viernes, 31 de enero de 2020

Agosto, 27, a septiembre, 1, 2019: Finde largo en Portugal (Chus y María, con incorporación de Pili) - Parte 6

Viajecito en coche.




Portugal Norte - Región del Miño: De Durraes a Vigo. Sistelo 


Domingo, 1/09/2019:

Últimas horas en Durraes 


Va en color rojo porque la cosa tiene su miga. Mi nuera me había pedido que le comprara unas botellas de vino para hacer un regalo. Como no tengo ni idea de vinos portugueses, se me ocurrió comentárselo a Nuno cuando estaba esperando para recibir el masaje. Resultó todo un experto y me dio un montón de buenos consejos, además de decirme que en el supermercado del pueblo, junto a la iglesia, podía encontrar vinos de todo tipo y diferentes calidades. También me recomendó hablar directamente con el hijo del propietario, que era quien realmente podía ayudarme a hacer una buena compra. 

Así que el sábado, antes de hacer la excursión que ya os conté, pasamos por el supermercado y pedimos hablar con el hijo del dueño. Mientras no venía, dimos unas cuantas vueltas por el pasillo en donde estaban los vinos, pero por el precio, 4 o 5 euros, ya te dabas cuenta de que eran vinos normalitos de mesa. Cuando apareció el dueño y le expliqué lo que quería, nos enseñó unos cuantos de precios muy moderados de ese mismo pasillo que, según él, eran buenos. No acababa de cuadrarme la cosa, porque Nuno me había dicho que no comprara vinos del pasillo, que había un recinto especial donde estaban los vinos de mejor calidad. 

En cualquier caso, el chico se esforzaba en enseñarnos unos y otros sin que yo acabase de estar satisfecha, me parecían vinos muy baratos para ser un tipo de vino especial. Así que le dije que quería algo mejor, a lo que él respondió que, efectivamente, tenía vinos mejores, pero que desde su punto de vista un vino bueno no tenía que ser especialmente caro, de hecho creía que se abusaba subiendo los precios... A mí me salió del alma: "el precio no me importa". Las caras de Chus y Pili eran todo un poema, abrieron los ojos como platos y cuando el chico se fue a buscar algo a otro lado, Pili dijo: "yo iba a mirar una cosa, pero ahora no me voy de aquí hasta ver en qué queda esto". No entendía nada, ¿por qué decía eso?. Entonces estallaron en carcajadas y me hicieron reflexionar sobre lo que acababa de decir, como si fuera una millonaria, jajajajaja... ¿Y si ahora el tipo traía un vino de 500 euros? ¿Cómo le iba a decir que no, cuando antes le había dicho que el precio no me importaba?

Afortunadamente, no trajo un vino de 500 euros, sino una cosa muy asequible. Pero entonces le dije lo que me había recomendado Nuno, comprar un vino de otro sitio, no del pasillo... ¡Ah! Por fin sabía lo que quería, jajajaja. Nos llevó a una habitación cerrada con cristalera que estaba junto a la entrada en donde se veía, ya solo por la colocación y las cajas, que aquello era lo que estaba buscando. Nos recomendó uno y compré una caja para mi nuera, más otra para repartir entre Pili y yo.

Como íbamos a andar con el coche por ahí y eso no le conviene a los vinos, dejamos el encargo allí ya que el supermercado abría el domingo, por lo tanto podíamos recogerlo antes de marcharnos del pueblo. Y eso fue lo que hicimos, pasar por la tienda para recoger las cajas. Preguntamos otra vez por el hijo del dueño y, cuando me dijeron que para qué quería hablar con él, contesté que tenía negocios con él (nuevas carcajadas de Pili y Chus, la verdad que no sé en qué estaba pensando, jajajaja). Como me dijeron que no estaba e iba a tardar en volver, no me quedó otra que aclarar cuáles eran los negocios, jajajajaja.

Recogimos las botellas y nos pusimos en marcha entre bromas y risas sobre la señora millonaria, a la que no le importaba el precio, y la mafiosa, que tenía negocios con el dueño... Eso sí, el vino, que probé hace apenas un mes, resultó ser buenísimooooooooo.

Cogimos rumbo a Sistelo, un lugar precioso, según Nuno, y que de ninguna forma nos podíamos perder. Al salir de Durraes, y antes de llegar al pueblecito de Seara, nos sorprendió una casa al borde de la carretera que presenta una reproducción de construcciones medievales portuguesas.

 



  Nos detuvimos también en el puente romano de Vilela sobre el río Vez, desde donde un chico estaba lanzándose al agua:


Las primeras referencias a este puente se remontan a 1258. Tiene dos arcos, uno de ellos roto, de tamaño desigual.

