miércoles, 5 de febrero de 2020

Viaje a Bali: octubre 2019 (María y Pili) - Parte 3

Tercer día: jueves, 17/10/2019


Echo Beach   

Ya habíamos aprendido que lo mejor era pasar las horas de más calor en el hotel, disfrutando de la piscina. Y cuando bajase la intensidad del sol o bien no pudiéramos soportar por más tiempo el agujerito en el estómago, jejejeje, salir a algún lado. Eso fue lo que hicimos en este tercer día. A eso de las 3 pedimos un taxi y después de haber consultado la guía, le dijimos que nos llevara a Echo Beach, la playa más al norte de la zona de Canggu. Se trata de una zona surfera, pero más agradable a la vista que la playa de Berawa.




  

Eso sí, no nos libramos del desagüe, como se puede ver en la segunda foto. 

En Facebook esta foto llamó la atención de nuestras amigas, ¡por el tío que se ve detrás!

Bar de tapas vasco. Como dijimos, mucho español en el mundo de la hostelería



No comimos en el bar vasco, sino en el que estaba pegado a la orilla, el Echo Club. Muy curioso, la comida está en mostradores refrigerados y tú eliges lo que quieras para que te lo preparen. Y pagas antes de que te sirvan.


  



Pan de ajo y nuestros cócteles: la verdad que descubrimos que no se subían, no sé si por la calidad del alcohol o la forma de hacerlos, pero tanto Pili como yo estuvimos de acuerdo en que levantarse de la mesa después de beber no era un suplicio ni suponía que la cabeza se te fuera o los pies te bailaran




Comida deliciosa, un heladito de postre en una heladería que habíamos visto al llegar, paseo por tiendas, alguna comprilla y al atardecer camino de regreso a casa con la ayuda del señor Google. Por casualidad dimos con un local de moda entre los jóvenes surferos, sobre todo australianos, chicos y chicas guapos/as. Música americana y muy buen ambiente. 


    
                                                             Frente a la terraza abierta, un campo de arroz

      Ambientazo

Seguimos a pie para regresar al hotel. Chus se hubiera reído un montón, porque decidí tomar un atajo: no había luces, los perros ladraban, acojonaditas que íbamos... pero salió bien. LLegamos sin ningún problema. Y para finalizar un buen día, unos largos en la piscina. 

Entrando en el atajo, luego las luces desaparecieron

¡Lo habíamos conseguido! (obviad el horrible selfi jajajaja)




Os dejamos aquí las cosas que habíamos observado hasta ese momento: no habíamos visto aún ni un solo gato, tampoco moscas (alguna muy de pascuas en ramos) y, por suerte, mosquitos. Olía a inciensos y aceites por todas partes (salvo cuando pasábamos por zonas en donde los desagües corren al aire libre). En cualquier rincón, ofrendas a los dioses. Cada casa, cada tienda, tiene su altar a la entrada en el que se depositan las ofrendas, principalmente flores y comida, sobre todo por las mañanas. Hay que tener cuidado de no pisarlas al caminar por las calles o al entrar en algún establecimiento. 

  

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