lunes, 10 de febrero de 2020

Viaje a Bali: octubre 2019 (María y Pili) - Parte 6

Sexto y séptimo días: domingo y lunes, 20-21/10/2019







Domingo de relax

Estábamos cansadas después de la excursión del día anterior, así que no hicimos gran cosa. Relax en la piscina del hotel y al final taxi para ir a cenar a un warung que según nuestra guía tenía mucha fama, pero que a nosotras no nos pareció gran cosa. Lo compensamos con un helado, comprillas y un pequeño paseo. Por la noche, la dueña del hotel nos contó que cuando hay celebraciones religiosas en el templo, ellos suelen invitar a sus huéspedes, a los que proporciona la ropa adecuada, y después celebran una fiesta en el hotel. Por desgracia para nosotras, no había ya ninguna ceremonia importante hasta el 16 de noviembre. De todas formas, ella insistió en que volviéramos y quedamos en ver si sería posible en marzo de 2021. Así que de momento mantenemos el contacto por whatsapp, tanto ella como su marido nos dieron sus respectivos teléfonos el primer día que llegamos, por si los necesitábamos o nos pasaba algo. 

Nos fuimos pronto a la cama porque el lunes habíamos contratado otra excursión, esta vez más al norte, a los arrozales de Jatiluwih, patrimonio de la humanidad. 


    Nada del otro mundo...

Curiosa decoración en este hotel de Seminyak



Lunes: 

Templo de Tanah Lot

De nuevo nos recogieron a las 8:15. Era una guía diferente, pero encantadora igualmente, y con mucho sentido del humor. Lo primero que hicimos fue dirigirnos al templo de Tanah Lot, que se alza en un montículo en la costa un poco más al norte del hotel. El vídeo que os dejo a continuación muestra un tráfico extrañamente fluido a primera hora de la mañana, nada que ver con el que se encuentra por las tardes, cuando la gente sale del trabajo, o de noche, cuando van a algún sitio.


Pura Tanah Lot (Templo de la Tierra en el Mar) es un precioso templo hinduista situado en un islote a 100 metros de la costa. Cuenta la leyenda que un monje estuvo haciendo meditación ahí y sintió una comunión espiritual con el universo, por lo que pensó que era un lugar ideal para la construcción de un templo, cosa que se hizo en el siglo XVI. Está dedicado a los espíritus guardianes del mar y se cree que está vigilado por las serpientes marinas que habitan bajo la superficie. Cuando la marea está alta, la roca llega a cubrirse casi por completo, pero siempre que está baja se puede llegar andando hasta la base. No se puede acceder al interior del templo, al que se llega por unas escaleras talladas en la roca. Sin embargo, al atardecer es posible acercarse para recibir la bendición de los sacerdotes. Pese a que la puesta de sol en este lugar es espectacular, nosotras fuimos por la mañana ya que, como nos explicó la guía, todas las excursiones organizadas terminan allí y es imposible dar un paso ni sacar una foto en condiciones. A pocos metros de este templo, se alza otro, el de Batu Bolong.

                                             Templo de Batu Bolong

Pili y yo con el templo de Batu Bolong al fondo y luciendo los vestidos comprados el día anterior en un mercado

                                 Templo de Tanah Lot con la marea baja
Con el templo de Tanah Lot al fondo. Santhi, nuestra guía, resultó ser una artista de la fotografía y nos decía cómo nos teníamos que colocar para sacar las fotos, "postureando", jajajajaja

Bajo el islote hay una cueva de la que mana agua dulce y, como ese hecho se considera un milagro, es el agua que se utiliza para la purificación










Arrozales de Jatiluwih

Terminada la visita, nos dirigimos más al norte, a los arrozales de Jatiluwih, que, como ya hemos dicho, son Patrimonio de la Humanidad. Contemplar las famosas terrazas de arrozales que modelan el paisaje del interior de la isla es una auténtica gozada. Su color verde intenso, rodeado de palmeras, se te mete por los ojos hasta el alma. Nuestra guía eligió una zona no muy frecuentada por las excursiones de turistas, por lo que pudimos disfrutar tranquilamente del paseo. Y podemos dar fe de que Jatiluwih es eso que su nombre indica: Jati (realmente), Luwih (maravilloso), "realmente maravilloso".

Santhi nos dijo que están muy agradecidos a la naturaleza por darles el arroz y los frutos tropicales que dan vida e impiden que nadie se muera de hambre. Aunque para una mentalidad occidental como la nuestra, Bali parece un país pobre, nosotras pensamos que no lo es en absoluto. Sí, no tienen nuestro ritmo de vida ni nuestras comodidades, pero viven conforme a sus principios y su cultura, y la mayoría de las familias son autosuficientes. No vimos a nadie pidiendo, a nadie. Es una isla tan fértil que no es raro que den gracias cada día a tantos dioses, en especial a Dewi Sri, diosa del arroz. 

Para el cultivo del arroz utilizan el riego tradicional del lugar, llamado subak, trabajando como una cooperativa todos juntos. Crearon un sistema de riego en el que el agua fluye a través de pequeños canales.

