Cuarto día: viernes, 18/10/2019
Playa Double Six - Legian
¡Por fin! Esa tarde descubrimos una de las playas con el ambiente que nosotras habíamos imaginado para Bali. Aún así, la arena de la playa no era blanca y fina, como a nosotras nos hubiera gustado, pero no hay nada perfecto, ya se sabe... Está situada en Legian, es decir, al sur de Seminyak que, a su vez, está al sur de Canggu. Es una de las playas más frecuentadas para ver las famosas puestas de sol de la isla. A primeras horas de la tarde no había prácticamente nadie, pero a medida que pasaba el tiempo empezó a llenarse de locales que jugaban al fútbol o al voleibol. También turistas que se sentaban en los butacones que los chiringuitos iban acomodando en la arena para contemplar la puesta de sol. Nosotras alquilamos dos tumbonas para toda la tarde por 6 euros y nos cobraron por dos cervezas bien frías menos de 4.
No me extraña que sea uno de los espectáculos que atrae a más turistas en la isla. Es muy curioso. En Bali empieza la puesta de sol todos los días del año a la misma hora, alrededor de las 5. Normalmente aparecen unas nubes oscuras y entre ellas se va acomodando el sol, que enseguida da al cielo una tonalidad anaranjada que poco a poco va cambiando hasta el rojo más intenso. Pero que sea la puesta de sol no quiere decir que oscurezca, en el resto de la playa sigue siendo de día hasta aproximadamente las 6 y media o 7.
Fue un día de lo más relajado: por la mañana habíamos acudido a nuestra cita en el Sundari Day Spa (los masajes balineses son alucinantes) y por la tarde tumbona, baño en el mar (el agua está a una temperatura excelente, me quedo con su agua pero con la arena de nuestras playas), música en vivo al atardecer, cena exquisita en un local muy pijo en el que me hicieron quitarme las chanclas para ponerme un calzado que tenían ellos (que no dejaban de ser otras chanclas, pero plateadas). Bebida: dos mojitos de cocomango. Menú: chuletas de cordero con aros de cebolla y puré de brócoli con ajo para mí y sirloin laminado con puré de patatas y una ensalada de variedad de tomates para Pili. El postre no sé cómo se llamaba, pero el merengue iba flambeado con cointreau, estaba relleno de raspberry y helado de coco, con sorpresa en el interior: un bombón de chocolate con licor.
Nos quedamos con la sensación de RELAX, DE PAZ, DE GENTE QUE NO GRITA, MÚSICA AL VOLUMEN ADECUADO, AMABILIDAD Y SONRISAS DE LOS BALINESES QUE TE VAN A BUSCAR LA CERVECITA AL BAR DE TURNO... En fin, DISFRUTANDO A TOPE.
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