardín Taman Ujung (Jardín junto al mar)






Se trata de una residencia de verano, también de los reyes de Karangasem. Fue construida imitando la arquitectura occidental con ayuda de los holandeses, ya que estos reyes eran los únicos que los apoyaban en la isla. Está situada en el medio de unos estanques decorados con nenúfares y otras plantas acuáticas. En el interior del edificio se pueden ver viejas fotos de esa época, entre ellas las del rey con sus tres mujeres y sus 25 hijos. 







     








Desde lo alto de estas escaleras, se divisa el mar. Pero hacía demasiado calor como para subirlas...

Comimos, una vez más, en un warung situado al borde de la carretera. Nos tomamos nuestro tiempo porque estábamos bastante cansadas. No recuerdo muy bien a qué otro templo quería llevarnos Santhi, pero le dijimos que pasábamos de templos, que preferíamos visitar unas salinas tradicionales que nuestra guía situaba por esa zona. Esta es la ventaja de coger excursiones privadas, porque al final mandas tú y vas a donde tú quieres.


Salinas en Amed, Karangasem

Este pequeño pueblecito de pescadores musulmanes vive en gran parte de la extracción de sal, cosa que hacen de forma manual y totalmente tradicional. Nos enseñaron todo el proceso. Por las mañanas un pescador se acerca a la orilla con sus cubos para recoger agua del mar que después vierte sobre un rectángulo de arena previamente creado al lado de la cabaña en donde seguirán el proceso. Tiene que hacer eso durante muchas horas para asegurarse de que la arena quede bien empapada. 






La arena empapada se va pasando a unos recipientes en el interior de la cabaña en donde se deja escurrir durante unos tres días. El agua se va filtrando por unos caños y acaba en unas vasijas.


Esa agua escurrida se pasa a los secaderos exteriores construidos con troncos de bambú ahuecados.



El agua permanece en los secaderos hasta su evaporación y es entonces cuando se recoge la sal.

 




La tarde empezaba a caer, así que vuelta al hotel, baño en la piscina y cena en el localito de al lado.




martes, 11 de febrero de 2020

Viaje a Bali: octubre 2019 (María y Pili) - Parte 9

Décimo día: jueves, 24/10/2019

Día de relax







Como siempre, después de un día de excursión tocaba otro de relax. En la piscina del hotel hasta las 4 y después cena en el restaurante Sardine. Temprano de vuelta en el hotel porque al día siguiente íbamos a hacer otra salida. 

Este restaurante es de lo más curioso. Es un gran pabellón decorado con elementos de bambú que mira hacia sus propios campos de arroz y otros productos orgánicos de su propia cosecha. En realidad, tiene dos áreas bien diferenciadas: una con mesas de comedor y otra, con sofás y sillones para tomar unas copas o un café. El ambiente es muy agradable, con buena música y al volumen adecuado.


 





Vamos con el menú:

Sangría de vino blanco con fruta de la pasión y mojito de raspberry. La tapita: plátano seco (lo rojo, ni idea)

           Mejillones al no sé qué de entrante

                                            La casa invita a almejas con pepino al no sé qué...


                                            Filetes de mahi mahi con no sé qué...

                                            Pasta con frutos del mar



    Se iba haciendo de noche



    Para el postre, de nuevo en la terraza.


Degustación de variados de postre





Viaje a Bali: octubre 2019 (María y Pili) - Parte 8

Noveno día: miércoles, 23/10/2019

Templo de Uluwatu







Tercera excursión. De nuevo con Santhi, lo cual era genial porque ya nos conocíamos y teníamos muy buen rollo con ella. En esta ocasión nos dirigimos a la península que está al sur de la isla. Y lo primero que visitamos fue el templo de Uluwatu. 

Situado en las cercanías de la playa de Jimbaran, es uno de los templos más famosos de Bali. Construido sobre los acantilados rocosos de la costa balinesa, es conocido por ser uno de los mejores lugares para contemplar los increíbles atardeceres sobre las aguas del océano Índico. Sin embargo, y como habíamos hecho con el templo de Tanah Lot, lo visitamos por la mañana, para evitar las aglomeraciones de turistas.

Fue construido en el siglo XI. Conserva todos los detalles de la arquitectura religiosa balinesa, destacando sus "merus" o pagodas. Está dedicado a la diosa Dewi Danu y se cree que protege a la isla de los malos espíritus. Es uno de los lugares más famosos de la isla para contemplar la conocida "Danza del Fuego o Kecak" (desgraciadamente, solo la hacen al atardecer, con lo cual nos la perdimos).

Una particularidad del templo es que sus jardines están habitados por multitud de monos. En este caso son un poco más agresivos que los del Monkey Forest de Ubud, por lo que se recomienda ir con cuidado y no chillar si se te suben encima (porque inmediatamente te verías rodeado por unos cuantos más). Roban a los turistas, especialmente gafas de sol (de hecho te encuentras el suelo lleno de restos de ellas). Yo no pude evitar chillar cuando uno de ellos se lanzó sobre mi pierna izquierda con la intención de alcanzar mi bandolera, que llevaba en el bolsillo exterior el móvil y, claro, brillaba. Aquellos gritos amenazadores y aquella boca que parecía iba a clavar sus dientes en mi pantorrilla me pusieron histérica... Santhi me decía que no chillara, pero yo no sabía qué hacer, le di a ella mi bandolera y, por suerte, apareció un guardia que lo alejó con su tirachinas... pero ¡caray! el susto fue morrocotudo.






