Tibubeneng
Ya sabéis que al día siguiente a una excursión nos dedicamos al relax. Pero este díaaaaaaaa... empezó mal y acabó mal... jajajajaja... ¡Anda que no nos reímos!
Le había dicho a Pili que me fuese pidiendo el desayuno mientras terminaba de vestirme. Un "Ice Tea" para beber. Cuando llegué y veo que me sirven un té caliente, me quedo mirándola con cara de estupefacción y entonces ella se da cuenta de su error: había pedido Ice Tea pero con el dedo en el folleto del menú había señalado el Hot Tea. No me importó, pero mirad la pobre cómo de culpable se sentía, jajajajaja:
La cosa siguió bien: piscina y charla con el noruego que se ve en la foto detrás de Pili (hablaba un poco de español porque había trabajado un año en Barcelona). Comimos en el local de al lado (nos estábamos convirtiendo en habituales, jejejeje) y por la tarde decidimos acercarnos a un pueblecito en el que sabíamos, tanto por la dueña del hotel como por la información que nos había dado un chico que nos había llevado en su taxi uno de los días anteriores (y que acabó convirtiéndose en nuestro taxista privado jajajaja), que se celebraba un Concurso de Talento de música balinesa (percusión). Creo que éramos las únicas extranjeras entre los miles de balineses que allí se reunieron para contemplar el espectáculo. Nos miraron un poco raro pero bueno, enseguida la cosa se centró en la música. Nosotras vimos tres grupos y nos fuimos, porque prácticamente todos eran iguales. Aquí os dejo una muestra:

Terraza de la pizzería
El coco insípido y la pizza
Le había dicho a Pili que me fuese pidiendo el desayuno mientras terminaba de vestirme. Un "Ice Tea" para beber. Cuando llegué y veo que me sirven un té caliente, me quedo mirándola con cara de estupefacción y entonces ella se da cuenta de su error: había pedido Ice Tea pero con el dedo en el folleto del menú había señalado el Hot Tea. No me importó, pero mirad la pobre cómo de culpable se sentía, jajajajaja:
La cosa siguió bien: piscina y charla con el noruego que se ve en la foto detrás de Pili (hablaba un poco de español porque había trabajado un año en Barcelona). Comimos en el local de al lado (nos estábamos convirtiendo en habituales, jejejeje) y por la tarde decidimos acercarnos a un pueblecito en el que sabíamos, tanto por la dueña del hotel como por la información que nos había dado un chico que nos había llevado en su taxi uno de los días anteriores (y que acabó convirtiéndose en nuestro taxista privado jajajaja), que se celebraba un Concurso de Talento de música balinesa (percusión). Creo que éramos las únicas extranjeras entre los miles de balineses que allí se reunieron para contemplar el espectáculo. Nos miraron un poco raro pero bueno, enseguida la cosa se centró en la música. Nosotras vimos tres grupos y nos fuimos, porque prácticamente todos eran iguales. Aquí os dejo una muestra:

Tenemos que decir que nos resultó sorprendente la educación de la gente, sin pasarte delante de las narices, sin empujones, agachándose para sentarse en la hierba frente al escenario, dejándote huecos para que pudieras salir fácilmente entre la multitud...
Bueno, pues creo que nuestro mal rollo empezó desde el mismo momento en el que llegamos al pueblo: el taxista que nos llevó (Ari no podía hacerlo porque actuaba con el segundo grupo y lógicamente estaba con sus compañeros) nos pidió las 50 000 rupias que le tendimos, cuando el taxímetro marcaba 38 000, escudándose en que no tenía cambio. Nos bajamos, cambiamos en una tienda y le dimos lo justo. Seguro que nos echó una maldición, jajajajaja. ¿Por qué lo digo? Pues porque al dejar el festival nos dedicamos a callejear buscando un local para cenar. Entramos en uno: no había cócteles y a mí me apetecía uno, nos tuvimos que ir después de habernos sentado. En otro nos aceptaban la tarjeta pero nos cargaban una comisión del 3%, así que también nos levantamos y nos fuimos. Acabamos en una pizzería que, casualmente, servía una bebida que a mí me había llamado la atención desde que habíamos llegado a la isla y que se sirve en un coco (pensaba que era algo así como piña colada). ¡Aggggggggg! ¡Nuestro gozo en un pozo! La cosa más insípida que os podáis imaginar y encima caliente. Pedimos hielo para ver si de esa forma cambiaba, nos miraron como si estuviéramos locas (se ve que se toma así, tal cual) pero nos lo trajeron. No cambió nada porque, además, al estar la bebida tan caliente el hielo se derritió enseguida...
Acabamos de cenar (llevándonos la decepción del coco) y salimos a la calle con la esperanza de que, como siempre, nos parara algún taxi para volver al hotel. El primero, con nosotras ya dentro, se niega a encender el taxímetro y nos pide 100 000 rupias, que comparadas con las 38 000 que habíamos pagado a la ida nos pareció una salvajada. Le insisto para que ponga el taxímetro y literalmente me contesta: "Get out"... ¿Alguien os ha echado de un taxi alguna vez?????? Pili no entendía la discusión y cuando le dije que se bajara solo preguntaba "pero ¿qué pasa? ¿qué pasa?"... Para un segundo taxi, nos dice que no tiene taxímetro pero que nos lleva por 50 000 rupias. ¿No habíamos ido por 38 000? No acepta el regateo y se va. En fin, cogimos un tercero: tenía taxímetro y lo encendió... ¡en nuestra vida habíamos visto correr las cifras de un taxímetro a semejante velocidad!!!! Empezamos a reírnos como locas y casi no podíamos hablar: sabíamos que íbamos a pagar mucho más incluso de lo que nos había pedido el primero... Así fue: 110 000 rupias. Nos acordamos mucho de Chus porque seguro que no hubiese parado de reír hasta el día siguiente jajajajajaja.
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