Viernes, 30/04/2021:
O Grove. San Vicente do Mar
Chus y yo habíamos estado montones de veces en la península de O Grove, pero no sé por qué siempre nos habíamos dejado atrás el pueblo de San Vicente do Mar. Así que decidimos pasar un fin de semana en la zona.
Se trata de un lugar de la parroquia de San Vicente de O Grove cuya principal actividad es el turismo debido a su belleza natural y a sus fantásticas playas.
Nada más aparcar en el pequeño puerto, nos encontramos con el Monumento al Voluntario, junto a la playa de la Barrosa, erigido en 2003 como agradecimiento a los voluntarios que ayudaron a limpiar los daños del vertido del Prestige, petrolero que se hundió en 2002 frente a las costas gallegas causando un verdadero desastre natural.
Desde aquí, se puede hacer un pequeño recorrido por la costa que se conoce como el Paseo do Con Negro. Pero nosotras, como siempre retorcidas y por llevar la contraria, hicimos otro camino que comenzaba subiendo hacia el norte para luego regresar al punto de partida a través de las playas y las pasarelas de madera habilitadas junto al mar. En total, 12 km, 4 horas justas. Claro que ese tiempo también incluye un momento en el que nos perdimos (¡qué raro!) y nos metimos por un camino prácticamente intransitable, lleno de silvas, que nos obligó a dar marcha atrás.
Es una playa de aguas turquesa y fina arena blanca con un sistema dunar que se llena de flores en primavera.
Las nubes habían estado amenazando toda la mañana y justo fue llegar a la costa y empezaron a descargar. Así que metimos caña y comenzamos a caminar más deprisa, una lástima porque el paisaje merecía disfrutarlo con calma.
Desde la playa de Area Grande se pasa a Punta Barcela.
Las playas se suceden una detrás de otra, como las de Barreiriño y Carreiro, y nosotras las vamos bordeando por un camino que discurre entre árboles.
Aquí se alzaba una fábrica de salazón. Hoy sus antiguos propietarios tienen una preciosa casa a pie de playa. Los fenicios fueron los primeros en traer a España la industria de la salazón, pero fueron los romanos quienes la impulsaron para transportar el pescado de nuestras costas a todo su imperio. Este proceso se mantuvo de forma artesanal e individual hasta el siglo XVIII, cuando los catalanes comenzaron a construir fábricas de salazón en las Rías Baixas.
Al borde de la playa de Carreiro hay un importante yacimiento arqueológico que no nos detuvimos a ver porque seguía lloviendo: O Adro Vello. Consta de una villa romana relacionada con la industria de la salazón, una necrópolis de inhumación que data de los siglos V-XVIII, la planta de una iglesia visigótica del siglo V (posiblemente levantada para cristianizar el lugar) y elementos de una fortificación de la Baja Edad Media, posterior al siglo XII, construida para protegerse de los posibles agresores que llegasen por mar. El lugar se encuentra totalmente vallado por una reja de metal que prácticamente hace invisible el conjunto. Hoy día la zona está bastante deteriorada y no se realiza ningún tipo de visitas. La vegetación se va adueñando del lugar y las dunas amenazan con sepultarlo.
Como curiosidad hay que decir que aquí se encontró el vestigio más antiguo de la llegada de Santiago a Galicia. Se trata de una moneda del siglo XII en la que se representa la barca con el cuerpo de Santiago.
Y en un bosquecito desde el que se divisaba la playa de A Castiñeira nos perdimos. Para arriba, para abajo, avances, retrocesos... acabé marcada por las silvas. Pero las vistas merecieron la pena.
En la Praia da Aguieira, ya no podía más. De hecho me senté bajo la sombra de un árbol que se conoce precisamente como "árbol para descansar".
Y, por fin, alcanzamos las calas y formaciones rocosas del Con Negro. En realidad, el paseo desde San Vicente do Mar por este lado de la costa termina aquí. Estas formaciones han sido moldeadas durante siglos y siglos por las manos del viento y la arena.
