lunes, 13 de enero de 2020

Octubre 2018: Parque Nacional da Peneda-Geres (Chus, María y Pili) - Parte 2

Nacen definitivamente las "Chicas viajeras"

Parque Nacional da Peneda-Geres

Sábado, 20/10/2018:

Entorno del apartamento y Gerês 

Quinta do Río - Gerês 

Amaneció un día estupendo y después de desayunar nos dedicamos a explorar los alrededores de la Quinta. Había un caminito justo al lado que llevaba hasta una pequeña playa fluvial. Fue un paseo muy agradable.

Aquí os dejo el vídeo de la quinta y del paseo hasta la playa fluvial:




Vila do Gerês 

Nuestra intención era hacer senderismo, pero comprendimos que sin contratar una agencia profesional era prácticamente imposible, demasiados senderos por los que te podías perder. Así que decidimos coger el coche y hacer una excursión hasta la villa de Gerês. En el camino hicimos un alto en la Pousada Caniçada Gerês, desde la que se divisa un impresionante paisaje de la sierra.

El Parque Nacional da Peneda Gerês es un mundo aparte en el que la actividad humana se integra de forma armoniosa en la naturaleza. Allí se conservan valores y tradiciones muy antiguos, como en las aldeas de Pitoes das Júnias y Tourém. Por la sierra y entre los frondosos bosques discurren ríos y riachuelos que se precipitan en cascadas y que, después, se explayan en embalses. Los paisajes son deslumbrantes.

La Pousada se encuentra en un precioso chalé de montaña situado en lo alto de la sierra, entre bosques, cascadas de agua cristalina y paisajes inolvidables. Un auténtico mirador sobre la presa de Caniçada, en pleno río Cávado.


Vista desde la Pousada Caniçada

Ni caso a Chus... no hacía frío ninguno
Preciosa foto de Chus en la Pousada
Vista hacia el otro lado desde la Pousada
Risas en la cafetería de la Pousada
Pili y yo al salir de la Pousada
Alegría de un día feliz
Después de este descanso, llegamos a la Vila de Gerês. Es una turística aldea encajada en el valle del río Gerês. Cuenta con un balneario y unas famosas termas que resultan ideales para descansar tras un duro día de excursión por las montañas. Dimos unas vueltas por sus calles, hicimos alguna compra y después nos dirigimos a un parque enorme en el que desplegamos nuestro queso y fiambres, pan, fruta, cervezas, coca-colas... delicioso almuerzo en medio de la naturaleza. Tras la comida, un relajante paseo por el parque... bellísimo. 

Comprando miel              

El río encajonado a su paso por la villa



Fuente junto a las termas

Decoración mural en las termas

El edificio de las termas
  



Recorriendo el parque después de comer















   









Chus y su costumbre de subirse a las piedras, jajajajaja...








En el parque hay una especie de estanque navegable en cuya orilla podemos ver una gruta artificial. Muy pequeñita, Chus en la entrada de la gruta.




Pili y yo siguiendo las indicaciones de los paneles que hay por todo el parque para hacer ejercicio




Cena en la Quinta y Postcena


Después de ese agradable día volvimos a la quinta y decidimos cenar en el restaurante. Aunque intente transmitiros lo mucho que nos reímos, es imposible, las cosas hay que vivirlas.

En el restaurante, nos partíamos de risa cada vez que mirábamos hacia los camareros, una chica y un chico joven (probablemente hijos de los propietarios) que daban la impresión de observarnos detenidamente y reírse, a su vez, de algo que parecía tener que ver con nosotras. Pero las carcajadas definitivas llegaron con el postre: había uno en la carta que no sabíamos en qué consistía, así que le preguntamos al chico. El rapaz no se expresaba muy bien y decía algo así como que tenía huevo. Pili estaba interesada en pedirlo, pero quería saber exactamente cómo estaba preparado o presentado. Y el rapaz venga con lo del "huevo". En un momento determinado Pili se hartó de la respuesta que el otro repetía una y otra vez sin aclarar nada, así que le soltó, de buenas a primeras: "pero, ¿huevo de qué?"... (en realidad quería haber dicho "huevo con qué"). Chus y yo nos miramos y empezamos a reírnos; miramos la cara del chico, que estaba atónito y estupefacto; miramos la cara de Pili, que no entendía por qué nos reíamos como locas, y finalmente le contesté yo: "de qué van a ser, de gallina, no creerás que son..."... y entonces Pili lo pilló, se puso roja como un tomate y también estalló en carcajadas. El "huevo de qué" se unió desde ese momento al "Ven aquí, cariño" del viaje a Sintra" y lo sacamos a relucir cuando es conveniente como algo que solo nosotras entendemos.

Todavía riéndonos sin parar nos retiramos al apartamento. Y allí brindamos con champán y unas copas que había llevado yo para celebrar el nacimiento de las chicas viajeras.
Bacalao a la brasa


Pulpo a la brasa


Postres
               


El famoso "huevo de qué"


                                                      


Pero la noche y las risas todavía no habían terminado:

Pili y Chus decidieron sentarse un rato en la terraza. Yo me quedé dentro. Sin saber cómo, las oí hablar en un tono preocupado sobre alguien que gritaba o lloraba en la zona del río debajo del apartamento. Incluso Chus decía que iba a ir a la recepción a avisar por si le había pasado algo a alguien y necesitaba ayuda. Salí al exterior y traté de calmarlas. Ya no se oía nada, pero Chus insistía en ir a comunicarlo, así que les dije: "Vamos a ver, ¿cómo era el grito? Definid el grito". Chus y Pili se miraron y de nuevo las risas, cómo pretendía yo que definieran un grito... En fin, como siempre decimos, lo más bonito de viajar es pasarlo bien, divertirse y reírse, reírse mucho. Pero, por si las moscas, Pili cerró a cal y canto el ventanal que daba a la terraza, jajajajaja.

A la mañana siguiente, en el desayuno, nos dedicamos a analizar al resto de huéspedes tratando de descubrir quién o quiénes podían haber sido los protagonistas de la escena anterior. Llegamos a la conclusión de que había sido una pareja joven: ni se miraban, ni se hablaban, él tenía los ojos en su móvil y ella aparentemente tenía los ojos hinchados de llorar. Hay que ver qué cotillas, jajajajaja. 

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