Paseando por los jardines del templo. Al fondo, la parte que se alza sobre el acantilado. Acompañadas por un mono y vestidas con un sarong


Un sarong es una pieza larga de tejido que se ciñe alrededor de la cintura y se lleva como una falda, tanto por parte de hombres como mujeres. Es típico de muchas partes del sureste asiático, excluyendo a Vietnam. En Bali no se puede entrar en muchos templos si no llevas puesto uno para tapar la parte inferior del cuerpo, considerada impura, como ya dijimos en otra entrada. Nosotras habíamos comprado uno cada una bastante bonitos, pero la guía no nos avisó de que los cogiéramos y nos encontramos con que nos tuvimos que poner estos que te dan a la entrada del recinto, horribles, como decía Pili, jajajajaja, que parecíamos monjas raras.


Las leyendas del templo hablan de un monje que llegó a obtener la liberación espiritual allí. No murió, se fue encogiendo poquito a poco y finalmente ascendió al cielo. Esta estatua lo recuerda:



A lo lejos, el monje. Nosotras veníamos de recorrer todo el camino que bordea la costa desde el otro lado, al fondo

Aquí se ve mejor desde donde veníamos caminando

Al ver de nuevo nuestra imagen con los sarong, tengo que señalar que cuando decimos "entrar en el templo" en realidad nos referimos a entrar en el recinto, es decir, pasear por los jardines que rodean los edificios, ya que la entrada en los mismos está reservada a los fieles. Por eso tuve que sacar la foto de la puerta del templo mismo subida a una muralla que lo rodea: 


            Comenzaban a llegar más y más turistas


En el siguiente acantilado está el recinto en el que se celebran eventos y se realizan los bailes tradicionales







Al salir del recinto nos sorprendió esta estatua. Santhi nos dijo que representaba el demonio que había raptado a Shiwa y más tarde fue derrotado por Arjuna con la ayuda de los monos, por eso se les considera animales sagrados.



Playa de Padang Padang

Desde el templo nos dirigimos a la famosa playa de Padang Padang, donde se grabó parte de la película de Julia Roberts y Javier Bardem, "Come, reza, ama". La verdad que nos desilusionó un poco. Es cierto que tiene una arena blanca fina, como nos gusta a nosotras, y el agua es cristalina, con un color turquesa muy bonito y una temperatura ideal. Pero está llena de piedras y resulta muy difícil encontrar un camino para meterte más adentro sin hacerte daño en los pies. Por no hablar de que en realidad es solo una pequeña cala que se llena de gente enseguida y en la que es difícil encontrar un hueco para poner la toalla.


Lo mejor del tiempo que pasamos allí fue la cervecita fría que nos tomamos y las compras que hicimos. Había un puesto en el que una viejecita encantadora vendía vestidos y pareos. Quedó tan contenta con nosotras que nos regaló a cada una una pulsera y ella misma nos las colocó en las muñecas. La verdad que regateamos un montón y compramos cantidad de pareos para regalar a nuestro regreso, además de un par de vestidos para cada una. 

Dejamos la playa y seguimos viaje, aunque paramos en un restaurante de carretera que conocía la guía y que resultó muy agradable. No recuerdo lo que era, pero mirad qué pinta:





Dreamland Beach

Pasamos la tarde en otra playa, Dreamland Beach, con olas no muy altas pero de gran fuerza. No es de extrañar que sea muy frecuentada por los surferos, como se ve en este vídeo:


Con ese nombre, uno se espera encontrar una playa maravillosa, de ensueño. Pero en realidad es bastante pequeña y las hamacas están muy próximas unas de otras. Además, las mujeres que ofrecen masajes te acosan continuamente, lo que resulta bastante molesto. No obstante, lo pasamos muy bien, Pili sobre todo, que estuvo casi todo el tiempo en el agua y acabó arrastrada por las olas y en el suelo más de una vez, jejejejeje.

El día terminó en la piscina del hotel y con una cena en un localito muy agradable que estaba casi al lado: cervezas balinesas y ensaladas césar, una de salmón y otra de pollo. 

Nuestra impresión sobre esta parte sur de la isla: no es tan bonita como lo que habíamos visto hasta ese momento. Se ve que quieren desarrollarla y, de hecho, hay un Sheraton y un hotel de Bulgari. Pero el terreno está lleno de edificios que supuestamente están destinados a ser hoteles y resorts, sin terminar y con las obras paradas. El minibús que nos llevó desde el parking hasta la playa de Dreamland estaba totalmente descascarillado, oxidado y con los asientos rotos. ¡Un poco de pena!