miércoles, 5 de febrero de 2020

Viaje a Bali: octubre 2019 (María y Pili) - Parte 2

Segundo día: miércoles, 16/10/2019


Asung Guest House y Canggu   

Primera toma de contacto con Bali. En el desayuno coincidimos con un chico español que nos contó que estaba también explorando las posibilidades del país, se había pedido un año sabático y esperaba poder quedarse allí y montar su propio negocio. Hay muchos españoles con negocios en Bali, sobre todo en el mundo de la hostelería. Por el momento se iba a dedicar a aprender a surfear, jejejeje. Estas son las primeras fotos tomadas en el hotel: 



        
  Variedad de cocotero en el jardín
 
                                                      Pili esperando para desayunar


    

Las dos desayunando. Pancakes con mermelada y zumos de frutas


En Bali, es la pura verdad: uno se siente feliz



Deseosas como estábamos de iniciar nuestra aventura, pedimos en la recepción que nos llamaran un taxi (después de lo visto la noche anterior, lo de alquilar una scooter como que no...). No nos supimos explicar bien o el conductor no entendió lo que queríamos (algunos hablan inglés de una forma muy macarrónica, muy justita para entenderse con ellos). Porque nos llevó a una zona de la costa no precisamente encantadora (a medida que fueron pasando los días, nos hicimos con el control de la geografía de la isla). Esperábamos playas paradisíacas de arena blanca (lo que se vende en los folletos de las agencias de viajes) y en su lugar encontramos una playa oscura de arena volcánica que justo en donde nos bajamos tenía un desagüe que olía bastante mal. Tampoco había ningún paseo para caminar al lado del mar. Eso sí, había un club de playa impresionante al que nos asomamos pero no nos dejaron pasar ya que era solo para socios. Días más tarde nos enteramos de que sí se podía pasar normalmente, que lo que había ocurrido es que tendrían algún evento. Claro que no volvimos a esa zona, jajajajaja.

La playa en concreto es la de Berawa. Desde Kerobokan, yendo hacia el norte, las playas de Canggu abarcan 4 kms, desde la playa de Batubelig a la playa de Echo, pasando por la susodicha, Berawa. Se puede hacer el trayecto a pie, pero hay zonas en las que es necesario atravesar el agua, por lo que hay que ir preparados para mojarse.

El rinconcito de la playa por donde nos asomamos nosotras y el desagüe, jejejeje




¡Qué decepción! Decidimos caminar un poco paralelas a la costa, buscando otra playa que aparecía en el mapa. Pero no había aceras y la cosa era complicada. Además de que había bastante suciedad. Aún así, descubrimos un pequeño templo en el que entramos pero que no recorrimos porque había obreros trabajando.  




La otra playa era igual que la anterior, así que tiramos hacia arriba con la idea de llegar a un puente que nos permitiera seguir por la costa, pero al cabo de pocos minutos estábamos asfixiadas de calor y muy bajas de moral, no nos lo decíamos muy alto, pero yo creo que en aquel momento casi hubiéramos cogido el avión de vuelta jajajajaja. A donde volvimos fue al hotel para relajarnos y refrescarnos en la piscina: 

Nuestra habitación era justo la que estaba detrás de mí




Pasamos la tarde seleccionando excursiones para poder hacer con algún guía en español (Pili no sabe inglés aunque acabó defendiéndose muy biennnn). Cuando el calor era ya más soportable, decidimos coger un taxi e ir a una zona de ambientillo que marcaba nuestro libro, la zona de Petitenget, en Seminyak, al sur de Canggu, que se convirtió pronto en un buen punto de referencia para nosotras. Menos mal, porque la salida nos subió la moral: cena deliciosa, amabilidad y más amabilidad de los balineses, paseos por tiendas, que si me compro un sombrero para el sol, que si nos compramos dos sarongs hechos a mano con la decoración batik después de un arduo regateo (gracias a Pili, yo soy más cortada para eso... bueno, al principio, luego me desmadré jajajajaja): nos pedían 800 000 rupias por un sarong y acabamos pagando 300 000 por los dos y el sombrero, unos 20 euros al cambio. Parada para tomar unos cocktails y caminata a pie descubriendo sitios y cosas (pedimos información en un spa que venía en la guía y que días más tarde visitamos, el Sundari Day Spa). Ya cansadas, cogimos un taxi y regresamos. También, porque Pili no quería seguir arriesgando su vida caminando por la carretera, en la que o bien te podía llevar por delante un scooter o te podías caer en alguno de los agujeros de los canales de aguas residuales que no van tapados.

                                                               Mojitos para la cena






          


A PESAR DEL DESENCANTO DE LA MAÑANA, BALANCE POSITIVO PARA ESE PRIMER DÍA




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