Y aquí, el Con Negro ('con' en gallego indica una gran roca situada cerca de la costa). En realidad, se puede llegar aquí en coche desde la carretera.
A partir de aquí, nos adentramos en un terreno que pasa junto a un antiguo establecimiento militar del que todavía se pueden ver los antiaéreos.
Junto al mar siguen acompañándonos las formaciones rocosas y en el agua se ven los grupos de las Laxes de Porto Xunco y de Abade. Desde Punta Conchido, contemplamos la media luna de la Praia de Canelas, por la que caminamos hasta llegar a la Punta de Canelas. Desde aquí se puede ver la entrada de la ría de Pontevedra
Por una de estas zonas, vimos a un hombre que se acercaba al agua. Chus pensó que iba a pescar entre las rocas, pero enseguida nos dimos cuenta de que no llevaba nada para poder hacerlo. Nos miró con muy mala cara. Poco después nos cruzamos con un chico que iba hacia allí, cubierta la cara y tapado con una capucha. Le dijimos "buenos días" y no solo no contestó sino que apuró el paso... ¿iban a recoger el alijo? jajajajaja...
Siguiendo las pasarelas de madera, que nos llevan primero a Punta Abelleiro, llegamos al punto de partida. Desde allí, nos dirigimos al hotelito que habíamos reservado en Reboredo, en donde solo estábamos nosotras dos y una pareja. Como no habíamos comido, cenamos allí mismo. Comida deliciosa y un trato exquisito.
Una buena sesión de spa y como nuevas. Pequeño susto al quedarnos encerradas en el ascensor al subir.
Sábado, 01/05/2021:
Praia Mexilloeira y Punta Moreiras
Y ya puestas a descubrir cosas, decidimos volver pero pasando por la costa norte de la península de O Grove, que tampoco conocíamos.
Empezamos por la Praia Mexilloeira. Nos costó pelín descubrir cómo se llegaba a ella, pero lo conseguimos. Es una playa dunar rodeada de vegetación que destaca por su longitud (1300 m), su tranquilidad y su arena dorada. El viento que sopla en esta zona la hace adecuada para practicar deportes marítimos como el Kitesurf o el Windsurf. En sus inmediaciones se halla la laguna de A Bodeira, la única laguna costera de agua dulce de la provincia.
Se trata de un pueblecito con unas vistas maravillosas hacia la ría y la ensenada y el muelle de Porto Meloxo, que se sitúa justo enfrente cruzando el mar.
Aquí se levanta el Conjunto Escultórico de Punta Moreiras, 42 esculturas de temática marina que rinden homenaje a las gentes del mar. Incluso su faro es escultural. Aves, peces, sirenas, tortugas, marineros e, incluso, tumbonas de piedra nos sorprenden aquí y allá para que disfrutemos de un magnífico paseo.
Este conjunto, obra de la Escuela de Canteros de Pontevedra, se inauguró en el año 2014 bajo el nombre de "Aldea Mariñeira".

En la foto superior, a la derecha, se ve la Praia Mexilloeira. En realidad, habríamos podido llegar andando, pero no sabíamos que existía un camino paralelo a la costa que une ambos lugares.
Hacia el otro lado del pueblo, se encuentra el Museo Etnográfico de la Pesca y la Salazón "Salgadeiras de Moreiras". Este museo consta de varios espacios, uno de ellos al aire libre, en el que unos paneles explicativos informan del proceso de salado del pescado a finales del siglo XVIII y durante el XIX. Para entrar en la zona de interior hay que pagar.
En la ensenada existía antaño una importante industria pesquera de origen romano que siglos después fue aprovechada para la instalación de salazones y conservas. Desde finales del siglo XVII hasta mediados del XX hubo en la zona una importante proliferación de industrias del sector, sobre todo de origen catalán. Cerca de Punta Moreiras llegaron a ubicarse hasta 8 fábricas de sardinas y secado de pulpo.
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