Vista del río Vez desde el puente


Vista del puente desde abajo





Sistelo: el Tíbet portugués 

No teníamos ni idea de la existencia de este pueblo que es una de las 7 maravillas de Portugal. Es muy conocido por sus socalcos, que le valieron el nombre de "Tíbet portugués". Fueron declarados Monumento Nacional en 2017, por el presidente de la república, Marcelo Rebelo de Sousa. Los socalcos son la base de la economía agro-pastoril de esta región con un relieve muy accidentado. Permiten el aprovechamiento del suelo para la agricultura de subsistencia, basada en el maíz, el "feijao" y la batata, y para el pasto de los animales, principalmente de las vacas barrosã y cachena, adaptadas al clima y el relieve de la región.


Llegando a Sistelo, ya se ven los socalcos en lo alto

 



Y ahí está Sistelo


El caserío de la aldea se encuentra muy bien conservado, habiéndose recuperado algunas casas típicas de granito. Llama la atención el Castelo de Sistelo. Manuel Gonçalves Roque regresó de Brasil a finales del siglo XIX y dedicó su fortuna a la construcción de un palacio en la aldea que lo había visto nacer. En su día fue la casa del Vizconde de Sistelo y hoy es un centro interpretativo para acoger a los turistas.



Además del castillo, destacan los "espigueiros", construcciones típicas del norte de la península ibérica para guardar las espigas del maíz. Se encuentran en los patios de las casas y junto a los muros de las fincas. Los lavaderos públicos son otro de los testimonios etnográficos de la aldea. Como la región se beneficia de muchos regatos y cursos de agua, llevarla a las fuentes que alimentaban los lavaderos era una tarea muy fácil. 

 

Junto a la iglesia parroquial encontramos el cementerio y, justo lindando con el muro de la iglesia, comienza una de las muchas rutas de senderismo que hay en la zona. Se trata de la de "Las Brandas", que comienza con unas empinadas escaleras en piedra que parecen no acabar jamás. Un poco antes, nos encontramos con unas casas abandonadas que formarían antiguamente parte de la aldea. 

 



Precisamante el senderismo es uno de los atractivos de este pequeño pueblo. Cuando llegamos, nos sorprendió la gran cantidad de gente que se estaba reuniendo para empezar uno de los varios recorridos o que volvía ya de la caminata. Entre los aficionados a este deporte son muy conocidos los "Passadiços do Sistelo", que pasaron de ser el secreto mejor guardado del Geres a ser uno de los destinos más buscados. Nosotras iniciamos la ruta de los Pasadizos del río Vez, pero solo recorrimos unos 500 metros por una antigua calzada de piedra entre fincas y casas. Quedamos en que volveríamos mejor equipadas para hacer la totalidad de la ruta.


Principio de uno de los senderos conocidos como los Passadiços de Sistelo 


En las afueras del pueblo hay una subida a un mirador. Se puede subir a pie o seguir en coche por la carretera. Optamos por lo segundo y llegamos enseguida. No hay sitio para aparcar justo en el mirador así que seguimos un poquito más, hasta un lugar en el que el arcén de la derecha se amplía formando un pequeño entrante sembrado de hierba. Unas vacas típicas de la zona, con sus largos cuernos, estaban pastando cerca. Chus y yo salimos con cautela, Pili se lo pensó más, pero decidió seguirnos para no perderse el paisaje.


Estas vistas son las que recuerdan al Tíbet, aunque nada que ver con el fantástico verde, por ejemplo, de los arrozales en socalcos de Bali que Pili y yo veríamos en octubre.


                                    

Volver al coche fue toda una odisea. Una de las vacas estaba muy próxima al vehículo, tanto que no sabíamos por qué puerta entrar. Lástima no haber grabado en vídeo la carrera de Pili, ni dolor de rodilla ni de espalda ni de nada: "María, abre la puertaaaaa...", jajajaja.

Y sigo en rojo porque todavía nos quedaba una anécdota más: en vez de retroceder con el coche hasta Sistelo, continuamos por la carretera y llegamos aquí: 


 
La carretera en este punto se estrechaba y daba la impresión de que no era posible ir mucho más allá. Tres mozos nos miraban con cara de desconcierto y enseguida nos dijeron que no había continuación, así que no quedaba otra que dar la vuelta. Yo soy un desastre dando marcha atrás, así que nos tocó pedirles a los chicos que nos ayudaran. Uno de ellos tomó mi lugar ante el volante y yo le oí decir "¡VAYA TRES!"... jajajaja.




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