                                            Contemplando el paisaje desde un alto

                                                                              Al fondo, las montañas


                                                                              Ofrendas a la diosa del arroz





 
Uno de los canales de riego


    




                                                    Postureando... como campesina











En los arrozales tuvimos la ocasión de degustar distintos tipos de té que se cultivan en una granja ecológica. Nos trajimos algunas variedades para casa. Pili incluso compró un paquete del café más caro del mundo, el Kopi Luwak (café digerido). Este café lo producen los llamados "Gatos de Algalia", unos felinos que se asemejan mucho a los hurones, aunque con un tamaño mucho más grande. Su dieta consiste principalmente en granos de café, trepan a los árboles y se comen gran cantidad de judiones de café, pero en realidad solo digieren la piel que rodea los granos y estos, que no son capaces de deshacer, son expulsados intactos y en bloques a través de sus heces. Los granos se limpian antes de proceder al tostado. Posteriormente se muelen y se hace el café como de costumbre. En Bali te puedes tomar una taza de este café por unos 4 euros, cuando aquí cuesta entre 20 y 25 euros. Sin embargo, nos pudo el prejuicio de su procedencia y no quisimos probarlo. Lo que sí hicimos, una vez más, fue posturear.






 

                                     Brindando con té por la paz y la felicidad que sentíamos

                      Vista desde el chiringuito del té


Templo Ulun Danu Beratan

Desde Jatiluwih, llevándonos el recuerdo del silencio, la paz, la conexión con la naturaleza, nos dirigimos de nuevo hacia el sur, hacia el templo de Ulun Danu Beratan, situado junto al segundo lago más grande de Bali. En el camino, nos encontramos con niños saliendo de la escuela. 

 Ulun significa "cabeza", danu significa "lago" y Beratan es el nombre del pueblo. El lago se llama "Danu Beratan". Al templo se le conoce también como "Templo flotante". Fue construido hace 350 años para honrar a la diosa del lago, Dewi Danu, y tiene unos inmensos y bellos jardines junto al agua. El lago es de origen volcánico.

Es uno de los mejores templos de Bali, todavía no muy visitado por los turistas. En realidad, es un complejo formado por nueve templos que contienen un total de 285 santuarios dedicados a los dioses del agua, las montañas, la agricultura o la artesanía. Es, ante todo, un lugar de peregrinación para los campesinos, que acuden a él para pedir agua para sus cultivos. 


                                      Parte del templo, el lago y las montañas

 

  
                                                             Una puerta ante uno de los templos del complejo


                                                             Siempre las flores



Cascadas de Gnung-Gnung

Última visita del día y, como todo lo demás, inolvidable, permanecerá siempre en nuestra memoria. Santhi nos dijo que ella se quedaba arriba, pero que no tenía ninguna prisa, que nos tomásemos nuestro tiempo y que disfrutásemos a tope. Lo que no nos dijo fue el tremendo número de escalones que tuvimos que bajar (y, por supuesto, luego subir), con alturas irregulares y, en ocasiones, casi en completa verticalidad. ¡Dicen que son como unos 500! El tembleque de piernas al llegar abajo ni os lo podéis imaginar.

                                                                Inicio de la bajada
La selva o bosque balinés bajando hacia la cascada



Antes de llegar a la cascada principal hay otra pequeña catarata: 


La verdad que, a medida que nos íbamos acercando, la sensación de estar viviendo algo mágico y único era cada vez más fuerte:

  Gracias a la decisión de Pili, que tiró de mí, nos animamos a darnos un chapuzón. El agua estaba fresquita y después del calor que habíamos pasado en la bajada se agradeció pero mucho. Jamás me había imaginado que un día sería yo la que estaría bajo una cascada (ya sabéis, esos anuncios de gente guapa y maravillosa que viaja a sitios exóticos como estos y se les ve bañándose en cascadas, jajajajaja).

 




 


Lo único malo es que las gotas de agua eran como agujas que se te clavaban en todo el cuerpo

Estas fotos y el vídeo nos las sacó un español. De vez en cuando nos encontrábamos con alguno, tampoco muchos, la verdad. Lo mejor de la cascada es que no había casi gente, unas 8 o 10 personas, así que pudimos disfrutarla sin prisas ni agobios. Nos pasó un detalle simpático: queríamos hacernos un selfi y, al igual que nos había ocurrido ya en otras ocasiones, no hubo manera: la gente, en cuanto veía que lo intentábamos, se ofrecía amablemente a hacernos una foto juntas, y ¿qué ibas a decirle? ¿que no?... nos parecía un poco fuerte rechazarlo, así que tragábamos y hale, jajajaja, nos quedábamos sin selfi. Lo malo es que el chico que nos hizo las fotos en esta ocasión no cogió un buen ángulo y las fotos salieron horribles, jejejejeje... bueno, más bien, nosotras estamos horribles, jajajajaja, así que no cuelgo ninguna.  



Lo duro fue la subida, pero bueno, descansando y subiendo con calma, pudimos hacerlo (pude, porque lo cierto es que Pili iba bastante por delante... casi al final Santhi se acercó y me ayudó cogiéndome por un brazo, jejejeje). ¡Valió la pena el esfuerzo!

Ya de regreso en Canggu, les pedimos que no nos llevaran al hotel sino que nos dejaran en un restaurante mejicano, "La Mexicana", que teníamos controlado y que quedaba a unos 15 minutos andando de donde nos alojábamos, luego ya volveríamos nosotras después de cenar.



                                                               Nachos y guacamole

                                            Mojito de coco y piña y margarita passion fruit

Quesadillas









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